Javier Treviño Cantú
El Norte
27 de octubre de 2005
¿Cómo será EL NORTE en el 2014? Debemos pensar lo impensable. Vivimos en un mundo saturado de información. Las líneas que separaban a los distintos medios de comunicación son cada vez más borrosas. El impacto de internet, así como el de las demás tecnologías de la información y la comunicación, es cada vez más evidente. Y apenas representa el principio de un futuro que ya nos alcanzó.
En distintos grados y a diferentes velocidades nos estamos aproximando a una "inmersión total en la realidad virtual", como la llama el científico-empresario Ray Kurzweil. En el primer capítulo de su nuevo libro, "The Singularity is Near" -que se puede accesar en su sitio en internet http://www.kurzweilai.net/-, define esta "singularidad" como un futuro muy próximo, donde la aceleración exponencial del avance tecnológico tendrá un impacto tan profundo, que la vida humana como la conocemos hasta ahora se transformará irremediablemente.
Parecería una exageración. Pero si consideramos la velocidad con la que ha cambiado la forma de generar, difundir, compartir y almacenar información durante los últimos 15 años, en realidad no lo es. A finales de 2004, Robin Sloan y Matt Thompson (http://snarkmarket.com/blog/) crearon un video para el Museo de Historia de los Medios llamado originalmente EPIC 2014, y luego rebautizado como EPIC 2015.
Las siglas se refieren a las iniciales en inglés de Evolving Personalized Information Construct, que se podría traducir como Construcción Evolutiva de Información Personalizada. El 2014 se trata del año en el que se libra una supuesta batalla final entre los medios de comunicación tradicionales, representados por el diario The New York Times, y los nuevos, personificados en el cortometraje por Google.
Siguiendo la narrativa del video (http://www.albinoblacksheep.com/flash/epic), la lucha que acabará por librarse entre los viejos y nuevos medios inicia en 1989, cuando Tim Berners-Lee crea la "world wide web": la red mundial "www" que detonó el acceso masivo a internet. De acuerdo con cifras recientes de la OCDE, actualmente casi mil millones de personas en todo el mundo la utilizan.
El siguiente punto de inflexión se da en 1994, con la fundación de Amazon.com, una tienda virtual que se convertiría en el modelo para las ventas por internet. En 1998, dos estudiantes de Stanford, Larry Page y Sergey Brin, fundan Google. Sus algoritmos siguieron el ejemplo de Amazon.com, al considerar las ligas a otras páginas en internet como recomendaciones. De esta forma, crearon el servicio de búsqueda en la red más poderoso hasta ese momento.
En 1999, la pequeña compañía Pyra Labs lanza Blogger, una herramienta para publicar en forma rápida y sencilla bitácoras personales en internet. En el 2002, Google crea GoogleNews, una sección de noticias editada completamente por computadoras. Al año siguiente, Google compra Blogger y desata un nuevo fenómeno social y cultural, que está cambiando la forma de hacer periodismo "ciudadano" y muchos otros aspectos del mundo de los negocios y la política.
El 2004 será recordado como "el año cuando todo empezó". La revista Reason Magazine (http://reason.com/) le manda una copia de la publicación a cada suscriptor con la fotografía de su casa tomada desde un satélite en la portada, e incluye información personalizada para cada uno de ellos. Google lanza GMail, un servicio de correo electrónico que ofrece un gigabyte de espacio libre a cada usuario. Microsoft busca competir con Google lanzando su sistema de búsqueda Newsbot (http://newsbot.msnbc.msn.com/) y Amazon da a conocer su propia herramienta, A9 (http://generic.a9.com/). Ese mismo año, Google se convierte en una compañía pública al empezar a cotizar sus acciones en la bolsa de valores. Apenas 14 meses después, su capitalización de mercado ya supera los 98 mil millones de dólares.
A partir de aquí, el video de Sloan y Thompson desarrolla posibles escenarios que estarían por venir. En 2006, Google crea la Google Grid, una plataforma universal con espacio ilimitado para almacenar información privada o compartirla universalmente. Al año siguiente, Microsoft responde con su propia red, Newsbotster. Buscando rivalizar con Microsoft, en el 2008 Google y Amazon se unen para crear Googlezon, lo que les permite ofrecer información, productos y servicios individualizados.
En 2010 se desatan las "Guerras de las Noticias". Google logra vencer a Microsoft desarrollando un nuevo algoritmo, que permite fragmentar los contenidos de todas las fuentes informativas y volverlos a organizar, para ofrecerle una historia individual a cada usuario. En 2011, el New York Times demanda a Googlezon por violar las leyes de propiedad intelectual. El caso llega hasta la Corte Suprema de Justicia, la cual falla a favor de Googlezon. En marzo de 2014, finalmente se lanza EPIC, un sistema que ordena el caótico entorno mediático al filtrar, clasificar y distribuir paquetes de contenidos informativos y comerciales diseñados específicamente para cada persona.
Como siempre, la realidad seguramente será más compleja de lo que han imaginado los creadores de EPIC 2015. Pero es un hecho que las batallas ya se están dando. Según el diario Financial Times, la empresa News Corporation de Rupert Murdoch ha invertido más de mil 500 millones de dólares en los últimos meses para convertirse en uno de los principales actores en internet. America Online, una de las compañías pioneras en la época de la "burbuja puntocom" y que compró a Time Warner en el 2000, dos años después registró pérdidas por casi 100 mil millones de dólares. Ahora, de acuerdo con el periódico inglés, compañías como Comcast, Microsoft, Google y Yahoo están buscando comprar parte de AOL.
Al mismo tiempo, en estos momentos se está librando una feroz lucha por el control de la internet misma. La red es administrada por ICANN, la Corporación Internet para Nombres y Números Asignados. Es una organización privada-pública sin fines de lucro, que fue establecida en 1998 por el gobierno de Estados Unidos y que tiene su sede en California. Desde hace tiempo, China, India, Brasil y otros países han señalado que esta función debe recaer en algún organismo multilateral, como la ONU.
Hace poco la Unión Europea respaldó esta postura, por lo que se llevará a cabo una conferencia especial de Naciones Unidas en noviembre próximo para discutir el tema. Lo único cierto es que la guerra por el futuro de internet apenas está comenzando.
Thursday, October 27, 2005
Thursday, October 13, 2005
Herencia insuficiente
Javier Treviño Cantú
El Norte
13 de octubre de 2005
Todos lo sabemos. La educación es la mejor herencia que le pueden dar los padres a sus hijos. Pero todo indica que la educación universitaria ya no es suficiente para cumplir el sueño de los padres. Los egresados de las universidades no están consiguiendo empleos de calidad. ¿Qué está pasando? La respuesta es muy sencilla, y aterradora: el mundo avanza a toda velocidad y no va a esperar a que los mexicanos nos pongamos de acuerdo para que empecemos a caminar.
El conocimiento se ha vuelto el factor clave para impulsar un mayor crecimiento económico, generar empleos, elevar la eficacia de las instituciones públicas y mejorar la calidad de vida de la gente. De acuerdo con cifras para el año 2002 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el país que más invierte en conocimiento -medido como la suma del gasto en Investigación y Desarrollo (I+D), educación superior y software- es Estados Unidos, con un 6.6 por ciento del PIB, seguido por Japón con 5 por ciento y la Unión Europea con 3.8 por ciento. En México, los últimos datos disponibles de la Organización señalan que esta inversión no llega ni al 2.5 por ciento.
Además, según la OCDE, entre las compañías multinacionales está creciendo la tendencia a subcontratar o a realizar las tareas de I+D en países con las condiciones adecuadas. El martes pasado dio a conocer sus "Indicadores 2005 de Ciencia, Tecnología e Industria". Sus resultados muestran, por ejemplo, que en países como Irlanda o Hungría, un 70 por ciento de la I+D industrial está siendo realizada por compañías extranjeras.
Lo que las empresas buscan son países con políticas favorables para la inversión, costos bajos, buena infraestructura y, sobre todo, recursos humanos con la preparación académica y las capacidades prácticas que se requieren. El inglés es indispensable, así como la habilidad y disposición para trabajar en equipo con gente de distintas culturas y diferentes funciones. Se necesitan personas que no sólo dominen su campo profesional, sino que sepan aprender constantemente, para utilizar tecnologías en constante evolución y adaptarse a entornos de trabajo que cambian muy rápido.
La creciente importancia del conocimiento ha hecho que la relación entre las universidades, las empresas y los gobiernos se vuelva vital. Esta vinculación entre los tres sectores no es nueva. El nacimiento de Silicon Valley y el éxito de empresas como Hewlett-Packard no se podrían explicar sin sus lazos con la universidad de Stanford. La capacidad de Japón para recuperarse después de la Segunda Guerra Mundial y convertirse en la segunda potencia económica se basó, en buena medida, en la relación entre los grandes conglomerados industriales y universidades como la de Tokio, y en una inversión gubernamental masiva en I+D.
Desde hace ya varios años, muchas universidades están buscando transformarse para jugar un nuevo papel, que vaya más allá de sus funciones tradicionales. Ya no sólo son instituciones transmisoras de conocimiento, sino que son el espacio donde se genera, se adapta y se transfiere ese conocimiento a las empresas, a los gobiernos y a la sociedad en general. Al crear conocimiento y orientar sus tareas de investigación hacia aplicaciones prácticas, las universidades se vuelven motores de la innovación.
A la vez, las universidades se han convertido en verdaderos agentes económicos, al promover directamente la incubación y creación de nuevas compañías. Igualmente, al ampliar el alcance de su vinculación con empresas y gobiernos, pueden desarrollar iniciativas que van desde prácticas laborales para estudiantes y programas de capacitación continua para empleados, ejecutivos y funcionarios, hasta la formación de centros interdisciplinarios que promuevan la búsqueda de soluciones integrales a necesidades específicas de las empresas.
En el caso de México, la vieja vinculación entre las instituciones de educación superior, las empresas y los distintos niveles de gobierno se ha vuelto un nuevo imperativo. Primero, porque sin ella vamos a seguir siendo incapaces de insertarnos plenamente en la nueva economía global del conocimiento y, segundo, porque la tendencia demográfica por la que atraviesa nuestro país nos exige enfocar todos los recursos posibles en crear empleos.
Este año volvimos a perder terreno en prácticamente todos los estudios dedicados a medir la competitividad global. El Foro Económico Mundial dio a conocer su más reciente Índice el pasado 28 de septiembre. Esta vez caímos siete lugares, al pasar del sitio 48 al 55 entre los 117 países incluidos. La razón principal, según el organismo, fue la incertidumbre generada por el proceso electoral que culminará en julio de 2006, con la consecuente parálisis en la formulación de políticas públicas eficaces y el desencanto entre la comunidad empresarial.
Parece existir una percepción desfavorable sobre las perspectivas de la economía mexicana relacionada con el conocimiento. En su primer "Informe sobre las inversiones en el mundo 2005", la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo realizó una encuesta entre compañías multinacionales. Tan sólo 1.5 por ciento de los entrevistados consideró a México como un destino atractivo para instalar actividades de I+D. En cambio, 61.8 por ciento consideró a China como la mejor opción, seguido por EU con 41.2 por ciento y la India con 29.4 por ciento.
Si no nos enfocamos a crear suficientes empleos de calidad, tanto en el campo como en los centros urbanos, el llamado "bono demográfico" puede convertirse en un factor mayúsculo de desestabilización social. En síntesis, el "bono" significa que la proporción de jóvenes y adultos (entre 15 y 59 años) crecerá de 59.8 por ciento en el 2000, a 65.5 por ciento en el 2015, y luego descenderá hasta 53.3 por ciento en 2050. Es decir, que en el año 2027 habrá casi 80 millones de mexicanos en edad de trabajar.
Aprovechar esta "ventana de oportunidad" histórica debería ser una auténtica prioridad nacional. Proyectos como el que busca convertir a Monterrey en una Ciudad del Conocimiento apuntan en la dirección correcta. Pero hay que darles un sentido de urgencia para concretarlos, para que contribuyan a crear nuevas empresas y mejoren las posibilidades de que millones de jóvenes mexicanos encuentren un buen empleo. De otra manera, la única herencia que recibirán será un país desolado por la economía informal y la migración a EU.
El Norte
13 de octubre de 2005
Todos lo sabemos. La educación es la mejor herencia que le pueden dar los padres a sus hijos. Pero todo indica que la educación universitaria ya no es suficiente para cumplir el sueño de los padres. Los egresados de las universidades no están consiguiendo empleos de calidad. ¿Qué está pasando? La respuesta es muy sencilla, y aterradora: el mundo avanza a toda velocidad y no va a esperar a que los mexicanos nos pongamos de acuerdo para que empecemos a caminar.
El conocimiento se ha vuelto el factor clave para impulsar un mayor crecimiento económico, generar empleos, elevar la eficacia de las instituciones públicas y mejorar la calidad de vida de la gente. De acuerdo con cifras para el año 2002 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el país que más invierte en conocimiento -medido como la suma del gasto en Investigación y Desarrollo (I+D), educación superior y software- es Estados Unidos, con un 6.6 por ciento del PIB, seguido por Japón con 5 por ciento y la Unión Europea con 3.8 por ciento. En México, los últimos datos disponibles de la Organización señalan que esta inversión no llega ni al 2.5 por ciento.
Además, según la OCDE, entre las compañías multinacionales está creciendo la tendencia a subcontratar o a realizar las tareas de I+D en países con las condiciones adecuadas. El martes pasado dio a conocer sus "Indicadores 2005 de Ciencia, Tecnología e Industria". Sus resultados muestran, por ejemplo, que en países como Irlanda o Hungría, un 70 por ciento de la I+D industrial está siendo realizada por compañías extranjeras.
Lo que las empresas buscan son países con políticas favorables para la inversión, costos bajos, buena infraestructura y, sobre todo, recursos humanos con la preparación académica y las capacidades prácticas que se requieren. El inglés es indispensable, así como la habilidad y disposición para trabajar en equipo con gente de distintas culturas y diferentes funciones. Se necesitan personas que no sólo dominen su campo profesional, sino que sepan aprender constantemente, para utilizar tecnologías en constante evolución y adaptarse a entornos de trabajo que cambian muy rápido.
La creciente importancia del conocimiento ha hecho que la relación entre las universidades, las empresas y los gobiernos se vuelva vital. Esta vinculación entre los tres sectores no es nueva. El nacimiento de Silicon Valley y el éxito de empresas como Hewlett-Packard no se podrían explicar sin sus lazos con la universidad de Stanford. La capacidad de Japón para recuperarse después de la Segunda Guerra Mundial y convertirse en la segunda potencia económica se basó, en buena medida, en la relación entre los grandes conglomerados industriales y universidades como la de Tokio, y en una inversión gubernamental masiva en I+D.
Desde hace ya varios años, muchas universidades están buscando transformarse para jugar un nuevo papel, que vaya más allá de sus funciones tradicionales. Ya no sólo son instituciones transmisoras de conocimiento, sino que son el espacio donde se genera, se adapta y se transfiere ese conocimiento a las empresas, a los gobiernos y a la sociedad en general. Al crear conocimiento y orientar sus tareas de investigación hacia aplicaciones prácticas, las universidades se vuelven motores de la innovación.
A la vez, las universidades se han convertido en verdaderos agentes económicos, al promover directamente la incubación y creación de nuevas compañías. Igualmente, al ampliar el alcance de su vinculación con empresas y gobiernos, pueden desarrollar iniciativas que van desde prácticas laborales para estudiantes y programas de capacitación continua para empleados, ejecutivos y funcionarios, hasta la formación de centros interdisciplinarios que promuevan la búsqueda de soluciones integrales a necesidades específicas de las empresas.
En el caso de México, la vieja vinculación entre las instituciones de educación superior, las empresas y los distintos niveles de gobierno se ha vuelto un nuevo imperativo. Primero, porque sin ella vamos a seguir siendo incapaces de insertarnos plenamente en la nueva economía global del conocimiento y, segundo, porque la tendencia demográfica por la que atraviesa nuestro país nos exige enfocar todos los recursos posibles en crear empleos.
Este año volvimos a perder terreno en prácticamente todos los estudios dedicados a medir la competitividad global. El Foro Económico Mundial dio a conocer su más reciente Índice el pasado 28 de septiembre. Esta vez caímos siete lugares, al pasar del sitio 48 al 55 entre los 117 países incluidos. La razón principal, según el organismo, fue la incertidumbre generada por el proceso electoral que culminará en julio de 2006, con la consecuente parálisis en la formulación de políticas públicas eficaces y el desencanto entre la comunidad empresarial.
Parece existir una percepción desfavorable sobre las perspectivas de la economía mexicana relacionada con el conocimiento. En su primer "Informe sobre las inversiones en el mundo 2005", la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo realizó una encuesta entre compañías multinacionales. Tan sólo 1.5 por ciento de los entrevistados consideró a México como un destino atractivo para instalar actividades de I+D. En cambio, 61.8 por ciento consideró a China como la mejor opción, seguido por EU con 41.2 por ciento y la India con 29.4 por ciento.
Si no nos enfocamos a crear suficientes empleos de calidad, tanto en el campo como en los centros urbanos, el llamado "bono demográfico" puede convertirse en un factor mayúsculo de desestabilización social. En síntesis, el "bono" significa que la proporción de jóvenes y adultos (entre 15 y 59 años) crecerá de 59.8 por ciento en el 2000, a 65.5 por ciento en el 2015, y luego descenderá hasta 53.3 por ciento en 2050. Es decir, que en el año 2027 habrá casi 80 millones de mexicanos en edad de trabajar.
Aprovechar esta "ventana de oportunidad" histórica debería ser una auténtica prioridad nacional. Proyectos como el que busca convertir a Monterrey en una Ciudad del Conocimiento apuntan en la dirección correcta. Pero hay que darles un sentido de urgencia para concretarlos, para que contribuyan a crear nuevas empresas y mejoren las posibilidades de que millones de jóvenes mexicanos encuentren un buen empleo. De otra manera, la única herencia que recibirán será un país desolado por la economía informal y la migración a EU.
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