Saturday, November 30, 2024

Insensibilidad racional

Insensibilidad racional

Javier Treviño

@javier_trevino

Hace algunos meses leí el artículo "¿Los gobiernos siempre toman decisiones impopulares a sabiendas? Cómo la inexactitud perceptual afecta las decisiones" de Chris Butler, de la Universidad de Manchester (Butler, C. (2023). Do Governments Always Take Unpopular Decisions Knowingly? How Perceptual Inaccuracy Affects Policy Decisions. Representation, 1–18. https://doi.org/10.1080/00344893.2023.2281312)

El autor explora las complejidades detrás de la toma de decisiones gubernamentales; en particular se enfoca en las políticas públicas impopulares. Estos son los principales puntos que recuerdo del artículo:

1. Gobernanza racional versus gobernanza receptiva: Tradicionalmente, los fracasos de los gobiernos para alinearse con las preferencias de los ciudadanos se explican a través de una lente "racional", donde, supuestamente, los líderes priorizan los beneficios a largo plazo sobre las ganancias políticas inmediatas. Esta perspectiva sugiere una decisión consciente de ser "responsable" en lugar de simplemente "receptivo" a la opinión pública.

2. Inexactitud perceptual: Butler introduce la idea de que, la mayoría de las veces, los tomadores de decisiones no son conscientes de la impopularidad de sus decisiones. Sostiene que los juicios erróneos sobre el sentimiento público pueden conducir a opciones costosas. Los líderes gubernamentales con frecuencia ignoran o malinterpretan las señales que indican una posible reacción negativa de los ciudadanos. 

3. Casos: El artículo examina decisiones políticas importantes del Reino Unido donde los principales responsables de la toma de decisiones subestimaron el impacto negativo de estas políticas. En su lugar, favorecieron la información que confirmaba sus creencias y preferencias políticas existentes, lo que es un ejemplo de “razonamiento motivado”.

4. Insensibilidad racional: Butler define un concepto que denomina "insensibilidad racional" (“rational unresponsiveness”), en el que los responsables de la toma de decisiones asumen riesgos conscientemente pero no consiguen medir con precisión la reacción del público. Esto puede ocurrir cuando intentan mitigar un daño político formulando decisiones de forma positiva o programando su aplicación estratégicamente dentro del ciclo electoral.

5. Implicaciones para la ciencia política: Los hallazgos del artículo desafían las teorías existentes que suponen que los actores políticos pueden evaluar con precisión la opinión pública antes de tomar decisiones. En cambio, ponen de relieve una laguna en la comprensión de cómo los sesgos cognitivos y las imprecisiones perceptivas influyen en los resultados de las políticas y el gobierno. 

La investigación de Butler contribuye a una comprensión más profunda de la interacción entre las acciones del gobierno y el sentimiento público. Las decisiones impopulares no siempre se toman con plena conciencia de sus posibles repercusiones.

La “insensibilidad racional” es un concepto que describe el fenómeno en el que los líderes políticos toman decisiones impopulares, o que no se ajustan al sentimiento público, bajo la creencia de que están actuando en el mejor interés de la nación. 

Esta mentalidad puede conducir a desconexiones significativas entre los funcionarios electos y los ciudadanos, lo que resulta en políticas que no reflejan la voluntad del pueblo. 

La “insensibilidad racional” ocurre cuando los tomadores de decisiones priorizan sus preferencias políticas, o los beneficios percibidos, por encima de la opinión pública. Los políticos pueden operar bajo el supuesto de que saben todo mejor que sus electores, lo que es bueno para ellos. Esto los ciega y los lleva a descartar las señales que indican una posible reacción negativa. 

Este comportamiento se ve reforzado por el “razonamiento motivado”, donde los líderes interpretan selectivamente la información que respalda sus creencias existentes mientras ignoran la evidencia contraria. Esto crea un ciclo en el que se toman decisiones impopulares sin tener en cuenta las consecuencias, lo que en última instancia socava la confianza en el gobierno.

Varios factores contribuyen a la “insensibilidad racional” en política:

1. Mandato percibido: los políticos pueden sentir que tienen un mandato para implementar políticas específicas en función de su victoria electoral, lo que los lleva a ignorar el disenso público. Esta sensación de “tener un derecho” puede crear una desconexión entre los líderes y los ciudadanos.

2. Sesgo de información: los tomadores de decisiones se basan en información que se alinea con sus preferencias, descuidando los datos, la evidencia y la opinión pública. Este sesgo puede llevar a juicios erróneos sobre cómo serán recibidas las políticas por los ciudadanos.

3. Presiones partidistas: en entornos políticos altamente polarizados, la lealtad al partido puede eclipsar la capacidad de respuesta ante la opinión pública. Los políticos pueden priorizar la ideología del partido sobre las necesidades de los ciudadanos, creyendo que la adhesión a las líneas de los dirigentes asegurará su posición dentro de la estructura de la organización.

4. Cuestiones políticas complejas: muchas decisiones políticas son complejas y requieren preparación, sofisticación y una comprensión matizada. Los políticos pueden suponer que los ciudadanos carecen de los conocimientos necesarios para valorar determinadas decisiones, lo que los lleva a actuar sin una participación pública suficiente.

Las implicaciones de la “insensibilidad racional” son profundas:

1. Erosión de la confianza: cuando los políticos toman sistemáticamente decisiones que contradicen el sentimiento público, la confianza en el gobierno desaparece. Los ciudadanos pueden sentirse alejados de sus representantes, lo que conduce a un mayor cinismo y desapego del proceso político.

2. Fallas de las políticas: la falta de respuesta de la gobernanza puede dar lugar a políticas que no abordan eficazmente los problemas sociales más urgentes. Por ejemplo, las medidas de austeridad aplicadas sin apoyo público pueden conducir al malestar social y a dificultades económicas, como se ha visto en varios países durante las crisis financieras.

3. Mayor polarización: la falta de una respuesta racional puede exacerbar la polarización política. Cuando los líderes ignoran la opinión pública, pueden alimentar las divisiones entre los ciudadanos que sienten que sus voces no son escuchadas, lo que provoca aún más las divisiones partidistas.

Para mitigar los efectos de la “insensibilidad racional” se pueden emplear varias estrategias:

1. Mejorar la participación pública: los políticos deben priorizar la participación de los ciudadanos a través de la deliberación pública, reuniones, conversaciones, encuestas y otras formas de divulgación. Al buscar activamente la opinión del público, los líderes pueden tomar decisiones más informadas que reflejen las necesidades del electorado.

2. Promover la transparencia: los gobiernos deben ser transparentes en lo que respecta a los procesos de toma de decisiones y la lógica detrás de las políticas. Una comunicación clara ayuda a generar confianza y permite a los ciudadanos comprender las complejidades involucradas en la gobernanza.

3. Fomentar la rendición de cuentas: la implementación de mecanismos de rendición de cuentas puede garantizar que los políticos sigan respondiendo a los ciudadanos. Los ciclos de retroalimentación regulares y las evaluaciones de desempeño basadas en la satisfacción del público pueden ayudar a alinear las acciones políticas con las preferencias de la gente.

Lo que más me llamó la atención del artículo es que la “insensibilidad racional” se aplica a mucho de lo que hemos vivido recientemente en los entornos políticos de México y Estados Unidos. 

Desafortundamente, en pleno 2024, en el México de las reformas constitucionales y en el Estados Unidos de los tuits de Trump, todavía vivimos en una época en la que los políticos se ciñen a la teoría de "lo hago porque puedo". Esta frase encapsula una mentalidad que, aunque puede parecer simple, tiene profundas implicaciones en el ámbito político. Esta actitud refleja un enfoque de toma de decisiones en el que el poder, la autoridad y las mayorías se convierten en justificaciones suficientes para actuar, independientemente de las consecuencias para las naciones. 

La mentalidad "¿Por qué lo hago? Pues porque puedo" se origina en un contexto donde los políticos poseen un considerable poder institucional. Este poder se deriva de diversas fuentes, como el respaldo popular, la mayoría legislativa o el control sobre recursos clave. En muchos casos, los políticos que adoptan esta postura creen que su autoridad les otorga el derecho a tomar decisiones sin necesidad de pensar, analizar y consultar a sus electores. Esta desconexión entre los líderes y la ciudadanía puede ser alimentada por una cultura política que valora más el logro de objetivos personales o partidistas que el bienestar colectivo.

Una de las principales características de esta mentalidad es la tendencia a ignorar o subestimar a los ciudadanos. Los políticos pueden convencerse de que su visión es superior y, por lo tanto, justifican decisiones controvertidas sin considerar el impacto que estas pueden tener en el futuro de sus naciones. Este fenómeno se conoce como "desconexión racional", donde los líderes actúan en función de sus propias creencias y agendas, a expensas del consenso social. Y, cuando las crisis llegan, piden la unidad nacional.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/insensibilidad-racional/


Saturday, November 23, 2024

¿Qué se aprendió en el G20?

¿Qué se aprendió en el G20?

Javier Treviño

@javier_trevino


La presidenta de México tuvo una exitosa participación en la cumbre del G20 la semana pasada, en Río de Janeiro. Después de seis años de aislamiento, México recuperó su tradición diplomática y se escuchó su voz, al más alto nivel, en la reunión multilateral. Los temas de la cumbre eran complejos. Se lanzó una iniciativa para erradicar el hambre y la pobreza; impuestos a los ultrarricos; compromiso con el cambio climático; reforma a las instituciones globales.

El 15 de octubre pasado, Daron Acemoglu, Joseph Stiglitz, Shantayanan Devarajan, José Antonio Ocampo, Dani Rodrik, Jeffrey Sachs, Lawrence H Summers, Andrés Velasco, Ernesto Zedillo, entre otros prestigiados economistas, escribieron una carta a los miembros del G20.

Les recordaron que los países más pobres del mundo están en una crisis de desarrollo y necesitan un mayor acceso a financiación asequible. Hicieron un llamado para que aumenten sus contribuciones, al menos un 20%, a la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial. La AIF es la entidad que ha prestado ayuda a los países más pobres durante más de 60 años.  

El Banco Mundial pronostica que casi un tercio de los países de bajos ingresos tendrán ingresos per cápita más bajos en 2026 que en 2019. De los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, el primero era “poner fin a la pobreza en todas sus manifestaciones para 2030”. Las proyecciones actuales indican que casi 600 millones de personas seguirán en situación de pobreza extrema para esa fecha.

A medida que otras fuentes de financiamiento externo para los países más pobres se han reducido en los últimos años, la AIF ha mantenido su compromiso de financiamiento anual promedio de casi 35,000 millones de dólares anuales durante los últimos tres años. Ese modelo ya no es sostenible sin un aumento de las contribuciones de los donantes.

Desde la reunión de líderes, en 2008, el G20 se ha convertido en un foro importante para la gobernanza económica mundial. Los países que participaron en Río de Janeiro son: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, República de Corea, Rusia, Sudáfrica, Turquía. Además, la Unión Europea y la Unión Africana también estuvieron representadas en la cumbre, lo que elevó la participación a un total de más de 40 países, incluyendo a otros invitados como España. Representan alrededor del 85% del PIB mundial, el 75% del comercio internacional y dos tercios de la población del planeta. 

La cumbre del G20 se caracteriza por:

1. Diversidad de miembros: reúne a economías desarrolladas y emergentes, lo que proporciona una plataforma inclusiva y una gama más amplia de perspectivas e intereses.


2. Agenda flexible: si bien inicialmente se centró en cuestiones económicas y financieras, se ha ampliado para incluir temas como pobreza, cambio climático, salud y el futuro del trabajo. 


3. Estructura informal: funciona como un foro informal, lo que permite debates más dinámicos y una toma de decisiones potencialmente más rápida.


4. Rotación de liderazgo: el país anfitrión establece la agenda para la cumbre de ese año y esto ayuda a garantizar que se aborden diversas prioridades.

El G20 cumple varias funciones importantes en la gobernanza global:

1. Gestión de crisis: tiene capacidad para coordinar respuestas rápidas a las crisis globales, como la financiera de 2008.


2. Coordinación de políticas: proporciona una plataforma para que los líderes alineen sus políticas económicas y financieras.


3. Oportunidades diplomáticas: ofrece valiosos momentos para reuniones bilaterales.


4. Definición de la agenda: ayuda a centrar la atención mundial en cuestiones específicas.

A pesar de su potencial, el G20 ha enfrentado varias críticas y desafíos:

1. Resultados concretos limitados: suele producir resultados tangibles limitados y los acuerdos a veces son vagos o no vinculantes.


2. Cuestiones de representación: aún excluye a la mayoría de los países del mundo, lo que genera dudas sobre su legitimidad en la gobernanza global.


3. Dificultad para alcanzar el consenso: la diversidad de sus miembros puede dificultar la consecución de acuerdos significativos sobre cuestiones polémicas.


4. Opacado por reuniones bilaterales: las reuniones bilaterales de alto perfil que se llevan a cabo al margen eclipsan la agenda oficial.


5. Falta de mecanismos de cumplimiento: no tiene poderes formales de cumplimiento.

Hipotéticas lecciones personales:

Probablemente, en el largo vuelo de regreso, me imagino que la presidenta de México reflexionó sobre su participación en la cumbre del G20.

1. Perspectiva global: adquirió una comprensión más amplia de los desafíos económicos globales y cómo se interconectan entre las naciones. Esta visión del mundo ampliada puede informar sus decisiones de política interna.


2. Habilidades diplomáticas: perfeccionó sus habilidades diplomáticas para navegar en negociaciones multilaterales complejas y generar consenso entre diversos intereses.


3. Intercambio de políticas: aprendió sobre enfoques innovadores de políticas y mejores prácticas de sus contrapartes, lo que potencialmente inspirará nuevas soluciones para los desafíos internos.


4. Construcción de relaciones: desarrolló relaciones personales con otros líderes mundiales, que pueden aprovecharse para la cooperación futura.


5. Importancia de la colaboración: equilibró los intereses nacionales con las responsabilidades globales, y entendió la necesidad de establecer compromisos y entendimiento mutuo.


6. Preparación y adaptabilidad: se preparó minuciosamente y se adaptó a los acontecimientos inesperados, o a la oposición de otros líderes.


7. Valor de la diplomacia informal: avanzó en las conversaciones informales y aceptó la importancia de cultivar las relaciones personales.


8. Superar las divergencias: entendió que hay diferentes prioridades entre las naciones, en particular entre las economías desarrolladas y las emergentes, sin descarrilar los acuerdos más amplios.


9. Habilidades de comunicación: transmitió sus posiciones de forma clara y persuasiva, tanto a los demás participantes como a sus audiencias nacionales.


10. Oportunidades bilaterales: tuvo reuniones individuales cruciales al margen, donde pudo abordar cuestiones bilaterales específicas para forjar nuevos acuerdos.


11. Influencia global: participó en las decisiones del G20, opinó para dar forma a las políticas económicas globales y abordar los desafíos internacionales apremiantes.


12. Credibilidad interna: al ser vista como una participante activa en el escenario mundial mejoró su posición política interna.


13. Gestión de crisis: participó en la coordinación de respuestas rápidas a las crisis globales de hoy.


14. Influencia global: dio forma a la agenda global y afirmó su liderazgo en cuestiones críticas.


15. Cooperación reforzada: aprendió que los marcos multilaterales facilitan la creación de confianza y las asociaciones a largo plazo entre las naciones.


16. Innovación en políticas: intentó inspirar enfoques innovadores para los desafíos nacionales e internacionales.

Siempre habrá quien prefiera ver las desventajas:

1. Algunos críticos sostienen que las cumbres del G20 producen compromisos vagos o acuerdos no vinculantes, lo que puede frustrar a los líderes que buscan resultados más tangibles.


2. El tiempo dedicado a las cumbres internacionales puede dar lugar a acusaciones de descuido de los asuntos internos.


3. El aumento de los conflictos geopolíticos, como los derivados de la guerra entre Rusia y Ucrania, puede dificultar la consecución de un consenso y crear situaciones diplomáticas incómodas.


4. La naturaleza de alto perfil de las cumbres del G20 somete a los líderes a una intensa cobertura mediática y a posibles críticas sobre su desempeño o sus declaraciones.


5. La amplia agenda de las cumbres, que abarca temas que van desde la pobreza y el cambio climático hasta la salud mundial, puede resultar abrumadora. Exige a los líderes que comprendan rápidamente cuestiones complejas que están fuera de su especialidad.


6. Los resultados no son vinculantes, lo que limita su impacto si no se lleva a cabo un seguimiento.


7. La preparación y la participación en las cumbres exigen una cantidad significativa de tiempo, energía y recursos financieros.


8. Alcanzar un consenso puede ser un desafío, ya que las prioridades en pugna y la dinámica de poder a veces obstaculizan el progreso.


9. Las críticas públicas a las "palabras sin acción" pueden socavar la legitimidad de los esfuerzos multilaterales.


10. Las naciones más pequeñas pueden sentirse marginadas, ya que las agendas reflejan las prioridades de los participantes más poderosos.

La participación de México en cumbres multilaterales como la del G20 siempre es un arma de doble filo para el gobierno. Estos eventos ofrecen oportunidades incomparables de colaboración, influencia y resolución de problemas a escala global, pero también plantean desafíos importantes en materia de diplomacia, asignación de recursos y gestión de expectativas. 

Los líderes que abordan las cumbres con preparación, apertura y compromiso tienen más probabilidades de obtener los beneficios y mitigar los inconvenientes. En última instancia, las lecciones aprendidas en estas reuniones son invaluables para fomentar la cooperación global en un mundo cada vez más interconectado.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/que-se-aprendio-en-el-g20/


Saturday, November 16, 2024

No basta con ser bueno

No basta con ser bueno

Javier Treviño

@javier_trevino

Elon Musk, Vivek Ramaswamy, Susie Wiles, Marco Rubio, Matt Gaetz, Pete Hegseth, John Ratcliffe, Mike Waltz, Elise Stefanik, Tom Homan, Kristi Noem, Stephen Miller, son sólo algunos de los integrantes del equipo del Presidente Trump que ocuparan las posiciones de primer nivel. Sus decisiones y acciones tendrán un impacto en México. ¿Los conocemos bien? ¿Sabemos cómo será su estilo de gobierno?

En política exterior, el adagio “cuanto menos entiendas a tu vecino, más deberías entenderte a ti mismo” pone de relieve la importancia fundamental de la autoconciencia y la introspección para navegar por las aguas turbulentas de las relaciones bilaterales.

Cuando se tiene una comprensión limitada de las motivaciones e intenciones del vecino, los gobernantes son más propensos a malinterpretar las acciones. Lo que un estado ve como una medida defensiva puede ser percibido como una acción agresiva por otro. Esta percepción errónea puede conducir a conflictos innecesarios y a la pérdida de oportunidades de cooperación.

En vista de estos desafíos, los responsables de las políticas públicas deben dirigir su lente analítica hacia el interior. Al desarrollar una comprensión profunda de las motivaciones, capacidades y limitaciones de su propio gobierno, podrán:

1. Comprender los propios sesgos y preconcepciones. Esto puede ayudar a evaluar de manera más objetiva las situación internacional.

2. Identificar el interés nacional. Esto puede evitar reacciones exageradas o intervenciones equivocadas.

3. Conocer las verdaderas fortalezas y debilidades, capacidades y limitaciones. Esto ayuda a formular objetivos de política exterior realistas y alcanzables.

4. Entender el contexto histórico. Esto puede conducir a una diplomacia matizada.

5. Examinar críticamente sus propias estructuras de política exterior. Esto permite entender los sistemas de valores que guían la toma de decisiones.

6. Gestionar las crisis con prudencia. Esto ayuda a comprender las propias motivaciones y líneas rojas para evitar una escalada.

7. Ajustar la estrategia. Esto logra atender la resistencia burocrática y la opinión pública. 

La autocomprensión en política exterior es similar a una brújula que guía las decisiones ante la ambigüedad y la complejidad. Cuando un país no comprende las motivaciones o capacidades de su vecino (ya sea por secretismo, desinformación o marcos culturales divergentes), las interpretaciones erróneas y las sobreestimaciones pueden tener consecuencias graves.

Ante los complejos retos que se avecinan en la relación de México con Estados Unidos, creer que uno es bueno no es suficiente. El gobierno tiene que esforzarse por llegar a la excelencia. 

Esto me recordó el libro de Jim Collins, “Good to Great”, publicado en 2001, que ofrece una poderosa exploración de las cualidades y estrategias que diferencian a las empresas excepcionales de las promedio. Aunque está dirigido al sector privado, sus lecciones son aplicables al gobierno y a la gestión pública: 

1. Liderazgo de nivel 5: humildad y determinación para el servicio público.

Collins define el “liderazgo de nivel 5” como una combinación de humildad y determinación feroz. Los líderes de nivel 5 priorizan el éxito de su organización antes que la ambición personal, centrándose en objetivos a largo plazo en lugar de victorias rápidas o reconocimiento. En el gobierno, este tipo de liderazgo es esencial. 

En la práctica, esto significa que los líderes gubernamentales deben demostrar humildad, escuchar a las partes interesadas y priorizar las políticas y los programas que brinden beneficios significativos a la comunidad. En lugar de buscar el crédito, los líderes deben centrarse en fortalecer las instituciones y fomentar la confianza en el gobierno. Deben llevar a cabo iniciativas desafiantes hasta su finalización, incluso en medio de obstáculos políticos o burocráticos. Este compromiso con la humildad y la determinación puede conducir a un gobierno más confiable y eficaz.

2. Primero quién, luego qué: cómo formar equipos públicos eficaces.

Collins sostiene que “subir a las personas adecuadas al autobús” es el primer paso fundamental para cualquier gran organización. Sugiere que es más importante tener a los miembros idóneos en el equipo que contar con una estrategia completa. En el sector público, esta lección subraya la importancia de reclutar, retener y empoderar a funcionarios públicos capacitados y motivados por una misión. 

El gobierno enfrenta desafíos únicos para atraer a los mejores talentos debido a las limitaciones presupuestarias y la mala percepción pública. Sin embargo, quienes ocupan puestos de liderazgo pueden crear una cultura de propósito y responsabilidad que atraiga a personas capacitadas y apasionadas por el servicio público.

Los servidores públicos deben fomentar un entorno de trabajo colaborativo y de apoyo. Las políticas públicas sólo serán tan buenas como las personas que las implementan. Se debe contratar personas que crean en la misión y los valores del servicio público y tengan la resiliencia para enfrentar desafíos. Invertir en capacitación y aprendizaje continuo puede ayudar a que el gobierno alcance la excelencia.

3. Enfrentar la brutalidad de los hechos: aceptar la realidad para mejorar las políticas.

Un principio clave en “Good to Great” es enfrentar “los hechos brutales” sobre la situación de una organización. Los grandes líderes no rehúyen las verdades incómodas, sino que las utilizan para tomar mejores decisiones. El gobierno debe fomentar una cultura de honestidad y transparencia. Esto significa evaluar rigurosamente los programas y las políticas, recopilar datos precisos y alentar un diálogo abierto sobre lo que funciona y lo que no.

Los servidores públicos pueden utilizar la retroalimentación de los ciudadanos, las auditorías independientes, los estudios e investigaciones para obtener una visión realista del impacto de las políticas. En lugar de ocultar o evitar las deficiencias, hay que abordarlas abiertamente y hacer los ajustes necesarios. Al enfrentar la realidad, el gobierno puede generar confianza pública, tomar decisiones más informadas y, en última instancia, prestar servicios de manera más eficaz.

4. El concepto del erizo: definir una misión y un enfoque claros.

El “concepto del erizo” en “Good to Great” se basa en la idea de la simplicidad y el enfoque: comprender en qué puede sobresalir la organización, qué impulsa su motor económico y qué le apasiona. Para el gobierno, esto puede traducirse en definir una misión clara y centrarse en las competencias básicas, que giran en torno a la prestación de servicios esenciales, la protección del bienestar público y la defensa de la justicia y la equidad.

El concepto de erizo implica evitar las distracciones y concentrarse en brindar los servicios más importantes de manera eficaz. Cuando el gobierno agota sus recursos o asume múltiples iniciativas conflictivas, corre el riesgo de tener un desempeño deficiente en todos los ámbitos. 

5. Cultura de disciplina: equilibrar las reglas con el empoderamiento.

Collins escribe que las grandes empresas cultivan una cultura disciplinada que equilibra la autonomía con la responsabilidad, lo que permite a los empleados tomar decisiones dentro de los límites de un propósito y un marco compartidos. Para el gobierno, esta lección es crucial. La burocracia excesiva puede obstaculizar la iniciativa y sofocar la innovación. Para cultivar una cultura disciplinada, los servidores públicos deben establecer pautas claras y, al mismo tiempo, empoderar a sus equipos para que tomen la iniciativa y se adapten a circunstancias específicas.

Una cultura de disciplina significa establecer metas y resultados claros para cada dependencia y empoderar al personal para determinar el mejor camino a seguir dentro de sus límites. Esto requiere equilibrar la necesidad de reglas de procedimiento con flexibilidad, de modo que los equipos puedan abordar desafíos complejos y dinámicos con dedicación y creatividad, sin verse limitados por regulaciones rígidas. 

6. La tecnología como acelerador: usar la tecnología para mejorar, no reemplazar, el servicio público.

Collins sostiene que la tecnología es un facilitador, no es el principal impulsor del éxito. Para el gobierno, esta idea es un recordatorio de que la tecnología debe servir para mejorar la prestación de servicios. Si bien la transformación digital es esencial para el servicio público moderno, la tecnología respalda, no reemplaza, los objetivos centrados en el ser humano.

Se puede usar la tecnología para agilizar los procesos, aumentar la accesibilidad y mejorar la prestación de servicios, pero se debe evitar depender demasiado de ella a expensas de los valores o metas fundamentales. 

7. El “flywheel” y el “ciclo fatal”: generar impulso mediante un esfuerzo constante.

El concepto de “flywheel” de Collins ilustra cómo el impulso sostenido a partir de esfuerzos continuos y centrados conduce a la excelencia, mientras que el “ciclo fatal” representa el fracaso que resulta de la inconsistencia y el pensamiento a corto plazo. En la gestión pública, las pequeñas mejoras acumulativas pueden transformar gradualmente los servicios públicos. Al invertir en iniciativas que generen un progreso constante y mensurable, el gobierno puede generar impulso y lograr mejoras significativas con el tiempo.

El gobierno debe seguir centrado en objetivos a largo plazo que trascienda los cambios políticos, lo que permite la continuidad y la estabilidad. Se debe resistir la tentación de cambiar constantemente las prioridades con cada nuevo ciclo político.

El libro de Collins nos recuerda que la excelencia no está reservada al sector privado; con disciplina, concentración y resiliencia, el gobierno también pueden dar el salto de lo bueno a lo extraordinario, creando impactos positivos duraderos en la sociedad.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/no-basta-con-ser-bueno/


Saturday, November 09, 2024

La casa de los espejos

La casa de los espejos

Javier Treviño

@javier_trevino


Ganó Trump. La presidenta de México lo felicitó y habló con él. Ahora, el equipo del gobierno mexicano tendrá que pensar en la mejor manera de conducir las relaciones bilaterales en un entorno difícil. La metáfora de la "casa de los espejos" puede captar la naturaleza compleja, distorsionada y confusa de Washington después de la elección. 

Washington es una casa de espejos donde los reflejos se tuercen y cambian, creando ilusiones que desdibujan la realidad y oscurecen los caminos directos. A partir de hoy, los actores políticos mexicanos encontrarán en Estados Unidos un laberinto de alianzas cambiantes, agendas ocultas y estrategias que no siempre reflejan las intenciones superficiales. 

La realidad política estadounidense puede verse oscurecida por la retórica, los intereses y las percepciones erróneas, lo que conduce a decisiones estratégicas construidas sobre la ambigüedad. Washington es una capital de capas complejas, alianzas interconectadas, rivalidades e intereses entre partidos políticos, agencias gubernamentales y grupos de presión. 

Como si se tratara de una casa de espejos, los actores en la capital de Estados Unidos deben interpretar motivos que pueden no ser inmediatamente claros. Los políticos hablan a sus bases mientras entablan discusiones secretas con adversarios o grupos de interés. Las posiciones son reflejos, en lugar de realidades. Señalan ciertas intenciones o alianzas mientras que potencialmente ocultan las verdaderas prioridades o motivaciones.

La retórica de las campañas reflejó lo que los partidarios de Trump y Harris querían escuchar. Pero una vez elegido el nuevo presidente, las realidades de la gobernanza obligan a cambiar las posiciones. Las promesas hechas en la campaña pueden desvanecerse cuando se enfrentan a la necesidad de un compromiso, lo que hace que sea difícil para los electores --e incluso para los políticos-- discernir la verdadera intención detrás de las acciones. Esta distorsión se ve agravada por la influencia de los grupos de intereses especiales.

Los políticos suelen utilizar el lenguaje diplomático para proyectar una imagen, mientras que tras bastidores pueden estar persiguiendo objetivos contradictorios. Esto crea escenarios de incertidumbre, donde las naciones acuden a la especulación, la inteligencia y el análisis matizado para comprender las verdaderas intenciones.

Uno de los peligros más importantes en esta casa de espejos es la posibilidad de una mala interpretación, que puede conducir a errores con graves consecuencias. Cuando una nación malinterpreta las intenciones de su vecino, corre el riesgo de tomar medidas que aumentan las tensiones innecesariamente. La interpretación errónea de las señales puede llevar a decisiones políticas basadas en el miedo o la incomprensión, lo que provoca escaladas del conflicto.

Para avanzar con éxito por la casa de los espejos de Washington se necesita una combinación de análisis, experiencia, astucia, contactos, diplomacia, interpretación cuidadosa y claridad estratégica. Los líderes mexicanos deben mirar más allá de las reflexiones iniciales y considerar los posibles significados detrás de las palabras y las acciones. También deben evitar dejarse influir únicamente por las imágenes proyectadas en público, reconociendo que las verdaderas intenciones se encuentran en diálogos privados y señales sutiles.

La diplomacia desempeña un papel vital en la gestión de estas reflexiones complejas; sirve como una herramienta para superar los malentendidos y revelar intenciones ocultas. Las reuniones de alto nivel brindan un espacio para que los líderes discutan sus preocupaciones y objetivos fuera de la vista del público, lo que les permite expresar sus intenciones de manera transparente. 

La claridad estratégica también es esencial, ya que una política bien definida puede reducir la ambigüedad que guía los caminos de la casa de los espejos. Cuando los líderes articulan sus objetivos y políticas con precisión, reducen el riesgo de una mala interpretación y crean un entorno más estable para el compromiso binacional.

Las apariencias están condicionadas por la estrategia más que por la sinceridad. Resulta esencial que los actores políticos reconozcan y gestionen las distorsiones. Si bien la casa de los espejos puede generar desafíos y riesgos, también brinda oportunidades para que los líderes más hábiles construyan buenas alianzas.

Entrar y salir exitosamente de la casa de los espejos requiere un compromiso con la transparencia, la diplomacia y la paciencia. ¿Qué pueden hacer ahora los colaboradores de la presidenta Sheinbaum?

1. Realizar un análisis exhaustivo:


a) Estudiar las prioridades de política exterior, las personalidades del equipo clave del nuevo presidente y las promesas de campaña relacionadas con las relaciones bilaterales.


b) Analizar los precedentes históricos en la relación bilateral e identificar áreas de interés mutuo y fricción potencial.


c) Evaluar el contexto geopolítico y cómo puede afectar la relación bilateral.


2. Establecer contacto temprano:


a) Dar seguimiento eficaz a la felicitación y la llamada de la presidenta a Trump. Más allá de los mensajes escritos y protocolarios, el gobierno mexicano debe expresar con hechos su deseo de establecer relaciones positivas.


b) Buscar a la brevedad, durante la transición, una reunión presencial Sheinbaum-Trump para construir una verdadera relación personal.


c) Interactuar con el equipo de transición, los nuevos funcionarios y asesores designados en varios niveles.


3. Definir los objetivos estratégicos:


a) Articular claramente los objetivos de México para la relación bilateral.


b) Identificar los problemas y prioridades clave para la cooperación y la negociación.


c) Desarrollar una visión a largo plazo para la relación entre México y Estados Unidos.


4. Alinear a todos los integrantes del gobierno:


a) Informar a todas las dependencias gubernamentales mexicanas pertinentes sobre la estrategia para interactuar con la nueva administración estadounidense.


b) Asegurar la coordinación entre las dependencias diplomáticas, económicas y de seguridad. Este esfuerzo requiere enfoque, alineación y disciplina.


c) Interactuar con el congreso para generar el apoyo interno necesario para la agenda bilateral.


5. Mejorar la presencia diplomática:


a) Fortalecer el equipo de la embajada en Washington, nombrando un embajador de alto perfil, cercano a la presidenta.


b) Acercarse estratégicamente a los jugadores clave del congreso de Estados Unidos, los centros de estudios y los medios de comunicación.


c) Ampliar la presencia consular en los estados clave de Estados Unidos.


6. Desarrollar un plan de acción integral:


a) Diseñar un cronograma de visitas y diálogos de alto nivel durante la transición y en los primeros meses del nuevo gobierno.


b) Planificar iniciativas o proyectos conjuntos, en todas las áreas de cooperación, para demostrar el compromiso con la relación.


c) Identificar oportunidades de cooperación en foros multilaterales.


7. Centrarse en los vínculos económicos:


a) Trabajar con el sector privado de ambos países para proponer nuevas iniciativas comerciales y de inversión que fortalezcan el entorno de la revisión del T-MEC.


b) Abordar y resolver rápidamente cualquier disputa o barrera comercial existente.


c) Destacar los beneficios económicos mutuos, la creación de empleos y prosperidad en cada uno de los estados de la Unión Americana, gracias al T-MEC.


8. Mejorar la cooperación en materia de migración y seguridad:


a) Ofrecer resultados concretos para mitigar los desafíos de migración y seguridad compartidos.


b) Proponer una nueva ruta de colaboración eficaz en la aplicación de la ley y el intercambio de inteligencia.


c) Abordar y resolver rápidamente cualquier inquietud de seguridad planteada por Estados Unidos.


9. Promover intercambios culturales y educativos:


a) Aumentar la financiación para instituciones académicas e intercambios de estudiantes.


b) Organizar eventos culturales para impulsar los vínculos y el aprecio por las tradiciones mexicanas.


c) Facilitar el turismo y los viajes de negocios entre los dos países.


10. Implementar una estrategia de diplomacia pública:


a) Diseñar e implementar campañas en los medios para mejorar la imagen de México en Estados Unidos.


b) Interactuar con organizaciones de la sociedad civil y las comunidades de la diáspora mexicana.


c) Utilizar las redes sociales para comunicarse directamente con las audiencias estadounidenses.


11. Monitorear y adaptar:


a) Evaluar permanentemente la eficacia de la estrategia.


b) Ajustar las tácticas en función de los cambios en la política interna de Estados Unidos o los eventos globales.


c) Mantener abiertos los canales de comunicación para abordar y resolver cualquier crisis o problema emergente con prontitud.

De acuerdo con los expertos que han estudiado el estilo de negociación de Trump, como presidente se caracterizó por un desprecio a los protocolos y las normas tradicionales; un enfoque en las relaciones personales y la gratificación del ego; una preferencia por los acuerdos bilaterales en lugar de los multilaterales; una voluntad de usar amenazas y apalancamiento, como los aranceles; un enfoque transaccional centrado en “sus victorias".

Ante esto, los expertos recomiendan apelar a su ego. Trump responde bien a los halagos y la deferencia. Darle la apariencia de "ganador" o de tener el control puede hacerlo más receptivo a los compromisos. Trump valora mucho las conexiones personales. Establecer una relación directa con él puede ser más eficaz que los canales diplomáticos formales.

A Trump le gusta promocionar logros concretos. Ofrecerle pequeñas concesiones inmediatas que pueda reclamar como victorias puede llevar a acuerdos sustanciales más adelante. Trump es conocido por el uso de las redes sociales y su preferencia por la comunicación directa. Interactuar con él a través de estos canales puede ser más eficaz que las notas diplomáticas tradicionales.

Trump ve los temas desde una perspectiva económica y transaccional. Plantear las propuestas en términos de beneficios económicos para Estados Unidos puede resonar más con él. Puesto que el estilo de negociación de Trump puede ser errático y poco convencional, la flexibilidad y la capacidad de adaptarse rápidamente a las circunstancias cambiantes son cruciales.

Trump se enorgullece de su perspicacia empresarial. Abordar las negociaciones desde una perspectiva comercial puede alinearse con su modo de operación preferido. 

Si bien estas estrategias pueden aumentar las posibilidades de que las negociaciones tengan éxito, es importante señalar que el estilo de Trump también ha sido criticado por socavar potencialmente las alianzas de larga data, las normas internacionales y la cooperación multilateral. 

La clave para el equipo del gobierno mexicano es ser proactivo, estratégico y flexible a la hora de construir una relación mutuamente beneficiosa con la nueva administración estadounidense. De otra forma, en lugar de salir de la “casa de los espejos” entraremos a la “casa de los espantos”.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/la-casa-de-los-espejos/


Saturday, November 02, 2024

Marca México

Marca México

Javier Treviño

@javier_trevino


Cuando fui a estudiar la maestría en políticas públicas en Harvard, con una beca Fulbright, en 1985, había 9 mil estudiantes mexicanos en las universidades de Estados Unidos. En 2023 había 15 mil. El total de estudiantes estadounidenses en universidades de México no llega a 6 mil.

En 1985, el comercio bilateral total entre México y Estados Unidos era de apenas 50 mil millones de dólares. Y en 2023 alcanzó los 800 mil millones de dólares.

Mientras que el comercio bilateral creció exponencialmente, el intercambio de estudiantes se mantuvo prácticamente constante, en números muy bajos. ¿Por qué? 

La imagen predominante que tienen los estadounidenses sobre México es en gran medida negativa. Muchos ven al país a través de una lente de estereotipos y conceptos erróneos. 

Según encuestas recientes, alrededor del 60% de los estadounidenses expresan una opinión negativa de México, citando preocupaciones sobre delincuencia, corrupción e inmigración ilegal. Muchos perciben al gobierno mexicano como inestable y corrupto. Esta percepción está influida por la retórica política y las historias de los medios de comunicación que enfatizan los problemas en lugar de los avances. 

En general, los conceptos negativos sobre la seguridad y la pobreza siguen moldeando las actitudes estadounidenses hacia México. Sin embargo, los que han visitado nuestro país tienen una visión más favorable, lo que indica que la experiencia personal puede desafiar los estereotipos predominantes. 

El martes pasado participé en un panel organizado por FIMPES. La Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior llevó a cabo su Asamblea General. El tema central fue “las nuevas cadenas de valor en la educación superior”.

Primero escuché la extraordinaria conferencia magistral de la doctora Fanta Aw, CEO de NAFSA, la asociación de educadores internacionales, sobre tendencias y potencial del intercambio internacional de estudiantes. Luego participé en la mesa sobre internacionalización y la “marca México”. 

Hace muchos años leí el libro “Nation Branding: Concepts, Issues, Practice” de Keith Dinnie. Es un texto que explora el complejo mundo del desarrollo de la “marca nación”, un proceso en el que los países deberían gestionar conscientemente su imagen global para promover objetivos económicos, políticos y culturales. Fue publicado por Routledge en 2007, con una segunda edición de 2016 y una tercera de 2022.

El libro está dividido en tres partes: conceptos, problemas y práctica. Permite a los lectores pasar gradualmente de la teoría de la “marca nación” a los problemas, estudios de casos y ejemplos concretos.

Dinnie define qué es la marca nación y por qué es importante en un mundo cada vez más interconectado. Explora un enfoque estratégico a través del cual los países deberían gestionar su reputación para alcanzar objetivos en materia de comercio, turismo, política exterior e incluso seguridad. La “marca nación” es diferente a la diplomacia pública; abarca un enfoque holístico.

Hay desafíos, controversias y dilemas éticos. ¿Se mercantiliza la identidad nacional? ¿Se reducen culturas complejas a eslóganes o imágenes simplistas? Autenticidad o tergiversación, conflictos históricos o distorsiones de los problemas reales, inestabilidad económica o problemas de gobernanza.

Dinnie examina campañas exitosas y fallidas. Se destacan países como Japón, Corea del Sur y España. Una de las principales contribuciones es su conceptualización de la creación de una “marca nación” como un campo integral y multidisciplinario que va más allá del marketing. Requiere la colaboración entre agencias gubernamentales, empresas privadas, ONGs y ciudadanos. 

El autor sostiene que una “marca nación” exitosa se construye no sólo sobre la base de la fortaleza económica, sino también sobre el poder de la gente, la cultura y los valores de un país, lo que la convierte en un enfoque más sostenible.

Un tema fundamental en la creación de una “marca nación” es el papel de la identidad y la cultura nacionales. Debe estar arraigada en la autenticidad. Los esfuerzos por comercializar una nación no pueden tener éxito si tergiversan a su gente y a su historia. 

Las iniciativas de creación de una marca pueden simplificar en exceso o incluso distorsionar la identidad de un país. Dinnie reconoce esta tensión y aboga por un equilibrio entre la promoción de narrativas nacionales atractivas y el mantenimiento de la integridad cultural.

La creación de una “marca nación” puede mercantilizar la identidad nacional e imponer una agenda comercial a las culturas. En países donde existe desigualdad, polarización o represión política, una estrategia de marca puede ocultar problemas subyacentes, lo que puede dar lugar a acusaciones de hipocresía. Más vale reconocer los desafíos en lugar de ocultarlos.

El autor aplica las ideas abstractas en la práctica. Y es contundente cuando afirma que no se puede promover la “marca nación” como una panacea para los problemas de imagen. Es una herramienta que requiere un manejo cuidadoso y ético. 

En suma:

1. Definición de la marca nacional: Dinnie desacredita eficazmente la idea errónea de que la creación de una marca nacional es simplemente un ejercicio de marketing. La posiciona como una herramienta estratégica que puede mejorar la reputación de una nación, atraer inversiones y fomentar el intercambio cultural.


2. El papel del gobierno: Destaca la importancia de los esfuerzos coordinados entre las agencias gubernamentales, el sector privado y la sociedad civil para crear una identidad de marca consistente y convincente.


3. El poder de la cultura: Dinnie explora la importancia de la cultura en la creación de una marca nacional. Argumenta que el patrimonio cultural, las tradiciones y los valores de una nación pueden ser activos poderosos para construir una marca fuerte.


4. El impacto de la crisis: El libro analiza cómo las naciones pueden reconstruir su reputación. Proporciona información valiosa sobre las estrategias de comunicación en situaciones de crisis y la importancia de la transparencia y la empatía.


5. Medición del impacto de la marca de una nación: Dinnie analiza los desafíos de medir la eficacia de las iniciativas de marca de una nación. Sugiere varias métricas, entre ellas el conocimiento de la marca, el atractivo del destino y la inversión extranjera directa.


Una “marca nación” es una combinación única de elementos que proporcionan a una nación una diferenciación y relevancia culturalmente arraigada para sus audiencias objetivo. El concepto abarca diversas características y elementos que contribuyen a la forma en que se percibe a un país tanto a nivel nacional como internacional:


1. La esencia de una marca país está profundamente arraigada en su cultura, incluidas las tradiciones, los valores y las normas sociales. Esta identidad cultural da forma a la narrativa y la imagen que el país proyecta al mundo.


2. El desempeño económico de un país, incluidas sus industrias, exportaciones y oportunidades de inversión, juega un papel crucial en su marca. Los indicadores económicos positivos pueden mejorar la reputación y el atractivo de la nación.


3. La gobernanza y el entorno político influyen significativamente en la percepción pública. Un clima político estable fomenta la confianza, lo que hace que el país sea más atractivo para el turismo y la inversión.


4. La historia de un país contribuye a su identidad de marca, influyendo en cómo se le ve a nivel mundial. Los logros o desafíos históricos pueden dar forma a las narrativas que resuenan en las audiencias internacionales.


5. La disponibilidad y la gestión de los recursos naturales pueden mejorar la marca de un país, especialmente en sectores como el turismo y la agricultura. Los países conocidos por su belleza natural o paisajes únicos suelen atraer visitantes y estudiantes.


La forma en que los actores internacionales perciben a un país (a través de los medios, los eventos globales o las exportaciones culturales) afecta su imagen de marca general. Esta percepción puede verse influida por iniciativas de poder blando como la diplomacia y los intercambios educativos y culturales.

Al igual que las marcas comerciales, las marcas de país utilizan logotipos, eslóganes y símbolos para crear una identidad reconocible. Estos elementos ayudan a comunicar la esencia de la nación de manera eficaz:

1. Diferenciación: una marca de país fuerte se distingue de las demás al destacar atributos únicos ante las audiencias objetivo.


2. Coherencia: la comunicación coherente en varias plataformas fortalece la identidad de la marca y genera confianza entre las partes interesadas.


3. Compromiso: el compromiso activo con los ciudadanos nacionales y las audiencias internacionales fomenta un sentido de pertenencia y orgullo por la identidad nacional. 


4. Adaptabilidad: La capacidad de evolucionar en respuesta a la dinámica global cambiante garantiza que la marca país siga siendo relevante a lo largo del tiempo.

Al gestionar eficazmente estos componentes, las naciones pueden mejorar su reputación en el escenario internacional y atraer turismo, inversiones y talento. Con un diseño inteligente de la “marca México” podríamos atraer más estudiantes internacionales a nuestras universidades.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/marca-mexico/