Saturday, December 31, 2022

Excelencia con base en principios y eficacia

 

 

Excelencia con base en principios y eficacia


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Termina hoy el 2022 con enormes retos en el nuevo entorno internacional. Y la discusión en los países avanzados gira en torno a la necesidad de los gobiernos de contar con personal de alta calidad, es decir, muchos más servidores públicos de alto nivel, de excelencia, eficaces, pero con principios.

 

Los desafíos de muchos países son enormes: crisis energética y climática por la falta de inversión, inflación, recesión, economías que no crecen, desigualdad, falta de inversión en infraestructura, crisis de seguridad, sistemas de salud deteriorados, educación de mala calidad, heridas abiertas por la extrema polarización y las divisiones.

 

El dilema es evidente: el sector privado, por sí solo, no puede realizar las inversiones masivas necesarias para lograr un futuro promisorio. Pero los gobiernos tampoco pueden resolver estas crisis solos. Se requiere colaboración. Un hábil liderazgo político será crucial para mantener unidas a las sociedades y permitir que las comunidades y las empresas avancen.

 

Lo que muchos países necesitan desesperadamente son servidores públicos y políticos que estén dispuestos a cambiar y sean capaces de innovar. Ante la polarización y la división se requiere líderes con visión y grandes habilidades para la creatividad. Ante la urgencia y la necesidad de acciones para responder al cambio climático, las empresas pueden hacer un gran esfuerzo en lo que toca a la generación y uso de energía. Pero se requieren marcos regulatorios claros. De otra forma, no hay manera de lograr emisiones netas cero. 

 

Las sociedades exigen servidores públicos preparados y gobiernos eficaces que garanticen el estado de derecho, estabilidad regulatoria y reglas del juego claras y permanentes. La historia reciente de los países nos dice que las iniciativas de ley que sólo se basan en el juego político --y no en el sustento técnico ni en la coordinación-- ponen en peligro a las democracias. Cualquier iniciativa de ley relevante exige un amplio apoyo público, diálogo con las comunidades y empresas, confianza, y la formación de coaliciones en todo el espectro político.  

 

En el escenario de una recesión mundial, la acción gubernamental efectiva será crucial. Está en juego la viabilidad de muchas naciones. De las políticas públicas depende que millones de personas salgan de la pobreza extrema o se queden irremediablemente sumidas en ella. El gran reto de los gobiernos, entonces, es la inversión en salud, educación e infraestructura. Las sociedades exigen a sus gobiernos planificación y ejecución cuidadosas de las políticas públicas; evitar el despilfarro y combatir la corrupción. Será la única manera de restaurar el crecimiento económico.

 

Idealmente, la magnitud de los desafíos de los gobiernos en 2023 debería atraer a las mentes más brillantes al servicio público, a los ciudadanos más creativos y altamente motivados. Pero, en muchos lugares, los salarios del sector público se han hundido a niveles que hacen cada vez más difícil captar a los mejores talentos. El resultado es un déficit de personal en todos los niveles. El círculo vicioso es la reducción del gasto seguido por las renuncias. 

 

Esto puede convertirse en un gran peligro para la siguiente década. Los desafíos permanecerán: enfermedades; conflictos internacionales; desigualdad; aumentar el bienestar de la gente; cambio climático; sostenibilidad; proteger la democracia y los derechos humanos. Pero creo que el mayor desafío de los próximos años será construir instituciones públicas y gobiernos efectivos.

 

No podemos permitir que se pierda la confianza porque algunos creen que nuestros sistemas económicos, sociales y políticos no están sirviendo bien a la gente. No podemos darnos el lujo de dejar atrás a nadie. El debate desinformado sobre la globalización o la regionalización, sobre la política económica eficaz, sólo desorienta. Sería muy grave que los líderes políticos se convirtieran en una élite desconectada y egoísta.

 

La realidad es que cada uno de nosotros dependemos de otros y de todos. Necesitamos, sin duda, una buena gobernanza y buen liderazgo público para trabajar juntos de manera efectiva. Ahora que inicia un nuevo año, tenemos la oportunidad de construir un futuro mejor. Sin duda que podermos hacer que los gobiernos y otras instituciones públicas funcionen mejor. Podemos comprometernos con la excelencia, con base en los principios y en la efectividad.

 

El discurso de los adversarios podría quedarse archivado en los cajones del viejo 2022. Las empresas no hacen política, no dirigen gobiernos ni protestan contra gobiernos; no abogan a favor o en contra de posiciones políticas específicas. Pero sí son un lugar de innovación, para desarrollar nuevas ideas, recopilar evidencia y difundir el aprendizaje, de modo que las personas que elaboran políticas y representan a los ciudadanos sirvan mejor a la sociedad.

 

Excelencia con principios significa seguir altos estándares morales. Sin servidores públicos eficaces y con principios, es más difícil hacer cambios positivos y sostenibles en las sociedades.

 

En octubre del 2020, Douglas Elmendorf, Decano de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard, expresó claramente la necesidad de que los servidores públicos asuman plenamente cuatro estándares morales: 

 

·       Entre las normas morales más importantes para los servidores públicos, la primera es la honestidad. Significa decir la verdad, tener integridad y ser digno de confianza. 

 

·       Un segundo estándar moral crucial para los servidores públicos es el compromiso de servir a los demás. Eso significa creer en el valor de cada persona independientemente de su sexo, raza, etnia, origen, religión, género, orientación sexual o discapacidad. Se requiere empatía y compasión. Cada quien tiene la libertad de vivir sus vidas como elijan, libres de ataques y opresión. Necesitamos comprometernos con la inclusión. Las personas que son diferentes a nosotros pueden aportar mucho a nuestras vidas. La empatía y la compasión nos ayudan a construir sociedades cohesionadas.

 

·       Un tercer estándar moral clave para los servidores públicos es el respeto al diálogo entre personas con diferentes puntos de vista. En lugar de descartar a aquéllos con quienes uno no está de acuerdo, uno debe escucharlos y tratar de comprender sus puntos de vista. Los servidores públicos deberían estar abiertos a la posibilidad de que sus juicios no representen la verdad completa, y que la mejor manera de buscarla es escuchar a las personas que han formado juicios diferentes. Escuchar con generosidad puede requerir tanta valentía como hablar con coraje, porque es difícil escuchar a personas con las que uno cree que no tiene nada en común. 

 

·       Un cuarto estándar moral para los servidores públicos es el respeto por las normas e instituciones de la sociedad. Además de adherirse a las normas existentes o cumplir con las instituciones existentes, el servidor público debe comprender su importancia y no dejarlas de lado casualmente, y luego trabajar para cambiarlas deliberadamente. Los servidores públicos con principios deben responsabilizar a otros por seguir altos estándares morales. Tal rendición de cuentas ocurre cuando las personas confrontan a sus oponentes y aliados que violan esos estándares. También se hace cumplir a través de normas e instituciones, incluido el estado de derecho, los controles y equilibrios entre las ramas y niveles del gobierno, la transparencia fomentada por un gobierno libre y vigoroso, prensa, sociedad civil y empresas comprometidas con los fines públicos.

 

Los servidores públicos de excelencia, con principios, pueden ser también servidores públicos eficaces. Para ello necesitan las herramientas y el conocimiento: un análisis riguroso, usando lógica, datos, inferencia estadística, detalles institucionales, comprensión científica, competencia social y experiencia histórica. Requieren competencias gerenciales porque dirigen organizaciones grandes y complejas. Tienen que aprender de comunicación, persuasión y negociación, porque los líderes públicos efectivos usan estas habilidades para comprender, servir e informar a las personas y hacerlas avanzar.

 

Los procesos políticos efectivos deben estructurarse para responder a las necesidades de la gente. Las democracias y la participación también requieren mecanismos para limitar el papel del dinero en la política. Los servidores públicos deben entender los peligros de los regímenes autoritarios. También deben comprender los roles y la importancia de un sector sin fines de lucro fuerte, un sector privado vibrante y responsable, y movimientos y asociaciones sociales a través de los cuales las personas articulan sus intereses y trabajan colectivamente.

 

En el 2023, el objetivo de todo gobierno en el mundo debería ser el de mejorar las políticas públicas y el liderazgo para que la gente pueda vivir en sociedades más seguras, libres, justas y sosteniblemente prósperas. 

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/excelencia-con-base-en-principios-y-eficacia/

Saturday, December 24, 2022

Dejar de mirarse el ombligo

 

 

Dejar de mirarse el ombligo


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Decía Milton Friedman que el negocio de los negocios es hacer negocios. No pudo estar más equivocado. El objetivo de las empresas no es sólo ganar dinero. Igualmente equivocados están los líderes gubernamentales que creen que la política de la política es hacer política. El objetivo de los gobiernos no es sólo acumular poder. Tanto empresas como gobiernos deberían dejar de mirarse el ombligo, colaborar y enfocarse en crear valor público. Empresas y política son inseparables.

 

Con una amplia experiencia tanto en el mundo empresarial como en el político, Joe Zammit-Lucia es un experto que ha escrito sobre la interrelación entre negocios y política. Su último libro es “El nuevo capitalismo político: cómo las empresas y las sociedades pueden prosperar en un mundo profundamente politizado” (“The New Political Capitalism: How Businesses and Societies Can Thrive in a Deeply Politicized World” -  Bloomsbury Business, 2022). El autor ha escrito antes también sobre la democracia liberal y la globalización. Zammit-Lucia es uno de los fundadores de RADIX, un grupo de expertos en gobierno, negocios, política y sociedad. Actualmente es miembro del Consejo Asesor del Foro de Singapur y miembro del Consejo Asesor Externo de la revista CEO World. 

 

Zammity-Lucia argumenta que las empresas necesitan ajustar sus antenas políticas. ¡No podría estar más de acuerdo con esa visión! Sugiere que la forma en que los directores ejecutivos de las empresas definan la relación entre la política y los negocios dará forma a nuestro mundo en el futuro. ¡De ese tamaño es el reto! Las empresas de hoy deben estar más conscientes del impacto político en sus operaciones y cadenas de suministro. 

 

Ahora estamos experimentando lo que Joe Zammit-Lucia llama, en su nuevo libro, la era del nuevo capitalismo político: un mundo donde la política y los negocios chocan o colaboran en tiempo real y donde en realidad no existen las empresas apolíticas. La guerra en Ucrania, que inició después de que se había publicado el libro, ilustra preocupantemente la tesis del autor. El mensaje es claro: las empresas prosperarán cuando entiendan y actúen sobre la dimensión política de sus operaciones. Y comportarse de esta manera también puede ayudar a resolver los desafíos existenciales del presente y, en última instancia, brindar un futuro mejor para todos.

 

En siete capítulos, Zammit-Lucia nos guía a través de una evolución de décadas de “capitalismo industrial”, a “capitalismo de accionistas” y “capitalismo de partes interesadas”. El “capitalismo político” es fundamental para el éxito de la democracia liberal y de la globalización. Las empresas prosperarán cuando entiendan y actúen sobre la dimensión política de sus operaciones. Y comportarse de esta manera también puede ayudar a resolver los desafíos existenciales del presente y, en última instancia, brindar un futuro mejor para todos.

 

La energía innovadora de la empresa privada, que opera en mercados competitivos, bien estructurados y bien regulados, es vital para el progreso. Pero para que eso suceda, la empresa debe tener una comprensión profunda de cómo funcionan la política y la constante impugnación de las ideas políticas. Los ejecutivos de las empresas necesitan pensar políticamente.

 

A lo largo de los años, avanzamos rápidamente a través de los mundos desregulados creados por el reaganismo y el thatcherismo, desde el “consenso de Washington” hasta la era del capitalismo financiero. Ese enfoque es hoy anacrónico. Las amenazas globales son muy diferentes: terminó la Guerra Fría, encaramos el populismo y la polarización; nos amenazan el cambio climático, un conflicto armado en Europa y tensión geopolítica en el este de Asia. Hay todo tipo de partes interesadas que tienen impacto en las operaciones de las empresas. Los directores ejecutivos tienen que enfrentar, todos los días, decisiones políticas reales y complejas.

 

Siempre resulta más fácil esbozar la receta para el cambio que encontrar una verdadera solución al “conundrum” en que vivimos. Zammit-Lucia sugiere que hay tres componentes para tener éxito en el mundo politizado: 1) aceptar que las empresas también son instituciones políticas y tienen un rol importante que va más allá del desempeño financiero; 2) observar de afuera hacia adentro, para comprender el efecto de la empresa en el mundo; y 3) los ejecutivos deben pensar más como ciudadanos, no sólo sobre sí mismos, sino también sobre sus clientes y todos los demás con los que hacen negocios. 

 

Y aquí entra la magia del concepto ESG (Environmental, Social and Governance), que nos abre una ventana al futuro. Cuando nos adentramos en la vida de las empresas y las organizaciones empresariales tenemos que aprender una nueva lengua, llena de acrónimos. ESG es uno de ellos. Los datos ESG de los informes anuales de las empresas (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) reflejan las externalidades negativas (costos para otros) causadas por una organización en el medio ambiente, la sociedad y el gobierno corporativo. Los inversionistas pueden utilizar los datos ESG para evaluar el riesgo material que la organización está asumiendo. La empresa usa los datos ESG como métrica para fines estratégicos y de gestión. Desde 2020, se ha acelerado el interés en superponer los datos ESG con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), desarrollados por las Naciones Unidas.

 

Al final del día, ESG, RSE, ODS, sustentabilidad, emisiones de carbono, “negocios con propósito”, “capitalismo de partes interesadas”, son algunos de los exhortos, bien intencionados, a las empresas para que hagan mejor su trabajo. Luego también hay cierta frustración. Algunos ejecutivos tienen razón cuando se preguntan cómo se espera que hagan frente a todo esto y sigan gestionando bien su negocio. Me preocupa que la consecuencia es que, en ocasiones, ESG se está degradando a un mero sistema de medición y cumplimiento. 

 

Zammit-Lucia argumenta en su libro que lo que muchos no se dan cuenta es que ESG ilustra el hecho de que el clima sociocultural-político ha cambiado drásticamente en las últimas dos décadas. La naturaleza y el tono del debate político se han vuelto más acalorados. Las posiciones políticas se han vuelto más polarizadas. Las certezas anteriores se han ido por la ventana: nuestras opiniones sobre la globalización; la primacía de la ideología neoliberal del laissez faire; la supuesta eficacia de la economía del goteo; nuestra tolerancia a las externalidades generadas por la actividad empresarial; la aceptación de la idea de que el papel de las empresas es exclusivamente maximizar el valor para los accionistas; los peligros de la financiarización; y muchas otras cuestiones políticas, eran certezas previamente acordadas que ahora son impugnadas.

 

Por lo tanto, la pregunta fundamental que se hacen los líderes empresariales es simple: ¿cómo evoluciono y adapto mis prácticas de negocio para tener éxito en este entorno político altamente polarizado en donde se han derrumbado las "verdades" que antes sosteníamos?

 

Nada de esto puede reducirse a métricas ESG. Tampoco a concentrarse únicamente en las emisiones de carbono e ignorar todo lo demás. Eso sería sencillo y claro, pero equivocado. Todo está impulsado por el clima político imperante y la forma de pensar la política. Nuestra sociedad es un sistema adaptativo complejo donde todo está interconectado y desordenado. Seleccionar un elemento del sistema e ignorar todo lo demás con lo que interactúa es una receta segura para el fracaso. No podemos aislar problemas individuales y abordarlos sin comprender sus interconexiones.

 

El libro de Zammit-Lucia explora cómo y por qué los negocios y la política no sólo están relacionados, sino que son partes vitales, inextricablemente vinculadas e interdependientes de nuestros complejos sistemas sociales. El nuevo capitalismo político es una relación dinámica moderna entre la política y los negocios, con objetivos y consideraciones políticos claros y definidos, se encuentra en el centro de la toma de decisiones informadas. Las empresas pueden aceptarlo y prosperar, o pueden ignorarlo y pagar el precio de quedarse atrás. El capitalismo político es imparable. Lo importante es saber cómo responderán los líderes empresariales.

 

Por su parte, lo que los líderes gubernamentales deberían comprender es que hacer política en un sistema democrático y abierto es toda una tarea pedagógica: dar argumentos, plantear debates y sostenerlos, transmitir mensajes y posiciones a la sociedad, contraponer ideas y posiciones a las de los adversarios, y, por consiguiente, disputar el espacio social y político, como paso imprescindible para ganar, legítimamente, espacio electoral.

 

Para empresas y gobierno, es fundamental que el estado de derecho sea una prioridad. Pero no basta con hacer cumplir la ley. Hace falta llegar a las mentes y a los sentimientos de los ciudadanos. Se requiere fortalecer un proceso de construcción nacional con las palancas del sistema educativo y de los medios de comunicación. Las batallas que no se dan, siempre se pierden. Y en la tarea de crear valor público, hay mucho por hacer. Cuando empresarios y políticos colaboren y levanten la vista de su ombligo verán que no son el centro del universo.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/dejar-de-mirarse-el-ombligo/

Saturday, December 17, 2022

El peligro de ser una nación FANI

 

 

El peligro de ser una nación FANI


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

El mundo está en una era de caos. No hay solidez, no hay control, no hay previsibilidad, no hay entendimiento. Es una realidad que se opone a la organización, a la estructura, al ritmo. Es difícil comprender lo que está pasando. Los métodos que teníamos para entender, reconocer y responder a los retos son ahora inadecuados. Es difícil ver el panorama general. Anteriormente, podíamos descifrar y adaptarnos al desorden. Pero se desarticuló el modelo general de equilibrio político y no ha sido sustituido por uno nuevo. La ley, la religión, los valores, el modelo económico, el estado de derecho nos ayudaban a encarar el cambio. La disrupción se ha apoderado de todo. Quisiéramos normalizar lo que es nuevo y no es normal; entender el presente con base en el pasado. Pero la realidad es incómoda. 

 

Hasta hace unos años, la forma de enmarcar la dinámica del cambio era el concepto “VICA” (o “VUCA” en inglés), que significa “volátil”, “incierto”, “complejo” y “ambiguo”. El concepto fue utilizado por el liderazgo militar de Estados Unidos al final de la Guerra Fría y se extendió en la década de 1990. Luego apareció en los libros sobre estrategia empresarial. A quienes interesa explorar la manera de gestionar el cambio, de pensar en escenarios, simulaciones y modelos, VICA no nos anticipaba lo que sucedería, pero sí nos permitía comprender los parámetros de lo que podría suceder en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo.

 

Sin embargo, “VICA” ya no nos sirve para entender la realidad. Ante un nuevo paradigma, es necesario otro marco de análisis, que nos ayude a comprender las consecuencias de nuestra realidad actual. ¿Cuáles podrían ser las herramientas que nos permitirían entender los cambios en las naciones? Jamais Cascio nos ofreció un marco atractivo, que podríamos usar, llamado “FANI” (O “BANI” en inglés). “Frágil”, “ansioso”, “no lineal” e “incomprensible” son ejes que nos ayudan a reconocer y describir las situaciones, cada vez más comunes, para las que la simple volatilidad o la complejidad son lentes insuficientes. 

 

Cascio es un prestigiado futurólogo que fue catalogado por la revista Foreign Policy como uno de los “Top 100 Global thinkers”.  Cascio nos dice que “FANI” es el marco para pensar situaciones en las que las condiciones no son simplemente inestables, sino caóticas; en las que los resultados no son simplemente difíciles de prever, sino completamente impredecibles. Situaciones donde lo que sucede no es simplemente ambiguo, sino incomprensible.

 

Lo interesante es que “FANI” es una forma de enmarcar y responder mejor al estado actual de algunos países, como el nuestro. Algunos de los cambios que vemos que suceden en nuestra política parecerían sernos familiares. Creemos que los hemos visto y tratado antes. Pero muchos de los trastornos que ahora están en marcha no son familiares, sino sorprendentes y completamente desorientadores. Se manifiestan de maneras que no sólo aumentan el estrés que experimentamos, sino que lo multiplican.

 

De acuerdo con Jamais Cascio, los elementos de “FANI” son los siguientes:

 

1.     "F" de “frágil”.

 

Cuando algo es frágil, es susceptible a fallas repentinas y catastróficas. Las cosas que son frágiles parecen fuertes, incluso pueden ser fuertes, hasta que llegan a un punto de ruptura, entonces todo se desmorona. Los sistemas frágiles son sólidos hasta que dejan de serlo. La fragilidad es una fuerza ilusoria. Las cosas que son frágiles no son resilientes, son incluso anti-resistentes. No es sólo que el aspecto frágil de una nación “FANI” colapsará sin previo aviso, es que puede estar indicando todo el tiempo que es bueno, es fuerte y puede continuar. Los sistemas frágiles no fallan con gracia, colapsan. La fragilidad a menudo surge de los esfuerzos para maximizar la eficiencia, para exprimir hasta la última gota de lo que sea (dinero, poder, comida, trabajo) de un sistema. Pocos habrían visto la democracia como un sistema frágil, hasta que nos dimos cuenta de cuánto depende la democracia funcional de la responsabilidad por las falsedades intencionales.

 

2.     "A" de “ansioso”.

 

La ansiedad conlleva una sensación de impotencia, un temor de que hagamos lo que hagamos, siempre será algo incorrecto. En un mundo ansioso, cada decisión parece ser potencialmente desastrosa. Está estrechamente relacionada con la depresión y el miedo. Un mundo ansioso oprimimos la tecla de actualización para ver constantemente las noticias del momento. Puede generar pasividad, o puede manifestarse como desesperación, con el presentimiento de que existe una posibilidad muy real de que otras personas tomen una mala decisión que nos dejará a todos mucho peor que antes. Nuestro entorno mediático parece perfectamente diseñado para aumentar la ansiedad. Nos estimula de una manera que provoca excitación y miedo. Estamos rodeados de mala información. Esto se hace más grave con la amplia categoría del pseudo-conocimiento que proviene de la información errónea, desinformación, engaños, exageraciones, pseudo-ciencia y noticias falsas. La desinformación es la cristalización de lo que desencadena la ansiedad.

 

3.     "N" de “no lineal”.

 

En un mundo no lineal, la causa y el efecto aparentemente están desconectados o son desproporcionados; los resultados de las acciones realizadas o no realizadas pueden terminar desequilibradas. Pequeñas decisiones terminan con enormes consecuencias, buenas o malas. O desatamos enormes cantidades de esfuerzo, empujando y empujando pero con poco que ver. Un claro ejemplo de este caos es el cambio climático. ¿Cómo lograr que las personas sigan haciendo lo correcto cuando los beneficios no aparecerán durante décadas? La no linealidad, especialmente en forma de causa y efecto desproporcionados, es claramente visible en el mundo de la política, especialmente en la política internacional. Lo vemos también en la economía. También es visible en los sistemas biológicos. El crecimiento y el colapso de las poblaciones, la propagación de pandemias, la efectividad de la vacunación, todo esto tiene un aspecto fuertemente no lineal. No hay una ruta directa simple del punto A al B. En cambio, hay desvíos, callejones sin salida y resultados inesperados.

 

4.     "I" de “incomprensible”.

 

El mundo, y algunos países, están locos. Somos testigos de eventos y decisiones que parecen ilógicos o sin sentido, ya sea porque los orígenes son demasiado lejanos, demasiado indescriptibles o simplemente demasiado absurdos. "¿Por qué hicieron eso?" "¿Cómo pasó eso?" Tratamos de encontrar respuestas, pero las respuestas no tienen sentido. La incomprensibilidad emerge cuando tomas la complejidad, y la empujas a través de un tamiz de fragilidad, ansiedad y no linealidad. Una forma en que se manifiesta es a través de sistemas y procesos que parecen estar rotos, pero aún funcionan, o no funcionan sin ninguna lógica o razón aparente. La incomprensibilidad parece ser intrínseca a los sistemas de inteligencia artificial. ¿Cómo entendemos los sistemas donde los comportamientos complejos se ejecutan casi sin problemas, mientras que las funciones simples fallan al azar? Ya sabemos que los cerebros humanos se encuentran en el reino de lo incomprensible. Sin embargo, incomprensible ahora no significa incomprensible para siempre. Ciertamente, hay dinámicas que permanecen envueltas en un misterio que eventualmente descubriremos. 

 

Es fácil burlarse del pensamiento apocalíptico cuando tal posibilidad parece remota. Pero cuando la tenemos tan cerca… imaginar el futuro no es fácil en un país como el nuestro. Las cosas son demasiado extrañas, demasiado fuera de control, demasiado inmensas y demasiado frágiles como para siquiera comenzar a imaginar cuáles deberían ser las respuestas apropiadas.

 

El marco “FANI” de Jamais Cascio ofrece una lente a través de la cual podríamos ver y comprender lo que está sucediendo en nuestro país. Al menos a nivel superficial, los componentes del acrónimo podrían incluso insinuar oportunidades de respuesta: la fragilidad podría enfrentarse con la resiliencia; la ansiedad puede ser aliviada con la acción; la no linealidad necesitaría flexibilidad; la incomprensibilidad pide a gritos datos e intuición.

 

Cascio nos dice que “FANI” da nombre al pavor que nos atormenta a muchos de nosotros en este momento; hace la declaración de que lo que estamos viendo no es una aberración temporal, sino que es, en realidad, una nueva fase. Hemos pasado del agua al vapor. Algo masivo y potencialmente abrumador está sucediendo. Es algo cuya descripción necesita tal vez un nuevo lenguaje. Es algo para lo que, definitivamente, necesitaremos una nueva forma de pensar.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-peligro-de-ser-una-nacion-fani/

Saturday, December 10, 2022

Liderazgo a prueba de futuro

 

 

Liderazgo a prueba de futuro


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Así como hay relojes a prueba de agua, autos a prueba de balas y sistemas a prueba de tontos, también deberíamos tener líderes a prueba de futuro (future-proof). No es fácil prepararse para el futuro, mucho menos anticiparlo. Sin embargo, todos tenemos que desarrollar algunos métodos para minimizar los efectos de las conmociones y tensiones de eventos futuros. 

 

Las cualidades que separan a los buenos líderes de los que realmente son extraordinarios, y sí están preparados para el futuro, no son evidentes. Vemos todos los días a líderes que comunican de manera efectiva, que confían en sus instintos, que aprovechan a sus equipos. Pero eso no es suficiente. Nuestros países necesitan líderes, de empresas y de gobiernos, que sean extraordinarios, que puedan navegar las turbulentas aguas de la ruta hacia el futuro. 

 

Para interpretar las reglas no escritas del camino al futuro, y superar sus obstáculos ambiguos, los líderes tienen que detectar las barreras a tiempo y transformarlas en oportunidades de crecimiento. El líder que se prepara para el futuro tiene que cambiar su forma de pensar sobre los desafíos inmediatos. No debe ver los temas del día como molestias que se pueden evitar, sino como oportunidades de aprendizaje para lograr un mejor desempeño. Esto es lo único que les permitirá sobresalir y mantenerse relevantes.

 

Escribir sobre el futuro es una tarea arriesgada. Las predicciones casi siempre son inexactas. Pero, si nos fijamos bien, todos hacemos predicciones en nuestras propias vidas y tomamos decisiones sobre el futuro. En estos días de fin de año se publican por todas partes los pronósticos para 2023. Hay muy buenos análisis sobre los retos del futuro inmediato. Aprendo mucho de todos ellos. Sin embargo, creo que hoy tenemos que mirar más lejos. Los líderes deben imaginarse el mundo de 2050. 

 

El destacado periodista económico Hamish McRae publicó, hace unos meses, “The World in 2050: How to Think About the Future”. McRae es una referencia mundial en el estudio de las tendencias, el futuro de la economía global y los efectos de las nuevas tecnologías en el desarrollo. Es el principal comentarista económico del periódico inglés The Independent. Además, es profesor visitante en la Universidad de Lancaster y miembro del consejo de la Royal Economic Society.

 

En “El mundo en 2050”, McRae analiza las formas en que cambiará el tamaño económico de los diferentes países y regiones. Hay algunos resultados más o menos inevitables, como que China supere a Estados Unidos para convertirse en la economía más grande del mundo. 

 

Aunque hay muchos imponderables, McRae estima que, en el 2050, las 20 economías más grandes del mundo serán:

 

1.     China

2.     Estados Unidos

3.     India

4.     Japón

5.     Alemania

6.     Reino Unido

7.     Francia

8.     Brasil

9.     Italia

10.  Corea del Sur

11.  México

12.  Canadá

13.  Rusia

14.  Australia

15.  Indonesia

16.  España

17.  Turquía

18.  Países Bajos

19.  Arabia Saudita

20.  Argentina

 

En el libro, el autor examina cinco fuerzas principales que impulsarán el cambio: a) la demografía; b) el medio ambiente; c) el comercio y las finanzas; d) la tecnología; y e) las ideas sobre el gobierno y la gobernanza. Todas tienen implicaciones profundas para cualquier líder gubernamental o empresarial.

 

La demografía es la fuerza más fácil de predecir. Sabemos ya mucho sobre las tasas de fertilidad, por debajo de la tasa de reemplazo, en la mayor parte del mundo desarrollado y en China. También están cayendo en otros lugares, aunque lo hacen lentamente en gran parte de África y Medio Oriente. Podemos tener ahora una idea razonable sobre la longevidad. Las migraciones cambian el lugar donde la gente podría vivir, pero no cambian, en realidad, las cifras generales. Por lo tanto, según McRae, podemos estar seguros de que los perfiles de población de Europa, Japón y América del Norte no sólo envejecerán, sino que en gran parte de Europa, Japón y China, las poblaciones de los países disminuirán. En Estados Unidos, Canadá, India y, a gran escala, África, las cifras seguirán aumentando. Todo esto tiene implicaciones para los líderes de los gobiernos y las empresas: las presiones de los servicios de salud, los jubilados y pensiones. El nuevo papel de China e India en la economía mundial. 

 

Hoy ya somos parte de quienes se preocupan por el medio ambiente. Somos conscientes de muchos de sus desafíos. El discurso sobre el cambio climático lo domina todo. Gobiernos y empresas están en la primera línea de la batalla. No queda claro todavía si las acciones que estamos ejecutando actualmente serán suficientes para frenarlo. 

 

El comercio y las finanzas se transformarán en los próximos años con la reformulación de la globalización. Habrá que pensar de manera diferente para conservar sus beneficios y reducir sus costos. Habrá que rediseñar el papel de las grandes instituciones de la posguerra que facilitaron la prosperidad a partir de 1945. Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio deberán mantener abiertos los flujos comerciales y financieros.

 

La tecnología avanza aceleradamente. Los gigantes de la tecnología han transformado la manera en la que el mundo se comunica. Sabemos que habrá más avances que no podemos predecir ahora. Eso significará nuevos retos de regulación y de implementación. Los gobiernos y las empresas deben mantenerse al día. Los líderes deben saber usar todo lo que esté disponible para aumentar la eficiencia y la capacidad de respuesta corporativa y de los servicios públicos. El gobierno es esencialmente una industria de servicios. Debemos exigirle eficiencia. Para lograr una mayor productividad y mejoras en la calidad debe automatizar, usar “big data” e inteligencia artificial para brindar mejores resultados. 

 

El mayor desafío de todos, para pensar el futuro, es el de la gobernabilidad. McRae es muy claro: “¿Cómo satisfacen los gobiernos democráticos las crecientes demandas que se les hacen? Incluso los que confiamos en la naturaleza robusta del sistema democrático debemos reconocer que enfrenta un período muy difícil. Su desempeño en los próximos 30 años dependerá de cuán bien satisfaga las esperanzas y temores de los ciudadanos con acciones efectivas. Tiene, por así decirlo, que levantar su juego”. 

 

Después de pasar cuatro años investigando para su libro, Hamish McRae hace algunos pronósticos interesantes:

 

1.     Un mundo de clase media: en 2050, dos tercios de la población mundial serán de clase media o rica. Nunca la mayoría de la humanidad había tenido acceso a una atención médica y una educación decentes, había podido viajar y comer alimentos de buena calidad y tener una gama razonable de oportunidades laborales.

 

2.     Un Estados Unidos más tranquilo: esta predicción puede parecer discordante dadas las graves tensiones políticas, raciales y económicas en los EE. UU. Pero para 2050, EE. UU. estará más feliz consigo mismo y más seguro de su valor para el mundo.

 

3.     El surgimiento de la anglosfera: en 2050 el país más poblado de las Américas será EE.UU.; en África será Nigeria; en Asia será la India; en Oceanía, Australia; y en Europa las islas de Gran Bretaña e Irlanda habrán superado a Alemania. En todos estos países, el inglés será el idioma más hablado o unificado.

 

4.     Una China que sí coopera: si la demografía y la política interactúan de manera positiva, China puede alejarse del expansionismo agresivo de la década de 2030 y poner más énfasis en una vida más cómoda para sus ciudadanos mayores.

 

5.     Una Unión Europea en evolución: la UE cambiará su objetivo de convertirse en una unión cada vez más cercana a una asociación más utilitaria, revirtiendo sus esfuerzos para obligar a los países a converger y, en su lugar, centrarse en administrar un club más flexible.

 

6.     Un subcontinente integrado: India será tanto el país más poblado del mundo como su tercera mayor economía. Se moverá hacia el lugar que le corresponde como una de las grandes potencias del mundo.

 

7.     El ascenso de África: aunque será un viaje para comerse las uñas, África tendrá un papel más importante en la economía mundial, con más éxito de lo que mucha gente espera.

 

8.     La nueva globalización: parece inevitable, en los próximos 30 años, un nacionalismo en ascenso y cierta retirada de la globalización. Mucha gente lo vería como un desastre, una repetición del proteccionismo de la década de 1930. Pero no tiene por qué serlo. Lo más probable es que el comercio cambie. La globalización significará flujos transfronterizos de dinero y conocimientos en lugar de flujos de bienes y personas. Las materias primas seguirán siendo transportadas por todo el mundo, aunque el comercio de combustibles comenzará a declinar. El comercio de productos agrícolas continuará, pero el comercio de productos manufacturados disminuirá. El dinero estará en el diseño y en el marketing. Todavía habrá una gran competencia internacional por el talento, las habilidades, pero a menudo las personas no necesitarán mudarse; trabajarán de forma remota. El mundo descubrirá la mejor manera de explotar las posibilidades creadas por la revolución de las comunicaciones: qué necesita contacto humano y qué no. La consecuencia será una versión de la globalización menos agresiva.

 

9.     Tecnología al rescate: la combinación de “big data” e inteligencia artificial ya estaba dando lugar a grandes mejoras en la eficiencia y la calidad de la forma en que las empresas prestan sus servicios. La pandemia lo aceleró todo. Puede ser que para 2050 las personas puedan volar a Marte, pero eso no tendrá ningún impacto en la mayoría de las vidas. Sin embargo, si piensa en lo que la gente idealmente querría de la tecnología, existe una demanda universal de una mejor atención médica y más barata. Eso crecerá a medida que la población envejezca. Es posible prever avances masivos en tecnología médica, diagnósticos y tratamientos que reducirán las facturas de salud y permitirán que las personas vivan vidas saludables por más tiempo.

 

10.  Armonía con nuestro planeta: no tenemos otro lugar a donde ir. Tenemos que asegurarnos de que nuestro planeta siga siendo un hogar habitable y digno. Así que probablemente habrá algún momento en que el mundo de repente decida abordar seriamente el problema del cambio climático. Los gobiernos, las empresas y las instituciones académicas pueden lograr mucho juntos. Por el momento, la voluntad no está allí. Eso cambiará. Habrá una sacudida repentina, provocada por algún evento catastrófico o un líder carismático. 

 

Construir un “liderazgo a prueba de futuro” exige entender estas tendencias, desarrollar habilidades especiales, construir una reputación, estar abierto al cambio y listo para asumir riesgos. Realmente no podemos predecir lo que pasará en 10, 20 o 30 años. Pero sí nos debemos preparar para el futuro, dejando la ideología a un lado y manteniendo tantas opciones abiertas como sea posible.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/liderazgo-a-prueba-de-futuro/

Saturday, December 03, 2022

Lo bueno y lo malo de los “superpoderes” de Internet

 

 

Lo bueno y lo malo de los “superpoderes” de Internet


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

A medida que nuestra vida diaria depende cada vez más de Internet, deberíamos preguntarnos si esta tecnología nos permite convivir en una era de mayor libertad o si, en realidad, la ha limitado. La conectividad nos soluciona la vida. Desafortunadamente, todavía, no todos tienen acceso a Internet ni a la economía digital.

 

Steve Johnson patentó el algoritmo de compresión que America Online usó para crear las primeras imágenes en línea en 1993, allanando el camino para lo que ahora se conoce como “streaming”. Después de que AOL compró la empresa Johnson-Grace en 1996, Johnson dirigió la división de investigación y desarrollo en AOL. Hace unos días, publicó un ensayo en el sitio del Belfer Center de la Escuela Kennedy de Gobierno de Harvard (y está escribiendo un libro sobre la regulación de Internet). 

 

Me llamó la atención que, según el autor, Internet podría destruir algunas de las herramientas esenciales para una sociedad civilizada y equipar a las personas con "superpoderes" que podrían ser buenos o afectar nuestro albedrío. Concluye que la regulación actual, centrada en la privacidad de los datos y la desinformación, pasa por alto esta gran amenaza social y que las autoridades deberían ocuparse de civilizar la Web. 

 

Es interesante –y preocupante—la propuesta de Johnson: Estados Unidos necesita una agencia dedicada a empoderar a los ciudadanos para que puedan autogobernarse en el ciberespacio, para las generaciones venideras. Esto reforzará la defensa estratégica de Estados Unidos contra los ataques cibernéticos. El ensayo explica que reforzar la civilidad y la transparencia de nuestras vidas cibernéticas también promete reducir nuestra vulnerabilidad a los ataques.

 

Johnson es categórico cuando dice que “el problema poco reconocido es que el ciberespacio aplana la Tierra en dos dimensiones: a) reduce los sentidos de las personas a un monitor y un “mouse”; y b) tira por la ventana la identidad, la permanencia y la autenticidad. En esta realidad alterada, las dos piedras angulares de la auto-gestión --el juicio y la confianza-- se derrumban. La auto-gestión es la capacidad de manejar nuestros asuntos e interacciones con otros con una supervisión mínima. Sin ella, la libertad puede colapsar en el caos o, peor aún, en el cautiverio. Internet puede estar poniendo la auto-gestión a la prueba más dura de su historia”.

 

Las medidas para combatir el robo de identidad, la publicidad invasiva o el “ransomware” pasan por alto un desafío más serio. Nuestra vulnerabilidad va al corazón de lo que ha permitido a las personas interactuar colegiadamente a lo largo de la historia: reputación, identidad, solidez y autenticidad. Los reguladores también deben ver Internet a través de una lente antropológica para comprender cómo ayudar a las personas a gobernar sus vidas digitales con éxito. El objetivo es equipar a los ciberciudadanos para navegar y tomar decisiones tanto en línea como fuera de línea, pero sin sobrecargar Internet con intervenciones. No bastan los ajustes editoriales.

 

En el ensayo, Johnson destaca tres componentes de la libertad: alcance, elección y transparencia.

 

a)     El alcance marca nuestro perímetro y nos sitúa en el mundo. Es nuestro vecindario, lugar de culto, fuentes de noticias, familia y amigos; lo que define lo que encontramos a diario; idealmente es rico en lo que deseamos y escaso en peligros y daños.

 

b)     La elección es nuestra reducción a aquellos elementos o interacciones que deseamos considerar más de cerca. Examinamos la superficie de las cosas, incluidas las personas, para estimar lo que hay dentro, eligiéndolas en función de su empaque, apariencia o nombre. 

 

c)     Cuando hacemos una elección, la transparencia es la claridad del intercambio. Complementa el contenido con el contexto detrás de los símbolos, que siempre son sólo una abreviatura. La transmisión nunca basta; el contexto es todo lo demás. Incorporamos el contexto y la historia disponibles en nuestra experiencia y respuesta, ya sea creencia, acción, emoción o indiferencia.

 

Cuando el alcance, la elección y la transparencia funcionan bien, hay libertad para acceder al mundo y al conocimiento para comprenderlo. Los reguladores deben ver cómo el Internet afecta dónde se sientan las personas (alcance), cómo navegan sus alternativas (elección) y cómo procesan lo que eligen (transparencia). 

 

Pero también debemos considerar que existen “superpoderes” cibernéticos de Internet, que amenazan los componentes de la libertad: intercepción, invisibilidad e inteligencia.

 

a)     La intercepción, como la teletransportación, es la capacidad de insertarse en el espacio de otra persona sin permiso, lo que amenaza al “alcance”. Cuanto más cerca e íntimos sean nuestros dispositivos, más fácil será la intercepción.

 

b)     La invisibilidad, como el cambio de forma, es la capacidad de cambiar de identidad a voluntad, lo que amenaza la “elección”. Internet proporciona alias ilimitados (nombres de cuenta, direcciones de correo electrónico) a bajo costo, sin medios para verificarlos, ni vincularlos entre aplicaciones o garantizar que durarán.

 

c)     La inteligencia, como la lectura de la mente, es el conocimiento del paradero y las intenciones de alguien, que puede usarse para encontrarlos e influir en ellos, lo que amenaza la “transparencia”. Las aplicaciones y dispositivos de recopilación de datos financian la superpotencia de inteligencia.

 

Cuando un extraño pueden ingresar libremente a nuestro espacio, cambiar a cualquier identidad y conocernos mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos, nos sentimos amenazados. Cuando nos sentimos rodeados de adversarios con “superpoderes”, nos atrevemos a cambiar nuestra libertad por protección.

 

Y Johnson hace referencia a una “Ley de intimidad creciente”: cuanto más personales sean nuestros dispositivos (teléfonos inteligentes, relojes, computadoras portátiles, cajas de voz y dispositivos superiores del futuro), más fuertes serán los “superpoderes”. Y se convertirán en una amenaza creciente. Es el dilema de la era de Internet: progreso y vulnerabilidad a la vez, que erosionan la sociedad. 

 

Internet no es sólo una carretera, sino también el vehículo, el terreno, el punto de partida y el destino. Gestionamos nuestras experiencias de vida en Internet. Nos proporciona aplicaciones, motores de búsqueda y dispositivos que utilizamos para configurar nuestro alcance, nuestras alternativas entre las que elegimos. Una vez que tomamos una decisión, debemos asegurarnos de que los elementos sean genuinos. Ninguna experiencia está completamente sola. El contexto siempre es necesario para una comprensión completa. Por lo tanto, se necesita transparencia.

 

Los reguladores de todo el mundo ya enfrentan las “superpotencias”. Algunos restringen la recopilación de datos (inteligencia) y la publicidad dirigida (intercepción). Otros exigen una identidad persistente (invisibilidad). Pero se necesita un equilibrio, porque la regulación no debe desmantelar las “superpotencias” por completo. Deshacer indiscriminadamente los “superpoderes” mataría el progreso junto con el peligro.

 

Por todo esto, Johnson, en su ensayo, propone al gobierno de Estados Unidos algunas recomendaciones:

 

1.     Establecer una agencia gubernamental a nivel de gabinete responsable de la gobernanza de Internet. La misión amplia es asegurar que los ciudadanos del ciberespacio puedan buscar oportunidades deseables (alcance), con información adecuada para decidir entre ellas (elección) y claridad para experimentar fielmente lo que eligen (transparencia). Lo que se quiere es proteger la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad en Internet.

 

2.     La nueva agencia debe restaurar las facultades que equipan a las personas para confiar unas en otras, navegar con precisión y juzgar con sensatez. La agencia colaborará con la industria para equipar a los usuarios con "sentidos, juicios y razones " confiables (por ejemplo, identificación, autenticación de video, etiquetado de aplicaciones) y restaurar en el entorno cibernético las "leyes naturales" críticas (por ejemplo, permanencia, verificabilidad) que son necesarias para permitir a los usuarios autogobernarse con confianza, dentro de las reglas establecidas.

 

3.     Internet requiere el marco cognitivo para sus usuarios y los contornos como protección contra incursiones que buscarían interrumpir o manipular la auto-gestión. Se debe aclarar la propiedad de los datos y establecer un protocolo que permita a los usuarios otorgar permisos para cualquier proveedor; establecer las reglas por las cuales las entidades pueden tocar datos; y métodos para particionar los datos de modo que se puedan respaldar reglas y controles separados para diferentes categorías de datos. La nueva agencia generaría un tablero para el monitoreo de los usuarios de los datos recopilados, los conocimientos extraídos y los usos por parte de cada proveedor con el que tienen un acuerdo de privacidad.

 

4.     Los resultados públicos deseables no siempre se obtendrán de personas virtuosas y bien informadas. La nueva agencia debe velar siempre por el bien común. Y dado que Internet es un espacio compartido, un recurso global sin fronteras fáciles de manejar, la agencia de Estados Unidos debería promulgar principios y servir como modelo para agencias similares en todo el mundo. Podría considerarse también una autoridad multilateral, encargada de pronosticar y planificar el avance de la inteligencia global.

 

En síntesis, Steve Johnson nos dice que Internet es interactivo, produce datos, es inteligente e inmediato, y más que cualquier otro medio, permite el anonimato. Estos “superpoderes” producen gran parte de las maravillas de Internet, pero también tienen un lado más oscuro: potencian la vigilancia, son invasivos y reducen la rendición de cuentas. El gran reto es que muy pocos países estarían a la altura de una regulación adecuada. Peor aún, algunos gobiernos se distinguen por su incompetencia.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/lo-bueno-y-lo-malo-de-los-superpoderes-de-internet/