Javier Treviño Cantú
El Norte
26 de marzo de 2008
En México existen pocos indicadores para conocer la forma en la que están evolucionando el periodismo y los noticieros dentro de la industria de los medios de comunicación. Los tirajes reales de los diarios siguen siendo un misterio para la mayoría del público, mientras que los ratings de los programas de radio o televisión solamente son conocidos por los mismos medios, o por empresas con capacidad de pagar sumas considerables para saber a ciencia cierta los niveles de audiencia.
Sin embargo, es evidente que en nuestro país también se presentan muchas de las tendencias que están cambiando de manera radical todo el panorama de la comunicación, tanto por el avance de las tecnologías, como por la forma en la que los ciudadanos están dispuestos a ejercer su capacidad de participar directamente en el proceso para crear o definir lo que es noticia.
Una muestra la tenemos en los noticieros matutinos de las principales televisoras de nuestro país. Uno de sus conductores no sólo mantiene un blog para que él y su equipo sostengan un intercambio directo con los televidentes, sino que incluso ha puesto a trabajar al público, pidiéndole que se transforme en un ejército de reporteros para que investiguen sobre diversos temas y manden imágenes que permitan armar historias periodísticas novedosas.
Hasta en un país tan resistente al cambio como el nuestro, los nuevos “medios sociales” están creciendo. Con base en cifras de la red social bitacoras.com, el blog Rienzie calcula que en México hay más de 22,600 bitácoras personales actualizadas en línea, mientras que el directorio blogsmexico.com incluye casi 11,000.
La falta de avances en materia de conectividad en nuestro país ha hecho que su alcance siga siendo limitado. Según la Asociación Mexicana de Internet, las cuentas de banda ancha crecieron más de 48% entre 2006 y 2007, llegando a cerca de cuatro millones. Por su parte, la OCDE considera que a mediados del año pasado México tenía menos de 5 suscriptores a servicios de Internet de banda ancha por cada 100 habitantes. Esto nos coloca en el último sitio entre los miembros de la organización; incluso por debajo de países como Turquía y Grecia, a quienes superábamos por amplios márgenes apenas hace dos años.
Por éstas y otras razones, la influencia ejercida por los blogs en el debate político-ciudadano de nuestro país había sido marginal… hasta ahora. En febrero se dieron un par de ejemplos que ilustran la forma en que esto empieza a cambiar.
El primero tuvo que ver con el sendero del peje, un blog que aparentemente se ha vuelto aún más radical que el movimiento original en el que se inspiró. En el marco de la tormentosa lucha interna por el relevo en la dirigencia del PRD, dos diputados de dicho partido, Francisco Sánchez y Antonio Ortega, demandaron ante la PGR al sitio y a su autor, Víctor Hernández, por los delitos de difamación y amenazas. Con ello, el cyberespacio se consolidó como uno de los campos en donde nuestra ilustre clase política y los ciudadanos pueden librar batallas.
El segundo ejemplo de la creciente influencia que están alcanzando los blogs es el famoso video promocional de Pemex, sobre el “tesoro” que yace en el fondo del Golfo de México. Su lanzamiento iba a marcar el inicio de una amplia campaña mediática, para “concientizar” a la opinión pública sobre la necesidad de llevar a cabo una reforma energética tan profunda como las aguas bajo las que se encuentra el tesoro petrolero de la nación.
Pero a los encargados de la comunicación gubernamental se les adelantó el blog gendetta.com. Desde el 19 de febrero el sitio dio a conocer el promocional, y la noticia empezó a circular rápidamente en la red. Aún así, la historia del video se convirtió en noticia hasta el 27 de febrero, cuando un columnista del periódico La Jornada difundió que el video estaba disponible en YouTube.
Esto vino a demostrar que, en México, la información y las opiniones que se intercambian a través de los blogs, sólo se vuelven “relevantes” hasta que son retomados y —en ese sentido— validados por alguno de los medios “tradicionales”, que ya cuentan con el reconocimiento de sus respectivos segmentos de audiencia.
Por otra parte, algunos de los blogs más interesantes y constructivos, logran ganar una mayor proyección cuando estos mismos medios “tradicionales” abren espacios para que sus colaboradores interactúen con el público, como sería el afortunado arribo de los blogs de Jesús Silva-Herzog y varios articulistas más al sitio del Grupo Reforma.
Como señala el nuevo reporte sobre la situación del periodismo en Estados Unidos, estamos ante una transformación histórica. Se están definiendo sobre la marcha nuevos modelos de negocio para toda la industria de los medios; nuevas maneras de entender las diversas profesiones relacionadas con la comunicación; y nuevas formas de participación ciudadana, en un campo esencial para el desarrollo pleno de cualquier sociedad. Lo mejor de todo, es que, en México, apenas estamos en el umbral de cambios inimaginables.
Wednesday, March 26, 2008
Wednesday, March 12, 2008
México y Corea: Socios estratégicos
Javier Treviño Cantú
El Norte
12 de marzo de 2008
Existen muchas razones que explican la percepción de que la política exterior durante el sexenio anterior arrojó un balance negativo. El enfriamiento de la relación con Estados Unidos y la consecuente incapacidad para lograr el ansiado acuerdo migratorio bilateral, la pérdida de espacios de interlocución en América Latina por las fricciones con varios países de la zona, o la falta de avances para impulsar lazos más productivos con la Unión Europea, son algunos de los elementos que se citan con mayor frecuencia para construir una narrativa en donde se han impuesto episodios y anécdotas desafortunadas.
Sin embargo, es un hecho que también existen algunos ejemplos de logros valiosos que contribuyeron a darle una mayor proyección a la presencia de México en regiones estratégicas, como Asia, así como para integrar a un mayor número de actores, tanto públicos como no gubernamentales, en el diseño de iniciativas de política exterior muy prometedoras. Sin duda, uno de los casos más notables fue el nuevo enfoque que se le dio a la relación con Corea del Sur.
Desde el inicio de la década de los 90, nuestro país buscó fortalecer su presencia en una de las áreas más dinámicas del planeta. A la apertura de embajadas en países como Tailandia, Singapur, Malasia y Nueva Zelanda, se sumó nuestro ingreso en 1993 a APEC, el foro de cooperación económica del Pacífico Asiático. Después de las difíciles negociaciones con China para lograr su entrada a la Organización Mundial de Comercio durante el sexenio del Presidente Zedillo, la llegada de la alternancia con el triunfo del PAN en las elecciones presidenciales del 2000 generó condiciones para dar paso a un nuevo capítulo en las relaciones con países asiáticos que ofrecían un gran potencial de crecimiento.
Entre éstos, Corea destacaba por su desarrollo económico en sectores claves, como el de las tecnologías de la información. También, por el indudable éxito de sus políticas educativas, como lo muestra un estudio comparativo entre los sistemas de ese país y México publicado en 2006 por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (www.inee.edu.mx/images/stories/
documentos_pdf/Publicaciones/MexicoyCorea/mexicoycoreac.pdf).
El Gobierno del Presidente Fox buscó elevar las relaciones bilaterales con Corea, al mismo nivel de importancia que hasta entonces sólo habían tenido los intercambios con Japón y China. La forma en la que se buscó replantear los vínculos políticos, económicos y culturales entre los dos países resultó novedosa: durante la visita de Estado que realizó el mandatario mexicano a ese país en 2001, se anunció el establecimiento de la Comisión México-Corea Siglo XXI.
Cuando el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Jorge G. Castañeda, me invitó a formar parte de esa Comisión, no sabía exactamente qué esperar. Se trataba de integrar un grupo multidisciplinario de mexicanos y coreanos, compuesto por destacados empresarios, académicos, legisladores y diplomáticos. El encargo que recibimos de ambos presidentes fue estudiar todos los aspectos de la relación, para proponer acciones concretas y definir estrategias a largo plazo que contribuyeran a fortalecerla.
El esfuerzo valió la pena. Nos reunimos en varias ocasiones, tanto en Seúl como en la Ciudad de México. Las diferentes perspectivas de los integrantes enriquecieron las discusiones y nos permitieron combinar elementos para darle una visión integral a nuestro trabajo. Identificamos oportunidades para que nuestras dos economías se complementen y aprovechen las ventajas que ofrece su respectiva ubicación al lado de los mayores mercados mundiales -Estados Unidos y China-, a la vez que evaluamos medidas para darle un enfoque más preciso a las tareas de cooperación bilateral.
Finalmente, en el 2005 presentamos nuestro informe (www.consejomexicano.org/download.php?id=115341,719,7), incluyendo la recomendación que permitió establecer un Acuerdo de Asociación Estratégica para la Prosperidad Mutua, durante la visita a México del entonces Presidente coreano Roh Moo-hyun.
Este mecanismo ha producido avances importantes. En particular, ha generado espacios para abordar temas delicados, como el marcado déficit comercial que sigue arrastrando nuestro país. Según cifras de la Secretaría de Economía, nuestras exportaciones apenas sumaron poco más de 460 millones de dólares en 2006, mientras que las importaciones de productos coreanos superaron ese mismo año los 10 mil 600 millones. Es un asunto importante, y seguramente está muy presente en las negociaciones que se llevan a cabo actualmente para alcanzar un acuerdo de libre comercio.
México y Corea del Sur siguen trabajando para convertirse en socios verdaderamente estratégicos. La tarea del Embajador Jong-Chan Won y la elección en diciembre pasado del nuevo Presidente Lee Myung-bak abren una nueva etapa en las relaciones entre nuestros dos países que, seguramente, permitirá imprimirles un dinamismo aún mayor. En mi caso personal, haber participado en la Comisión Siglo XXI representó una oportunidad extraordinaria para conocer ese gran país, y estar en condiciones de aportar un pequeño grano de arena al acercamiento de nuestros dos pueblos sirviendo ahora como Cónsul Honorario de la República de Corea en Monterrey.
El Norte
12 de marzo de 2008
Existen muchas razones que explican la percepción de que la política exterior durante el sexenio anterior arrojó un balance negativo. El enfriamiento de la relación con Estados Unidos y la consecuente incapacidad para lograr el ansiado acuerdo migratorio bilateral, la pérdida de espacios de interlocución en América Latina por las fricciones con varios países de la zona, o la falta de avances para impulsar lazos más productivos con la Unión Europea, son algunos de los elementos que se citan con mayor frecuencia para construir una narrativa en donde se han impuesto episodios y anécdotas desafortunadas.
Sin embargo, es un hecho que también existen algunos ejemplos de logros valiosos que contribuyeron a darle una mayor proyección a la presencia de México en regiones estratégicas, como Asia, así como para integrar a un mayor número de actores, tanto públicos como no gubernamentales, en el diseño de iniciativas de política exterior muy prometedoras. Sin duda, uno de los casos más notables fue el nuevo enfoque que se le dio a la relación con Corea del Sur.
Desde el inicio de la década de los 90, nuestro país buscó fortalecer su presencia en una de las áreas más dinámicas del planeta. A la apertura de embajadas en países como Tailandia, Singapur, Malasia y Nueva Zelanda, se sumó nuestro ingreso en 1993 a APEC, el foro de cooperación económica del Pacífico Asiático. Después de las difíciles negociaciones con China para lograr su entrada a la Organización Mundial de Comercio durante el sexenio del Presidente Zedillo, la llegada de la alternancia con el triunfo del PAN en las elecciones presidenciales del 2000 generó condiciones para dar paso a un nuevo capítulo en las relaciones con países asiáticos que ofrecían un gran potencial de crecimiento.
Entre éstos, Corea destacaba por su desarrollo económico en sectores claves, como el de las tecnologías de la información. También, por el indudable éxito de sus políticas educativas, como lo muestra un estudio comparativo entre los sistemas de ese país y México publicado en 2006 por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (www.inee.edu.mx/images/stories/
documentos_pdf/Publicaciones/MexicoyCorea/mexicoycoreac.pdf).
El Gobierno del Presidente Fox buscó elevar las relaciones bilaterales con Corea, al mismo nivel de importancia que hasta entonces sólo habían tenido los intercambios con Japón y China. La forma en la que se buscó replantear los vínculos políticos, económicos y culturales entre los dos países resultó novedosa: durante la visita de Estado que realizó el mandatario mexicano a ese país en 2001, se anunció el establecimiento de la Comisión México-Corea Siglo XXI.
Cuando el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Jorge G. Castañeda, me invitó a formar parte de esa Comisión, no sabía exactamente qué esperar. Se trataba de integrar un grupo multidisciplinario de mexicanos y coreanos, compuesto por destacados empresarios, académicos, legisladores y diplomáticos. El encargo que recibimos de ambos presidentes fue estudiar todos los aspectos de la relación, para proponer acciones concretas y definir estrategias a largo plazo que contribuyeran a fortalecerla.
El esfuerzo valió la pena. Nos reunimos en varias ocasiones, tanto en Seúl como en la Ciudad de México. Las diferentes perspectivas de los integrantes enriquecieron las discusiones y nos permitieron combinar elementos para darle una visión integral a nuestro trabajo. Identificamos oportunidades para que nuestras dos economías se complementen y aprovechen las ventajas que ofrece su respectiva ubicación al lado de los mayores mercados mundiales -Estados Unidos y China-, a la vez que evaluamos medidas para darle un enfoque más preciso a las tareas de cooperación bilateral.
Finalmente, en el 2005 presentamos nuestro informe (www.consejomexicano.org/download.php?id=115341,719,7), incluyendo la recomendación que permitió establecer un Acuerdo de Asociación Estratégica para la Prosperidad Mutua, durante la visita a México del entonces Presidente coreano Roh Moo-hyun.
Este mecanismo ha producido avances importantes. En particular, ha generado espacios para abordar temas delicados, como el marcado déficit comercial que sigue arrastrando nuestro país. Según cifras de la Secretaría de Economía, nuestras exportaciones apenas sumaron poco más de 460 millones de dólares en 2006, mientras que las importaciones de productos coreanos superaron ese mismo año los 10 mil 600 millones. Es un asunto importante, y seguramente está muy presente en las negociaciones que se llevan a cabo actualmente para alcanzar un acuerdo de libre comercio.
México y Corea del Sur siguen trabajando para convertirse en socios verdaderamente estratégicos. La tarea del Embajador Jong-Chan Won y la elección en diciembre pasado del nuevo Presidente Lee Myung-bak abren una nueva etapa en las relaciones entre nuestros dos países que, seguramente, permitirá imprimirles un dinamismo aún mayor. En mi caso personal, haber participado en la Comisión Siglo XXI representó una oportunidad extraordinaria para conocer ese gran país, y estar en condiciones de aportar un pequeño grano de arena al acercamiento de nuestros dos pueblos sirviendo ahora como Cónsul Honorario de la República de Corea en Monterrey.
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