Friday, April 29, 2022

El presidente y los medios de comunicación

 

 

El presidente y los medios de comunicación


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Entre ayer y hoy, dos temas han despertado el interés de los medios de comunicación nacionales e internacionales:

 

1.     El análisis de la reforma electoral, presentada ayer por el presidente AMLO, iniciará una nueva etapa de confrontación entre el ejecutivo y los medios de comunicación. Entraremos a una nueva pista, aunque siga siendo el mismo circo.

 

2.     El presidente de México sostendrá hoy una reunión virtual con el presidente de Estados Unidos. Veremos el “spin” (el giro) que cada gobierno le dará al resultado de las conversaciones. La eficacia del mensaje dependerá de la habilidad de los equipos de los presidentes para comunicar.

 

Ahora que Donald Trump ha captado la atención del gobierno mexicano, una vez más, con sus impertinentes declaraciones, tal vez sería bueno aprender de la historia de los presidentes de Estados Unidos y sus relaciones con la prensa. Para ello, recomiendo leer “Clash: Presidents and the Press in Times of Crisis” de Jon Marshall, profesor de la escuela de periodismo Medill en la Universidad Northwestern.

 

La presidencia de Donald Trump estuvo marcada por furiosos ataques a los periodistas. El titular del ejecutivo estadounidense tenía una extraordinaria habilidad para captar la atención de todos. Su presidencia se distinguió por la desinformación instigada desde la Casa Blanca. Y este ambiente influyó en la polarización partidista que se reflejó en los medios. El conflicto entre Trump y los medios influyó, para mal, en casi todas las políticas públicas. Ningún tema se escapó a esta rivalidad: Covid-19, migración, clima, racismo y todo lo relacionado con las elecciones de 2020.

 

En el libro de Jon Marshall se exploran las fuerzas políticas, económicas, sociales y tecnológicas que han dado forma a la relación entre los presidentes de Estados Unidos y la prensa en tiempos de crisis. Es un fascinante análisis de los tiempos difíciles y escándalos durante las presidencias de John Adams, Abraham Lincoln, Woodrow Wilson, Franklin Roosevelt, Richard Nixon, Ronald Reagan, Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama. 

 

Lo que nos enseña este libro es que el choque entre un presidente y la prensa de su país pone en juego la supervivencia del sistema de gobierno. Si entendemos la naturaleza de estos enfrentamientos, entonces podemos entender cómo llegamos a la situación que estamos viviendo hoy. Nuestra tarea, desde la sociedad, es que se fortalezca siempre el papel de los medios de comunicación para lograr que los presidentes y sus equipos rindan cuentas.

 

Los presidentes de Estados Unidos y de México, por igual, se quejan de la cobertura mediática de su gobierno. Tienen que aprender que eso es un costo que hay que pagar. Los reporteros no son sus enemigos. Simplemente hacen su trabajo. La cobertura mediática positiva es siempre el resultado de buenas políticas públicas. Ni más ni menos.

 

Veamos sólo algunos ejemplos de lo que Marshall analiza en Clash:

 

Woodrow Wilson detestaba a los periodistas. Fue el primero que decidió gestionar la cobertura: nombró un secretario de prensa en la Casa Blanca e inició las conferencias de prensa regulares. Eran los tiempos de la Primera Guerra Mundial. Cuestionó el patriotismo de los periodistas disidentes y censuró a los medios invocando preocupaciones de seguridad nacional. Afortunadamente, para los medios, algunos casos notables se llevaron a la justicia y hubo sentencias que sirvieron de base para la defensa de los periodistas.

 

Franklin D. Roosevelt era todo lo contrario a Wilson. Su instrumento predilecto fueron sus charlas amistosas y accesibles junto a la chimenea. No eran eventos especiales. Más bien eran frecuentes. El equipo de prensa de Roosevelt en la Casa Blanca entendía mejor a los medios, a sus presiones de tiempo y exigencias de sus editores. Incluso facilitaban la cobertura sugiriendo nuevos ángulos y abriendo las puertas a entrevistas con los funcionarios de más alto nivel. Eran los años de los noticieros que se proyectaban en las salas de cine. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt aprovechó exitosamente su buena relación con los medios. En tiempos de guerra, hubo restricciones a la cobertura. Pero no se impusieron a la fuerza, sino se lograron a través del convencimiento.

 

Richard Nixon consideraba a los periodistas como sus enemigos. Y así le fue. Era paranoico. Tenía una lista de sus adversarios. Siempre asumía que los “izquierdosos” de la prensa lo perseguían. Nunca reconocía la cobertura positiva que recibía. Incluso Nixon indujo al vicepresidente Spiro Agnew a preparar y decir un discurso en el que denunciaba a los medios de comunicación nacionales como "charlatanes del negativismo" y argumentaba que no representaban las opiniones del pueblo, que era la "mayoría silenciosa". Nixon utilizó la televisión en vivo. Ahí habló al pueblo sobre su inocencia, durante la crisis de Watergate. Su famosa y lapidaria frase “I’m not a crook” lo hundió por completo. La combinación de propósitos políticos, escándalo, mentiras y encubrimiento fue devastadora.

 

Aunque Ronald Reagan desconfiaba de la prensa, sabía cómo comunicar su mensaje. Era agradable y se convirtió en un genio en el manejo de las cámaras de televisión. Su imagen era impecable. Tenía uno de los mejores equipos de comunicación que hayan estado en la Casa Blanca. Habían aprendido de los errores de todos los anteriores. Y, aunque hubo crisis muy graves como el caso Irán-Contra de 1986, su equipo supo aislar al presidente del conflicto. Durante su período se desvaneció la doctrina de equidad, de la Comisión Federal de Comunicaciones, que requería que las emisoras transmitieran puntos de vista contrastantes sobre asuntos controvertidos. Ya no había necesidad de ofrecer “tiempo igual” a todas las partes. Se fortalecieron así los medios más conservadores de comunicación.

 

El libro Clash, de Marshall, analiza en varios capítulos el gobierno de Trump. Lo más interesante es la manera como evidencia que Trump nunca estuvo interesado en la verdad. Superó a todos los demás presidentes como mentiroso. Los ataques verbales de Trump se convirtieron luego en violencia física. Al menos 24 periodistas fueron agredidos físicamente en 2018. La desinformación era la reina de la Casa Blanca. Y coronó todas sus falsedades con el ataque del 6 de enero al Capitolio de los Estados Unidos.

 

El análisis de la personalidades de los presidentes, las peculiaridades de la prensa y los eventos o crisis que enfrentan a los dos jugadores se potencia a otro nivel cuando entra en juego la tecnología. Se presentan nuevos desafíos y oportunidades para los presidentes y los medios por igual. Siempre hay paralelismos, analogías y lecciones del pasado. Las capítulos de Clash sobre Obama y Trump revelan la importancia de las redes sociales para la presidencia del siglo XXI. 

 

Hay mucho que aprender de este libro. Clash es una lectura obligada para cualquier persona interesada en el papel vital de una prensa libre en una sociedad democrática. A través del análisis de los diferentes presidentes, Jon Marshall nos ofrece lecciones muy valiosas sobre la relación problemática entre los presidentes estadounidenses y los reporteros que los cubren.

 

Todo indica que la mayoría de los presidentes estadounidenses ha tenido una relación adversarial con la prensa. Es una relación compleja y de alto riesgo que, mal manejada, tiene consecuencias graves para todos.

 

Una de las enseñanzas más interesantes de la lectura de este libro es que la tensión financiera y la fragmentación que viven los medios de comunicación, junto con la voluntad de un jefe de estado de abrazar y repetir mentiras, se convierte en el mayor desafío para los periodistas y para la democracia de un país.

 

Intentar suprimir el escrutinio de la prensa sobre la conducta de un presidente es una pésima idea. Los presidentes tienen que aprender los pasos de ese eterno baile, extraordinariamente incómodo, que es su relación con los reporteros. Los dos quieren dirigir, pero entra en juego el ritmo cambiante de la tecnología, la política, la economía, la geopolítica, los prejuicios, los estereotipos, las idiosincrasias personales y las costumbres. 

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-presidente-y-los-medios-de-comunicacion/

Wednesday, April 27, 2022

El lenguaje de los dictadores

 

 

El lenguaje de los dictadores


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Leí en la página de “Riddle” https://ridl.io/en/ un artículo extraordinario que nos explica de qué hablan los dictadores. Olesya Zakharova analiza el lenguaje de Putin y de otros dictadores. Con ejemplos, nos dice que la propaganda de Putin está batiendo récords de efectividad. La gente le cree; eso es lo peor de todo. No importa que sean monstruosidades, atrocidades, asesinatos, torturas, arrestos por usar palabras específicas, odio. Muchos creen que Putin está salvando el mundo ruso.

 

En 1939, Winston Churchill acuñó una frase que ha cautivado a los observadores de Rusia desde entonces: “Rusia es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma”. La página de “Riddle” (acertijo) precisamente explora la complejidad de Rusia con un análisis independiente y equilibrado. 

 

Zakharova nos explica cómo todos los discursos de Putin representan una colección de recursos retóricos que ya han sido probados por otros dictadores. A pesar de su aparente diversidad, su lenguaje se reduce a unas pocas técnicas lingüísticas recurrentes y bastante simples:

 

1.     Absolutismo de valores

 

Una de las primeras señales de que un régimen se inclina hacia una dictadura es el surgimiento de un “discurso basado en valores” a nivel estatal oficial. Este tipo de discurso en las dictaduras está diseñado principalmente para preparar al público para el sacrificio y la privación en nombre de su país y su líder (el líder, el país y el estado están simbólicamente unificados). Por lo tanto, los valores se mencionan exclusivamente en el contexto patriótico. De hecho, se declara que el patriotismo es el valor principal. Se interpreta como lealtad y devoción a la patria y disposición a defender el país (es decir, a su líder) a expensas de la vida de las personas.

 

El discurso dictatorial se caracteriza por el absolutismo de los valores. Se proclama que el pueblo es el único portador de ciertos valores que son los únicos valores "correctos". Su 'rectitud' se justifica ya sea por referencia a sus 'raíces históricas' o al hecho de que agradan a Dios, o ambos. Putin también justifica los valores que proclama refiriéndose a su larga historia: “debemos apoyar plenamente a las instituciones que son portadoras de valores tradicionales, y que históricamente han demostrado su capacidad para transmitirlos de una generación a otra”.

 

Al mismo tiempo, los valores profesados ​​por el “otro” se presentan como nocivos y peligrosos. Como señaló Putin al hablar de los valores occidentales el 24 de febrero de 2022, esos valores “conducen a la degradación y la degeneración, ya que contradicen la naturaleza humana”. 

 

El discurso dictatorial en su conjunto se construye sobre “la confrontación del yo y el enemigo”, por lo que los valores también están representados dentro de la retórica de las amenazas. Los valores aparecen como el objeto principal de los ataques del enemigo, mientras que el líder actúa como su principal defensor, protegiendo los valores no sólo dentro del país, sino también a nivel mundial. 

 

Además, a medida que los regímenes evolucionan hacia la dictadura, el discurso basado en valores se vuelve cada vez más radical. En los discursos de Putin, el tema de los valores, la moral y la ética ha sido claramente evidente desde 2005. En la mayoría de los casos, los valores se representan a través de palabras como "patriotismo", "característica distintiva", "responsabilidad hacia el país" e "integridad moral". En julio de 2021, el discurso basado en valores finalmente se institucionalizó, ya que sus principios clave se consagraron en la Estrategia de Seguridad Nacional de la Federación Rusa. Los valores tradicionales se incluyeron entre los objetivos en el contexto de la seguridad nacional y su protección pasó a ser responsabilidad no sólo de la Secretaría de Cultura, sino también del Servicio Federal de Seguridad, la Comisión Investigadora, la Fiscalía y la Agencia de Inteligencia Extranjera.

 

2.     Una obsesión por la historia.

 

Otra señal clara de que un régimen se está deslizando hacia una dictadura es el repentino “interés profundo” del jefe de Estado en la historia y, en consecuencia, en reescribirla. Todos los dictadores buscan monopolizar la historia y dar forma a su propia narrativa histórica. Algunos no delegan simplemente esta tarea a la máquina de propaganda, sino que se embarcan en ella publicando artículos históricos y dando conferencias.

 

En los últimos años, Putin también se ha interesado mucho por la historia. En julio de 2021, apareció en el sitio web del Kremlin su artículo titulado “Sobre la unidad histórica de los rusos y los ucranianos”, y repitió su idea principal en su infame discurso a los rusos el 21 de febrero de 2022.

 

La manipulación de la historia ayuda a los dictadores a justificar prácticamente cualquier cosa. El público confía en este dispositivo discursivo porque los argumentos se basan en el estereotipo bien establecido de que es importante seguir la historia. Pocas personas se preguntan si las afirmaciones son consistentes con los datos históricos reales. Esto se debe en parte a la ignorancia y en parte a que las narraciones históricas construidas por el líder alimentan el sentimiento de orgullo nacional y el sentido de pertenencia a algo grande.

 

3.     La retórica de las amenazas.

 

La retórica de las amenazas y el tema dominante de un adversario o de un enemigo externo es una característica obligada y más llamativa de cualquier discurso dictatorial. Un régimen dictatorial ve todo como una amenaza externa y presenta todas sus propias acciones, incluso la agresión contra otros países, como medidas defensivas.

 

4.     Síndrome de grandeza.

 

Todos los dictadores afirman que su país persigue una elevada misión y personifican la grandeza. Sin embargo, cuando dicen “país”, se refieren a ellos mismos, identificándose plenamente con él. 

 

Toda esta patética retórica sobre la lucha por la supervivencia de las personas, adornada con palabras fuertes y llamativas sobre el coraje y el heroísmo, es fundamental para encubrir la imagen real. Con estas palabras, los asesinatos, torturas y violaciones de civiles quedan fuera de la vista de la gente común, y la maquinaria represiva del régimen impide que los discursos en competencia se afiancen.

 

5.     Unidad y enemigos del pueblo.

 

Los dictadores siempre repetirán que el pueblo está unido y apoya su poder y sus políticas. Sin embargo, en realidad, los dictadores hacen todo lo posible para mantener la sociedad fragmentada y desintegrada. 

 

Los dictadores han estado imponiendo la idea de que la gente nunca saldrá a protestar por su propia voluntad, y que las protestas que se llevan a cabo son provocadas únicamente por el enemigo. Al mismo tiempo, se dice que las acciones de los manifestantes destruyen el país desde adentro.

 

Hasta aquí el resumen de lo que escribe Olesya Zakharova en Riddle. Ella concluye que todos los dictadores usan los mismos patrones de argumentación. Hay muchas más características que se pueden destacar, pero una vez que los políticos han comenzado a utilizar alguna de las técnicas descritas anteriormente, es el momento de sonar la alarma.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-lenguaje-de-los-dictadores/

 

Monday, April 25, 2022

Llegó la hora de la reconciliación

 

 

Llegó la hora de la reconciliación


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

La irresponsabilidad de los líderes y legisladores de Morena no tiene límites. Sin necesidad, han llamado traidores a quienes piensan diferente. Es claro que, en Morena, no entienden nada de democracia ni de derechos humanos; mucho menos de reconciliación.

 

Después de casi cuatro años, no hay duda de que al gobierno de la 4T no le ha interesado que la economía crezca. No ha buscado mejorar la calidad de vida de todos los mexicanos. Sólo ha propiciado el conflicto y la maximización del poder. Para eso sirven sus políticas públicas: para dividir. No tienen remedio. No son demócratas.

 

Nos corresponde, entonces, a la sociedad diseñar el futuro. Si tenemos que pensar en el gobierno que iniciará en el 2024, debemos partir de la convicción de que la mejor forma de “gobierno post-conflicto” es la democrática. Será la mejor opción. Los derechos humanos son los principios fundamentales de la gobernanza. Será a través de la democracia como podremos hacer realidad la igualdad, la representación, la participación y la rendición de cuentas.

 

La democracia es la única forma de gobierno que nos permitirá gestionar los conflictos, manejar las diferencias de opinión, de ideología, sin recurrir a la violencia. Marcar las diferencias ha sido la estrategia del gobierno de la 4T. Y todos los días intenta que el conflicto surja de tales diferencias. 

 

Es tan grave la división de la sociedad que ha forjado la 4T que, después de AMLO, va a ser muy difícil erradicar las diferencias. Por eso, creo que la democracia tendrá que funcionar como un proceso a través del cual se saquen a la luz, se reconozcan y se aborden las diferencias de una manera que les permita existir sin amenazar a todo el sistema, como ocurre hoy. 

 

Desafortunadamente, gracias a la irresponsabilidad de Morena, vamos a tener que entrar en una era permanente de gestión de conflictos. El proceso que debemos encauzar con inteligencia será: debate, discusión, identificación del desacuerdo, compromiso y cooperación. Deberemos forjar un nuevo sistema que permita que los puntos de vista opuestos coexistan, de manera justa, sin recurrir a la violencia. 

 

Gracias a la irresponsabilidad de Morena, vamos a tener que implementar un proceso de negociación permanente, para manejar las diferencias pacíficamente. Nuestra democracia va a necesitar un conjunto de procedimientos justos para manejar los temas que dividen a la sociedad, sin recurrir a la violencia.

 

El México que quiere la 4T es una sociedad en conflicto. Los ciudadanos queremos otra cosa. Por eso, tendremos que avanzar pronto hacia una “sociedad post-conflicto”. Las partes en conflicto tendrán que negociar un acuerdo. La “sociedad de enemigos” que ha creado AMLO, con una historia de violencia verbal entre ellos, se encuentran ante el desafío de implementar el manejo futuro de sus diferencias sobre una base de cooperación.

 

Hemos escuchado los discursos y hemos visto la propaganda: en el mundo de Morena, las relaciones se basan en el antagonismo, la desconfianza, la falta de respeto, el dolor y el odio. Difícilmente ésa es una receta para el optimismo.

 

No nos queda de otra: tendremos que abordar esa relación negativa. Nunca vamos a lograr que los partidos se amen. Pero sí se puede construir una base mínima de confianza para que pueda haber un grado de cooperación y confianza mutua entre ellos. Para lograr esto, necesitan, desde ahora, examinar y abordar su relación de conflicto. 

 

Nos urge entrar en un proceso de reconciliación. ¿Por qué? Porque la reconciliación aborda las relaciones entre aquellos jugadores que tendrán que implementar las soluciones democráticas. Es una tarea que no es exclusiva de los políticos. Exige la participación de toda la sociedad. 

 

Es increíble el daño que nos ha hecho la polarización instigada por la 4T. Comunidades enteras tienen que empezar a reorientarse desde las relaciones antagónicas y adversariales hacia relaciones de cooperación basadas en el respeto. No es una tarea fácil. Nuestra democracia no podrá sobrevivir si la población no está mínimamente preparada para confiar entre sí. Debemos construir la buena democracia entre las comunidades, los vecinos, los individuos.

 

Después de lo que vivimos en México en estos días de enfrentamiento político derivado del fracaso de la reforma eléctrica de AMLO, la reconciliación no es un lujo ni un añadido a la democracia. La reconciliación es una absoluta necesidad. La reconciliación apuntala la democracia y la democracia apuntala la reconciliación. Dependen una de la otra. Necesitamos reconciliación, un ejercicio de sanación de las relaciones cívicas. 

 

Si logramos construir una relación positiva entre los partidos, podremos generar una atmósfera de gobernabilidad. La reconciliación, aunque no es fácil, es la forma más eficaz de abordar esas relaciones. Incluye la búsqueda de la verdad y la justicia. La política es un proceso para hacer frente a los problemas que nos dividen. ¿Acaso los adversarios no pueden encontrar una manera de vivir juntos? No hace falta amarse ni olvidar el pasado, sino coexistir, desarrollar un alto grado de cooperación. El objetivo es que tengamos una vida mejor. 

 

La reconciliación es un desafío inmenso. No es rápido ni fácil. Pero el esfuerzo vale la pena. Es la mejor garantía de que la violencia verbal de la 4T no volverá. Queremos que nuestra sociedad pase de la división a un futuro compartido.

 

Será un proceso largo. Toma tiempo. Ha sido tanto el daño inflingido por la 4T que no podremos dictar el ritmo de la reconciliación; no podemos apresurarla. Pero tenemos que iniciar. Debemos aceptar una realidad imperfecta que exige cambios en nuestras actitudes, nuestras aspiraciones, nuestras emociones y sentimientos. Exige un cuestionamiento de prejuicios y estereotipos negativos que, gracias al discurso de AMLO, todos desarrollamos sobre “el adversario”. 

 

La reconciliación debe ser un proceso amplio e inclusivo. No es una excusa para la impunidad; ni para olvidar; ni para perdonar. Deberá permitirnos encontrar una visión del futuro; construir las relaciones de la comunidad para llegar a acuerdos. La reconciliación en México no puede retrasarse hasta que se completen otras prioridades. El gobierno de la 4T quiere seguir adelante, moverse rápido, seguir dividiendo.

 

¿Cómo vamos a lograr que nuestros políticos comiencen a establecer los patrones de una futura cooperación en el gobierno si persistimos con la división en el discurso y la propaganda de Morena y la 4T? La estrategia política de Morena y sus aliados seguramente socavarán la frágil cooperación que estamos intentando en lugar de mirar hacia el futuro. ¿No sería bueno concentrarnos en las prioridades que México necesita para crecer y mejorar el nivel de vida de todas las familias? Pensémoslo. Una sociedad sólo puede construir su futuro compartido si soluciona su pasado dividido. 

 

Cierto: no es posible olvidar la polarización engendrada durante estos casi cuatro años. Por eso mismo, la motivación para construir un futuro brillante para México es precisamente asegurarse de que ese pasado de división estéril no regrese. Por ello debemos comprenderlo para garantizar que no volverá para atormentar a nuestra sociedad. 

 

Los partidos deberán abordar el pasado para llegar al futuro. La reconciliación, si se diseña e implementa de manera genuina y significativa, es el medio para hacerlo. 

 

 

La negociación sobre los temas en conflicto es vital. Sí se puede llegar a compromisos y formas pragmáticas de cooperar dentro de los límites del propio interés de cada partido. Ésa es justamente su responsabilidad. Es, realmente, la única manera de transformar una situación de conflicto anterior en una de paz futura.

 

México requiere entrar en un proceso de reconciliación significativa. Es difícil, doloroso y complejo. Estamos obligados a comprenderlo. Si el gobierno de la 4T decide ignorarlo, sembrará las semillas de su fracaso. Cooperación responsable y visión del futuro serán los componentes de una democracia mexicana exitosa.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/llego-la-hora-de-la-reconciliacion/

Sunday, April 17, 2022

Diez razones para votar hoy en contra de la reforma eléctrica de AMLO

 

 

Diez razones para votar hoy en contra de la reforma eléctrica de AMLO


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

¡Seis semanas de “parlamento abierto” tiradas a la basura! Durante seis semanas, y de muy buena fe, expertos en economía, energía, derecho y medio ambiente presentaron aportaciones, argumentos y recomendaciones para mejorar la “reforma eléctrica” del gobierno federal. Los legisladores de Morena y sus partidos aliados no los tomaron en cuenta.

 

Hoy se votará en la Cámara de Diputados la contrarreforma de AMLO en sus términos originales. Los líderes de Morena quisieron engañar a la ciudadanía y dijeron que habían introducido cambios muy relevantes. Eso no es cierto. Los cambios que le hicieron son simplemente cosméticos. Todos perdemos: los consumidores, los generadores y hasta la misma CFE.

 

El proyecto que se votará hoy es esencialmente igual a la propuesta del presidente AMLO, presentada el 30 de septiembre de 2021, y tendría los mismos efectos: a) subiría el costo de la generación eléctrica; b) generaría un boquete en las finanzas públicas y aumentaría el endeudamiento; c) cancelaría la transición energética; y d) violaría los tratados internacionales que firmó México. 

 

Aún con las modificaciones cosméticas al dictamen, la iniciativa lastima a la nación. Va en contra de la competencia, los compromisos ambientales y climáticos de México, así como de la libertad de consumo y producción de los mexicanos.

 

¿Por qué deberían todos los diputados votar en contra de esta iniciativa? Aquí van diez razones:

 

1.     Crearía un monopolio. La modificación al artículo 27 de la Constitución desaparecería la competencia en la industria eléctrica: “Corresponde exclusivamente a la Nación el área estratégica de la electricidad, consistente en generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica”. La iniciativa elimina la libertad de decidir a quién comprar energía. Los sectores que hoy están regidos por la garantía de competencia quedarían reservados al Estado y controlados por la CFE. Si el Estado y la CFE decidieran darles permisos, los generadores privados sólo podrían venderle a la CFE y los consumidores sólo podrían comprarle a la CFE, a las tarifas que la CFE disponga. 

 

2.     Desaparecería el mercado. Sólo la CFE podría vender y suministrar electricidad y privilegiaría la operación de sus centrales, controlando el orden de despacho eléctrico, dando prioridad a sus plantas sucias y caras, sobre las limpias y de bajo costo del sector privado. Las funciones de los reguladores autónomos (CRE) desaparecerían. Sería la CFE quien determinaría las tarifas. Desaparecería el operador independiente (CENACE) y el despacho eficiente de la electricidad. Ante la ausencia de competencia, la planta obsoleta de generación actual de CFE y su poder absoluto de mercado, las tarifas eléctricas serían mayores para los consumidores.

 

3.     Cancelaría permisos de generación y contratos vigentes. El Estado obligaría a las plantas privadas a dejar de producir energía al momento de la publicación de la iniciativa. Como si viviéramos en un régimen totalitario, la generación sería exclusiva del Estado. Aún cuando se les permitiera continuar operando, las centrales de la CFE llevarían preferencia en su operación, por lo que no habría seguridad de que las generadoras privadas despachen su electricidad, aunque tengan menores costos y sean más limpias. ¿Quién podría tomar una decisión de invertir en México? No sería previsible su actividad ni rentabilidad. Se perderían todos los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas. Todo sería controlado por la CFE. Los costos de generación serían mayores. La competitividad del país sufriría irremediablemente.

 

4.     Subiría el costo de la generación eléctrica. Incrementaría el costo en 52%, lo que, sin un alza en el subsidio, se reflejaría en las tarifas eléctricas de uso doméstico en 17% y las industriales hasta en 150% (para las empresas que generaban su propia electricidad). Los efectos inflacionarios serían transversales en toda la economía mexicana. 

 

5.     Sufriríamos apagones. Es probable no haya suficiente electricidad. CFE tendría que invertir de inmediato en nueva capacidad de generación y redes de transmisión y distribución. De acuerdo con los números del presupuesto, no tiene con qué. El sector privado ya no podría complementar la inversión pública, por una mala decisión del Estado.

 

6.     Generaría un boquete en las finanzas públicas y aumentaría el endeudamiento. En conjunto con el subsidio eléctrico actual (75 mil mdp anuales), los sobrecostos alcanzarían más de 1.4 billones de pesos en 10 años. Considerando además la inversión adicional que se requeriría de la CFE bajo el marco propuesto, se incrementaría la deuda pública en 6 puntos porcentuales del PIB en ese periodo. 

 

7.     Cancelaría la transición energética. No sólo no alcanzaríamos las metas de energía limpia previstas en la ley de transición energética (35% para 2024) y en tratados internacionales, sino, por el contrario, el cambio de despacho privilegiaría la generación con fuentes fósiles y subirían las emisiones contaminantes en 65%. Aún cuando se incorpore en la Constitución la transición energética y se mencione que el Estado estaría a cargo, no se plantean los mecanismos para lograrlo. La responsabilidad, inversión, tecnología, creatividad es imposible para una CFE aislada. Los objetivos de reducción de emisiones y un medioambiente más limpio se retrasarían años. 

 

8.     Se afectaría la salud de los mexicanos. Los planes de la CFE para construir nueva capacidad de generación contemplan en su gran mayoría nuevas centrales con tecnologías basadas en combustibles fósiles. Es claro que la transición energética no está en las prioridades de la CFE. La salud de la población, se vería afectada. La industria mexicana no podría reducir su huella de carbono a la velocidad requerida y es probable que se pierdan mercados al no poder cumplir con las exigencias de sus clientes globalmente. Nuestros socios comerciales exigirían que las exportaciones mexicanas tendrían que pagar impuestos al carbón, perdiendo competitividad internacional.

 

9.     Violaría tratados internacionales que firmó México, incluyendo el TMEC, el TPP y el TLCUEM. México tendría que enfrentar procesos de arbitraje con consecuencias muy severas y compensar a sus socios internacionales. Las indemnizaciones derivadas de litigios sumarían por lo menos 27,000 millones de dólares (540,000 millones de pesos), sin contar el costo de los litigios en sí mismos y ya tomando en cuenta la amortización de la infraestructura eléctrica. El error de la 4T tendríamos que pagarlo todos los mexicanos. 

 

10.  La mayoría de los ministros de la SCJN definieron que la LIE no es constitucional. Los políticos de Morena han declarado, sin rubor, que la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró válidas las modificaciones a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE). De nuevo, el engaño es la constante de los legisladores de Morena. La mayoría de los ministros votaron por la invalidez de las modificaciones aprobadas por el Congreso el año pasado, tales como el orden de despacho eléctrico, priorizar el acceso abierto y no discriminatorio a la red nacional de transmisión y la red general de distribución, la obligación de realizar subastas, el mecanismo de Certificados de Energía Limpia.

 

Algo muy peligroso para el país sería la aplicación retroactiva de los cambios legales planteados en la iniciativa. Esto contraviene uno de los principios fundamentales de la certeza jurídica. La aprobación de una propuesta como la de AMLO y Morena marcaría un punto de no retorno, generando daños irreversibles al Estado de Derecho, al medio ambiente, a las finanzas públicas, y a la competitividad del país.

 

Lo que México necesita es energía suficiente, barata y limpia. Estas son metas que requieren la suma de esfuerzos, con visión de futuro, y no enfoques excluyentes. Necesitamos un marco legal transparente y confiable, que incentive la inversión, la innovación y la competencia. 

 

Cada diputado deberá tomar su decisión hoy. Los ciudadanos les exigimos votar en contra de esta iniciativa y actuar en beneficio de las familias mexicanas, el medio ambiente, las finanzas públicas y el bienestar económico de nuestro país.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/diez-razones-para-votar-hoy-en-contra-de-la-reforma-electrica-de-amlo/

 

Friday, April 15, 2022

Ojalá que la 4T no destroce ahora la Ley Minera

 

 

Ojalá que la 4T no destroce ahora la Ley Minera


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

¿Usted cree que los legisladores de Morena, y de sus partidos aliados, tienen idea de lo que están haciendo? Yo tampoco. Esperemos que no destruyan valor cuando voten la nueva Ley Minera que les enviará el presidente AMLO. Creo que no se han dado cuenta todavía de que la electrificación puede fortalecer la seguridad energética de México. Pero para ello se requerirá un nuevo enfoque en las cadenas de suministro de minerales críticos y tierras raras.

 

Al parecer, los asesores del presidente AMLO no le dan la información completa. O prefiere no escucharlos. En su conferencia mañanera del miércoles 13 de abril, el presidente dijo: 

 

1.     “…el litio, que es un mineral estratégico sin el cual no podría haber desarrollo industrial para sustituir el petróleo. No podría haber carros eléctricos sin el litio, porque es el que permite hacer baterías para conservar la energía que mueva los automóviles, por poner un ejemplo. Y resulta que nosotros tenemos litio, que es como en su momento tener el petróleo, o antes el oro, es el oro blanco el litio y lo ambicionan, entonces por eso están en contra de que se reforme la Constitución”.

 

2.     “Presentamos una reforma a la ley eléctrica para proteger lo básico… ¿Eso qué significa? Que vamos a producir, para que dejen de estar engañando, más energía limpia y barata. Y no necesitamos endeudar al país porque ya tenemos esa infraestructura que no se usaba”.

 

3.     “…se incluye lo del litio en la reforma constitucional. Si no hay dos terceras partes el domingo, porque dominan los cabilderos, los coyotes, los intereses extranjeros, si hay traición de los legisladores, ya tenemos, acabo de firmar hoy en la mañana la iniciativa de reforma a la Ley Minera, que no requiere dos terceras partes, es mayoría simple, para que el litio quede como propiedad de la nación. Entonces, vamos a esperar el domingo y de inmediato entra la iniciativa del litio”.

 

La retórica morenista obscurece siempre el panorama de nuestro país. En un futuro no muy lejano, México deberá electrificar los sistemas de transporte, los puertos, las escuelas y las nuevas industrias manufactureras. Si la 4T no destruye todo en los siguientes dos años, podríamos entrar a una nueva era de conectividad, automatización, eficiencia y digitalización.

 

La electrificación ayuda a desarrollar una economía más sostenible para todos. El gobierno de la 4T todavía no entiende que nuestro país debe fortalecer sus cadenas de suministro críticas en medio de un complejo panorama geopolítico global. En lugar del revanchismo que los impulsa a enmendar leyes, como la minera, deberían prestar atención a lo que ocurre con las materias primas esenciales para la electrificación.

 

Todo ha cambiado. Los fabricantes de automóviles anuncian metas ambiciosas para la transición a vehículos eléctricos. Eso requerirá, más temprano que tarde, nuevos planes para la carga de vehículos eléctricos y la electrificación de los sistemas de transporte. ¿Habrán pensado los estrategas de la 4T en las cadenas de suministro de los elementos y minerales necesarios para esto? Lo dudo.

 

Hay un elemento de tierras raras (REE) requerido para las tecnologías de electrificación, incluidos los motores de vehículos eléctricos, los motores de turbinas eólicas, el almacenamiento de baterías, las luces LED y los dispositivos de imágenes médicas: el neodimio. Se produce en China. ¿Lo tenemos en México? AMLO está obsesionado sólo con el litio.

 

China extrae aproximadamente el 65 por ciento de los REE que son esenciales para la electrificación (litio, níquel y manganeso) y procesa alrededor del 85 por ciento de ellos. Los elementos de tierras raras (REE) son un conjunto de 17 elementos metálicos. Estos incluyen los quince lantánidos de la tabla periódica más el escandio y el itrio. Los elementos de tierras raras son una parte esencial de muchos dispositivos de alta tecnología. 

 

Los elementos de tierras raras (REE) son componentes necesarios en más de 200 productos en una amplia gama de aplicaciones, especialmente productos de consumo de alta tecnología, como teléfonos celulares, discos duros de computadoras, vehículos eléctricos e híbridos, y monitores de pantalla plana y televisores. Las aplicaciones de defensa significativas incluyen pantallas electrónicas, sistemas de guía, láseres y sistemas de radar y sonar. Aunque la cantidad de REE utilizada en un producto puede no ser una parte significativa de ese producto por peso, valor o volumen, los REE pueden ser necesarios para que el dispositivo funcione. Por ejemplo, los imanes hechos de REE a menudo representan sólo una pequeña fracción del peso total, pero sin ellos, los motores de husillo y las bobinas de voz de las computadoras de escritorio y portátiles no existirían.

 

En 1993, el 38 por ciento de la producción mundial de REE estaba en China, el 33 por ciento en Estados Unidos, el 12 por ciento en Australia y el cinco por ciento en Malasia e India. Brasil, Canadá, Sudáfrica, Sri Lanka y Tailandia, proveían el resto. Sin embargo, en 2008, China representó el 90 por ciento de la producción mundial de REE, y, para 2011, China representó el 97 por ciento de la producción mundial. A partir de 1990, el Gobierno de China comenzó a limitar la cantidad de REE que permite producir y exportar. El gobierno chino también comenzó a limitar el número de empresas chinas y extranjeras que podían exportar REE desde China.

 

Con toda esta información en mente, ¿usted cree que las iniciativas de reforma eléctrica y minera de Morena aseguran el futuro energético de nuestra nación y nos permitirán hacer la transición a una economía más electrificada y sostenible? ¿Usted cree que los legisladores de Morena se habrán tomado el tiempo para pensar en la manera de tomar el control de las cadenas de suministro de REE y minerales críticos? Yo tampoco lo creo.

 

A lo mejor tendrían que ver qué ocurre con la extracción de residuos de carbón heredados. A lo mejor tendrían que incrementar las concesiones mineras, en lugar de reducirlas. A lo mejor deberían modernizar los procesos de análisis sobre estos temas dentro del gobierno de la 4T. A lo mejor no es un tema de extracción sino de procesamiento. 

 

Estados Unidos está enfocado en incentivar la eficiencia de la cadena de suministro y la mitigación del carbono a través del abastecimiento de materiales más cerca de ellos, bajo sistemas regulatorios sólidos, pero con un enfoque flexible y matizado que se amplía con el tiempo. 

 

Los minerales críticos son esenciales para la economía y su suministro puede verse interrumpido. Pero no todo es dogma, como sí lo es en el discurso de la 4T. La 'criticidad' de un mineral cambia con el tiempo a medida que cambian el suministro y las necesidades de la sociedad. La sal de mesa, por ejemplo, alguna vez fue un mineral fundamental. Hoy en día, muchos minerales críticos son metales fundamentales para los sectores de alta tecnología. Incluyen los elementos de tierras raras y otros metales como el litio, el indio, el telurio, el galio y los elementos del grupo del platino. 

 

¿Por qué son importantes los minerales críticos? Por definición, los minerales críticos son esenciales para la sociedad. La demanda de minerales críticos, como elementos de tierras raras, ha aumentado en los últimos años con la difusión de dispositivos de alta tecnología para uso personal y comercial, como turbinas eólicas, paneles solares y dispositivos electrónicos como teléfonos inteligentes y tabletas.

 

Espero que las reformas a la Ley Minera no echen todo a perder para el futuro de México.

Sería mejor que la 4T eche mano de la geociencia. Los geocientíficos estudian la formación de minerales críticos; saben cómo explorarlos y localizarlos; ayudan a determinar cómo explotarlos de manera económica, segura y con un impacto ambiental mínimo; ayudan a proteger el agua y los recursos ecológicos alrededor de las minas; y ayudan a recuperar tierras perturbadas después de la minería.

 

Ojalá que el lunes no nos amanezcamos con una iniciativa de reformas a la Ley Minera sin pies ni cabeza. 

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/ojala-que-la-4t-no-destroce-ahora-la-ley-minera/