Friday, October 18, 2013
Friday, September 13, 2013
Política Exterior de México: Responsabilidad Global
Palabras de Javier Treviño Cantú, Diputado Federal por Nuevo León, durante la glosa del Primer Informe de Gobierno.
México, D.F. 12, de septiembre de 2013
A nombre del Grupo Parlamentario del PRI, es un
honor para mí tener la oportunidad de referirme a un tema de particular
importancia para el desarrollo de México, como sin duda lo es la política
exterior.
Contexto
sobre los objetivos de la política exterior
Durante el periodo que cubre este Primer
Informe de Gobierno, hemos sido testigos de evidentes logros para recuperar el
prestigio de nuestro país en el mundo. Como bien lo señaló el Presidente Peña
Nieto en su mensaje, y cito: “en política exterior, la alternativa era dejar
que se siguiera proyectando una imagen distorsionada de México, o ir al mundo
para reposicionarlo como la gran Nación que somos”.
Porque no debemos olvidar que
el gobierno del Presidente Peña Nieto asumió la responsabilidad de representar
a nuestro país ante el mundo tras doce desafortunados años de despropósitos y descalabros diplomáticos.
En los dos sexenios anteriores, hubo
pronunciamientos descabellados para servir como intermediarios en conflictos distantes;
se provocaron tensiones innecesarias con naciones amigas; y fue desastroso el impacto
en nuestra imagen internacional de la violencia que causó el indispensable —pero muy mal diseñado— combate contra las organizaciones criminales. Así,
durante la
última década, México vio gravemente menguado su peso geopolítico en el mundo.
Por ello, en el Grupo Parlamentario del PRI celebramos
el replanteamiento y fortalecimiento de nuestra política exterior. Primero, al
incorporar esta materia como una de las cinco grandes metas nacionales que
orientan el quehacer del Gobierno Federal; y, segundo, mediante su atinada
conducción desde la Secretaría de Relaciones Exteriores, a cargo del Canciller
José Antonio Meade.
La compleja dinámica de los asuntos mundiales,
así como nuestro propio desarrollo interno, exigen que México se consolide como
un actor con mayor responsabilidad global. En el Grupo Parlamentario del PRI, coincidimos
en que los objetivos de política exterior, planteados por el Presidente Peña
Nieto, nos guiarán en esa dirección. A saber: 1. Ampliar
y fortalecer la presencia de México en el exterior. 2. Promover
el valor de México en el mundo. 3. Reafirmar
el compromiso del país con el libre comercio, la movilidad de capitales y la integración productiva. 4. Velar por los intereses de México y de los mexicanos en el extranjero.
Fortalecimiento
de la presencia de México en el mundo
En relación con el fortalecimiento de la
presencia de México en el mundo, desde el Poder Legislativo hemos sido testigos
de la intensa agenda de trabajo internacional del Ejecutivo Federal.
Norteamérica
En cuanto a América del Norte, a nadie escapa
la importancia de nuestra relación bilateral con los Estados Unidos; sin duda,
la de mayor relevancia por razones comerciales, de inversión, turísticas,
políticas, de seguridad e, incluso, globales.
En el Grupo Parlamentario del PRI,
coincidimos en que era necesario replantear la agenda bilateral con un nuevo enfoque
multi-temático, de forma que la atención prioritaria de ambos gobiernos no sólo
se redujera a las distintas cuestiones vinculadas con la seguridad.
Reconocemos, por tanto, la capacidad del
Gobierno de la República para lograr que —durante la visita de
trabajo que realizó el Presidente Obama a nuestro país en mayo pasado— el acento se
pusiera en la agenda económica, para asegurar que Norteamérica se fortalezca
como una región cada vez más competitiva.
Por otro lado, es innegable que lo
relacionado con seguridad engloba un aspecto crítico de nuestra relación bilateral
con los Estados Unidos. En ese sentido, vemos con satisfacción que, sin dominar
exclusivamente la agenda, el tema está recibiendo la debida atención.
Al mismo tiempo, nuestro Partido ha sido muy enfático
en condenar cualquier presunto espionaje entre gobiernos, por ser una práctica ajena
a los principios de respeto y confianza mutua que deben regir las relaciones
entre países amigos, socios comerciales y aliados.
América Latina y el Caribe
Por su parte, con Centroamérica, América del
Sur y el Caribe nos unen estrechos vínculos. Es así que aplaudimos los trabajos
para fomentar la integración, prosperidad y seguridad regionales.
La entrada en vigor del Tratado de Libre
Comercio entre México y Centroamérica refleja con toda claridad el firme compromiso
de nuestro país con la región.
Desde el Poder Legislativo, seguimos con particular
atención las negociaciones y acuerdos de México en el marco de la Alianza del
Pacífico, la cual robustecerá de manera integral nuestras relaciones con Colombia,
Perú y Chile, al mismo tiempo que construimos un referente innovador para
promover una eficaz integración regional.
Europa
Respecto a Europa, los trabajos del Ejecutivo
se han enfocado en fortalecer nuestras relaciones bilaterales, así como en
afianzar nuestra asociación comercial y nuestra calidad de socios estratégicos de
la Unión Europea.
En el contexto de las negociaciones
comerciales con la misma Unión Europea, que actualmente llevan a cabo tanto los
Estados Unidos como Canadá, reconocemos el convenio alcanzado por las
autoridades mexicanas con los presidentes del Consejo y la Comisión de dicha Unión
Europea, para establecer un grupo de trabajo que analice y actualice nuestro
propio Acuerdo de Asociación Económica, con el fin de ampliar su alcance y
estimular mayores inversiones.
Asia Pacífico
En cuanto a Asia-Pacífico, hemos visto con franco
beneplácito el relanzamiento de nuestra presencia a nivel regional, en uno de
los polos mundiales de desarrollo más dinámicos.
En particular, reconocemos la acertada decisión
del Presidente Peña Nieto para formalizar nuestra participación en las
negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico, que hoy representa uno
de los esfuerzos de libre comercio potencialmente más trascendentes.
Además, el relanzamiento de la relación con
China merece una mención especial. La visita a México del Presidente Xi Jinping
refleja la renovada confianza entre ambos gobiernos, misma que se ha traducido
en el acuerdo para crear una Asociación Estratégica Integral, y un Grupo de
Alto Nivel Empresarial que promueva intercambios comerciales más equilibrados y
mayores flujos de inversión.
Nos congratulamos de que los resultados de tales
esfuerzos diplomáticos ya estén a la vista, porque en un muy breve tiempo se ha
simplificado el acceso de productos mexicanos al mercado chino.
Por supuesto, no podemos dejar de apreciar
que también se le ha dado prioridad al fortalecimiento de las relaciones
bilaterales con Japón, Indonesia, Singapur y muchas otras naciones de la
región.
África y Medio Oriente
En lo referente al Medio Oriente y África, aplaudimos
los esfuerzos de la Cancillería para profundizar los contactos con aquellas naciones
que destacan por su dinamismo y relevancia regional. Nuestro país tiene numerosas
afinidades con temas prioritarios para el desarrollo del continente, por lo que
estamos ante una inmejorable oportunidad para ampliar nuestra presencia.
Multilateralismo
Otro aspecto que merece destacarse, es la reiteración
del compromiso del Estado mexicano con las causas universales. Nuestro país
tiene una reconocida trayectoria en el ámbito de la diplomacia multilateral y
ha quedado claro que México está decidido a asumir una creciente
responsabilidad global.
Además de seguir ocupando el lugar que nos
corresponde en el mecanismo del G-20, celebramos —por
ejemplo—
que en reconocimiento a nuestra capacidad para incidir en la conformación de un
orden internacional más próspero y estable, México haya sido el único país
latinoamericano invitado a la Cumbre de Líderes del G-8, realizada el pasado
mes de junio, en Irlanda del Norte.
Mención aparte también merece el papel que
México desempeñó en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en donde contribuimos
en forma destacada a la adopción del Tratado sobre Comercio de Armas; un paso que
—esperamos—
será determinante para combatir con mayor eficacia a la delincuencia trasnacional
organizada.
Cooperación
internacional para el desarrollo
El Gobierno del Presidente Peña Nieto también
ha reafirmado el compromiso de ampliar la presencia de México en el exterior
por medio de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el
Desarrollo, la cual ha establecido un creciente número de acuerdos y programas
para consolidar a México como cooperante internacional.
Mexicanos
en el exterior
Por otro lado, un tema particularmente sensible,
y frecuente objeto de puntos de acuerdo en esta Cámara de Diputados, se refiere
a la defensa de los derechos e intereses de los mexicanos en el exterior, en
especial de nuestros connacionales en los Estados Unidos.
El Grupo Parlamentario del PRI, en
consonancia con el Gobierno de la República, reprueba de manera categórica el
uso excesivo o desproporcionado de la fuerza por parte de agentes migratorios estadounidenses.
Dicha conducta es inaceptable y, desde el Poder Legislativo, deseamos dejar muy
en claro nuestro rechazo a la misma.
Siria
Antes de concluir, no puedo dejar de
referirme a la preocupante situación que se vive en estos momentos por el caso
de Siria.
Compartimos la indignación de la comunidad
internacional por el presunto uso de armas químicas en ese país, lo que
representaría una flagrante violación al Derecho Internacional.
Condenamos cualquier uso de este tipo de armamento,
sobre todo en contra de la población civil, y hacemos votos para que la posible
actuación del gobierno de los Estados Unidos se apegue estrictamente a los
principios contenidos en la Carta de las Naciones Unidas, acatando en su caso las
resoluciones del Consejo de Seguridad.
Conclusión
Señoras y señores legisladores:
Quiero reiterar el respaldo del Grupo
Parlamentario del PRI a las grandes metas, a los objetivos específicos y a las
estrategias en materia de política exterior que ha trazado el Presidente
Enrique Peña Nieto, así como al atinado desempeño que han tenido la Secretaría
de Relaciones Exteriores y el Canciller Meade.
En esta primera etapa de su Gobierno, se ha
avanzado con solidez en el propósito de que México sea un actor con
responsabilidad global.
Al contar con lineamientos bien definidos y
un firme liderazgo, tenemos la certeza de que el prestigio internacional de
nuestro país se restituirá, y de que contaremos con una mayor capacidad para que
la política exterior sea un instrumento estratégico que apoye nuestro
desarrollo, que nos permita promover nuestros intereses nacionales, defender
los derechos de los mexicanos, y contribuir en forma activa a la construcción
de un mundo más seguro, próspero y equitativo.
Finalmente, quiero aprovechar para resaltar la fructífera participación de los legisladores
mexicanos en las Reuniones Interparlamentarias realizadas este año. La
diplomacia parlamentaria es, indudablemente, un valioso esfuerzo para apoyar la
política exterior de nuestro país y fortalecer la presencia internacional de
México.
Por mi parte es todo, diputado Presidente, y les agradezco su atención.
Wednesday, July 17, 2013
Interés nacional y reforma energética
Javier Treviño Cantú
Milenio
Ante la inminente
presentación de la propuesta de reforma energética, en el marco del Pacto por
México, y de su discusión en el Congreso de la Unión para concretarla en una
iniciativa con posibilidades reales de ser aprobada, reglamentada e
instrumentada a corto plazo, es indispensable partir de una pregunta
fundamental que nos permita evitar falsos dilemas: ¿cuál es el interés nacional
de México en un mundo globalizado, donde nuestro país aspira a ser reconocido
como un actor relevante con capacidad de decisión propia y de asumir mayores responsabilidades
geopolíticas?
Como señala
el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018: “...el objetivo de la
presente Administración será defender y promover el interés nacional, mediante
una política que consolide el papel constructivo de México en el mundo” (p.
182). Por ello, la primera
consideración respecto a la propuesta de una reforma energética de largo
alcance, sería precisar la forma en que deberá contribuir a promover nuestro
interés nacional. Para efectos del tema que nos ocupa, éste podría definirse
como la capacidad de maximizar el aprovechamiento de los recursos energéticos
con que cuenta el país para beneficio de las generaciones presentes y futuras
de mexicanos. Punto.
No debemos
perder de vista tres objetivos estratégicos de una reforma energética. El
primero de ellos, sería asumir que nuestro interés nacional no debe consistir tan
sólo en asegurar la plena propiedad del Estado mexicano sobre los hidrocarburos
y demás recursos energéticos con que contemos —conforme a lo establecido en el
Artículo 27 constitucional—,
sino también en lograr que los aprovechemos al máximo.
De nada sirve
al interés nacional contar con enormes reservas potenciales de petróleo y gas,
si no podemos realizar actividades de exploración para ubicarlas con precisión,
transferir el riesgo a los inversionistas privados, explotarlas en forma eficaz
(es decir, a un costo internacionalmente competitivo y evitando en la mayor medida
posible impactos ambientales nocivos), y canalizar con transparencia los
recursos financieros generados tanto a fortalecer la capacidad de Pemex para
operar como una compañía rentable, como a invertir en el desarrollo sostenido de
la sociedad mexicana.
El segundo
objetivo estratégico de la reforma, sería plantearnos cómo puede contribuir a reforzar
y mantener nuestra seguridad energética. El acceso a fuentes de energía es un
pre-requisito indispensable para toda la actividad productiva y el bienestar de
la sociedad mexicana. Sin un abasto oportuno, no sólo se afecta la
competitividad internacional de nuestro país frente a otras economías —ya sean socios comerciales, como en el
caso de los Estados Unidos, o competidores manufactureros como en el de China—, sino que también se pone en riesgo
nuestra seguridad nacional.
Nuestro reto en
relación con este segundo objetivo estratégico es doble. Por una parte, no sólo
ha caído la producción de petróleo y nos hemos rezagado en la explotación de
gas natural y en formaciones rocosas de lutitas (gas shale), sino que incluso
podríamos llegar a convertirnos en un país deficitario en materia energética
muy pronto. De acuerdo con la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027: “De
2000 a 2011, el consumo de energía en el país creció a un promedio anual de
2.08%, tasa superior a la (del) PIB, cuyo crecimiento anual fue de 1.82%. Por
su parte, la producción de energía primaria disminuyó a una tasa anual de 0.3%.
De continuar estas tendencias, tanto en consumo como en producción de energía,
para el 2020 México se convertiría en un país estructuralmente deficitario en
energía” (p. 3).
De hecho,
nuestra seguridad energética ya está en riesgo, debido a nuestra creciente
dependencia del exterior para abastecernos de productos petrolíferos —en
especial, gasolinas y diesel—, así como de gas para consumo industrial y
doméstico. La creciente capacidad exportadora de los Estados Unidos sin duda
puede representar para nosotros una ventaja competitiva frente a otros países.
Sin embargo, nada garantiza que los bajos precios actuales del gas estadounidense
se trasladen en automático a México, ni que el intercambio energético pueda
estar exento de las constantes fricciones comerciales entre ambos países, lo
que en un caso extremo podría amenazar el suministro de productos críticos para
el sector productivo y el transporte de nuestro país.
Por la otra
parte, todo el panorama energético mundial está en un proceso de profundo reacomodo.
Del lado de la oferta, precisamente por la revolución tecnológica que ha
re-dinamizado la industria energética de los Estados Unidos y otros países con
capacidad de explotar yacimientos petrolíferos no-convencionales, incluyendo
a Canadá. Y, del lado de la demanda, por una reorientación del consumo hacia
China y las demás economías emergentes de Asia, que demandan un mayor
abastecimiento para sostener sus elevadas tasas de crecimiento y su propia
seguridad energética.
De esta
forma, no sólo nos hemos vuelto cada vez más vulnerables a la volatilidad de
los precios energéticos internacionales por nuestras limitaciones en materia de
refinación de combustibles o de extracción de gas, sino que, además, nuestro
mercado “natural” de exportaciones petroleras, centrado en los Estados Unidos,
está en posibilidades de desaparecer a mediano plazo. En Estados Unidos se está
discutiendo acabar con las restricciones legales que impiden la exportación de
gas y, ahora también, de petróleo crudo. Es decir, que muy pronto podríamos
estar pagando precios mucho más elevados por el gas estadounidense, al mismo
tiempo que nuestros vecinos del norte podrían competir con México por las exportaciones
petroleras a los mercados de Asia.
Por último,
el tercer objetivo estratégico de una reforma energética integral, tendría que enfocarse
en la necesidad de contar con una industria y un mercado energético que
contribuyan a elevar nuestra competitividad económica y, sobre todo, a darle bases
más firmes al desarrollo social del país. Es un hecho que México ha ido ganando
terreno en materia de competitividad, como lo muestran, por ejemplo, las
cuantiosas inversiones en el sector automotriz y el acelerado desarrollo de la
industria aeroespacial. Pero también es cierto que aún enfrentamos muchos retos
para escalar posiciones en índices que, como el del Foro Económico Mundial, son
determinantes para la toma de decisiones de los inversionistas. Y, entre los desafíos
más relevantes, por supuesto se encuentra ofrecer un suministro energético confiable
y a precios accesibles a la industria del país.
Lo más
importante de todo, no obstante, es asegurar que la reforma energética permita
generar mayores recursos presupuestales para invertir en el bienestar de la
sociedad mexicana. A pesar de avances innegables, lamentablemente en México
todavía cerca de la mitad de nuestra población vive en condiciones de pobreza.
Como lo indica el reciente reporte del INEGI (junio 12, 2013) sobre las clases
medias en México: “42.4% de los hogares, en donde vive el 39.2% de la población
total del país, son de clase media. Por su parte, 2.5% de los hogares son de
clase alta, viviendo en ellos el 1.7% de la población del país, mientras que,
en el otro lado del espectro social, se tiene al 55.1% de los hogares donde
desarrolla su vida el 59.1% de la población mexicana”.
Si no somos
capaces de aprovechar la oportunidad histórica de lograr una reforma energética
verdaderamente transformadora, que reduzca la carga impositiva de Pemex a la
vez que genere recursos presupuestales mucho mayores mediante la inversión y la
participación empresarial en este sector —resguardando ante todo el control
del Estado mexicano sobre la propiedad de los hidrocarburos y demás recursos
energéticos—, el “bono demográfico” con el que aún contamos, pronto se
convertirá en una auténtica bomba de tiempo que podría poner en riesgo el
destino de nuestra nación.
* El autor es
Diputado Federal por Nuevo León, Secretario de la Comisión de Energía y
Secretario de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados. Se ha
desempeñado como Subsecretario de Relaciones Exteriores y Oficial Mayor de la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Monday, May 06, 2013
Más allá del oasis: el PRI y el mundo
Javier Treviño Cantú
Revista Confluencia XXI
núm 20 ene-mar 2013
http://pri.org.mx/descargas/2013/05/CONFLUENCIA_20_Lanueva_OK.pdf
La gran batalla que el PRI deberá librar ahora es la reconquista de su prestigio como un partido político comprometido con la democracia, como una organización al servicio de los ciudadanos y de los más elevados intereses de nuestro país. ¿Pudo el PRI completar con éxito su travesía del desierto a partir del 2000? ¿O sólo ha llegado a un oasis? Durante doce años de un trabajo político sostenido en cada uno de los estados y en todo el país, el PRI logró construir una nueva historia de éxito que culminó con el triunfo en las elecciones presidenciales del 2012 y con un claro repunte en el Congreso de la Unión. Sin embargo, no es suficiente. Ahora tiene que reconstruir su influencia en el escenario internacional. ¿Cómo se ve al PRI en el resto del mundo? Sin duda hay mucho trabajo por hacer.
Al igual que el PRI está actualizándose para ser un partido político más eficaz, en lo que se refiere a su capacidad de impulsar iniciativas y políticas públicas que promuevan decididamente el avance de México, también debe cambiar para replantear su propio posicionamiento a nivel mundial. La transformación que promueve no sólo debe ser la de México. Renovación y transformación deben ser dos elementos esenciales del mismo PRI y de su nueva visión.
Con base en su reconocida tradición internacionalista, el PRI tiene mucho que aportar para que el nuevo gobierno federal encabezado por el Presidente Enrique Peña Nieto ponga en práctica una política exterior con un amplio y sólido respaldo, que contribuya al logro de los grandes objetivos nacionales que se ha planteado. De igual forma, con una visión estratégica del nuevo papel que pueden y deben jugar los partidos políticos en el cambiante escenario global, el PRI tiene por delante un urgente e importante esfuerzo a realizar: tanto para difundir su renovado ideario programático, como para ampliar su ámbito de acción a través de las organizaciones partidistas internacionales a que pertenece y de una activa interlocución con otros partidos políticos e instituciones del mundo.
El PRI ha confirmado ser una organización política con capacidad de aprendizaje. A lo largo de su historia institucional en el siglo XX, supo transformarse en momentos decisivos para estar a la altura de las cambiantes circunstancias por las que atravesó nuestro país. Al inicio del siglo XXI, como partido en la oposición supo mantenerse cohesionado para reafirmar su identidad esencial y, al mismo tiempo, redefinirse como un partido vanguardista con propuestas electorales de avanzada para responder con eficacia a las justas exigencias de la ciudadanía.
Esta cualidad fundamental del PRI como organización “inteligente”, capaz de aprender para adecuarse a nuevas situaciones históricas y condiciones políticas, ha quedado nuevamente plasmada en las recientes adecuaciones a sus Estatutos, a la Declaración de Principios y al Programa de Acción emanados de la Asamblea Nacional que se llevó a cabo en el mes de marzo del presente año. Como bien se señala en dicha Declaración: “De cara a los desafíos del siglo XXI, ratificamos nuestros principios fundamentales, actualizamos nuestra agenda partidista y renovamos el compromiso de seguir abanderando las mejores causas de México”.
Ahora, en el marco de un mundo que se caracteriza por intensas dinámicas de cambio en todos los planos y órdenes del quehacer político, el PRI también debe renovar su forma de proyectarse en el mundo. Sobre todo, para incidir constructivamente en la formulación y conducción de una política exterior de Estado, que se oriente a fortalecer la capacidad soberana de nuestro país para definir su propio interés nacional y las políticas más adecuadas para promoverlo, y también para contribuir a encontrar soluciones eficaces ante los grandes retos comunes que enfrenta la humanidad en materia de competitividad económica, desarrollo social, seguridad y sustentabilidad.
Como ya lo han apuntado reconocidos académicos y analistas, el mundo globalizado de la actualidad se distingue, entre muchas otras cosas, por un replanteamiento de lo que constituye la esencia del poder y las fuentes de donde emana dicho poder. Si bien los Estados-Nación son, y seguirán siendo, los actores preeminentes, hoy éstos —a través de sus gobiernos representativos— ya comparten el escenario global con otros actores que cuentan con una creciente capacidad de acción e influencia, incluyendo a entidades de gobierno sub-nacionales y organizaciones supra-nacionales o multilaterales, a empresas y medios de comunicación de alcance mundial, individuos y personalidades comprometidos con causas específicas, asociaciones ciudadanas y, por supuesto, partidos políticos.
Paradójicamente, estos mismos partidos políticos hoy atraviesan en lo general por una profunda crisis de legitimidad, producto de un desfase entre la cambiante realidad de las sociedades alrededor del mundo, y la capacidad de dichos partidos para canalizar con eficacia las demandas y aspiraciones de quienes comparten una misma afinidad política. En este sentido, hoy los partidos tiene ante sí el doble reto que significa, por una parte, articular y transmitir con absoluta claridad el apego a determinados principios y su postura respecto a las agendas nacionales, locales y globales correspondientes; y, por la otra parte, aprovechar al máximo la capacidad de interacción con la ciudadanía nacional, local y global que brindan tecnologías como Internet y las redes sociales, al igual que un creciente panorama de foros internacionales para la discusión pública y el intercambio de experiencias.
En este sentido, si bien el PRI debe reafirmar y aprovechar al máximo los espacios que le brindan su pertenencia a organizaciones como la Internacional Socialista y la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPPAL), también debe promover activamente una mayor presencia en otros espacios de interlocución donde pueda dar a conocer de manera puntual su ideario político. Para ello, ante todo es necesario reconocer que la imagen y percepción que se tiene del PRI en gran parte del mundo, sigue estando asociada a estereotipos o cualidades negativas que quizás lo pudieron haber distinguido en el pasado, pero que, o bien siempre han sido erróneas e infundadas, o en todo caso ya no corresponden con su verdadera caracterización actual.
Es decir que, en términos de lo que pudiera referirse como mercadotecnia política a escala global, el PRI tendría que emprender cuanto antes una activa campaña de reposicionamiento para asociar su “marca” a cualidades esencialmente positivas, incluyendo no sólo su amplia experiencia como partido en el gobierno, sino también su compromiso fundamental con la democracia, su capacidad de transitar como partido en la oposición a integrar nuevamente el gobierno federal en México tras las elecciones presidenciales de 2012 y el triunfo de su candidato Enrique Peña Nieto, su apego irrestricto a la legalidad, y su voluntad de lograr que en México impere la justicia social y que nuestro país alcance un mayor desarrollo.
Para ello, el PRI necesitaría poner en marcha una estrategia integral, con enfoque claro, disciplina y perseverancia, para alinear esfuerzos en siete frentes claves:
1. Asignarle la más alta prioridad dentro del Comité Ejecutivo Nacional a la tarea internacional del Partido. Es necesario ampliar la presencia activa del PRI en organizaciones formales y foros coyunturales en las diferentes regiones del mundo.
2. Desarrollar relaciones constructivas con los medios de comunicación internacionales. La historia de éxito del PRI debe ser transmitida en forma consistente mediante una nueva narrativa, que resulte convincente y también atractiva para los corresponsales extranjeros que escriben desde México. Esto debe ser complementado con una estrategia de acercamiento con los editores de las principales publicaciones internacionales, así como con otras personalidades y líderes de opinión mundiales atentos a nuestro país.
3. Fortalecer la vinculación con las universidades extranjeras, centros de investigación académica (think tanks) en diferentes países y con expertos internacionales que han hecho de México su campo de estudio. Los estudiantes mexicanos en el extranjero pueden convertirse en un conducto privilegiado para organizar la presencia del PRI en los campus universitarios de mayor influencia del mundo.
4. Desarrollar una relación inteligente y eficaz con las comunidades de mexicanos en el extranjero sigue siendo un terreno fértil para ampliar la presencia del PRI en diferentes países, particularmente en los Estados Unidos.
5. Promover de manera permanente, alineada, coordinada, enfocada y disciplinada, la participación de los legisladores priístas en los principales foros internacionales.
6. Mantener y dar seguimiento constante a todos los espacios antes señalados a través de las nuevas tecnologías y las redes sociales.
7. Consolidar a la Fundación Colosio del PRI como un instrumento verdaderamente estratégico para la formación de cuadros de priístas especializados, con la capacidad de participar en cualquier foro mundial para promover las ideas y la imagen de lo que un PRI renovado significa para el avance democrático de México. La Fundación debe ser la fábrica de ideas, el gran actor que define la agenda de la discusión y elabora las narrativas que los priístas deben transmitir en todo el mundo.
De manera simultánea, el PRI tiene la oportunidad, y la responsabilidad, de acompañar al gobierno federal que encabeza el Presidente Peña Nieto para apoyar la ambiciosa agenda que se ha planteado en materia de política exterior. Después del lamentable deterioro sufrido tras 12 años de desastrosos gobiernos panistas, una de las principales tareas que debemos emprender —partido, gobierno y sociedad— es la recuperación de la imagen y la capacidad de influencia de nuestro país en cada región del mundo y en todos los espacios de actuación multilateral.
Desde el arranque de su administración, el Presidente Peña Nieto fue muy claro en advertir la importancia prioritaria y estratégica que le asignaría a la política exterior. Lo hizo al incorporar este tema como uno de los cinco grandes ejes que orientarán el esfuerzo de su gobierno para lograr que México sea un país donde prevalezcan la paz y la seguridad; para que sea un país incluyente, capaz de abatir la pobreza y la marginación, donde todos los mexicanos cuenten con oportunidades de desarrollo y bienestar; para que todos los mexicanos puedan acceder a una educación de calidad; para que México cuente con bases sólidas que le permitan ser un país más próspero; y, finalmente, para lograr que México sea un actor con responsabilidad global.
En el esfuerzo que representa “trazar una ruta acorde a las nuevas realidades globales”, el Presidente Peña Nieto ha detallado que la política exterior de su gobierno estará sustentada en cuatro grandes pilares: 1) fortalecer la presencia de México en el mundo [para] incidir en la conformación de una arquitectura internacional más próspera y equitativa; 2) ampliar la cooperación internacional, para que nuestra política exterior contribuya decididamente al desarrollo interior del país; 3) promover el valor de México en el mundo, a fin de acercar a otras latitudes nuestra historia, nuestra riqueza cultural, nuestra naturaleza, nuestra gastronomía y el patrimonio cultural que tiene nuestro país; y, 4) velar por los intereses de México y de todos los mexicanos en el extranjero.
En todos y cada uno de estos ámbitos, el PRI puede contribuir mediante una activa presencia internacional a lograr que México avance. Para concretar en los hechos el enorme potencial que lo consolide como una auténtica potencia regional y como un actor de alcance global.
Para completar la travesía del desierto que iniciamos en el 2000, y para ir más allá del oasis al que llegamos con el triunfo electoral del 2012, no basta ser exitosos en las contiendas electorales. Necesitamos ganar el debate de las ideas y reconstruir el prestigio internacional del PRI.
Monday, April 29, 2013
Javier Treviño - Energías Renovables - Transición Energética
Para ver el video de la intervención de Javier Treviño con los detalles del dictamen puedes hacer click en:
Reforma a la Ley para el Aprovechamiento de Energías Renovables y el Financiamiento de la Transición Energética
Wednesday, April 10, 2013
¿A qué viene Obama?
Javier Treviño Cantú *
Milenio
10 de abril de 2013
La decisión del Presidente Barack Obama de aceptar la invitación que le hizo el Presidente Peña Nieto plantea varias interrogantes. Ante todo, porque se prevé que poco después vendría a la Cumbre de Líderes de América del Norte, acompañado por el Primer Ministro de Canadá, Stephen Harper. Considerando las crisis internacionales y las abultadas agendas de política interna y de política exterior que enfrenta al inicio de su segundo y último mandato, Obama seguramente pudo haber esperado unas semanas para reunirse por primera vez con Enrique Peña Nieto en su calidad de Presidente Constitucional. La pregunta es, ¿por qué optó por adelantar el encuentro?
Una primera respuesta podría ser que —parafraseando a McLuhan— “el viaje es el mensaje”. Contrario a lo que muchos analistas han sostenido, la administración Obama siempre ha estado muy al pendiente de la agenda bilateral con México. De entrada, la decisión que tomó para asumir como propia la cooperación en materia de seguridad a través de la Iniciativa Mérida, representó una apuesta estratégica que le ha reportado enormes logros a su país.
Como nunca antes, el gobierno del entonces Presidente Felipe Calderón le abrió las puertas a todas las agencias de seguridad e inteligencia de los Estados Unidos. El operativo “Rápido y Furioso”, el asesinato en la carretera a San Luis Potosí del agente de inmigración y aduanas Jaime Zapata, las fricciones registradas en los cables diplomáticos dados a conocer por WikiLeaks, y el aún inexplicado ataque contra dos presuntos agentes de la CIA en Tres Marías en agosto de 2012, fueron apenas algunos indicios de la complejidad que alcanzó la relación bilateral de seguridad en el sexenio anterior.
Durante su primer mandato, el Presidente Obama tampoco se desentendió de México en materia migratoria. Tan sólo en 2012 dedicó más de 18 mil millones de dólares a la aplicación de leyes y políticas migratorias, un monto mayor al de todas las demás agencias federales policiacas y fronterizas juntas (Migration Policy Institute, “Immigration Enforcement in the US”, enero de 2013). En parte, esto explica que durante sus primeros cuatro años el gobierno del Presidente Obama haya deportado a un número récord de inmigrantes indocumentados, con un total cercano al millón y medio de personas.
Igualmente, el mandatario estadounidense buscó resolver delicados temas comerciales, incluyendo el pleno acceso de los camiones mexicanos de carga al vecino país, el rezago en materia de infraestructura fronteriza y una mayor armonización regulatoria. A la vez, el Presidente Obama impulsó un acuerdo sobre yacimientos de hidrocarburos transfronterizos, y le dio una especial atención a los intercambios culturales, como lo muestra la firma en noviembre pasado del Anexo IX al Memorándum de Entendimiento sobre Educación.
Así, con su decisión de viajar a nuestro país, el Presidente Obama quizá busca reafirmar la importancia prioritaria que su gobierno le da a la relación con México, y su interés personal en despejar cualquier duda respecto a la continuidad de la colaboración binacional en todos los temas incluidos en la agenda bilateral. Empezando, por supuesto, con el referente a la seguridad.
Desde la campaña presidencial del año pasado en México, y en estos primeros meses de 2013, algunos de los diarios estadounidenses más influyentes no han dejado de insistir en las supuestas preocupaciones de Washington sobre el compromiso del Presidente Peña Nieto para proseguir la lucha contra la delincuencia organizada transnacional. Después de una intempestiva visita a México en enero de la Secretaria de Seguridad Territorial, Janet Napolitano, el asunto estalló cuando el New York Times publicó que el gobierno estadounidense había “vetado” al General Moisés García Ochoa como posible candidato a la titularidad de la Secretaría de la Defensa Nacional (NYT, “Hand of US is Seen in Halting General’s Rise in Mexico”, 4/02/13).
La reacción del nuevo gobierno mexicano fue mesurada, pero muy efectiva. Unos días después, el propio Embajador de los Estados Unidos en México, Anthony Wayne, se encargó de desacreditar lo publicado por el New York Times. No obstante, las presuntas inquietudes han seguido manifestándose (opinión editorial del Washington Post, “Mexico’s Grand Bargaining”, 29/03/2013). Por ello, la visita del presidente Obama seguramente servirá para aclarar posibles malos entendidos, y definir la ruta conjunta a seguir en un área donde la cooperación resulta absolutamente esencial.
Descontando que el tema de seguridad seguirá ocupando un lugar central en la relación, quizá la respuesta de fondo al viaje del Presidente Obama se encuentre en otro tema de vital importancia: el de los crecientes lazos económicos que nos unen desde la entrada en vigor del TLCAN hace ya casi 20 años, pero que estarían por iniciar un proceso de revisión estructural. La inclusión de México en las negociaciones para establecer el Acuerdo Trans-Pacífico, así como las discusiones en paralelo de Canadá y Estados Unidos con la Unión Europea para alcanzar sendos Acuerdos de Libre Comercio e Inversión, sumado a la actualización del Acuerdo de Asociación Económica entre México y la misma Unión Europea, plantean un desafío fundamental a la integración comercial de Norteamérica basada en el TLCAN.
Desde su primera reunión como mandatarios electos en Washington, a fines del año pasado, el Presidente Peña Nieto manifestó el interés de darle un mayor peso a los temas económicos dentro de la agenda bilateral. El Presidente Obama expresó su coincidencia y disposición de buscar formas de dinamizar una relación que ha sido en extremo benéfica para los Estados Unidos. El comercio entre ambos países no sólo ha crecido exponencialmente, sino que además tiene características singulares que nos convierten en auténticos socios estratégicos (Christopher Wilson, “Working Together: Economic Ties Between the US and Mexico”, WWC, noviembre de 2011).
México y los Estados Unidos, junto con Canadá, cuentan con bases sólidas para darle un mayor impulso a cada una de sus economías y reforzar la competitividad regional. Una Norteamérica más integrada tendría mayor capacidad de fortalecer su posicionamiento comercial frente a China, Asia, Europa y América Latina. Desafortunadamente, como ya se ha señalado (Robert Pastor, “Shortcut to US Economic Competitiveness: A Seamless North American Market”, CFR, 05/03/2013), la “idea” de Norteamérica ha perdido terreno, y la fragmentación de las negociaciones por parte de los tres socios con la Unión Europea reflejan con claridad esta tendencia negativa.
Durante el viaje que realizó en marzo a Washington, para extenderle al Presidente Obama la invitación de viajar pronto a nuestro país, el Canciller José Antonio Meade declaró que México “estaría dispuesto” a participar en una negociación conjunta entre los países de América del Norte y la Unión Europea, para alcanzar un solo acuerdo comercial entre las dos regiones. Por ello, finalmente la gran pregunta es si el Presidente Obama sólo reiterará su voluntad de seguir trabajando al lado de nuestro país para incrementar las oportunidades respectivas de un mayor desarrollo económico, o si aprovechará su estancia en México para hacer un gran anuncio que marque el inicio de una etapa de mayor prosperidad regional verdaderamente nueva.
En unos días sabremos a qué viene el Presidente Obama a México.
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Javier Treviño Cantú es Diputado Federal y fue Subsecretario de Relaciones Exteriores
Friday, February 15, 2013
Estrategia Nacional de Energía 2013-2027: el reto de crear valor público
Palabras del Diputado Federal Javier Treviño Cantú en el Foro Consultivo del Consejo Nacional de Energía
México, D.F., 14 de febrero de 2013
A nombre del Grupo Parlamentario del PRI (GP-PRI) en la Cámara de Diputados, quiero agradecer la invitación del Secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, para participar en este Foro Consultivo del Consejo Nacional de Energía.
Sin duda, toda la industria y el escenario energético mundial atraviesan por un profundo proceso de cambio, mismo que por supuesto debemos tomar en consideración en México para articular nuestras propias políticas públicas en la materia.
En particular, la “revolución” tecnológica y energética que está ocurriendo en los Estados Unidos —nuestro principal socio comercial y, también, energético— puede tener profundas implicaciones para nuestra seguridad en este mismo ámbito, y para nuestra capacidad de promover un mayor crecimiento al ritmo que, con justeza, demanda la población.
La necesidad de llevar a cabo una reforma energética de fondo es evidente, y es urgente.
El Presidente Enrique Peña Nieto ha sido el primero en reconocer este imperativo nacional, y —con un gran arrojo político—, ha planteado la necesidad de dejar atrás prejuicios y conceptos obsoletos para concretar una reforma energética de gran calado. Con altura de miras, ha reafirmado la voluntad de su Gobierno para plantear en su debido momento una iniciativa de reforma que —asegurando la plena potestad del Estado sobre los hidrocarburos y demás recursos energéticos con que contamos—, facilite asociaciones productivas que nos alleguen los recursos financieros y tecnológicos requeridos para potenciar su valor, así como para traducirlo en una economía que genere más y mejores empleos.
En el GP-PRI, reiteramos nuestra disposición para acompañarlo en este ambicioso proceso, de tal manera que logremos dar un paso en verdad trascendente, que contribuya al avance sostenido de nuestro país en los años y décadas por venir.
La gran ventaja, es que muy pronto contaremos con un referente muy útil para orientar una discusión informada y —esperemos— constructiva, como seguramente lo será la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027.
Como lo expuso el Subsecretario Beltrán, la Estrategia parte de un diagnóstico preciso, que bosqueja un panorama de enormes desafíos para la industria energética de nuestro país.
En este mismo sentido, considerar que se requiere un enfoque integral —que contemple los diversos aspectos relacionados tanto con la oferta como con la demanda energética—, constituye una sólida base para revertir la tendencia a la baja en materia de producción de hidrocarburos registrada en los últimos años, al igual que para mejorar significativamente nuestra eficiencia energética.
Los objetivos estratégicos que plantea la Estrategia son puntuales:
Que el sector energético sea un pilar fundamental de nuestro crecimiento económico, y que toda la población —tanto del México urbano como rural— cuente con acceso a servicios energéticos de calidad.
Asimismo, los elementos de integración que contempla —en materia de eficiencia, seguridad y sustentabilidad—, ofrecen la oportunidad de desarrollar medidas específicas de política en forma equilibrada y con base en una visión de largo plazo.
Por último, vale la pena destacar que la Estrategia contemple la necesidad de darle una especial atención a la transición energética, tanto en lo que se refiere a la producción y distribución de gas, así como al desarrollo de fuentes de energía renovables.
Como bien se señaló, es impostergable tomar medidas que garanticen el abasto energético y que contribuyan a lograr una mucho mayor eficiencia energética.
Por esta razón, en el GP-PRI estamos convencidos de que es indispensable concientizar a la ciudadanía de:
• Los graves retos que nos plantea en el corto y mediano plazos un cambiante escenario energético global;
• De la necesidad urgente que tiene impulsar cambios de fondo para alcanzar nuestros objetivos estratégicos en materia energética;
• Y de que nos corresponde a todos —autoridades de los tres poderes y órdenes de gobierno, a los sectores productivos y a la ciudadanía en general— esforzarnos para desarrollar una nueva cultura de racionalidad y eficiencia energética, acorde con el momento actual y la realidad que estamos viviendo.
De nuevo, mi reconocimiento personal y el del GP-PRI al valioso esfuerzo que han hecho el Secretario Pedro Joaquín Coldwell y la Secretaría de Energía, para establecer la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027.
En el Congreso próximamente tendremos la responsabilidad de analizarla cuidadosamente a fin de lograr los consensos para lograr las metas que plantea.
Muchas gracias por su atención.
México, D.F., 14 de febrero de 2013
A nombre del Grupo Parlamentario del PRI (GP-PRI) en la Cámara de Diputados, quiero agradecer la invitación del Secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, para participar en este Foro Consultivo del Consejo Nacional de Energía.
También quiero agradecer al Subsecretario Leonardo Beltrán su detallada presentación sobre los avances de la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027, así como felicitar a todos los representantes nacionales de los sectores académico, social y privado aquí presentes, al igual que a mis colegas legisladores por sus atinadas intervenciones.
Antes que nada, la presentación del Subsecretario Beltrán dejó en claro que la formulación de la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027 prácticamente está por completarse.
Por ello, nuestro reconocimiento al Secretario de Energía, a su equipo de colaboradores, y a los distintos especialistas que han contribuido a elaborarla.
Sin duda, toda la industria y el escenario energético mundial atraviesan por un profundo proceso de cambio, mismo que por supuesto debemos tomar en consideración en México para articular nuestras propias políticas públicas en la materia.
En particular, la “revolución” tecnológica y energética que está ocurriendo en los Estados Unidos —nuestro principal socio comercial y, también, energético— puede tener profundas implicaciones para nuestra seguridad en este mismo ámbito, y para nuestra capacidad de promover un mayor crecimiento al ritmo que, con justeza, demanda la población.
Ante tales cambios, México no puede seguir permaneciendo estático.
La necesidad de llevar a cabo una reforma energética de fondo es evidente, y es urgente.
Necesitamos replantear en forma integral todo nuestro enfoque, para que los recursos con que contamos sean una palanca mucho más eficiente de crecimiento y produzcan resultados tangibles para el pueblo de México.
El Presidente Enrique Peña Nieto ha sido el primero en reconocer este imperativo nacional, y —con un gran arrojo político—, ha planteado la necesidad de dejar atrás prejuicios y conceptos obsoletos para concretar una reforma energética de gran calado. Con altura de miras, ha reafirmado la voluntad de su Gobierno para plantear en su debido momento una iniciativa de reforma que —asegurando la plena potestad del Estado sobre los hidrocarburos y demás recursos energéticos con que contamos—, facilite asociaciones productivas que nos alleguen los recursos financieros y tecnológicos requeridos para potenciar su valor, así como para traducirlo en una economía que genere más y mejores empleos.
En el GP-PRI, reiteramos nuestra disposición para acompañarlo en este ambicioso proceso, de tal manera que logremos dar un paso en verdad trascendente, que contribuya al avance sostenido de nuestro país en los años y décadas por venir.
La gran ventaja, es que muy pronto contaremos con un referente muy útil para orientar una discusión informada y —esperemos— constructiva, como seguramente lo será la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027.
Como lo expuso el Subsecretario Beltrán, la Estrategia parte de un diagnóstico preciso, que bosqueja un panorama de enormes desafíos para la industria energética de nuestro país.
En particular, la advertencia de que —si no emprendemos una reforma a fondo México puede llegar a ser en menos de una década netamente deficitario en energía—, debe constituir un claro y fuerte llamado a la acción decidida en favor de una reforma que beneficie a todos los mexicanos.
En este mismo sentido, considerar que se requiere un enfoque integral —que contemple los diversos aspectos relacionados tanto con la oferta como con la demanda energética—, constituye una sólida base para revertir la tendencia a la baja en materia de producción de hidrocarburos registrada en los últimos años, al igual que para mejorar significativamente nuestra eficiencia energética.
Los objetivos estratégicos que plantea la Estrategia son puntuales:
Que el sector energético sea un pilar fundamental de nuestro crecimiento económico, y que toda la población —tanto del México urbano como rural— cuente con acceso a servicios energéticos de calidad.
Asimismo, los elementos de integración que contempla —en materia de eficiencia, seguridad y sustentabilidad—, ofrecen la oportunidad de desarrollar medidas específicas de política en forma equilibrada y con base en una visión de largo plazo.
Por último, vale la pena destacar que la Estrategia contemple la necesidad de darle una especial atención a la transición energética, tanto en lo que se refiere a la producción y distribución de gas, así como al desarrollo de fuentes de energía renovables.
Como bien se señaló, es impostergable tomar medidas que garanticen el abasto energético y que contribuyan a lograr una mucho mayor eficiencia energética.
Por esta razón, en el GP-PRI estamos convencidos de que es indispensable concientizar a la ciudadanía de:
• Los graves retos que nos plantea en el corto y mediano plazos un cambiante escenario energético global;
• De la necesidad urgente que tiene impulsar cambios de fondo para alcanzar nuestros objetivos estratégicos en materia energética;
• Y de que nos corresponde a todos —autoridades de los tres poderes y órdenes de gobierno, a los sectores productivos y a la ciudadanía en general— esforzarnos para desarrollar una nueva cultura de racionalidad y eficiencia energética, acorde con el momento actual y la realidad que estamos viviendo.
De nuevo, mi reconocimiento personal y el del GP-PRI al valioso esfuerzo que han hecho el Secretario Pedro Joaquín Coldwell y la Secretaría de Energía, para establecer la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027.
En el Congreso próximamente tendremos la responsabilidad de analizarla cuidadosamente a fin de lograr los consensos para lograr las metas que plantea.
No debemos olvidar que nuestra verdadera responsabilidad es crear valor público. La idea de lo que la Secretaría de Energía considera como valor público debe ser apoyada y compartida por los actores que autorizan y legitiman sus acciones. Pero eso no es suficiente. Debe además contar con la capacidad operativa para hacer de esa idea una realidad. El reto es que esa capacidad operativa está fuera de la Secretaría de Energía. Ahí está la esencia del éxito de esta Estrategia Nacional de Energía. Consolidar ese triángulo estratégico será la tarea fundamental.
Muchas gracias por su atención.
Tuesday, January 08, 2013
Política exterior integral en el 2013
Javier Treviño Cantú *
Milenio
8 de enero de 2013
* Javier Treviño Cantú es Diputado Federal y fue Subsecretario
de Relaciones Exteriores.
Milenio
8 de enero de 2013
La “Ley de
Miles” fue acuñada, a mediados de los años 1940s, por un servidor público del
Departamento de Presupuesto del Gobierno de los Estados Unidos, Arnold Miles,
quien con razón decía: “tu posición —ante un determinado tema— depende de dónde estás sentado” (where you stand depends on where you sit).
En mi caso,
he tenido la oportunidad de observar directamente los cuatro lados de “la mesa”
del escenario internacional: desde la Embajada de México en Washington y la
Subsecretaría de Relaciones Exteriores; desde CEMEX, una empresa global de
origen mexicano; desde la Secretaría General de Gobierno de Nuevo León; y,
ahora, desde la curul que tengo el honor de ocupar en la Cámara de Diputados. Y,
hoy, no me queda duda de que el 2013 le planteará numerosos desafíos en materia
de política exterior al nuevo gobierno de México que encabeza el presidente
Enrique Peña Nieto.
Con un equipo
renovado en la Cancillería y las demás dependencias del gobierno federal, así
como en la red de embajadas y consulados de nuestro país alrededor del mundo, el
nuevo gobierno deberá encarar un escenario turbulento, que exigirá una clara
visión estratégica y una rápida capacidad de respuesta para promover nuestros
intereses y reafirmar a México como una auténtica potencia emergente.
La complejidad e interrelación de los principales temas
que conforman la agenda de política exterior para nuestro país harán necesaria,
ante todo, una amplia visión panorámica y una estrecha coordinación entre todas
las áreas del gobierno federal —así como una vinculación eficaz con los otros
Poderes de la Unión, las demás instancias de gobierno y los diversos sectores
de la sociedad— para desplegar una diplomacia con un enfoque integral.
La lista de asuntos
internacionales a considerar en este año que apenas inicia es muy extensa y
está en constante evolución. Sin embargo, entre los más relevantes destaca, por
supuesto, la puesta al día de la relación con nuestros vecinos de los Estados
Unidos. La llegada de un nuevo gobierno en México y la reelección para un
segundo mandato del Presidente Barack Obama facilita la revisión de las
prioridades respectivas y la articulación de nuevos canales de comunicación
entre ambos países. Además, el nombramiento de los nuevos secretarios
estadounidenses de Estado y de Defensa, así como la próxima designación de un
nuevo embajador de México en Washington, permitirá replantear las premisas
fundamentales en que se basa la relación bilateral.
El tema de
seguridad necesariamente seguirá ocupando buena parte de la atención, mientras
que la aparente voluntad del Presidente Obama para impulsar en el corto plazo una
profunda reforma migratoria hará necesario que el gobierno mexicano defina cuál
es la mejor forma de contribuir a su éxito, para regularizar la situación de
los millones de compatriotas que ya viven en el vecino país y ordenar los
flujos futuros. Igualmente, el cambiante escenario energético en Canadá y los
Estados Unidos, sumado al compromiso del Presidente Peña Nieto de buscar una
reforma en la materia, abre nuevas perspectivas para reforzar la competitividad
de la región.
Sin embargo, el
área que se vislumbra con un mayor potencial de avance es la de los
intercambios económicos y comerciales. La creciente integración entre los
aparatos productivos de México y Estados Unidos demanda una mayor inversión
público-privada en infraestructura para agilizar el tránsito seguro de personas
y bienes, así como la interconexión de los sistemas de aprovisionamiento energético.
En especial, la participación de México, Canadá y los Estados Unidos en las
negociaciones del Acuerdo Trans-Pacífico, podría significar una oportunidad ideal
para actualizar algunos aspectos del TLCAN.
A la vez, las
nacientes negociaciones en paralelo de Canadá y los Estados Unidos con la Unión
Europea para establecer sendos acuerdos de libre comercio, exigirán,
mínimamente, algún tipo de consulta con México para armonizar los diversos
instrumentos que podrían llegar a co-existir. A menos, claro está, que México
tome la iniciativa de proponer una gran negociación “marco” entre los integrantes
del TLCAN y la Unión Europea para establecer un nuevo y ambicioso Acuerdo
Trans-Atlántico.
Hacia el sur,
el panorama es en extremo complejo. Todos los países de Centroamérica —al igual que Venezuela— enfrentan serias problemáticas
políticas y de seguridad que pueden derivar en crisis de distinta naturaleza,
frente a las cuales México tiene que estar preparado para actuar con la
congruencia, firmeza y oportunidad que cabe esperar de una potencia regional. Superar
múltiples tensiones con Brasil y Argentina es un pendiente de primera
importancia, mientras que el gran reto regional para México será dar forma
concreta a la Alianza del Pacífico con Colombia, Perú y Chile. Esta reciente Alianza
tiene un enorme potencial, pero también implica riesgos de seguridad muy
delicados, frente a los cuales habrá que estar particularmente atentos.
Europa
seguirá representando un factor de riesgo en 2013, no sólo para México, sino
para el mundo entero. Aún así, nuestro país goza de una posición privilegiada
para relanzar las relaciones bilaterales e institucionales con la Unión
Europea. En particular, al fomentar un mayor aprovechamiento del propio acuerdo
comercial con que ya contamos, al replantear a fondo los términos de la
cooperación para el desarrollo, y al dotar de contenido a una “asociación
estratégica” que, hasta ahora, ha estado muy por debajo de su potencial para
concertar posturas comunes en el plano multilateral.
Por diversas
razones, Asia puede representar el desafío más complicado para la renovada
política exterior mexicana. Por una parte, nuestra inclusión en las
negociaciones del Acuerdo Trans-Pacífico puede ayudar a revitalizar nuestra
presencia en toda la zona, pero para ello habrá que superar la dispersión que
ha padecido en años recientes. Por la otra, reorientar la desastrosa relación
bilateral con China implica un esfuerzo específico prioritario y urgente, el
cual podría verse favorecido por el respectivo relevo en la dirigencia de su
gobierno.
En su esfuerzo
para reafirmarse como una auténtica potencia emergente, México también deberá
mantener una presencia no sólo activa, sino destacada en los principales foros
multilaterales. En especial, tendrá que enfocarse en definir una “hoja de ruta”
para darle seguimiento y asegurar el éxito de la Sesión Especial de la Asamblea
General de la ONU donde se revisen las políticas y estrategias actuales para
enfrentar el problema mundial de las drogas, misma a la que nuestro país
convocó originalmente el año pasado.
Finalmente, la
nueva política exterior de México tendrá que englobar todos estos esfuerzos,
las demás acciones de política pública que lleve a cabo el gobierno, e
iniciativas a las que se sumen los sectores de nuestra sociedad, para ir
transformando la deteriorada imagen de nuestro país en el mundo y generar un
mucho mayor aprecio por nuestra cultura y capacidad de desempeñarnos en el
escenario internacional como la gran nación que sin duda somos. Esta tarea es de
tal magnitud y resulta tan trascendente, que es indispensable evitar un enfoque
burocratizado o fragmentado. Para fortalecer nuestra ejemplar tradición
diplomática, se requiere la participación de todos.
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