Wednesday, October 08, 2008

Batallas bicentenarias

Javier Treviño Cantú
El Norte
8 de octubre de 2008

El viernes pasado, el IFE inició formalmente el proceso electoral federal 2008-2009. En nuestro viejo sistema métrico sexenal, las elecciones intermedias para renovar la Cámara de Diputados — así como las gubernaturas de Nuevo León y otros cinco Estados, 469 diputaciones locales y 620 alcaldías— marcan el primer gran “corte de caja” para la administración en turno, los partidos políticos y, también, para las autoridades electorales encargadas de conducir y validar jurídicamente los resultados.

Sobre todo, los comicios federales a mitad del camino representan un “referéndum” sobre la actuación del gobierno y el partido en el poder. Hasta el momento, el panorama que puede anticiparse parecería poco favorable para la administración del Presidente Calderón, el PAN y sus aliados políticos.

Ante una limitada capacidad para aplicar iniciativas contra-cíclicas, el impacto de la crisis financiera global puede magnificarse con el endurecimiento de medidas proteccionistas por parte de Estados Unidos. Igualmente, resulta difícil considerar que en menos de un año se perciba una mejoría notable en la seguridad del país.

Hace poco más de una década, la derrota del PRI en las elecciones legislativas de 1997 acabó convirtiéndose en la puerta por donde entró la alternancia democrática en el 2000. Ahora, esa misma puerta quizás esté por volverse giratoria. Aún es temprano para hacer pronósticos, pero al día de hoy, las encuestas indican que la tendencia electoral a favor de PRI va creciendo, particularmente entre los votantes indecisos.

A las ventajas con que contaría el PRI frente al PAN, se suma una “izquierda” dividida por luchas intestinas y la persistencia del movimiento que dirige López Obrador. Algunas encuestas indican que las preferencias en favor del PRD se mantendrían estables, en su nivel “histórico” cercano al 15%. Otras muestran una caída más pronunciada, que le representaría haber perdido más de la mitad de los electores que votaron por este partido en 2006.

Como se comprobó en la reciente elección para la alcaldía de Acapulco, las fracturas perredistas sólo benefician a los partidos rivales. Frente al creciente rechazo ciudadano del movimiento lopezobradorista, numerosos analistas han señalado que el dirigente parece haber descartado la lógica electoral, optando por una radicalización que implicaría dar por perdidas las elecciones del 2009.

Desafortunadamente, este escenario parece factible. La intención de buscar oportunidades que contribuyan a la polarización de la sociedad mexicana, en lugar de ofrecer propuestas constructivas dentro de los cauces institucionales para resolver nuestros pendientes, en efecto apunta hacia una racionalidad extra-electoral.

Lo más grave de este escenario es que las elecciones intermedias apenas son la antesala de un momento singular y, potencialmente, mucho más divisivo. Tanto en México como en el resto de América Latina, la conmemoración en 2010 del Bicentenario de la Independencia —y, en nuestro caso, también del Centenario de la Revolución Mexicana—, se perfila ya como una batalla para apropiarse de su significado simbólico.

La celebración de los distintos movimientos latinoamericanos de independencia representa una oportunidad histórica para brindarle un sentido renovado a los factores culturales que le dan una identidad distintiva a cerca de 700 millones de personas en un mundo globalizado. Esa fue, por ejemplo, la idea detrás de la propuesta —planteada en la Cumbre de Santiago de Chile, donde el Rey Juan Carlos lanzó su famoso ¿Por qué no te callas?— para impulsar el Primer Congreso de la Cultura Iberoamericana, que acaba de efectuarse en la Ciudad de México con la participación de los Príncipes de Asturias.

Sin embargo, coyuntura del Bicentenario también ofrece una oportunidad inigualable a los opositores de cada gobierno latinoamericano en funciones, y a los impulsores de nuevos esquemas geopolíticos en una región donde el vacío que han dejado los Estados Unidos busca ser ocupado por otras potencias.

Sin duda, una de éstas es la misma España. Con una visión de largo plazo y evidente voluntad política, ese país le está dando un carácter estratégico a sus relaciones con la región. Más allá del avance que han registrado muchas de sus empresas emblemáticas en nichos de mercado claves —como energía, banca y telecomunicaciones—, España parece apostarle a su poder suave para consolidar una plataforma de influencia cultural en Latinoamérica que la fortalezca ante sus principales socios europeos.

En cambio, en México, a nivel federal todo lo relacionado con la Comisión para los festejos del 2010 se ha visto empañado por la falta de un proyecto claramente definido y por intrigas burocráticas (Reforma, Templo Mayor, 01/10/08). Con ello, lo único que se ha logrado es pavimentar el camino para que los opositores del gobierno —desgastados y cargando a cuestas una humillante derrota electoral en 2009—, intenten dar una batalla bicentenaria para dividir a los mexicanos.

Hace casi un año, Enrique Krauze (El Norte, Algunas ideas para el bicentenario, 28/10/2007) citaba a John Womack, señalando que “los Centenarios son fechas peligrosas para México". Lamentablemente, no parece que hayan leído su artículo en Los Pinos.

8 comments:

Anonymous said...

Me parece un poco exagerado el argumento de una batalla bicentenaria que pueda dividir a México.

Javier Trevino said...

No creo que estoy exagerando. Un amigo me envió un mensaje muy significativo con una fotografía publicada en Reforma, tomada hace un par de años, en la Escuela Normal de Ayotzinapa, Guerrero. Dicha escuela fue precisamente donde estudió y egresó Lucio Cabañas, y su importancia simbólica para los movimientos político-armados es fundamental. Un individuo está pintando en una pared una frase: "Nos vemos en el 2010". La imágen lo dice todo. Saludos.

Anonymous said...

Yo creo que te quedaste corto. Basta con ver a AMLO y su locura. Va a ser una pesadilla durante el 2010. Ya lo verán.

Marco Bodegas y Christian Ehrlich said...

El problema real, es que las diferencias sociales y políticas entre mexicanos no sólo no se han saldado, sino que siguen ampliandose.

Eso es precísamente el "gap" que permite que "locos" como López Obrador o guerrilleros, o radicales; encuentren espacio para su accionar.

AMLO es sólo una pequeña faceta (aburrida) de algo mucho más grande.

Hector Rodriguez said...

Yo creo que es importante encontrar un vértice que una las dos posturas. Algo que sea un tanto neutral, como por ejemplo los retos que enfrenta la economía ante la situación mundial de los mercados. Como vimos la semana pasada, el bolsillo de muchos mexicanos puede verse afectados por cuestiones sencillas como la caída del peso frente al dólar, ó la baja de los precios del petróleo. Se deben canalizar las energías de todos los actores políticos en encontrar soluciones creativas a dichos retos.

MH said...

Contrario a lo que el otro lector anónimo dijo previamente, no me parece nada exagerado que el autor especule sobre batllas centenarias. Recuerdo hace unos años, que un polémico profesor del tec -experto en temas indigenistas ;)- nos comentaba de la creencia de guerras cíclicas cada aproximadamente 100 años que devenían en cambios de paradigmas; en el caso mexicano, basta con mencionar la independencia y la revolución. Es espeluznante, pero las cosas están tan viciadas -sin necesidad de ahondar en los temas pertinentes- que es MUY FACTIBLE la posibilidad que plantea el autor.

Javier Trevino said...

Gracias por tu comentariio, Manuel. En efecto, lo que trato de hacer en este espacio es estimular el análisis y tratar de pensar, a veces, lo impensable. Eso ayuda a prepararnos mejor ante el futuro. Un saludo.

Anonymous said...

thanks for this stuff