Javier Treviño Cantú
El Norte
21 de junio de 2006
El "glamour" que se asociaba con la prensa extranjera, y el peso que llegaron a tener los medios internacionales en el entorno político mexicano, ya no son los de antes. En alguna época, cuando los periódicos y los medios electrónicos de nuestro país no gozaban de la plena libertad que hoy ejercen, los principales diarios de Estados Unidos, Europa y otras partes del mundo llegaron a ocupar un lugar privilegiado en el panorama informativo de México.
Incluso, cuando desde el poder se quería dar a conocer un asunto de la mayor relevancia, primero se le daba la "exclusiva" a un medio internacional para que la noticia llegara "de rebote" a México. Pero, como tantas otras cosas que han cambiado durante las últimas dos décadas, los medios de comunicación "extranjeros" hoy son uno más de los actores que compiten por la atención de un público que tiene incontables opciones informativas.
Con todo, no hay duda de que los medios extranjeros siguen teniendo una gran influencia. Representan una "ventana" a través de la cual los ciudadanos de otros países se asoman a nuestra realidad. Es la "realidad" del México que los corresponsales, enviados especiales y reporteros entienden y "traducen" para sus lectores, radioescuchas o televidentes. Además, esas organizaciones de noticias son un vehículo eficaz para hacer llegar los mensajes a públicos "objetivo" muy selectos.
En especial, algunos medios internacionales cumplen una doble función "estratégica". Por una parte, sirven para que actores gubernamentales y privados de sus respectivos países manden "señales" sobre las percepciones y preocupaciones que pudieran tener sobre un tema o algún actor político en particular. Por otra parte, también pueden servir para que nuestros actores nacionales manden mensajes a los círculos del poder gubernamental, empresarial o financiero de otros lugares.
Naturalmente, el peso de los medios internacionales aumenta en situaciones excepcionales, como el caso de un desastre natural, o en coyunturas políticas de alto impacto, como podría ser una elección presidencial en donde se juega no sólo el futuro del país, sino también asuntos fundamentales como la relación con los Estados Unidos.
En el caso del proceso electoral que vivimos en México y que finalizará (esperemos) el próximo 2 de julio, los medios internacionales le han dado una cobertura relativamente amplia por varias razones, empezando porque es la primera elección desde que la alternancia democrática hizo su aparición con el triunfo del PAN en el 2000. La certidumbre de que el partido en el poder ya no puede garantizar el triunfo de su candidato, y la incertidumbre provocada por encuestas que apuntan hacia un resultado muy cerrado, generan las condiciones para construir una narrativa "dramática" sobre la contienda.
De hecho, en la mayoría de las notas publicadas por los principales diarios internacionales desde el segundo y último debate presidencial, lo que se destaca es que nadie puede predecir cuál será el desenlace de la elección presidencial.
La segunda razón que ha despertado el interés de los medios extranjeros, es que el contraste en las personalidades y propuestas de los candidatos del PAN y del PRD es ideal para acentuar el dramatismo con el que se busca revestir al proceso electoral. Los calificativos para describir a AMLO, por ejemplo, van desde el simple "izquierdista", pasando por el ya clásico "populista", hasta algunos más llamativos, como el de "líder de piel oscura en un país donde la gente de tez clara tiende a dominar la clase política", según la apreciación de los periodistas Héctor Tobar y Paul Richter del diario Los Angeles Times. Por su parte, a Felipe Calderón básicamente se le ha etiquetado como un "conservador de centro-derecha", que le daría "continuidad" a las políticas del actual gobierno federal.
Otro aspecto que ha generado atención entre la prensa de otros países, y sobre todo de Estados Unidos, es el impacto que tendrá el resultado electoral en la relación bilateral. Como señalan los mismos reporteros del L.A. Times, el voto de aproximadamente 40 millones de mexicanos "podría afectar a 296 millones de personas que viven al norte de la frontera": si gana AMLO, culminaría la tendencia en América Latina a "rechazar el Consenso de Washington", mientras que una victoria de Calderón "podría convertir a México en un aliado más fuerte que nunca de Estados Unidos".
Pero quizás lo más llamativo de la cobertura internacional sobre la elección en México, son las voces de calma que llegan de fuera. Como señaló el influyente periódico The New York Times, en un editorial publicado apenas el lunes pasado, "en México está ocurriendo algo poco común: una elección presidencial normal".
Igualmente, en un extenso artículo publicado en la revista dominical de ese mismo diario a principios de junio, David Rieff señaló que la "disposición relativamente relajada de Wall Street respecto a una posible victoria de López Obrador, refleja la visión predominante dentro de la administración Bush". El mensaje es claro: para el centro del poder financiero y para el del poder político en Washington, un triunfo de AMLO, en principio, no es motivo de mayor preocupación. Esperemos que no se equivoquen.
Wednesday, June 21, 2006
Wednesday, June 07, 2006
Un ancla en el centro
Javier Treviño Cantú
El Norte
7 de junio de 2006
Cuando Brozo entrevistó a Andrés Manuel López Obrador el pasado 12 de mayo, cerró la conversación con una pregunta: "¿Qué pasaría si el 3 de julio no te favorecen los resultados de la elección? ¿Aceptarías lo que diga el IFE?". AMLO respondió que "sí, porque en la democracia se gana o se pierde y hay que respetar la decisión del pueblo".
La pregunta refleja las dudas sobre lo que puede ocurrir si el resultado de las próximas elecciones es cuestionado por uno o más de los contendientes. A pesar de la respuesta del candidato del PRD, aún existe la percepción de que el 3 de julio podemos amanecer sin saber a ciencia cierta quién es el nuevo Presidente electo de México.
Ya sea porque el IFE no pueda declarar un ganador, o porque algún partido haya decidido impugnar el resultado de antemano, el 3 de julio podríamos estar ante escenarios muy complicados. Aunque nadie puede predecir el futuro, otros hechos ocurridos en esa misma fecha pueden estimular la imaginación.
El 3 de julio, la Iglesia católica celebra la fiesta de Santo Tomás Apóstol, el discípulo de Jesucristo que no quiso creer en su resurrección hasta que pudo verlo y tocar sus heridas. El 3 de julio de 1883 nació Franz Kafka, el autor de "La Metamorfosis". En su obra, los elementos fantásticos o absurdos muestran la inconsistencia, lo ilógico y hasta lo inaceptable de la realidad.
El 3 de julio de 1976, el rey Juan Carlos Primero nombró a Adolfo Suárez como Presidente del Gobierno español. A pesar de no ser una figura ampliamente reconocida, Suárez logró conjuntar a políticos de distintas corrientes ideológicas para iniciar la nueva era democrática en España. El 3 de julio también celebra su cumpleaños Tom Cruise, el actor de las películas de "Misión Imposible" que caracteriza al agente secreto "Ethan Hunt" para enfrentarse a toda clase de villanos.
Estas efemérides nos permiten pensar en cuatro posibles escenarios para el 3 de julio.
1. Escenario Santo Tomás: gana Roberto Madrazo. Ver para creer. A pesar de las dificultades, las deserciones y de lo que decía la mayoría de las encuestas, el voto duro, la maquinaria electoral priista y el abstencionismo se combinan para llevar a Madrazo a la Presidencia. Por las mismas razones, se multiplica la exigencia de pruebas que confirmen el resultado.
2. Escenario kafkiano: AMLO gana por un margen suficiente para disipar cualquier cuestionamiento. En "La Metamorfosis", Gregorio Samsa despierta un día convertido en insecto. Samsa no entendía qué significaba ser insecto, ni sabía qué hacer con su nuevo cuerpo. Así podríamos levantarnos la mañana del 3 de julio: con un Presidente electo que quizás no entendiera el significado de la institución presidencial en un México de equilibrios de poder, y en un país crecientemente vinculado a la economía global e integrado al espacio de seguridad norteamericano.
3. Escenario de transición a la española: gana Felipe Calderón y supera los reclamos de que su triunfo se debió a una "elección de Estado". Gracias a este impulso logra establecer un acuerdo con las demás fuerzas políticas para formar un gobierno de coalición. De nuevo crecen las expectativas de que México podrá completar la transición hacia una democracia eficaz y una economía capaz de crecer sostenidamente.
4. Escenario Misión Imposible: la votación es tan cerrada que no se puede declarar a un ganador. El IFE anuncia que hará un recuento. La decisión se va al Tribunal Electoral. Todos los partidos impugnan el resultado. Se genera una gran incertidumbre y el nuevo Congreso debe ponerse de acuerdo para nombrar a un Presidente provisional y convocar a una elección extraordinaria.
Estos cuatro escenarios pueden estar cerca o lejos de la realidad. Pero sirven para ilustrar la probabilidad de que el 3 de julio México se encuentre en la disyuntiva del conflicto o el avance hacia un desarrollo económico, político y social más equilibrado y justo. La clave para superarla está en poner un ancla en el centro.
Al momento de escribir este artículo no se conoce el resultado ni el impacto del segundo debate presidencial. Sin embargo, las filtraciones a los medios de comunicación sobre posibles ataques personales durante el evento, el anuncio por parte de la esposa de Carlos Ahumada de que presentaría nuevos videos horas antes del debate, y el presunto atentado que sufriera la misma señora Gurza ayer martes, muestran el clima de tensión al que llegamos a un mes de las elecciones.
Gane quien gane, el 3 de julio necesitamos empezar a anclar el futuro de México en el centro. La base de un desarrollo sostenible sólo puede fincarse en el estado de derecho. No podemos seguir permitiendo que la competencia política lleve al país a extremos que tiren por la borda todo lo que hemos logrado. Ni los fundamentalismos de derecha ni los desplantes de izquierda generan progreso y estabilidad.
Ganar una elección ubicándose en el centro es muy difícil. La naturaleza de la competencia electoral exige marcar diferencias con los rivales, en un sentido del espectro político o en otro. Sin embargo, para asegurar la gobernabilidad de un país tan complejo como el nuestro, sin duda hay que anclar su dirección en el centro y conducirlo por el rumbo de la estabilidad y la certidumbre.
El Norte
7 de junio de 2006
Cuando Brozo entrevistó a Andrés Manuel López Obrador el pasado 12 de mayo, cerró la conversación con una pregunta: "¿Qué pasaría si el 3 de julio no te favorecen los resultados de la elección? ¿Aceptarías lo que diga el IFE?". AMLO respondió que "sí, porque en la democracia se gana o se pierde y hay que respetar la decisión del pueblo".
La pregunta refleja las dudas sobre lo que puede ocurrir si el resultado de las próximas elecciones es cuestionado por uno o más de los contendientes. A pesar de la respuesta del candidato del PRD, aún existe la percepción de que el 3 de julio podemos amanecer sin saber a ciencia cierta quién es el nuevo Presidente electo de México.
Ya sea porque el IFE no pueda declarar un ganador, o porque algún partido haya decidido impugnar el resultado de antemano, el 3 de julio podríamos estar ante escenarios muy complicados. Aunque nadie puede predecir el futuro, otros hechos ocurridos en esa misma fecha pueden estimular la imaginación.
El 3 de julio, la Iglesia católica celebra la fiesta de Santo Tomás Apóstol, el discípulo de Jesucristo que no quiso creer en su resurrección hasta que pudo verlo y tocar sus heridas. El 3 de julio de 1883 nació Franz Kafka, el autor de "La Metamorfosis". En su obra, los elementos fantásticos o absurdos muestran la inconsistencia, lo ilógico y hasta lo inaceptable de la realidad.
El 3 de julio de 1976, el rey Juan Carlos Primero nombró a Adolfo Suárez como Presidente del Gobierno español. A pesar de no ser una figura ampliamente reconocida, Suárez logró conjuntar a políticos de distintas corrientes ideológicas para iniciar la nueva era democrática en España. El 3 de julio también celebra su cumpleaños Tom Cruise, el actor de las películas de "Misión Imposible" que caracteriza al agente secreto "Ethan Hunt" para enfrentarse a toda clase de villanos.
Estas efemérides nos permiten pensar en cuatro posibles escenarios para el 3 de julio.
1. Escenario Santo Tomás: gana Roberto Madrazo. Ver para creer. A pesar de las dificultades, las deserciones y de lo que decía la mayoría de las encuestas, el voto duro, la maquinaria electoral priista y el abstencionismo se combinan para llevar a Madrazo a la Presidencia. Por las mismas razones, se multiplica la exigencia de pruebas que confirmen el resultado.
2. Escenario kafkiano: AMLO gana por un margen suficiente para disipar cualquier cuestionamiento. En "La Metamorfosis", Gregorio Samsa despierta un día convertido en insecto. Samsa no entendía qué significaba ser insecto, ni sabía qué hacer con su nuevo cuerpo. Así podríamos levantarnos la mañana del 3 de julio: con un Presidente electo que quizás no entendiera el significado de la institución presidencial en un México de equilibrios de poder, y en un país crecientemente vinculado a la economía global e integrado al espacio de seguridad norteamericano.
3. Escenario de transición a la española: gana Felipe Calderón y supera los reclamos de que su triunfo se debió a una "elección de Estado". Gracias a este impulso logra establecer un acuerdo con las demás fuerzas políticas para formar un gobierno de coalición. De nuevo crecen las expectativas de que México podrá completar la transición hacia una democracia eficaz y una economía capaz de crecer sostenidamente.
4. Escenario Misión Imposible: la votación es tan cerrada que no se puede declarar a un ganador. El IFE anuncia que hará un recuento. La decisión se va al Tribunal Electoral. Todos los partidos impugnan el resultado. Se genera una gran incertidumbre y el nuevo Congreso debe ponerse de acuerdo para nombrar a un Presidente provisional y convocar a una elección extraordinaria.
Estos cuatro escenarios pueden estar cerca o lejos de la realidad. Pero sirven para ilustrar la probabilidad de que el 3 de julio México se encuentre en la disyuntiva del conflicto o el avance hacia un desarrollo económico, político y social más equilibrado y justo. La clave para superarla está en poner un ancla en el centro.
Al momento de escribir este artículo no se conoce el resultado ni el impacto del segundo debate presidencial. Sin embargo, las filtraciones a los medios de comunicación sobre posibles ataques personales durante el evento, el anuncio por parte de la esposa de Carlos Ahumada de que presentaría nuevos videos horas antes del debate, y el presunto atentado que sufriera la misma señora Gurza ayer martes, muestran el clima de tensión al que llegamos a un mes de las elecciones.
Gane quien gane, el 3 de julio necesitamos empezar a anclar el futuro de México en el centro. La base de un desarrollo sostenible sólo puede fincarse en el estado de derecho. No podemos seguir permitiendo que la competencia política lleve al país a extremos que tiren por la borda todo lo que hemos logrado. Ni los fundamentalismos de derecha ni los desplantes de izquierda generan progreso y estabilidad.
Ganar una elección ubicándose en el centro es muy difícil. La naturaleza de la competencia electoral exige marcar diferencias con los rivales, en un sentido del espectro político o en otro. Sin embargo, para asegurar la gobernabilidad de un país tan complejo como el nuestro, sin duda hay que anclar su dirección en el centro y conducirlo por el rumbo de la estabilidad y la certidumbre.
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