Saturday, January 27, 2024

Un enemigo insidioso con disfraz de normalidad

 

 

Un enemigo insidioso con disfraz de normalidad


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

La mediocridad, un enemigo insidioso, acecha en las sombras de todas las organizaciones, públicas y privadas, esperando sofocar el crecimiento, frenar la innovación y erosionar la excelencia. Se manifiesta en procesos estancados, decisiones sin inspiración y una fuerza laboral contenta con la calma del promedio, con "simplemente arreglárselas". Si bien parece inofensivo, el impacto a largo plazo de la mediocridad puede ser paralizante y, en última instancia, conducir a una menor competitividad, pérdida de oportunidades e incluso la desaparición de la organización.

 

En las organizaciones privadas, la mediocridad se manifiesta en multitud de formas. Se establece una cultura de complacencia, en la que los empleados desempeñan sus funciones sin obstáculos y sin motivación. La innovación se convierte en una ocurrencia tardía, reemplazada por una adhesión asfixiante al status quo. Las decisiones se vuelven reacias al riesgo y priorizan las ganancias a corto plazo sobre las visiones a largo plazo. Las consecuencias son duras: pérdida de participación de mercado, disminución de las ganancias e incapacidad para adaptarse a un entorno cambiante.

 

La esfera pública no es inmune a las garras de la mediocridad. La burocracia se convierte en un laberinto impenetrable que obstaculiza el progreso y frustra a los ciudadanos. La ineficiencia reina, con recursos desperdiciados y la confianza erosionada. Los servicios públicos se estancan y no logran satisfacer las necesidades cambiantes de las comunidades. El impacto es profundo, deja a los ciudadanos desilusionados y privados de sus derechos. El gobierno es visto como insensible e irrelevante.

 

Los desafíos de combatir la mediocridad son enormes. Las culturas arraigadas, la poderosa inercia y la resistencia al cambio pueden hacer que el progreso parezca glacial. Identificar al enemigo no es sencillo, ya que la mediocridad a menudo se disfraza de normalidad y su naturaleza insidiosa se esconde a plena vista. El miedo al fracaso y la renuencia a hacer olas complican aún más la ecuación.

 

Sin embargo, la desesperación no es una opción. Derrotar la mediocridad requiere un enfoque múltiple, una búsqueda incesante de la excelencia impulsada por el liderazgo, la innovación y la transformación cultural. Los líderes deben establecer una visión clara, exigir responsabilidad y fomentar una cultura de mejora continua. Se debe adoptar la innovación, fomentando la experimentación y la asunción de riesgos calculados. Es necesario agilizar los procesos, eliminar sin piedad las ineficiencias y desmantelar la burocracia. La comunicación es clave, con el diálogo abierto y la colaboración que fomentan un sentido de propósito compartido.

 

Más importante aún, un cambio cultural es esencial. La mediocridad prospera en entornos donde se recompensa la complacencia y se ignora la ambición. Una cultura de excelencia celebra el aprendizaje continuo, fomenta la competencia sana, reconoce y recompensa el desempeño sobresaliente. Es fundamental fomentar una mentalidad de crecimiento, en la que los desafíos se consideren oportunidades y los fracasos como peldaños de aprendizaje.

 

La tecnología puede ser una herramienta poderosa en la lucha contra la mediocridad. La automatización puede manejar tareas mundanas, liberando potencial humano para esfuerzos creativos. El análisis de datos puede iluminar áreas de ineficiencia y guiar la toma de decisiones. Las plataformas de colaboración pueden conectar diversas perspectivas y generar innovación. Sin embargo, la tecnología por sí sola no puede derrotar al enemigo.

 

El camino para vencer el enemigo insidioso de la mediocridad es largo y arduo, pero las recompensas son inconmensurables. Las organizaciones que se liberan de sus garras ven un mejor desempeño, una mayor innovación y un renovado sentido de propósito. Se vuelven ágiles y adaptables, listos para enfrentar los desafíos de un mundo dinámico. En última instancia, la elección es nuestra: sucumbir al atractivo del promedio o abrazar la búsqueda incesante de la excelencia. El futuro de nuestras organizaciones y de la sociedad misma depende de nuestra decisión.

 

Entonces, hagamos sonar la alarma, encendamos la pasión por la excelencia y libremos una guerra implacable contra el insidioso enemigo de la mediocridad. ¿Qué se requiere para superar la mediocridad en los gobiernos?

 

1.     Los líderes con una visión clara y convincente pueden inspirar un sentido de propósito y compromiso entre los servidores públicos. Una visión que haga hincapié en la innovación, la eficiencia y el servicio al público puede actuar como catalizador del cambio. Los líderes visionarios establecen altos estándares de desempeño, fomentan una cultura de mejora continua y predican con el ejemplo, demostrando un compromiso con la excelencia en todos los aspectos de la gobernanza.

 

2.     La transparencia es una piedra angular de la buena gobernanza y un poderoso antídoto contra la mediocridad. Los procesos gubernamentales, la toma de decisiones y la asignación de recursos deben ser transparentes y accesibles al público. Los ciudadanos tienen derecho a saber cómo opera su gobierno y la comunicación abierta genera confianza. Deben establecerse mecanismos de rendición de cuentas, incluidas métricas de desempeño, auditorías e informes públicos, para responsabilizar a los funcionarios gubernamentales por sus acciones. Cuando los líderes y servidores públicos rinden cuentas de su desempeño, se incentiva el compromiso con la excelencia y se desalienta la complacencia.

 

3.     Superar la mediocridad requiere participación ciudadana. Los gobiernos deben buscar activamente la opinión de los ciudadanos, involucrarlos en los procesos de toma de decisiones y escuchar sus preocupaciones. Los ciudadanos comprometidos actúan como guardianes, responsabilizando al gobierno y exigiendo excelencia. Involucrar a los ciudadanos en la cocreación de políticas e iniciativas garantiza que las acciones gubernamentales estén alineadas con las necesidades y aspiraciones de la gente. A través del diálogo y la colaboración, los gobiernos pueden aprovechar la inteligencia colectiva de sus ciudadanos, fomentando un sentido de propiedad y orgullo por los servicios públicos.

 

4.     Un compromiso con la excelencia exige una inversión eficaz en la educación y capacitación de los funcionarios gubernamentales. Los programas de aprendizaje continuo y desarrollo profesional son esenciales para dotar a los servidores públicos de las habilidades y conocimientos necesarios para afrontar desafíos complejos. Al fomentar una cultura de aprendizaje, los gobiernos pueden mantenerse a la vanguardia, adaptarse a las circunstancias cambiantes y elevar la competencia general de su fuerza laboral.

 

5.     Las ineficiencias burocráticas contribuyen a la mediocridad en el gobierno. La racionalización de los procesos, la reducción de la burocracia y la adopción de soluciones impulsadas por la tecnología pueden mejorar la eficiencia y la capacidad de respuesta. Los gobiernos deberían buscar activamente enfoques innovadores para la resolución de problemas, aprovechando la tecnología y el análisis de datos para optimizar los procesos de toma de decisiones. Adoptar una cultura de innovación fomenta un entorno de nuevas ideas. Las prácticas obsoletas se reemplazan por alternativas más efectivas y optimizadas.

 

Finalmente, como sugerencia, creo que vale la pena leer el libro de Alain Deneault, “Mediocracia: cuando los mediocres toman el poder”. (Editorial Turner. España, 2019). El autor se pregunta: “¿Qué es lo que mejor se le da a una persona mediocre? Reconocer a otra persona mediocre. Juntas se organizarán para rascarse la espalda, se asegurarán de devolverse los favores e irán cimentando el poder de un clan que seguirá creciendo, ya que enseguida darán con la manera de atraer a sus semejantes”.

 

Y añade: “Siéntase cómodo al ocultar sus defectos tras una actitud de normalidad; afirme siempre ser pragmático y esté siempre dispuesto a mejorar, pues la mediocridad no acusa ni la incapacidad ni la incompetencia. Deberá usted saber cómo utilizar los programas, cómo rellenar el formulario sin protestar, cómo proferir espontáneamente, como un loro, expresiones del tipo “altos estándares” y “valores de excelencia” y cómo saludar a quien sea necesario en el momento oportuno. Sin embargo –y esto es lo fundamental–, no debe ir más allá”.

 

El término mediocridad designa lo que está en la media, igual que superioridad e inferioridad designan lo que está por encima y por debajo. Laurence J. Peter y Raymond Hull escribieron sobre la mediocridad en un sistema. “El principio de Peter” es muy claro: los procesos sistémicos favorecen que aquéllos con niveles medios de competencia asciendan a posiciones de poder, apartando en su camino tanto a los supercompetentes como a los totalmente incompetentes.

 

“Mediocracia” es un orden mediocre que se establece como modelo. Deneault concluye en la introducción de su libro: “La mediocracia nos anima de todas las maneras posibles a amodorrarnos antes que a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante. Nos convierte en idiotas”.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/un-enemigo-insidioso-con-disfraz-de-normalidad/

Sunday, January 21, 2024

Construir puentes en 2024

 

 

Construir puentes en 2024


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

El 2024 será un año político cargado de anticipación y ansiedad. En todo el mundo, muchos países se enfrentan a una profunda polarización, un abismo que se amplía entre diversos puntos de vista e identidades. El tejido mismo de la confianza y la comunicación parece desgastado, amenazando la estabilidad y el progreso de naciones enteras. En este panorama turbulento, el llamado a construir puentes, a forjar conexiones a través de las divisiones, resuena con creciente urgencia. Pero, ¿cómo podemos traducir este anhelo en acciones tangibles, especialmente frente a marcadas diferencias ideológicas y arraigadas confrontaciones partidistas?

 

En esencia, la “teoría del puente” encuentra sus raíces filosóficas en la noción de unidad e interdependencia. Los filósofos a lo largo de la historia, desde pensadores antiguos como Platón hasta existencialistas modernos como Jean-Paul Sartre, han lidiado con cuestiones de conexión humana y la naturaleza de los vínculos sociales. La “teoría del puente” se basa en estas ideas fundamentales, enfatizando la relación simbiótica entre las perspectivas filosóficas individuales y el espíritu colectivo de una sociedad.

 

He leído muchos libros que, de una forma u otra, invariablemente, analizan y recomiendan la construcción de puentes. Por ejemplo, el de Amy Gutmann y Dennis Thompson, "Democracy and Disagreement"; el de William Ury, "Getting to Yes"; el de Ronald Heifetz, Marty Linsky y Alexander Grashow, “The Practice of Adaptive Leadership”; el de Arlie Hochschild, "Strangers in Their Own Land"; el de Yuval Noah Harari, "21 Lessons for the 21st Century"; el de Ray Dalio, "Principles"; o el de Roger Martin, "Playing to Win".

  

El inicio político de 2024 en México me recordó un artículo de la edición abril-mayo de 2020 de la revista BusinessWorld. El autor, Prakash Iyer, utiliza una foto y una metáfora fantástica del puente sobre el río Choluteca para ilustrar lo que nos puede pasar si no nos adaptamos a los tiempos cambiantes.

 

El autor indio nos pregunta: “¿Habían oído hablar del puente Choluteca? Yo tampoco, hasta hace poco tiempo”. Es un puente de 484 metros sobre el río Choluteca en Honduras. Todos sabemos que es un país que suele ser afectado gravemente por los huracanes. Iyer relata que cuando decidieron construir un nuevo puente sobre el río Choluteca, en 1996, querían asegurarse de que podía soportar las condiciones meteorológicas más extremas. 

 

“Una firma japonesa fue contratada para construir un puente sólido, diseñado para tolerar las poderosas fuerzas de la naturaleza. El nuevo puente Choluteca –una maravilla moderna de diseño e ingeniería– fue inaugurado en 1998”. Era el orgullo de Choluteca. Iyer continúa: “en octubre de ese año el huracán Mitch golpeó Honduras; 75 pulgadas de lluvia cayeron durante cuatro días, el equivalente al agua que reciben en seis meses. Hubo devastación por todas partes. El río Choluteca se desbordó e inundó toda la región; 7,000 personas perdieron sus vidas. Se cayeron todos los puentes de Honduras. Todos, excepto uno, el nuevo puente Choluteca. Sólo un problema: aunque la estructura permaneció intacta, las aproximaciones del puente a las carreteras fueron barridas por la tormenta. Eso no es todo. Las inundaciones hicieron al río Choluteca cambiar de rumbo. El río tomó un nuevo cauce y ahora fluye al lado del puente. No debajo del puente sino al lado. Así que, aunque el puente fue lo suficientemente fuerte para sobrevivir el huracán, quedó como un puente sobre ningún río. Un puente hacia la nada”.

 

Esto sucedió hace 26 años. Pero la lección del puente Choluteca es relevante hoy, cuando leemos lo que pretenden hacer políticos, gobernantes, legisladores que no se adaptan a los tiempos cambiantes. Dicen discursos de campaña cholutecas, imaginan políticas públicas cholutecas, quieren aprobar leyes cholutecas, muy bien hechas, con toda la técnica jurídica, pero que no resuelven los problemas reales. 

 

Los actores políticos tienen que adaptarse al cambio, construir políticas responsables, que generen valor público y no prohibiciones absurdas. Si no lo hacen, nos vamos a quedar con muchos puentes cholutecas, magníficos, sobre la nada, tendidos hacia ninguna parte.

 

¿Cómo podemos construir puentes en un mundo dividido, reduciendo las brechas en la política, la sociedad y los negocios?

 

1.     En el ámbito de la política, tender puentes trasciende las batallas partidistas y se deben buscar puntos en común. Para iniciar, es necesario reconocer la legitimidad de diferentes perspectivas y al mismo tiempo fomentar el diálogo y la colaboración respetuosos. Esto puede exigir la creación de espacios neutrales para el intercambio abierto, fomentar la escucha activa, la empatía y centrarse en objetivos compartidos, incluso si los caminos para lograrlos difieren. Se deben explorar todas las vías para llegar a compromisos y fomentar un sentido de unidad y cooperación. En un mundo marcado por complejidades geopolíticas, la capacidad de tender puentes en la política es testimonio de un liderazgo que prioriza el bien común por encima de la retórica divisiva.

 

2.     La construcción de puentes sociales debe abordar cuestiones apremiantes como las disparidades raciales, religiosas y socioeconómicas. Implica buscar activamente voces diversas, fomentar espacios inclusivos para el diálogo y la resolución de problemas y reconocer el valor de las experiencias vividas más allá de la nuestra. El crecimiento económico, la creación de empleos, las organizaciones comunitarias, los diálogos interreligiosos y los programas de capacitación contra los prejuicios sirven como plataformas vitales para estas interacciones. Cerrar la brecha de desigualdad debe ser una de las prioridades de toda nación.

 

3.     En el mundo de los negocios se construyen puentes con iniciativas que promueven la responsabilidad social corporativa, la sostenibilidad ambiental y el trato ético de las partes interesadas. Es necesario ir más allá de la primacía de los accionistas y reconocer la interconexión de las empresas con las comunidades y los ecosistemas en los que operan. Las colaboraciones con ONGs, las prácticas de abastecimiento ético y los proyectos de desarrollo comunitario ejemplifican este enfoque. Los puentes fomentan la innovación, el crecimiento sostenible y la competitividad global. Las empresas exitosas reconocen que la colaboración es un factor clave del éxito, y construir puentes internos y externos es vital para establecer bases sólidas. Internamente, implica crear una cultura corporativa que fomente el trabajo en equipo, la diversidad y la comunicación abierta, rompiendo silos y fomentando un entorno colaborativo. Externamente, construir puentes en los negocios se extiende al establecimiento de asociaciones, alianzas y colaboraciones estratégicas. 

 

Aunque se dice fácil, tender puentes en un contexto polarizado presenta desafíos únicos. Las cámaras de eco y el sesgo de confirmación refuerzan las narrativas existentes, lo que dificulta la interacción con puntos de vista opuestos. La desinformación y la desconfianza complican aún más el proceso de establecer confianza y encontrar puntos en común.

 

Para superar estos obstáculos se requiere:

 

1.     Promover la alfabetización mediática y las habilidades de pensamiento crítico que preparan a las personas para navegar en el panorama de la información de manera más efectiva. 

 

2.     Apoyar la verificación de datos y el periodismo independiente que garantiza el acceso a información confiable. 

 

3.     Fomentar el discurso civil y el debate respetuoso que proporcionan un espacio para un diálogo constructivo a pesar de los desacuerdos.

 

Además, las iniciativas para tender puentes deben basarse en la empatía y la comprensión. Escuchar activamente las diversas perspectivas, reconocer la humanidad compartida y buscar puntos en común más allá de las diferencias ideológicas son bases cruciales para un diálogo significativo. Centrarse en desafíos y problemas compartidos que trascienden las identidades individuales ofrece una base poderosa para la colaboración.

 

Construir puentes en un mundo polarizado no es un deporte para espectadores. Requiere participación activa, voluntad de afrontar el malestar y tesón para llegar al compromiso para encontrar puntos en común. Ya sea en el ámbito político, en la sociedad en general o en el mundo de los negocios, la construcción de puentes ofrece la única esperanza en un país dividido. Al fomentar un diálogo genuino, reconocer las diversas perspectivas y buscar soluciones colaborativas, podemos comenzar a reparar las fisuras de la polarización y construir un futuro más justo y equitativo para todos.

 

Construir puentes es la verdadera esencia de la civilización. La verdadera sabiduría de un político radica en su capacidad para construir puentes que conecten la emoción y la razón de las personas en tiempos de división. Es hora de terminar la guerra de trincheras. Siempre seremos más fuertes juntos que divididos.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/construir-puentes-en-2024/

Saturday, January 13, 2024

Davos intentará reconstruir la confianza

 

 

Davos intentará reconstruir la confianza


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

La historia de las relaciones internacionales ha estado marcada por una compleja interacción de alianzas, conflictos y maniobras diplomáticas. La confianza, un componente delicado pero fundamental, a menudo ha sido puesta a prueba, e incluso destrozada. Frente a los desafíos geopolíticos y los agravios históricos, el tema de la reconstrucción de la confianza emerge hoy como una narrativa crucial. 

 

Examinar casos en los que la confianza se ha visto comprometida en el pasado nos permite extraer lecciones que son invaluables para el presente y el futuro. Quienes estudiamos relaciones internacionales sabemos que los episodios de erosión de la confianza entre naciones se encuentran dispersos como piezas de un rompecabezas geopolítico. 

 

Las secuelas de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y los conflictos en el Medio Oriente son sólo algunos ejemplos. El abuso de confianza durante estos períodos no sólo generó tensiones geopolíticas sino que también tuvo implicaciones para la paz y la cooperación globales.

 

Los años posteriores a 1945 fueron testigos de una frágil relación entre antiguos aliados. La confianza entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que alguna vez fue crucial para derrotar a un enemigo común, se erosionó rápidamente a medida que surgieron todo tipo de diferencias. 

 

La Guerra Fría que siguió no sólo dividió al mundo en bloques ideológicos, sino que también preparó el escenario para la desconfianza, el espionaje y una peligrosa carrera armamentista. Restaurar la confianza durante este período requirió iniciativas diplomáticas audaces, como la contención y la distensión, para derretir las gélidas relaciones entre las superpotencias.

 

En Medio Oriente, el conflicto árabe-israelí ha sido un crisol de tensas sospechas. Los agravios históricos, las disputas territoriales y las narrativas divergentes han perpetuado un ciclo de desconfianza entre las naciones de la región. Los esfuerzos por reconstruir la confianza, a menudo a través de acuerdos y negociaciones de paz, han tropezado con efímeros éxitos y reveses prolongados, lo que pone de relieve los intrincados desafíos que implica fomentar el entendimiento mutuo.

 

En el siglo XXI, los desafíos a la confianza en las relaciones internacionales han evolucionado, pero siguen siendo potentes. Las amenazas a la ciberseguridad, la competencia económica y la lucha por el dominio regional continúan tensando las relaciones entre las naciones. Abordar estos desafíos requiere un enfoque multifacético que implique no sólo estrategias políticas y diplomáticas sino también cooperación económica y empresarial.

 

Reconstruir la confianza en el panorama internacional contemporáneo exige un compromiso con la transparencia, el diálogo y la diplomacia. Las instituciones multilaterales desempeñan un papel fundamental a la hora de facilitar la cooperación. Los esfuerzos para promover el intercambio cultural, el entendimiento mutuo y las iniciativas de colaboración pueden cerrar las brechas creadas por animosidades históricas.

 

Aprender de los errores del pasado, abrazar la diplomacia y priorizar la comunicación abierta son pasos cruciales para construir una base de confianza que pueda resistir las complejidades del panorama geopolítico moderno. Sólo a través de esos esfuerzos colectivos las naciones pueden trascender los agravios históricos y forjar un camino hacia un futuro más pacífico e interconectado.

 

En mi experiencia como subsecretario de relaciones exteriores aprendí que la confianza es esencial para el éxito de la diplomacia y la negociación entre naciones. Los países que celebran alianzas o asociaciones necesitan tener la seguridad de que sus aliados cumplirán sus compromisos, compartirán información y colaborarán eficazmente en momentos de necesidad. 

 

Cuando las partes involucradas en un conflicto confían entre sí, es más probable que entablen un diálogo pacífico, lleguen a acuerdos y busquen soluciones en lugar de recurrir a la agresión. La confianza facilita el establecimiento de un entorno económico estable y predecible, fomentando las inversiones y el comercio transfronterizos. La confianza mutua es esencial para la eficacia de las operaciones militares conjuntas y el intercambio de inteligencia.

 

La confianza está estrechamente vinculada al poder blando de una nación, que incluye la influencia cultural, la educación y la diplomacia pública. Las naciones en las que otros confían tienen más probabilidades de atraer el apoyo, la admiración y la colaboración de la comunidad internacional. Las iniciativas de diplomacia pública destinadas a generar confianza pueden moldear positivamente la imagen de una nación en el exterior.

 

Davos es una estación de esquí cerca de Zurich, Suiza. Cada enero se celebra ahí la reunión anual del Foro Económico Mundial. Representantes de empresas globales, gobiernos, sociedad civil, medios de comunicación y académicos participan, durante varios días, en sesiones diseñadas para abordar las cuestiones globales. No se trata sólo de conferencias magistrales. Es el paraíso del “networking”, las conexiones, las interacciones sociales, las conversaciones en los pasillos, los acuerdos en las salas laterales, las negociaciones de alto nivel en las suites de hoteles y restaurantes. 

 

El Foro Económico Mundial fue fundado en 1971 por el economista alemán Klaus Schwab. La reunión de este año en Davos se llevará a cabo del 15 al 19 de enero. Se centrará en reconstruir la confianza en un entorno de rápida transformación. Responder a la incertidumbre y a las profundas fuerzas del cambio requiere generar confianza en nuestro futuro, dentro de las sociedades y entre las naciones. 

 

El programa de Davos 2024 gira en torno a cuatro temas críticos:

 

1.     Lograr seguridad y cooperación en un mundo fracturado: 

 

a)     Entender y proponer recomendaciones ante las crisis inmediatas, como los conflictos actuales en Medio Oriente y Ucrania. Abordar las fuerzas estructurales de la fragmentación. 

b)     Comprender la geopolítica es fundamental para los países y las empresas. El mundo se enfrenta a nuevas concentraciones en el comercio global, complicadas por crecientes tensiones en múltiples frentes.

c)     Identificar y entender los matices de las cambiantes interdependencias globales y cómo podemos colaborar mejor para garantizar un futuro sostenible para todos. 

 

2.     Crear empleo y crecimiento para una nueva era: 

 

a)     Reinventar los marcos económicos para fomentar el crecimiento y la creación de empleos, enfatizando enfoques centrados en las personas, en una década potencialmente de bajo crecimiento. 

b)     Comprender el nuevo marco económico, fruto de la creciente inestabilidad geopolítica y la crisis climática, así como de la aceleración de la inteligencia artificial. 

c)     Trabajar juntos, los gobiernos, las empresas y la sociedad civil, de manera creativa, para evitar períodos prolongados de bajo crecimiento y poner a las personas en el centro de una trayectoria más próspera.

 

3.     La inteligencia artificial (IA) como fuerza impulsora de la economía y la sociedad:

 

a)     Aprovechar la IA para beneficio social mientras se gestionan los desafíos regulatorios y los avances tecnológicos en otras áreas como 5/6G y la computación cuántica. 

b)     Analizar lo que ocurrió en 2023 , el año de la disrupción por la llegada de la IA generativa. 

c)     Garantizar que la transición hacia el futuro en tecnología sea lo más ordenada y equitativa posible. A medida que más gobiernos y empresas comienzan a diseñar e implementar herramientas de IA generativa, la colaboración entre organizaciones del sector público y privado es crucial.

 

4.     Una estrategia a largo plazo para el clima, la naturaleza y la energía: 

 

a)     Desarrollar enfoques sistémicos para un mundo neutro en carbono y positivo para la naturaleza, para 2050, equilibrando las compensaciones para lograr un consenso social. 

b)     Entender que la descarbonización y la creación de valor no son un juego de suma cero. Los líderes innovadores están mostrando audazmente a otros cómo hacer ambas cosas simultáneamente. 

c)     Trazar un rumbo y una hoja de ruta hacia la neutralidad de carbono y un mundo positivo para la naturaleza, al tiempo que se brinda acceso inclusivo a la energía, los alimentos y el agua.

 

El Foro Económico Mundial de Davos es un espacio, una oportunidad y una plataforma con el poder de generar cambios. La globalización tiene que convertirse en un instrumento del desarrollo sostenible. ¿Qué se puede lograr, desde el sector privado y las organizaciones de la sociedad, para reconstruir la confianza?

 

Se espera que las empresas y las ONGs prestigiadas actúen. Son instituciones confiables, que pueden informar el debate y ayudar a ofrecer soluciones sobre una variedad de temas, desde el clima, las habilidades hasta la diversidad, la equidad y la inclusión. Al trabajar juntos, empresas, sociedad y gobierno, pueden ayudar a generar consensos y colaborar para lograr resultados. 

 

La reconstrucción de la confianza depende de la verdad y del optimismo. La verdad exige honestidad, transparencia, sinceridad y rendición de cuentas entre gobiernos. Y son las empresas las únicas que pueden restaurar el optimismo económico ante un entorno político de polarización.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/davos-intentara-reconstruir-la-confianza/

Sunday, January 07, 2024

El último trimestre de 2024


 

El último trimestre de 2024


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Los cuatro trimestres del 2024 serán increíblemente complejos. El primero será de campañas, el segundo de elección, el tercero de transición y, en el último trimestre, tendremos una nueva presidenta de la república. El 1 de octubre iniciarán los primeros 100 días de un nuevo gobierno.

 

Con sus ventajas y desventajas, los políticos podrían observar algunas lecciones del "pensamiento trimestral", que es muy útil en las empresas, y de la “mentalidad del último cuarto”, que es muy popular en el futbol americano. 

 

En el mundo de los negocios, la planificación estratégica, el análisis y la toma de decisiones se organiza y estructura en torno a trimestres. La esencia del pensamiento trimestral tiene sus raíces en la idea de dividir el ciclo económico anual en segmentos manejables para facilitar evaluaciones, ajustes y seguimiento de objetivos. 

 

Una de las principales ventajas del pensamiento trimestral es la mayor agilidad que proporciona. Las empresas pueden adaptarse más rápidamente a las condiciones cambiantes del mercado, las tendencias emergentes o los desafíos imprevistos revisando y ajustando las estrategias cada trimestre.

 

Con el pensamiento trimestral, las empresas realizan evaluaciones de desempeño más frecuentes. Esto permite a los líderes evaluar indicadores clave de desempeño (KPI) con regularidad, identificar tendencias y tomar decisiones informadas basadas en información actualizada.

 

La planificación trimestral facilita la asignación eficiente de recursos, presupuesto, mano de obra y tecnología en función de objetivos a corto plazo, asegurando que la organización siga siendo flexible y receptiva. 

 

El pensamiento trimestral se alinea con las prácticas estándar de informes financieros, lo que facilita que las empresas que cotizan en bolsa comuniquen su desempeño a los accionistas. Los informes y actualizaciones trimestrales de ganancias brindan transparencia y responsabilidad.

 

Si bien el "pensamiento trimestral" tiene sus ventajas, también conlleva ciertos peligros e inconvenientes. 

 

El principal es el riesgo del cortoplacismo. Las empresas pueden priorizar las ganancias inmediatas a expensas de los objetivos estratégicos a largo plazo. Esto puede conducir a decisiones que maximicen la rentabilidad de corto plazo, pero pueden socavar el éxito y el crecimiento sostenidos. 

 

Las empresas podrían descuidar iniciativas importantes que requieren tiempo para desarrollarse pero que tienen el potencial de un impacto significativo en el futuro. Esto puede conducir a una toma de decisiones apresurada, sacrificando potencialmente el análisis exhaustivo necesario para tomar decisiones estratégicas acertadas.

 

Construir relaciones sólidas, ya sea con clientes, proveedores, socios, inversionistas o empleados, a menudo requiere una perspectiva a más largo plazo. La innovación, la investigación y el desarrollo a menudo requieren también un compromiso a más largo plazo. 

 

A fin de cuentas, la presión continua por resultados trimestrales positivos puede contribuir al agotamiento de los empleados. La búsqueda incesante de objetivos a corto plazo puede generar cargas de trabajo insostenibles y estrés, lo que afecta la moral y la productividad a largo plazo.

 

Pero lo más peligroso es la "mentalidad del cuarto trimestre". Esta forma de pensar prioriza los beneficios inmediatos y el éxito a corto plazo a expensas de la visión a largo plazo, la planificación, la sostenibilidad e incluso las consideraciones éticas. 

 

Los gobiernos priorizan los recortes presupuestarios inmediatos sobre las inversiones en infraestructura y educación, sacrificando el potencial futuro por victorias políticas fugaces. Las empresas dan prioridad a maximizar el valor para los accionistas mediante la reducción de costos y recortes, descuidando la investigación y el desarrollo, y poniendo en peligro la innovación futura. 

 

La “mentalidad del cuarto trimestre” fomenta una sensación generalizada de ansiedad e insatisfacción. La presión constante para ofrecer resultados inmediatos crea un ambiente tóxico de estrés y competencia. 

 

Liberarse de esta mentalidad destructiva requiere un cambio de paradigma. Se debe priorizar el pensamiento a largo plazo y la acción responsable por encima de los beneficios a corto plazo. Esto significa invertir en prácticas sostenibles, en el bienestar de las generaciones futuras junto con las necesidades actuales y fomentar una cultura de colaboración y responsabilidad ética.

 

Más allá de los días, los meses o los trimestres, no debemos olvidar que todos navegamos en el mismo barco de la nación. Las democracias saludables prosperan gracias a la participación de ciudadanos informados, elecciones justas y la transición pacífica del poder. 

 

Para llegar a buen puerto, en el último trimestre de 2024, debemos trabajar durante todos los días del año. Es crucial promover el compromiso cívico positivo, alentar un electorado informado y confiar en la transparencia en el proceso democrático. 

 

Apoyar a una ciudadanía responsable, fomentar la comprensión y trabajar incansablemente por una nación fuerte dentro del marco democrático son componentes esenciales de una sociedad sana y próspera.

 

En un año electoral polarizado, los ciudadanos desempeñan un papel crucial en el fortalecimiento de la nación y el fomento de una democracia saludable. ¿Qué puede hacer cada ciudadano todos los días, todos los meses y todos los trimestres?

 

1.     Mantenerse informado sobre los candidatos, sus políticas y los temas del debate. Buscar información de fuentes confiables, verificar las afirmaciones y evaluar críticamente los mensajes políticos.

 

2.     Promover la educación y el compromiso cívico. Comprender cómo funciona el sistema político, el papel de las diferentes ramas del gobierno y la importancia de los controles, equilibrios, frenos y contrapesos.

 

3.     Participar en un diálogo respetuoso con personas que tienen perspectivas diferentes. Escuchar activamente, buscar puntos en común y evitar ataques personales. Promover una cultura de comunicación abierta. Participar en debates y discusiones dentro de su comunidad. 

 

4.     Compartir sus puntos de vista, pero también estar abierto a comprender las perspectivas de los demás. Las conversaciones constructivas contribuyen a un electorado más informado.

 

5.     Participar en iniciativas comunitarias locales. Participar en servicios comunitarios, colaborar en proyectos que aborden problemas locales y establecer conexiones fuera de contextos políticos.

 

6.     Ejercer su derecho al voto. Animar a otros a hacer lo mismo y considerar participar en un activismo político pacífico para abordar los problemas que le importan. Unirse o apoyar a organizaciones que se alinean con sus valores puede amplificar su impacto.

 

7.     Desarrollar habilidades de alfabetización mediática para discernir entre información confiable e información errónea. Ser consciente de los posibles sesgos en las fuentes de noticias y hacer referencias cruzadas de información para formar una comprensión más precisa de los eventos.

 

8.     Abogar por la protección de las normas e instituciones democráticas. Apoyar una prensa libre, un poder judicial independiente y procesos electorales justos. Estar atento en caso de que aparezcan intentos de socavar estos pilares fundamentales de la democracia.

 

9.     Fomentar una alta participación de votantes ayudando a otros a registrarse para votar, brindando información sobre el proceso de votación y enfatizando la importancia de la participación cívica.

 

10.  Practicar el civismo en espacios en línea. Las redes sociales pueden ser una poderosa herramienta de debate, pero también pueden contribuir a la polarización. Ser consciente de sus interacciones y esforzarse por crear un entorno en línea positivo.

 

Todo indica que el final de las campañas políticas, en el segundo trimestre de 2024, podría parecerse a los partidos de futbol americano. Estamos a unos días del inicio del los playoffs de la NFL. Los últimos partidos se han puesto cada vez más interesantes. El rugido de la multitud aumenta a medida que el reloj avanza. Cuando hay empate en el marcador, en el último cuarto, y quedan unos minutos, los equipos y sus estrategas se ponen a prueba bajo la presión. 

 

La “mentalidad del último cuarto” es un enfoque feroz para lograr la victoria, sin importar el costo. Exige decisiones estratégicas, jugadas clave, arriesgadas, con una intensidad inquebrantable y una determinación casi despiadada para salir victorioso. Los jugadores se convierten en guerreros, canalizando su deseo primordial de conquistar el triunfo.

 

Sin embargo, este enfoque de “todo o nada” tiene costos ocultos. Los jugadores llevados al límite absoluto corren el riesgo de sufrir agotamiento físico y mental. La presión para actuar puede sofocar la creatividad y la expresión individual. Las líneas éticas pueden desdibujarse, dando lugar a tácticas cuestionables e incluso a conductas antideportivas. La búsqueda incesante de ganar puede eclipsar la alegría del juego, convirtiendo a los jugadores en meras mercancías definidas únicamente por su desempeño en los minutos finales.

 

La etapa final de una campaña presidencial y el último cuarto de un partido de futbol americano suelen estar marcados por la imprevisibilidad y los errores. Acontecimientos inesperados, cambios repentinos en la opinión pública o jugadas dramáticas en el campo pueden alterar el curso de los acontecimientos. Todo estará sujeto a un intenso escrutinio mediático. Los analistas criticarán minuciosamente cada movimiento, contribuyendo a la narrativa que definirá el resultado final.

 

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