Saturday, May 10, 2025

El síndrome del impostor y los partidos políticos

El síndrome del impostor y los partidos políticos

Javier Treviño

@javier_trevino

Todos cometemos errores. Los psicólogos expertos en liderazgo siempre dan los mismos consejos prácticos:

1. Admitir el error, disculparse y responsabilizarse. Ignorar un error puede ser desmoralizante y corrosivo para un equipo. Lo peor que pueden hacer los líderes es minimizar su error, ignorarlo o intentar culpar a otros. 

2. Controlar la reacción. Los líderes deben controlar sus emociones aunque haya frustración, vergüenza e incomodidad. No deben insistir en tener la razón o culpar a otros por un error. Tienen que reflexionar, considerar puntos de vista alternativos y nueva información. Nunca hacer suposiciones sin conocer los hechos. Evitar las lagunas de razonamiento.

3. Comunicarse con claridad. Es importante que los líderes sean lo más claro posible al hablar de sus errores con los miembros del equipo. Deben definir el error con precisión, evaluar la magnitud del daño, diseñar los pasos siguientes, escuchar opiniones, comunicarse con transparencia. 

4. Solucionar el problema. Los errores suelen ser sintomáticos de un problema mayor que debe abordarse. Una vez que los líderes comprenden por qué se cometió el error, pueden crear un proceso para ayudar a evitar errores similares en el futuro.

Todos los días leemos historias sobre los errores de los partidos políticos mexicanos y sus líderes. Es me recordó al “síndrome del impostor”. Es un término acuñado en 1978 por las psicólogas clínicas Pauline R. Clance y Suzanne A. Imes, que se refiere a individuos con un alto rendimiento, caracterizados por una incapacidad para internalizar sus logros y un miedo persistente a ser expuestos como un "fraude".

Hay individuos que sienten que "van a ser descubiertos". Esta idea de que "no encajan" refuerza aún más la sensación de "simplemente tuve suerte" y "no estoy aquí porque lo merezca". Todo esto aumenta la ansiedad, la baja autoestima y el estancamiento en un trabajo que dura mucho más de lo previsto, a pesar de un buen desempeño o del deseo de adquirir más responsabilidades.

En los años de la pandemia leí el libro “Own Your Greatness: Overcome Impostor Syndrome, Beat Self-Doubt, and Succeed in Life” (2020), de Lisa Orbé-Austin y Richard Orbé-Austin ("Aduéñate de tu grandeza: Supera el síndrome del impostor, vence las dudas y triunfa en la vida"). Los autores son terapeutas y estiman que el 70% de las personas experimentará el “síndrome del impostor” en algún momento de su vida. 

El libro ofrece una guía completa para comprender y superar el “síndrome del impostor”, esa persistente sensación de fraude intelectual y profesional a pesar de las evidencias externas de competencia. Los autores analizan minuciosamente el fenómeno y sus diversas manifestaciones y causas subyacentes:

1. Describen claramente sus características, incluyendo sentimientos de fraude, miedo a ser descubierto, atribuir el éxito a factores externos y perfeccionismo.

2. Categorizan patrones comunes del síndrome del impostor (el perfeccionista, el experto, el solista) para ayudar a los lectores a reconocer sus manifestaciones específicas.

3. Exploran los posibles orígenes del síndrome del impostor, incluyendo dinámicas familiares, presiones sociales y normas culturales.

4. Ofrecen técnicas prácticas para desafiar los pensamientos negativos, replantear los éxitos, desarrollar la autocompasión, construir confianza y aceptar la imperfección. Esto incluye la reestructuración cognitiva, experimentos conductuales y el cultivo de una mentalidad de crecimiento.

5. Orientan para mantener el progreso y desarrollar resiliencia ante futuros episodios de inseguridad. 

Creo que la metodología del libro puede aplicarse a los partidos políticos. Los principios descritos en ofrecen un marco sorprendentemente relevante sobre cómo los partidos políticos pueden abordar sus propias formas de "síndrome del impostor" y cultivar una presencia más auténtica y efectiva en el panorama político. 

El síndrome del impostor en los partidos políticos se manifiesta cuando políticos o líderes de partidos, a pesar de su competencia, dudan de su legitimidad y temen ser expuestos como un fraude. Esto puede tener varios efectos en la dinámica y la gobernanza del partido:

1. Parálisis en la toma de decisiones: Los líderes con síndrome del impostor pueden dudar en tomar decisiones audaces o ceder excesivamente ante los demás, temiendo que sus decisiones sean juzgadas con severidad o que se expongan sus supuestas deficiencias. Esto puede ralentizar las respuestas del partido, especialmente durante las crisis, cuando la decisión es crucial.

2. Reducción de la cercanía y la participación pública: La preparación excesiva y la búsqueda de la perfección pueden hacer que los líderes parezcan menos espontáneos o cercanos, lo que debilita su conexión con los votantes y colegas.

3. Problemas de delegación y colaboración: Los líderes pueden evitar delegar tareas, preocupados de que compartir la responsabilidad pueda revelar sus supuestas deficiencias. Esto centraliza el poder y sofoca la creatividad y la eficiencia del equipo.

4. Impacto en la diversidad e inclusión: Los miembros de grupos históricamente subrepresentados pueden experimentar un mayor síndrome del impostor, especialmente al ser juzgados por quienes tradicionalmente ostentan el poder. Esto puede generar reticencia a expresar nuevas ideas o adoptar posturas controvertidas, e incluso puede resultar en renuncias prematuras.

5. Percepción y confianza pública: La inseguridad persistente y la vacilación visible pueden socavar la confianza pública en el liderazgo de un partido, afectando los resultados electorales y la cohesión interna.

Los partidos políticos pueden abordar el síndrome del impostor fomentando culturas que valoren la experiencia por encima de la confianza en sí mismos, fomentando el debate abierto sobre las inseguridades y apoyando diversos estilos de liderazgo en lugar de castigar las desviaciones percibidas de la tradición.

1. Identificar el origen del impostor en el partido: Así como las personas atribuyen los sentimientos de impostor a experiencias formativas, los partidos políticos pueden reflexionar sobre eventos históricos que pudieron haber impactado su autopercepción. Las derrotas electorales, los conflictos internos o los escándalos públicos pueden generar una sensación colectiva de incompetencia. Reconocer estos eventos permite al partido comprender y abordar los problemas subyacentes que afectan su identidad.

2. Reconocer los detonantes organizacionales: Los partidos deben identificar las situaciones que generan dudas o comportamientos defensivos. Estas pueden incluir la cobertura mediática crítica, la participación en debates sobre políticas polémicas o la gestión de transiciones de liderazgo. Al anticipar estos detonantes, los partidos pueden preparar respuestas constructivas, manteniendo la compostura y la claridad en tiempos difíciles.

3. Reformular la narrativa interna: En lugar de ver los reveses pasados como fracasos, los partidos pueden reinterpretarlos como oportunidades de aprendizaje que contribuyeron al crecimiento y la resiliencia. Este cambio de una narrativa centrada en los déficits a una que reconoce los logros y la adaptabilidad fomenta una autoimagen organizacional más positiva.

4. Fomentar la comunicación abierta: Fomentar la transparencia dentro del partido ayuda a combatir los sentimientos de incompetencia. Crear espacios donde los miembros puedan compartir inquietudes y experiencias promueve el apoyo mutuo y la resolución colectiva de problemas, reduciendo el aislamiento que a menudo acompaña a los sentimientos de impostor.

5. Desafiar los pensamientos negativos automáticos: Los partidos pueden desarrollar estrategias para contrarrestar creencias negativas generalizadas, como "siempre perdemos en las zonas urbanas" o "nuestras políticas son demasiado complejas para el público". Al examinar críticamente estas ideas y reemplazarlas con afirmaciones basadas en la evidencia, los partidos pueden construir una perspectiva más equilibrada.

6. Experimentar con nuevos roles: Así como se anima a las personas a probar nuevos roles, los partidos pueden explorar diferentes enfoques de liderazgo y participación. Pasar de una postura reactiva a una proactiva e innovadora en políticas, o de un activista tradicional a un comunicador experto en medios digitales, puede revitalizar la imagen y la eficacia del partido.

7. Construir una coalición de apoyo: Formar alianzas con organizaciones, grupos comunitarios y líderes de opinión afines puede reforzar la misión y los valores del partido. Estas alianzas proporcionan validación externa y amplían la red de apoyo del partido, contribuyendo a un mayor sentido de propósito y legitimidad.

Los partidos suelen participar en diálogos internos autocríticos. Cuestionar narrativas y replantear acontecimientos pasados desde una perspectiva más equilibrada puede fortalecer la confianza colectiva. En lugar de centrarse únicamente en las victorias electorales, los partidos pueden aprender a reconocer y valorar otras formas de éxito, como la defensa eficaz de políticas públicas.

Los partidos deben aceptar los errores y aprender de ellos sin culparse ni recriminarse internamente. Una cultura de aprendizaje y crecimiento fomenta la resiliencia. Reconocer pública e internamente las fortalezas, los valores y las contribuciones históricas del partido puede fortalecer el sentido de eficacia colectiva.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-sindrome-del-impostor-y-los-partidos-politicos/


Friday, May 09, 2025

La magia de una conversación

La magia de una conversación

Javier Treviño

@javier_trevino

En medio del inmenso mar de desacuerdos todavía podemos encontrar algunas islas de acuerdos. Hace tiempo leí uno de los artículos de Irene Vallejo donde destaca el poder transformador de la conversación como un arte esencial para construir entendimiento. La clave está en escuchar y dialogar con respeto, sin arrogancia ni imposición, buscando puntos de concordancia más que demostrar que se tiene la razón. 

Las disputas son parte inevitable de la interacción humana y surgen en el ámbito laboral, familiar, de amistad e incluso entre países. Si bien los conflictos suelen tener connotaciones negativas, también ofrecen oportunidades de crecimiento y comprensión si se abordan con las herramientas adecuadas. La conversación es el medio más poderoso y transformador para resolver disputas.

¿Por qué la conversación es importante en la resolución de conflictos? Porque se basa en la conexión. A través del diálogo, las personas comparten pensamientos, emociones y perspectivas, creando un puente entre diferentes puntos de vista. Cuando surge un conflicto, una conversación significativa se convierte en el vehículo que transforma la discordia en comprensión y, en última instancia, en resolución.

Las conversaciones productivas permiten a las partes expresar sus necesidades e inquietudes, escucharse mutuamente y colaborar para encontrar soluciones. Este proceso no sólo resuelve el problema inmediato, sino que también fortalece las relaciones y genera confianza para el futuro. Cortesía, claridad y empatía pueden derribar las barreras de la soledad y la hostilidad. Una conversación es la herramienta más poderosa para la colaboración, la convivencia y las alianzas.

¿Cuáles son los elementos clave de las conversaciones efectivas en caso de conflictos?

1. Escucha activa: una de las habilidades cruciales en la resolución de conflictos es la escucha activa. Esto significa concentrarse plenamente en la persona que habla, interpretar tanto sus palabras como sus emociones, y demostrar un interés genuino en su perspectiva. La escucha activa garantiza que todas las partes se sientan respetadas, lo cual es esencial para reducir la tensión y fomentar el entendimiento mutuo.


2. Comunicación clara y constructiva: expresarse con claridad y respeto es vital. Usar frases en primera persona, en lugar de lenguaje acusatorio, ayuda a comunicar sentimientos sin culpar; reduce la actitud defensiva y abre la puerta a una conversación honesta.


3. Crear un entorno seguro: elegir un entorno neutral y privado para conversaciones difíciles puede ayudar a los participantes a sentirse más cómodos y dispuestos a participar abiertamente. Establecer reglas básicas para una comunicación respetuosa garantiza que el diálogo se mantenga constructivo.


4. Buscar puntos en común: centrarse en objetivos o valores compartidos ayuda a que la conversación pase de ser conflictiva a colaborativa. Cuando ambas partes reconocen sus intereses comunes, encontrar soluciones se vuelve más fácil y satisfactorio para todos los involucrados.

¿Podemos encontrar un potencial transformador en una conversación? Creo que sí. Un diálogo significativo va más allá de resolver disputas específicas; puede transformar relaciones y comunidades. Al abordar los conflictos con curiosidad y apertura, las personas pueden convertir los desacuerdos en oportunidades de aprendizaje y conexión. 

En el ámbito laboral, las conversaciones constructivas sobre conflictos pueden aumentar la productividad y el bienestar, mientras que en las familias y las amistades, profundizan los vínculos emocionales y la confianza.

Además, las conversaciones que abordan problemas y emociones subyacentes, en lugar de simplemente superficializar desacuerdos, pueden generar cambios duraderos y prevenir futuros conflictos. Este enfoque fomenta una cultura de comunicación abierta, donde los problemas se abordan de forma proactiva en lugar de permitir que se agraven.

En un mundo cada vez más polarizado, el arte de la conversación sigue siendo una de las herramientas más potentes para resolver disputas en los ámbitos personal, profesional y social. El diálogo fomenta la comprensión, la empatía y la colaboración; permite a las personas y a las comunidades superar las diferencias y encontrar puntos en común.

En esencia, el diálogo es más que un simple intercambio de palabras; es un proceso de entendimiento mutuo. ¿Qué es lo que dicen algunos de los expertos que han estudiado el poder de la conversación?

1. Thich Nhat Hanh, un reconocido monje budista, enfatizó que “en el diálogo verdadero, ambas partes están dispuestas a cambiar”. Esta disposición a adaptarse y comprender la perspectiva del otro es fundamental para la resolución de conflictos.


2. Marshall Rosenberg , en “Comunicación no violenta: un lenguaje de vida”, ofrece un enfoque estructurado para el diálogo empático. Enfatiza la observación sin prejuzgar; la expresión honesta de sentimientos y necesidades, y la formulación de peticiones claras, fomentando así el respeto y la comprensión mutuos.


3. Roger Fisher y William Ury, en “Cómo llegar al sí”, abogan por una negociación basada en principios. Su método consiste en separar a las personas del problema, centrándose en los intereses en lugar de las posiciones, trabajando juntos para encontrar soluciones mutuamente beneficiosas.


4. Jefferson Fisher enfatiza la importancia de la regulación emocional y la curiosidad en las conversaciones. En su libro “The Next Conversation”, aconseja técnicas como hacer una pausa antes de responder a los insultos y buscar comprender las motivaciones subyacentes.


5. El diálogo también desempeña un papel crucial para abordar conflictos sociales y políticos. Paula Green, experta en consolidación de la paz, inició "Hands Across the Hills", un proyecto que reúne a personas de comunidades políticamente divergentes para fomentar el entendimiento a través del diálogo. Escuchar e interacción empática son pasos vitales para superar las brechas y lograr el cambio social.


6. Daniel Yankelovich, en “La magia del diálogo”, subraya la importancia de transformar el conflicto en cooperación. Identifica elementos clave como la igualdad entre las partes, la escucha empática y la disposición a revelar las suposiciones como cruciales para el éxito del diálogo.


7. George Kennan en "Diplomacia estadounidense", argumentó con toda razón que si bien las dinámicas de poder son innegables, el diálogo sostenido, basado en la comprensión y el respeto, es esencial para desenvolverse en panoramas geopolíticos complejos.


8. Nelson Mandela decía que “si quieres hacer la paz con tu enemigo, tienes que colaborar con él. Entonces se converitrá en tu aliado”. Esta alianza, surgida del terreno fértil del diálogo, es la clave para resolver disputas y construir relaciones y sociedades más armoniosas.

Las conversaciones no son sólo un medio para un fin en la resolución de conflictos; son la base sobre la que se construyen la comprensión, la confianza y las soluciones duraderas. Al fomentar un diálogo abierto, honesto y empático, las personas y los grupos pueden transformar las disputas en oportunidades de conexión y crecimiento. El verdadero poder de la conversación reside en su capacidad para transformar el conflicto en colaboración.

Al acoger el diálogo, las personas y las sociedades pueden superar el conflicto, fomentando conexiones que conducen a una paz y colaboración duraderas. Cuando se maneja con intención y habilidad, el diálogo posee una riqueza, poder y eficacia que trasciende los marcos legales y las intervenciones contundentes, ofreciendo un camino hacia la comprensión, el compromiso y, en última instancia, la paz.

La riqueza de la conversación en la resolución de disputas reside en su capacidad inherente para el intercambio multifacético. Va más allá de la dicotomía entre lo correcto y lo incorrecto, permitiendo la exploración de las necesidades, emociones y perspectivas subyacentes. 

El poder de la conversación está en la capacidad para fomentar la comprensión y tender puentes. Los conflictos suelen surgir por interpretaciones erróneas, expectativas incumplidas y la incapacidad de comprender la perspectiva del otro. A través del diálogo abierto, las partes pueden expresar sus experiencias, aclarar sus posiciones y comprender mejor la realidad del otro. 

La conversación permite a las personas humanizar el conflicto. Cuando las disputas se reducen a principios abstractos o argumentos legales, se pasa por alto el núcleo emocional. El diálogo permite expresar la vulnerabilidad y reconocer la humanidad compartida. 

La eficacia de la conversación como herramienta de resolución de disputas es evidente en todos los ámbitos de la vida: 

a) En las familias, las conversaciones abiertas y honestas pueden reparar relaciones fracturadas y establecer patrones de comunicación más saludables. 

b) En los negocios, el diálogo constructivo entre colegas o entre la gerencia y los empleados puede resolver conflictos laborales, mejorar la productividad y fomentar un entorno más colaborativo. 

c) En el ámbito internacional, las conversaciones diplomáticas, por muy desafiantes que sean, siguen siendo la principal vía para prevenir y resolver conflictos entre naciones.

¿Por qué no usamos, entonces, la magia de una conversación para acabar con la dañina polarización en la política? 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/la-magia-de-una-conversacion/


Saturday, April 26, 2025

La oscuridad de las burocracias

La oscuridad de las burocracias

Javier Treviño

@javier_trevino

Durante el mes de abril, cuando pagamos nuestros impuestos, todos nos acordamos de las burocracias. ¿Son omnipresentes? ¿Las apreciamos? ¿Para qué sirven? ¿Agregan valor? ¿Se pueden mejorar? ¿Podrán los gobiernos ser más receptivos a las personas a las que sirven? ¿Es posible que dejen de abrumar a los ciudadanos con trámites excesivos?

Hace algunos años leí el libro de Jorrit de Jong, “Dealing with Dysfunction: Innovative Problem Solving in the Public Sector” (2016). El autor explora las ineficiencias burocráticas y presenta un marco práctico para su reforma. Con base en investigación académica y estudios de caso reales, de Jong desafía los enfoques tradicionales para la reforma burocrática. Propone un liderazgo e innovación de abajo hacia arriba.

Si bien todas las burocracias que funcionan bien comparten similitudes, las que son disfuncionales presentan sus propios defectos. La disfunción más grave surge cuando varias organizaciones comparten la responsabilidad de un problema, pero ninguna es la principal responsable de resolverlo. Este escenario subraya la necesidad de capacidades distribuidas para la resolución de problemas y estructuras de rendición de cuentas.

El profesor Jorrit de Jong es el director del “Centro Bloomberg para las ciudades” de la Universidad de Harvard. Su misión es ayudar a los gobiernos locales a aprender a ser más innovadores. En sus clases explica cómo los gobiernos pueden ser más eficientes, eficaces y receptivos a las necesidades de la gente. Su trabajo aborda los desafíos persistentes de la disfunción burocrática y la necesidad de una resolución de problemas pública, innovadora y colaborativa.

Un tema central es el diagnóstico y la solución de la disfunción sistémica en las burocracias. Argumenta que muchos esfuerzos de reforma fracasan porque no distinguen adecuadamente entre los síntomas y las causas profundas, ni involucran a los más afectados en el proceso de reforma. 

De Jong propone que la solución a la disfunción burocrática no reside en una reforma regulatoria de arriba hacia abajo, sino en el desarrollo de una capacidad distribuida para la resolución de problemas. Esto requiere aprendizaje organizacional e interorganizacional profundo, revisar las estructuras de rendición de cuentas para aclarar roles y responsabilidades, fomentar el liderazgo y la innovación desde abajo hacia arriba.

De Jong enfatiza la importancia de los enfoques colaborativos para abordar los desafíos del sector público, especialmente aquéllos que abarcan múltiples agencias o sectores. Aplica el marco del "triángulo estratégico" para guiar a los gestores públicos a la hora de abordar los retos:

a) Valor público: garantizar que las iniciativas generen beneficios significativos para los ciudadanos.

b) Legitimidad y apoyo: obtener la aceptación de las partes interesadas clave y del público.

c) Capacidad operativa: desarrollar las herramientas para implementar soluciones eficazmente.

Los casos prácticos y ejercicios de simulación son ideales para capacitar a los servidores públicos en gestión estratégica y resolución de problemas. Se requieren herramientas prácticas para diagnosticar problemas, diseñar intervenciones y liderar el cambio en entornos complejos.

¿Qué se debe hacer?

1. Diagnosticar y abordar las causas específicas de la disfunción burocrática.

2. Promover la resolución distribuida y colaborativa de problemas en lugar de reformas de arriba hacia abajo.

3. Desarrollar el liderazgo y la capacidad operativa mediante el aprendizaje de experiencias y marcos prácticos.

4. Abogar por la innovación y la rendición de cuentas para abordar problemas sociales complejos.

5. Claridad conceptual y estrategias prácticas para lograr gobiernos más eficaces, equitativos y receptivos a las necesidades de la sociedad.

El profesor Jorrit de Jong fundó la “Brigada Kafka”, un equipo de investigación de campo centrado en ayudar a los gobiernos a mejorar los servicios para los ciudadanos vulnerables que soportan desproporcionadamente la carga de la burocracia y los trámites. 

En una conversación reciente publicada en el sitio de la Escuela Kennedy de Gobierno de Harvard, Jorrit de Jong aseguraba que “el problema suele ser difícil de resolver porque se diagnostica erróneamente”. 

La OCDE publicó un informe titulado “¿Por qué es tan complicada la simplificación administrativa?” Para responder a esta pregunta, debemos analizar más detenidamente qué se esconde bajo la superficie de la burocracia.

El profesor de Jong señala que la burocracia no es tanto un sistema de reglas, sino un sistema de valores. Es una forma organizativa que rige la forma en que se realiza el trabajo de acuerdo con los principios que Max Weber codificó: estandarización, formalización, oficialidad experta, especialización, jerarquía y rendición de cuentas. Al sumar todo esto se llega a un sistema que valora la palabra escrita; que está aislado, porque eso es lo que hace la especialización; que a veces puede ser lento, porque existe una cadena de mando y un proceso de aprobación. 

La estandarización respalda el valor de que no importa quién seas, a quién conozcas, tu aspecto personal al solicitar un permiso o el de quién lo expida: el caso se evaluará según sus méritos. Eso es positivo, en teoría: la burocracia tendría que ser una forma forma racional, impersonal, responsable y eficiente.

Sin embargo, De Jong concluye que “cuando las organizaciones empiezan a violar sus propios valores, pierden la conexión con su propósito”. Si la estandarización se convierte en rigidez, se dificulta hacer justicia a las circunstancias individuales atenuantes. Si la formalización se convierte en papeleo inútil, frustra el propósito. Y si las estructuras de rendición de cuentas priorizan la aversión al riesgo sobre la toma de iniciativa, las organizaciones no pueden innovar.

La disfunción burocrática ocurre cuando el sistema que hemos creado deja de generar el valor que buscábamos. Tenemos que crear organizaciones que se beneficien de la rendición de cuentas, la estandarización y la especialización sin las cargas de la lentitud, la rigidez y los silos. 

Los gobiernos que aprovechan los datos para comprender a las comunidades a las que sirven y medir su rendimiento aprenden y mejoran más rápido. Las gobiernos que utilizan el pensamiento de diseño para reinventar los servicios ahorran tiempo y dinero. Y las ciudades que colaboran entre organizaciones y sectores encuentran soluciones más eficaces a los problemas urbanos.

Reducir la burocracia fracasa porque el problema se diagnostica mal. Algunos gobiernos sólo arañan la superficie —digitalizando formularios que, de entrada, son inútiles— mientras que otros se exceden al recortar regulaciones importantes sólo porque el papeleo es engorroso.

Un buen diagnóstico comienza por distinguir diferentes niveles de análisis: a) experiencia del usuario, b) estructura organizacional, c) cultura y d) política. 

Los gobiernos locales están cerca de sus ciudadanos y la retroalimentación puede ser rápida: los líderes municipales perciben de inmediato el descontento de los residentes. Sin embargo, carecen de las herramientas para abordar sistemáticamente los problemas. Se requiere educar a los alcaldes, hacer trabajo de campo con los altos funcionarios municipales, analizar casos reales y construir herramientas de diagnóstico que puedan utilizar en su propio contexto para mejorar los servicios.

En un mundo ideal, los gobiernos toman en serio a los ciudadanos. Aprovechan su experiencia. Y realizan un diagnóstico sistemático de lo que está sucediendo, dónde están desperdiciando tiempo, dinero y potencial humano, y cómo pueden mejorar la calidad de vida de la gente mediante la innovación gubernamental.

"Lidiando con la disfunción: solución innovadora de problemas en el sector público", de Jorrit de Jong, va más allá de simplemente lamentar la oscuridad de la burocracia y la ineficiencia. Proporciona un marco para comprender las raíces de estos problemas y, aún más importante, ofrece un enfoque novedoso para resolverlos. El libro presenta una perspectiva práctica y teóricamente fundamentada sobre cómo lograr un gobierno más eficaz, eficiente, equitativo y receptivo.

Una de las principales fortalezas del libro es su comprensión matizada de la disfunción. Argumenta contra la idea simplista de la burocracia como una entidad monolítica que debe ser atacada ciegamente. En cambio, enfatiza que “todas las burocracias que funcionan bien son iguales; y cada burocracia disfuncional lo es a su manera”.

Los líderes del sector público, legisladores y los interesados en crear un gobierno más eficaz, eficiente y centrado en el ciudadano, necesitan desarrollar una perspectiva innovadora y práctica sobre un desafío persistente. Tienen que ir más allá de las críticas simplistas y proporcionar un marco sólido para comprender y abordar las ineficiencias burocráticas. 

Necesitamos un diagnóstico matizado, la participación de las partes interesadas y la aplicación práctica, respaldada por estudios de caso convincentes. Tenemos que desafiar la sabiduría convencional y la oscuridad de las burocracias. Debemos ofrecer un camino prometedor hacia una resolución rigurosa de los problemas públicos que, en última instancia, pueda conducirnos a un estado más equitativo.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/la-oscuridad-de-las-burocracias/


Saturday, April 19, 2025

El poder de la disrupción

El poder de la disrupción

Javier Treviño

@javier_trevino

En los tiempos de los rápidos cambios tecnológicos, mercados volátiles y expectativas cambiantes de los consumidores, la disrupción se ha convertido en algo más que una palabra de moda: es un imperativo de supervivencia. Para prosperar en este entorno, las organizaciones pueden adoptar el pensamiento disruptivo, implementar estrategias disruptivas y cultivar un liderazgo disruptivo. Estos tres pilares conforman un marco que desafía el statu quo, redefine las industrias y moldea el futuro.

1. Pensamiento disruptivo: desafiando el statu quo.

El pensamiento disruptivo comienza con una mentalidad: la disposición a cuestionar suposiciones, romper moldes y reimaginar lo posible. Acuñado y explorado por Clayton M. Christensen en su libro “El dilema del innovador” (1997), el concepto de innovación disruptiva describe cómo las tecnologías más simples, económicas y accesibles pueden derrocar a los gigantes de la industria.

Uno de los ejemplos más citados es Netflix. Adoptó un modelo disruptivo que finalmente destruyó la industria del alquiler de videos. Sus líderes pensaban de manera diferente, no en términos de medios físicos, sino en términos de conveniencia, personalización y tecnología de streaming.

Los pensadores disruptivos provienen de sectores externos a las industrias tradicionales o tienen una perspectiva contraria. Pensemos en Elon Musk, quien cuestionó la sostenibilidad de los combustibles fósiles y revolucionó tanto la industria automotriz (Tesla) como la exploración espacial (SpaceX) al replantear paradigmas arraigados. Su enfoque refleja lo que Harvard Business Review denomina "contrarianismo estratégico": la capacidad de ver oportunidades donde otros ven imposibilidad.

Además de la obra de Christensen, vale la pena leer dos libros más: “Think Again: The Power of Knowing What You Don't Know”, de Adam Grant (2021), que insiste en las ventajas del replanteamiento y la flexibilidad mental. Y “Loonshots: How to Nurture the Crazy Ideas That Win Wars, Cure Diseases, and Transform Industries”, de Safi Bahcall (2019), que explora cómo surgen y perduran las ideas radicales en las grandes organizaciones.

2. Estrategia disruptiva: creación de nuevos mercados.

Una estrategia disruptiva va más allá de la innovación de productos. Altera fundamentalmente la forma en que una empresa compite. En lugar de enfrentarse directamente con actores establecidos, los disruptores suelen crear nuevas redes de valor y atender mercados desatendidos o ignorados.

El marco de Christensen distingue entre innovación sostenida (mejora de productos existentes) e innovación disruptiva (creación de nuevos mercados). Por ejemplo, Airbnb no mejoró los hoteles, sino que proporcionó una plataforma que transformó la percepción de las personas sobre el alojamiento para viajes.

Christensen decía que “la disrupción es un proceso. Los productos que comienzan siendo simples y asequibles mejoran con el tiempo y finalmente desplazan a los competidores establecidos”.

En su libro “Blue Ocean Strategy”, W. Chan Kim y Renée Mauborgne describen un complemento estratégico a la teoría de Christensen. En lugar de navegar en un "océano rojo" lleno de competencia feroz, las empresas pueden buscar océanos azules: espacios de mercado sin explotar, propicios para la innovación. El Cirque du Soleil, por ejemplo, eliminó elementos costosos del circo tradicional (como los animales) y combinó acrobacias con narrativa teatral, creando una nueva forma de entretenimiento.

3. Liderazgo disruptivo: liderando en la incertidumbre.

El liderazgo disruptivo es la capacidad de dirigir a través de la ambigüedad, fomentar la experimentación y construir culturas donde prospere la innovación. Los líderes disruptivos no sólo se adaptan al cambio, sino que lo crean.

Según Linda Hill, profesora de la Escuela de Negocios de Harvard y coautora de “Collective Genius: The Art and Practice of Leading Innovation” (2014), el éxito de la innovación se basa menos en la genialidad individual y más en la creación de entornos donde equipos diversos puedan co-crear. Hill argumenta que “liderar la innovación consiste en liberar el talento y la pasión de muchas personas”.

Pensemos en Satya Nadella, quien transformó Microsoft al transformar la empresa de una cultura de “sabelotodo” a una de “aprendelotodo”. Su liderazgo no se centró en la disrupción por sí misma, sino en impulsar la transformación a través de la empatía, la mentalidad de crecimiento y la colaboración interdisciplinaria. Bajo la dirección de Nadella, Microsoft adoptó el código abierto, la estrategia de priorizar la nube y el diseño inclusivo, muy diferente de su postura anterior.

Los líderes disruptivos muestran ciertos rasgos clave: empatía e inteligencia emocional; pensamiento visionario a largo plazo; seguridad psicológica que fomenta la toma de riesgos; orientación al aprendizaje, no al perfeccionismo.

4. El riesgo de sentirse demasiado cómodo.

Una de las principales advertencias de la teoría de la disrupción es que el éxito puede generar complacencia. Como señala Christensen: “no sobrevive la especie más fuerte, ni la más inteligente... sino la que mejor se adapta al cambio”. Esta metáfora darwiniana subraya el peligro que enfrentan los actores del mercado que se resisten a la innovación.

Kodak, que en su día fue líder de la industria, inventó la cámara digital, pero no logró comercializarla. ¿Por qué? Porque sus líderes estaban apegados al rentable negocio tradicional de la película. Su incapacidad para generar disrupción fue una advertencia.

Christensen decía que “la razón por la que a las empresas existentes les resulta tan difícil capitalizar las innovaciones disruptivas es porque sus procesos y su modelo de negocio, que las hacen eficaces en su negocio actual, las hacen incapaces de competir por la disrupción”.

La disrupción no consiste en perseguir todas las tendencias. Se trata de cultivar una mentalidad, una estrategia y un estilo de liderazgo que acojan la transformación. El pensamiento disruptivo abre la puerta, la estrategia disruptiva guía el camino y el liderazgo disruptivo proporciona la brújula.

Las organizaciones que adoptan esta triple combinación no sólo pueden sobrevivir a la disrupción, sino que también pueden impulsarla. En un mundo que cambia más rápido de lo que se pueden hacer planes, la única ventaja sostenible es la capacidad de adaptarse, aprender y reinventarse.

5. Pensamiento, estrategia y liderazgo disruptivos en política y gobierno.

En el contexto de la gobernanza, el pensamiento, la estrategia y el liderazgo disruptivos tienen el potencial de abordar problemas arraigados, fomentar la innovación y reconectar con electorados cada vez más volátiles y desilusionados. Sin embargo, también conllevan riesgos inherentes y exigen una comprensión matizada del panorama político.

El pensamiento disruptivo en política cuestiona supuestos arraigados y concibe enfoques de gobernanza completamente nuevos. Va más allá de la reforma gradual y busca identificar las tareas que el gobierno debe realizar de manera fundamentalmente diferente. 

Los partidos políticos necesitan una deconstrucción y reconstrucción completa de su forma de hacer política. Tienen que adoptar la innovación y la tecnología para generar un cambio transformador en lugar de un progreso lento e incremental. Esto requiere la voluntad de mirar más allá de los paradigmas tradicionales de izquierda-derecha y abordar nuevas ideas, incluso aquéllas que desafían las ideologías establecidas.

La estrategia disruptiva en el gobierno traduce este pensamiento innovador en planes de acción concretos. Identifica áreas propicias para un cambio radical, donde los sistemas existentes fallan o no satisfacen adecuadamente las necesidades de la población. Aprovecha la tecnología para prestar servicios de forma más eficiente, la reestructuración fundamental de los procesos burocráticos o el cuestionamiento de la propia naturaleza de la intervención gubernamental en ciertos sectores. 

El liderazgo disruptivo en política es el motor de esta transformación. Requiere individuos que no teman desafiar la sabiduría convencional, asumir riesgos calculados y movilizar apoyo para ideas no convencionales. Estos líderes a menudo operan como forasteros, desafiando el orden establecido y apelando al deseo de un cambio fundamental. 

El camino hacia la disrupción en la política y el gobierno está lleno de desafíos. Los intereses arraigados, la inercia burocrática y el escepticismo público hacia el cambio radical pueden crear obstáculos significativos. La falta de marcos establecidos y los riesgos inherentes asociados a los experimentos sociales a gran escala exigen una cuidadosa consideración. Además, las implicaciones éticas de la disrupción, especialmente en áreas que afectan a poblaciones vulnerables, deben abordarse exhaustivamente.

En conclusión, el pensamiento, la estrategia y el liderazgo disruptivos representan una fuerza poderosa para la transformación de la política y el gobierno. Al desafiar las normas establecidas, adoptar la innovación y movilizar apoyo para un cambio radical, los líderes pueden abordar problemas arraigados y reconectar con las necesidades sociales en constante evolución. 

Sin embargo, este enfoque exige un manejo cuidadoso, una visión clara y una profunda comprensión de los posibles riesgos e implicaciones éticas. El "sismo interno" que genera la disrupción debe gestionarse con cuidado para construir un sistema de gobernanza más eficaz, en lugar de simplemente fracturar los cimientos existentes.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-poder-de-la-disrupcion/


Saturday, April 12, 2025

El arte de mantener la popularidad

El arte de mantener la popularidad

Javier Treviño

@javier_trevino

¿Cómo gestionan los líderes exitosos una alta aprobación? En el complejo mundo de la política y el liderazgo, alcanzar la popularidad es sólo la mitad de la batalla; mantenerla es el verdadero desafío. 

La historia ofrece innumerables ejemplos de líderes que ascendieron rápidamente en la estima pública sólo para caer con la misma rapidez debido a una mala gestión de su imagen, mensaje o políticas. 

Por otro lado, unos pocos han mantenido altos índices de aprobación de forma constante durante largos períodos. Estos líderes comprenden que la popularidad es un activo dinámico: frágil, fluido y determinado por la percepción pública, la comunicación estratégica y el liderazgo auténtico.

Nicolás Maquiavelo decía, en “El Príncipe, que “más vale ser temido que ser amado, si no se pueden ambas cosas”. Sin embargo, el liderazgo moderno demuestra que se puede y se debe lograr un equilibrio entre el afecto y el respeto de los ciudadanos. Los líderes más exitosos gestionan su popularidad no mediante la complacencia, sino utilizando la aprobación como herramienta, aprovechándola para impulsar políticas, unificar a sus electores y protegerse de las crisis.

Una de las estrategias clave empleadas por estos líderes es la configuración deliberada de la narrativa. El expresidente estadounidense Barack Obama, por ejemplo, mantuvo altos índices de aprobación durante gran parte de su presidencia. En sus memorias, "Una tierra prometida", reflexiona: "lo que aprendí rápidamente fue que la historia que cuenta un presidente es tan importante como las políticas que implementa". El estilo de comunicación de Obama —medido, ambicioso y basado en la empatía— le permitió cultivar un sentido de confianza. 

Según la profesora de la Universidad de Pensilvania, Kathleen Hall Jamieson, "los líderes que enmarcan sus políticas dentro de narrativas con resonancia emocional tienen más probabilidades de mantener el apoyo público, incluso en tiempos turbulentos" (“Presidentes que crean la presidencia”, 2008).

Gestionar los altos índices de aprobación también requiere adaptabilidad sin renunciar a los principios. La primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, quien gozó de admiración mundial por su liderazgo durante la pandemia de Covid-19, fue un claro ejemplo de ello. Su combinación de compasión y decisión le valió un amplio reconocimiento. Ella dijo en una entrevista en 2020, “se puede ser empático y fuerte a la vez”. El comentarista Simon Jenkins, en “The Guardian”, argumentó que el éxito de Ardern residía en su “capacidad de proyectar una autoridad serena y hacer que la gente se sintiera escuchada”.

La transparencia es otro pilar fundamental en la gestión de la popularidad. Los líderes que se comunican con honestidad durante las crisis tienden a conservar la confianza pública. Durante la “crisis de los misiles de Cuba”, la aprobación del presidente estadounidense John F. Kennedy se disparó tras dirigirse públicamente a la nación con información clara y sincera sobre la amenaza. 

“El gran enemigo de la verdad no es la mentira... sino el mito”, advirtió Kennedy en un discurso de graduación en la Universidad de Yale, en 1962. Este reconocimiento de la importancia de decir la verdad sigue siendo relevante para los líderes actuales. Doris Kearns Goodwin ha enfatizado que “la popularidad sostenida depende menos de la perfección que de la percepción de integridad” (“Liderazgo en tiempos turbulentos”, 2018).

Gestionar altos índices de aprobación es una tarea compleja para los líderes exitosos; requiere un equilibrio entre mantener el apoyo ciudadano y tomar decisiones basadas en principios que no siempre coinciden con la opinión pública. Los líderes eficaces comprenden que, si bien los índices de aprobación pueden reflejar el apoyo público, el verdadero liderazgo exige priorizar los objetivos a largo plazo sobre la popularidad pasajera.

El expresidente estadounidense Ronald Reagan resumió este sentimiento al afirmar que “el mejor líder no es necesariamente el que hace las cosas más grandes, sino el que impulsa a la gente a hacer las cosas más grandes”. Esta perspectiva subraya que un liderazgo eficaz se trata de empoderar a los demás en lugar de buscar el reconocimiento personal.

Los líderes exitosos construyen y mantienen una imagen pública positiva al alinearse con una causa superior a ellos mismos. Nelson Mandela logró no sólo ganar popularidad, sino elevarla a una autoridad moral. Su humildad y visión de largo plazo para la reconciliación fueron cruciales para preservar su posición. Escribió en "El largo camino hacia la libertad": "un líder debe actuar en el mejor interés de la nación, incluso si su propia popularidad se resiente". Esta sabiduría paradójica —que a veces se preserva mejor la popularidad al no perseguirla— distingue a los grandes líderes de los meramente carismáticos.

La capacidad de adaptarse al sentir ciudadano sin perder su identidad es crucial. Franklin D. Roosevelt, quien ejerció cuatro mandatos y mantuvo una sólida aprobación durante la mayoría de ellos, dominó esto. Jon Meacham escribe en "El alma de América": "el genio de Roosevelt residió en su capacidad de encarnar la esperanza incluso al reconocer las dificultades". Al utilizar charlas informales para hablar directamente con los ciudadanos, forjó una conexión emocional sin precedentes con el pueblo estadounidense.

Los altos índices de aprobación son la moneda de cambio más codiciada del liderazgo político; son una validación de la visión, la competencia y la conexión con la población. Sin embargo, esta misma popularidad presenta desafíos únicos que pueden consolidar el potencial transformador de un líder o convertirse en una jaula de oro, obstaculizando la acción audaz y, en última instancia, conduciendo al declive. Los líderes exitosos comprenden que la alta aprobación no es un fin en sí mismo, sino un poderoso instrumento que exige una gestión cuidadosa.

Uno de los principales retos de la alta aprobación es la tentación de la complacencia. La calidez del apoyo público puede inducir al líder a una falsa sensación de seguridad, disminuyendo la urgencia de la innovación y la reforma continuas. Los líderes que se regodean en la alta aprobación pueden conformarse con un progreso gradual, sin aprovechar las oportunidades para un cambio verdaderamente transformador. Corren el riesgo de volverse reactivos en lugar de proactivos, abordando las preocupaciones inmediatas sin una visión clara de largo plazo.

La presión para mantener una alta aprobación puede generar reticencia a tomar decisiones difíciles pero necesarias. Los líderes pueden preocuparse excesivamente por la popularidad a corto plazo, evitando políticas que podrían encontrar resistencia pública inicial, incluso si benefician a la nación. 

Como bien señaló Winston Churchill, “un estadista debe tener la valentía de actuar en contra de la opinión de sus expertos”. Esta valentía se pone a prueba al enfrentarse a la posible erosión de la popularidad que pueden conllevar decisiones controvertidas pero cruciales. La búsqueda de la aprobación perpetua puede sofocar el liderazgo necesario para afrontar desafíos complejos.

Los líderes exitosos entienden que la popularidad es un recurso que debe desplegarse estratégicamente, y no un ego frágil para la acaricia constante. La alta aprobación sirve para generar consenso, movilizar apoyo para agendas ambiciosas y capear las inevitables tormentas de las críticas. Muchas cosas parecerían imposibles hasta que se hacen. Un líder popular posee el capital social necesario para persuadir al público a aceptar cambios desafiantes, pero a la larga beneficiosos, convirtiendo el escepticismo inicial en apoyo final.

La gestión eficaz de la popularidad exige mantener la humildad y la perspectiva. Los líderes que se obsesionan con su propia aprobación corren el riesgo de perder el contacto con las realidades que enfrentan las personas a las que sirven. Pueden aislarse, rodearse de aduladores y perder la retroalimentación crítica necesaria para una toma de decisiones acertada. La cualidad suprema del liderazgo es la integridad. Exige un compromiso con la verdad y el bien común, incluso cuando pueda mermar la popularidad a corto plazo.

Los líderes sabios comprenden que la popularidad suele ser efímera. La opinión pública es voluble, influenciada por multitud de factores, muchos de los cuales escapan al control directo de un líder. Centrarse únicamente en mantener una alta aprobación puede llevar a un enfoque de gobernanza reactivo y, en última instancia, insostenible. En cambio, los líderes exitosos priorizan generar confianza mediante acciones consistentes, una comunicación transparente y un compromiso genuino con sus valores y objetivos declarados. 

A la gente no le interesa tanto lo que el líder hace sino el por qué lo hace. Por eso, tiene que explicarlo. Alcanzar una alta aprobación no es un destino, sino un delicado equilibrio que requiere autoconciencia, comunicación estratégica y claridad moral. Los líderes exitosos gestionan su popularidad manteniéndose auténticos, transparentes y receptivos al cambio. No exigen lealtad, se la ganan.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-arte-de-mantener-la-popularidad/


Saturday, April 05, 2025

El cambio es el alma de la política

El cambio es el alma de la política

Javier Treviño

@javier_trevino

Uno de los primeros libros que leí sobre relaciones internacionales fue el texto publicado por El Colegio de México, en 1977, “Continuidad y cambio en la política exterior de México”. Pues con el anuncio del Presidente de Estados Unidos del miércoles pasado, llegó de nuevo la hora del cambio. México tiene una gran oportunidad.

El cambio es el alma de la política, una fuerza implacable e ineludible que moldea naciones, ideologías y la propia estructura de la gobernanza. Su naturaleza es inevitable e impredecible, marcada por una compleja interacción de esencias, características, desafíos, dilemas y oportunidades. Comprender esta “bestia proteica” es crucial para salir de las arenas movedizas de la realidad política.

La esencia del cambio político reside en el dinamismo inherente a las sociedades. Como observó Nicolás Maquiavelo en “El Príncipe”, “no hay nada más difícil de llevar a cabo, ni de mayor incertidumbre en su éxito, ni más peligroso de manejar, que iniciar un nuevo orden de cosas”. Esto captura la tensión fundamental entre el deseo de estabilidad y la necesidad de adaptación. El cambio, impulsado por la evolución demográfica, los avances tecnológicos, las fluctuaciones económicas y la evolución de los valores sociales, obliga a los sistemas políticos a evolucionar.

Una de las características que definen el cambio es su naturaleza multifacética. Puede manifestarse como cambios graduales en las políticas, revoluciones radicales o transformaciones sutiles en la opinión pública. “Lo único constante es el cambio”, como afirmó Heráclito, una verdad que resuena profundamente hoy. Este flujo constante exige a los actores políticos ser ágiles y receptivos, capaces de adaptarse a circunstancias imprevistas.

Sin embargo, el cambio rara vez es un proceso fluido o lineal. Presenta numerosos desafíos y dilemas. La resistencia al cambio es un fenómeno común, derivado de intereses creados, rigidez ideológica o miedo a lo desconocido. Como señaló John Kenneth Galbraith: “ante la disyuntiva de cambiar de opinión o demostrar que no hay necesidad de hacerlo, casi todos se dedican a demostrarlo”. Esta resistencia puede obstaculizar el progreso y crear un estancamiento.

Además, el cambio suele ir acompañado de incertidumbre e inestabilidad. Esta sensación de agitación puede generar ansiedad y miedo, especialmente cuando el cambio es rápido o inesperado. Los líderes deben gestionar esta incertidumbre con sensibilidad y previsión, proporcionando una comunicación clara y fomentando la confianza pública.

Sin embargo, junto a los desafíos se encuentran importantes oportunidades. El cambio puede ser un catalizador para una transformación positiva, que conduzca a una mayor justicia social, prosperidad económica y participación política. 

“El mundo que hemos creado hoy como resultado de nuestro pensamiento tiene problemas que no pueden resolverse pensando de la misma manera que pensábamos cuando los creamos”, afirmó sabiamente Albert Einstein. El cambio al que nos enfrentaremos puede impulsar la lucha contra las desigualdades sistémicas, la reforma de instituciones obsoletas y el fomento de la innovación.

Gestionar con éxito el cambio requiere una combinación de pensamiento estratégico, liderazgo ético y una profunda comprensión del comportamiento humano. Los líderes deben ser capaces de anticipar las tendencias futuras, formar coaliciones y comunicarse eficazmente con los ciudadanos. Peter Drucker, un gurú de la gestión, dijo: “el mayor peligro en tiempos de turbulencia no es la turbulencia misma, sino actuar con la lógica del pasado”. 

En este momento de turbulencia, comprender el papel de la opinión pública será crucial. Walter Lippmann decía que la formación de la opinión pública es un proceso complejo, moldeado por los medios de comunicación, las interacciones sociales y los sesgos individuales. Los líderes deben estar atentos al sentir público, fomentando el diálogo y construyendo consenso.

La naturaleza del cambio que viene en el mundo será un fenómeno complejo y dinámico. Presenta desafíos y dilemas significativos, pero también ofrece oportunidades para una transformación positiva. Al comprender su esencia, sus características y abordar sus complejidades con visión de futuro y liderazgo ético, los actores políticos pueden forjar un futuro más justo y próspero. Ignorar a la “bestia proteica” es dejarse arrastrar por ella.

Junto con el cambio en las relaciones internacionales vendrá necesariamente el cambio en la política interna de las naciones. Esto nos exigirá reflexionar con profundidad en cada uno de los siguientes 20 temas:

1. Esencia del cambio político.

En esencia, el cambio político refleja la evolución de las estructuras de poder y los mecanismos de gobernanza dentro de una sociedad. Ocurre cuando los gobernantes pierden el poder, los sistemas de gobernanza se transforman o surgen nuevas políticas para abordar las necesidades sociales. 

2. Cambio institucionalizado vs. disruptivo.

El cambio político puede ser regular e institucionalizado, como las elecciones democráticas, o irregular y disruptivo, como los golpes de Estado o las revoluciones. 

3. Adaptar la gobernanza.

El objetivo final del cambio político suele ser adaptar la gobernanza para que refleje mejor la voluntad y las necesidades de la población, a la vez que aborda los desafíos emergentes.

4. Cambio interno vs. externo.

Los cambios internos son iniciados por la ciudadanía a través de mecanismos como las elecciones o las protestas. Los cambios externos ocurren cuando entidades extranjeras influyen en la política de una nación, en respuesta a violaciones de derechos humanos o intereses geopolíticos.

5. Incremental vs. transformativo.

Los cambios incrementales implican ajustes graduales de políticas dentro de los marcos existentes. Los cambios transformadores conducen a reformas sistémicas, como la transición del autoritarismo a la democracia.

6. Mecanismos democráticos.

En las democracias, el cambio político se institucionaliza mediante elecciones que garantizan transiciones pacíficas de poder, a la vez que abordan los conflictos sociales de forma no violenta.

7. Imprevisibilidad.

El cambio político suele ser impredecible debido a las complejas interacciones entre las condiciones económicas, la opinión pública y la dinámica de liderazgo.

8. Resistencia al cambio.

Los intereses arraigados y la inercia burocrática se resisten a las reformas que amenazan las estructuras de poder existentes.

9. Polarización y populismo.

El auge del populismo y el extremismo político socava la confianza en las instituciones y exacerba las divisiones sociales.

10. Restricciones económicas.

Las recesiones económicas y la desigualdad dificultan la implementación de reformas políticas significativas.

11. Barreras estructurales.

Las normas culturales, los sistemas patriarcales y la falta de recursos impiden la participación política inclusiva, especialmente para grupos marginados.

12. Presiones globales.

Las influencias externas de naciones o corporaciones poderosas pueden desestabilizar democracias frágiles o imponer cambios no deseados.

13. Estabilidad vs. reforma.

Equilibrar la necesidad de reformas con el riesgo de desestabilizar los sistemas establecidos plantea un dilema importante.

14. Objetivos a corto plazo vs. objetivos a largo plazo.

Los responsables políticos se enfrentan a la presión de lograr resultados inmediatos a expensas de soluciones sostenibles a largo plazo.

15. Inclusión vs. eficiencia.

Los esfuerzos por incluir voces diversas en la toma de decisiones pueden ralentizar las reformas, pero aumentan la legitimidad.

16. Democracia vs. autocracia.

Si bien la democracia garantiza la rotación regular de líderes y la adaptabilidad de las políticas, también puede generar ineficiencias en comparación con los sistemas autocráticos más centralizados.

17. Confianza renovada en las instituciones.

Un cambio político efectivo puede reconstruir la confianza pública en los procesos democráticos al abordar la desilusión con la gobernanza.

18. Progreso social.

Las reformas orientadas a la inclusión, como el empoderamiento de las mujeres en la política, generan mejores resultados de gobernanza y fomentan la cohesión social.

19. Crecimiento económico.

Los episodios de democratización se han vinculado con un mejor desempeño económico debido a la innovación política y la reducción de la corrupción.

20. Avances tecnológicos.

Aprovechar la tecnología puede mejorar la transparencia y la participación ciudadana en los procesos políticos.

Conclusión.

El cambio será un fenómeno inevitable, complejo, que reflejará las aspiraciones y luchas de la sociedad mexicana. Si bien ofrece oportunidades de progreso y renovación, estará plagado de desafíos que requieren una gestión cuidadosa para evitar consecuencias imprevistas. Al fomentar la inclusión, garantizar el estado de derecho, abordar las barreras estructurales y acoger la innovación, se podrá aprovechar el potencial para construir un sistema de gobernanza resiliente y equitativo para las generaciones futuras.

El progreso y la prosperidad de una nación suelen atribuirse a las decisiones de los políticos y los partidos. Sin embargo, la verdadera fuerza impulsora del cambio y el crecimiento nacional reside en sus ciudadanos. El compromiso, la innovación y la responsabilidad de las personas determinan la trayectoria del futuro de un país, más que la influencia efímera de las figuras políticas. El poder de los ciudadanos reside en sus acciones colectivas, su participación económica, su compromiso cívico y sus valores sociales.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-cambio-es-el-alma-de-la-politica/


Sunday, March 30, 2025

La metáfora de la cebolla

La metáfora de la cebolla

Javier Treviño

@javier_trevino

"Pelando la cebolla" es una autobiografía de Günter Grass que se publicó en 2006. Causó un gran revuelo debido a la confesión del autor sobre su pasado en las Waffen-SS nazis. Utiliza la metáfora de pelar una cebolla para describir el proceso de desentrañar los recuerdos y las capas de la memoria. Grass explora su vida desde la infancia hasta la publicación de su novela "El tambor de hojalata" en 1959. Habla de la Segunda Guerra Mundial y su impacto en Alemania.

La obra está estructurada como una narrativa que va desgranando la vida del autor capa a capa, al igual que se pela una cebolla. Grass recuerda su infancia en Gdansk, su incorporación al ejército nazi en las últimas semanas de la guerra, y su posterior evolución como escritor. El libro es una mezcla de historia personal, reflexión sobre la identidad alemana y análisis de la culpa colectiva que ha marcado a su país.

La confesión de Grass sobre su pasado en las SS generó un escándalo internacional, ya que muchos lo veían como un icono moral en Alemania. Sin embargo, su decisión de revelar este aspecto de su vida también fue vista como un acto de honestidad y valentía. La obra se convirtió en un éxito de ventas, con una primera tirada de 150,000 ejemplares que se agotó rápidamente.

Grass explora la complejidad de la memoria y la necesidad de enfrentar el pasado. Utiliza la metáfora de la cebolla para ilustrar cómo los recuerdos pueden ser dolorosos y cómo el proceso de recordarlos es similar a pelar capas que revelan verdades más profundas. El libro es un ejercicio de introspección que nos invita a reflexionar sobre la importancia de asumir el pasado y sus consecuencias.

Hoy podemos utilizar la metáfora de "pelar la cebolla" como una herramienta poderosa para analizar la complejidad política, el gobierno y las relaciones internacionales. 

La capa más externa de la política se refiere a las declaraciones públicas, las políticas oficiales y los discursos de los líderes. Esta capa es visible para todos y suele ser la que más atención recibe de los medios y el público en general. Sin embargo, a menudo oculta las verdaderas intenciones y motivaciones detrás de las decisiones políticas.

Debajo de la fachada oficial, se encuentran los intereses estratégicos y las alianzas políticas. Esta capa incluye las relaciones entre diferentes grupos de poder, las negociaciones ocultas y los acuerdos tácitos que moldean las decisiones políticas. Comprender esta capa es crucial para entender cómo se ejerce el poder en la práctica.

En el núcleo de la política se encuentran las dinámicas históricas y culturales que influyen en las percepciones y acciones de los actores políticos. Estas incluyen los conflictos pasados, las identidades nacionales y las creencias ideológicas que pueden condicionar las decisiones políticas de manera profunda.

Lecciones de la metáfora.

La metáfora de "pelar la cebolla" nos enseña varias lecciones para analizar la complejidad política:

1. No basta con quedarse en la superficie de los acontecimientos políticos. Es necesario profundizar para entender las verdaderas causas y consecuencias de las decisiones políticas.


2. La política está llena de intereses contrapuestos y alianzas complejas. Reconocer estas dinámicas es esencial para predecir y comprender los cambios políticos.


3. Las experiencias históricas y las identidades culturales juegan un papel crucial en la configuración de las políticas nacionales. Ignorar estas influencias puede llevar a malentendidos y errores estratégicos.

Aplicación en la práctica.

La metáfora de "pelar la cebolla" puede ser aplicada en varios contextos. Al analizar las políticas públicas, es importante considerar no sólo su impacto inmediato, sino también las motivaciones detrás de ellas y cómo se alinean con los intereses estratégicos y culturales más amplios.

En las negociaciones internacionales, comprender las capas más profundas de los intereses y las dinámicas históricas puede ayudar a encontrar puntos de acuerdo y evitar conflictos innecesarios.

Una metáfora para la política exterior y la diplomacia.

La política exterior y las relaciones internacionales son tareas complejas que requieren una estrategia cuidadosa, una comprensión profunda y paciencia. Una de las metáforas más adecuadas para interactuar con líderes extranjeros y abordar desafíos diplomáticos es justamente la de "pelar la cebolla". 

Las relaciones internacionales constan de múltiples capas que deben descubrirse cuidadosamente para alcanzar la verdad o la resolución central. Cada capa representa agravios históricos, intereses nacionales, dinámicas culturales, ideologías políticas y motivaciones personales. Comprenderlas es crucial para el éxito diplomático y la estabilidad global.

1. La capa más externa de la cebolla suele estar compuesta por la retórica y declaraciones públicas. Los líderes extranjeros suelen hacer proclamaciones audaces diseñadas para audiencias nacionales e internacionales. Estas declaraciones, si bien importantes, tienen fines políticos en lugar de revelar verdaderas intenciones. Los diplomáticos deben aprender a diferenciar entre posturas performativas y posturas políticas sustanciales.


2. Debajo de esta superficie se encuentra la capa de intereses estratégicos. Cada nación opera con base en un conjunto de prioridades geopolíticas, económicas y de seguridad. Si bien la postura pública de un país puede sugerir un compromiso ideológico con una causa particular, sus motivaciones subyacentes provienen de la autopreservación, la ventaja económica o el dominio regional. 


3. Los factores culturales e históricos desempeñan un papel crucial. Las experiencias pasadas, los conflictos, las alianzas y los valores culturales de una nación configuran su enfoque en política exterior. Un país con un historial de colonización puede desconfiar de las intervenciones extranjeras, incluso cuando se presentan como ayuda humanitaria. De igual manera, los agravios históricos entre naciones complican las negociaciones. Comprender estos factores ayuda a los diplomáticos a anticipar reacciones y elaborar políticas que reconozcan las sensibilidades históricas.


4. En un plano más profundo, las motivaciones personales y los estilos de liderazgo de los líderes extranjeros constituyen otro factor importante. Los líderes mundiales son individuos con personalidades, ambiciones y sesgos distintivos. Algunos priorizan la construcción de un legado, mientras que otros se centran en la reforma económica o la expansión militar. La reticencia de un líder a participar en conversaciones de paz podría deberse al deseo de mantener la fuerza política interna en lugar de la rigidez ideológica. Los diplomáticos eficaces analizan estas dinámicas personales para adaptar sus enfoques de negociación.

Desafíos de pelar la cebolla.

1. Una de las principales dificultades es la desinformación y el engaño. Las naciones pueden ocultar intencionalmente sus verdaderos motivos, presentando una imagen engañosa para ganar influencia en las negociaciones. 


2. La existencia de múltiples partes interesadas dentro de un mismo país también complica las cosas. Las agencias gubernamentales, los líderes militares, las élites empresariales y las facciones políticas tienen intereses contrapuestos, lo que dificulta discernir una posición nacional unificada.


3. Otro desafío es la imprevisibilidad de las crisis internacionales. Un líder extranjero puede responder de manera diferente a la misma situación en función de las presiones internas, las condiciones económicas o las alianzas cambiantes. Las estrategias diplomáticas deben ser flexibles para adaptarse a circunstancias cambiantes.

La importancia de la paciencia y la persistencia.

Dadas estas complejidades, una política exterior eficaz requiere paciencia y persistencia. Los diplomáticos deben estar dispuestos a participar en negociaciones prolongadas, revisar las conversaciones varias veces y lograr avances graduales. La diplomacia apresurada conduce a acuerdos superficiales que fracasan bajo presión, mientras que un diálogo metódico permite una estabilidad a largo plazo.

Generar confianza es un aspecto crucial para avanzar en la política exterior. Si bien las interacciones iniciales pueden estar plagadas de escepticismo, el diálogo sostenido y los gestos de buena voluntad pueden ayudar a establecer la credibilidad. Esto es particularmente importante en los esfuerzos de reconciliación posconflicto, donde las animosidades profundamente arraigadas deben desmantelarse gradualmente mediante el diálogo diplomático.

La metáfora de pelar una cebolla ilustra eficazmente el desafío constante de lidiar con la incertidumbre y desenvolverse en estructuras gubernamentales e internacionales complejas. Con cada capa que se elimina, surgen nuevos desafíos y complicaciones que requieren persistencia, adaptabilidad y resolución estratégica de problemas. El proceso puede ser frustrante. Por ello, es necesario un análisis cada vez más profundo para equiparse con las herramientas y los conocimientos adecuados.

Pero, ¡cuidado con las obsesiones! En su conferencia "The Inner Ring", pronunciada en el King's College de la Universidad de Londres en 1944, C.S. Lewis utilizó la metáfora de la cebolla para describir la futilidad de buscar exclusividad en los "círculos íntimos". Dijo: "cuando estás intentando pelar una cebolla, si lo consigues, no quedará nada". Esta frase se refiere a la idea de que, al intentar alcanzar el núcleo de un círculo exclusivo, uno puede descubrir que no hay nada sustancial en el centro, sólo una búsqueda vacía de pertenencia. Lewis critica la obsesión por formar parte de estos grupos exclusivos, sugiriendo que esta búsqueda es infructuosa y puede llevar a comportamientos poco éticos.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/la-metafora-de-la-cebolla/


Saturday, March 22, 2025

Enfoque, alineación y disciplina

Enfoque, alineación y disciplina

Javier Treviño

@javier_trevino

Del 2001 al 2009 trabajé en CEMEX. Aprendí mucho de Lorenzo Zambrano y Héctor Medina. Ellos estaban convencidos de que, en una organización compleja, el éxito tiene tres ingredientes: enfoque, alineación y disciplina. Yo creo que esto no es exclusivo de las empresas. También se aplica al gobierno.

Una gobernanza eficaz es una sinfonía de acción coordinada, impulsada por un propósito claro y ejecutada con precisión inquebrantable. En esta orquestación, el enfoque, la alineación y la disciplina integran la batuta del director, guiando al gobierno hacia el logro de sus objetivos. Estos tres elementos, al armonizarse, transforman a un conjunto de individuos e instituciones en una poderosa fuerza para el cambio positivo.

En un mundo cada vez más complejo, la ejecución de un gobierno eficaz requiere más que discursos, conferencias de prensa, políticas y leyes: exige enfoque, alineación y disciplina. Estos tres principios son la base de un liderazgo visionario, garantizan que la gobernanza no sólo sea eficiente, sino también sostenible. Sin ellos, los gobiernos se arriesgan a la ineficiencia, la mala gestión y la pérdida de confianza pública.

Enfoque: el poder de las prioridades claras.

El enfoque es la capacidad de concentrarse en los asuntos más importantes sin distraerse con el ruido político ni las ganancias a corto plazo. Un gobierno sin enfoque es como un barco sin brújula, que navega sin rumbo de mes a mes, de crisis en crisis. Los gobiernos eficaces establecen prioridades nacionales claras, como el desarrollo económico, la seguridad, la educación y la atención médica, garantizando que los recursos y las políticas se dirijan a objetivos de largo plazo.

Por ejemplo, países como Singapur han demostrado el poder del enfoque al priorizar el crecimiento económico y la innovación. Al mantener una dirección clara, han pasado de ser naciones con dificultades a ser ejemplos de éxito mundial. Un gobierno enfocado no desperdicia recursos en iniciativas dispersas, sino que dirige su energía hacia políticas de alto impacto que impulsan el progreso nacional.

Alineación: unidad de visión y acción.

La alineación garantiza que todos los sectores del gobierno, desde los altos políticos hasta los modestos servidores públicos, trabajen hacia los mismos objetivos. Un gobierno puede tener una visión sólida, pero si diferentes secretarías y dependencias avanzan en direcciones opuestas, el progreso será lento e ineficiente. La alineación requiere un liderazgo cohesivo, colaboración interinstitucional y alianzas público-privadas para asegurar que todos avancen hacia un objetivo común.

Por ejemplo, cuando Estados Unidos lanzó el programa Apolo en la década de 1960, alineó a todo su aparato gubernamental, desde la NASA hasta el Congreso, para lograr el único objetivo de llevar al hombre a la Luna. Esta alineación de visión y acción permitió un logro histórico en tiempo récord. De igual manera, los gobiernos modernos que alinean políticas económicas, programas sociales y proyectos de infraestructura logran un desarrollo más rápido y eficaz.

Disciplina: coherencia y responsabilidad.

La disciplina es la fuerza que garantiza que las políticas se ejecuten con precisión e integridad. Un gobierno disciplinado cumple con sus compromisos, exige responsabilidades a sus funcionarios y mantiene la eficiencia en la toma de decisiones. Sin disciplina, incluso los mejores planes pueden desmoronarse debido a la corrupción, la mala gestión o la falta de compromiso. La disciplina es evidente en naciones que cuentan con estrictas medidas anticorrupción, burocracias eficientes y una gobernanza transparente. 

Por ejemplo, Alemania y Corea del Sur han destacado en gobernanza gracias a su enfoque disciplinado en la planificación económica, la aplicación de la ley y la ejecución de políticas. Cuando los gobiernos aplican la disciplina en todos los niveles, desde la responsabilidad fiscal hasta el liderazgo ético, se ganan la confianza y el respeto de sus ciudadanos.

Lo que dicen los expertos.

Los gobiernos que adoptan enfoque, alineación y disciplina pueden transformar naciones, impulsar sociedades y construir futuros prósperos. El enfoque garantiza que las prioridades sean claras e inquebrantables, la alineación garantiza que todos los sectores trabajen hacia objetivos comunes, y la disciplina promueve la rendición de cuentas y la eficiencia. 

Sin estos tres pilares, los gobiernos corren el riesgo de ser ineficaces, derrochadores e inestables. En una era de desafíos globales, adoptar estos principios no es una opción; es una necesidad para cualquier nación que busque el éxito a largo plazo. Ahora veamos lo que dicen los expertos.

Enfoque: la “estrella del norte” de la gobernanza.

"El guerrero exitoso primero es victorioso y luego busca la batalla", escribió Sun Tzu en “El arte de la guerra”. Este principio subraya la importancia de la claridad de propósito y la priorización estratégica. En el gobierno, el enfoque se traduce en identificar los desafíos más críticos y asignar los recursos en consecuencia. Como enfatiza Jim Collins en su libro "De bueno a excelente": "los líderes entienden que la pregunta clave no es ¿qué debemos hacer? sino ¿qué podemos hacer mejor que nadie?". Esto requiere un enfoque riguroso en las competencias clave y la voluntad de eliminar las distracciones. Los gobiernos deben establecer objetivos bien definidos y resistir la tentación de reaccionar impulsivamente ante cada crisis o presión pública.

Un gobierno con un enfoque claro evita los inconvenientes de dispersar demasiado los recursos, lo que resulta en esfuerzos diluidos y un impacto mínimo. Prioriza las iniciativas que generan el mayor retorno de la inversión, alineando sus acciones con su visión global. "La esencia de la estrategia es elegir qué no hacer", observó Michael Porter, experto en estrategia competitiva. El enfoque permite una asignación eficiente de recursos y un progreso medible.

La transformación de Singapur bajo el liderazgo de Lee Kuan Yew se enfoco en el desarrollo económico, la infraestructura y la seguridad nacional, convirtiendo a una pequeña nación con escasos recursos en una potencia mundial. El compromiso de su gobierno con objetivos bien definidos evitó la desviación de las políticas y garantizó un progreso nacional constante.

Alineación: la sinfonía de la colaboración.

Una gobernanza eficaz requiere alineación, el proceso de garantizar que todas las secretarías, dependencias y personal del gobierno trabajen hacia un objetivo común. Esto requiere una comunicación clara, un entendimiento compartido y un compromiso con la acción colectiva.

"La cultura se come a la estrategia en el desayuno", decía Peter Drucker. Esto resalta la importancia de fomentar una cultura de colaboración y un propósito compartido. La alineación no se trata sólo de instrucciones; requiere un enfoque de abajo hacia arriba, empoderando a las personas de todos los niveles para que contribuyan a la misión general. Como enfatiza Patrick Lencioni en “Las cinco disfunciones de un equipo”, la confianza, el conflicto, el compromiso, la rendición de cuentas y los resultados son esenciales para construir un equipo cohesionado y alineado.

En el gobierno, la alineación se traduce en romper silos, fomentar la cooperación interinstitucional y garantizar que las políticas se implementen de manera consistente en todos los niveles. Esto requiere canales de comunicación sólidos, líneas de autoridad claras y una cultura de rendición de cuentas.

En “La quinta disciplina”, Peter Senge introduce el concepto de organización de aprendizaje, donde la alineación entre equipos conduce a un cambio sistémico. Argumenta que, sin alineación, incluso los planes mejor trazados se verán socavados por la fragmentación y la resistencia.

La recuperación económica de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, atribuida al liderazgo de Ludwig Erhard, se debió a la alineación eficaz de las políticas sobre economía social de mercado. De igual manera, el rápido desarrollo de China bajo el liderazgo de Deng Xiaoping fue posible gracias a la alineación entre las directivas del partido y las reformas económicas, lo que garantizó un movimiento colectivo hacia la modernización.

Disciplina: la búsqueda inquebrantable de la excelencia.

"La disciplina es el puente entre las metas y los logros", decía Jim Rohn. Una gobernanza eficaz requiere disciplina, el compromiso inquebrantable con la ejecución de los planes y el cumplimiento de los estándares establecidos. Esto exige una planificación rigurosa, una ejecución meticulosa y una búsqueda incansable de la excelencia.

La ejecución es clave. Los gobiernos pueden tener estrategias brillantes, pero sin una ejecución disciplinada, se quedarán en meras ideas. La disciplina se traduce en una gestión rigurosa de proyectos, una toma de decisiones basada en datos y un compromiso con la mejora continua.

Si aplicamos lo que dice Angela Duckworth en su libro "Grit: el poder de la pasión y la perseverancia", en el gobierno se requiere un compromiso incansable con el logro de objetivos, incluso frente a la adversidad. La disciplina garantiza que las políticas se implementen eficazmente, los recursos se gestionen eficientemente y los resultados se midan y evalúen.

Si bien el enfoque y la alineación sientan las bases para una gobernanza eficaz, la disciplina garantiza una ejecución sostenida. La disciplina no se trata de rigidez, sino de adherirse constantemente a principios y valores.

Uno de los ejemplos más citados de gobernanza disciplinada es el liderazgo de Franklin D. Roosevelt durante la Gran Depresión. Su administración implementó meticulosamente los programas del New Deal, demostrando disciplina en la ejecución a pesar de la oposición política y los desafíos económicos. 

La sinfonía del éxito.

Cuando el enfoque, la alineación y la disciplina se armonizan, crean una poderosa fuerza para el cambio positivo. Un gobierno enfocado prioriza sus esfuerzos, un gobierno alineado coordina sus acciones y un gobierno disciplinado ejecuta sus planes con precisión. 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/enfoque-alineacion-y-disciplina/


Saturday, March 15, 2025

Estadista frente a políticos

Estadista frente a políticos

Javier Treviño

@javier_trevino

La distinción entre un estadista y un político, aunque para algunos sea borrosa, representa una divergencia fundamental en cuanto a propósitos y enfoques. Si bien ambos operan dentro del ámbito de la gobernanza, sus motivaciones, estrategias y legados difieren significativamente. Con mayor razón cuando vivimos en tiempos de políticos distraídos.

De acuerdo con la filosofía política, estudios de liderazgo y análisis históricos, hay características y diferencias que definen a estos dos arquetipos.

Un político es un individuo que participa en las actividades de gobierno o influye en las políticas públicas. Su enfoque principal gira en torno a ganar y mantener el poder, jugar en la arena política inmediata y responder a las demandas de sus electores, o de sus patrocinadores. Su enfoque en las ganancias a corto plazo y la conveniencia política inmediata siempre eclipsa los intereses nacionales de largo plazo.

Por el contrario, un estadista encarna una vocación superior; se caracteriza por una visión a largo plazo, un compromiso con el interés nacional y una disposición a tomar decisiones difíciles, basadas en evidencia, incluso a expensas de las ganancias políticas a corto plazo. Prioriza el bienestar de la nación por encima de la ambición personal.

El político representa un liderazgo transaccional, centrándose en la negociación y el compromiso para lograr objetivos inmediatos. El estadista encarna el liderazgo transformador, inspirando una visión compartida y movilizando la acción colectiva hacia objetivos nacionales a largo plazo.

La frase atribuida a James Freeman Clarke, "el estadista piensa en la próxima generación, el político en la próxima elección", resume esta diferencia fundamental. El enfoque del político se centra en los ciclos electorales inmediatos, lo que lo lleva a tomar decisiones que pueden priorizar la popularidad a corto plazo sobre la sostenibilidad. El estadista, sin embargo, considera las consecuencias a largo plazo de sus acciones, esforzándose por construir un legado duradero.

Si bien tanto los políticos como los estadistas enfrentan desafíos éticos, el estadista se guía por una sólida brújula moral, priorizando la integridad y el servicio público sobre el beneficio personal. Reconoce que la confianza es esencial para un gobierno eficaz y se esfuerza por mantener los más altos estándares éticos.

Martin Luther King Jr. decía que "un líder genuino no es un buscador de consensos sino un moldeador del consenso". El estadista posee la capacidad de unir a diversas facciones, generar consenso en torno a objetivos compartidos e inspirar un sentido de unidad nacional. Es un experto en navegar por aguas políticas turbulentas, construir alianzas y fomentar la cooperación.

El compromiso del estadista con la visión a largo plazo, la conducta ética y la unidad nacional lo distingue del político, que prioriza las ganancias a corto plazo, la ambición personal y las “selfies” que lo distraen. Ya ni siquiera intenta tomar el poder; lo que quiere es tomarse la foto.

El peligro de la distraccion política.

La distracción política se refiere al fenómeno en el que los líderes políticos y las instituciones desvían la atención de los problemas urgentes hacia asuntos triviales o sensacionalistas, con lo que se socava la gobernanza eficaz. Esta táctica puede conducir a un electorado mal informado, a la parálisis política y a la erosión de los principios democráticos.

En su libro “Truth Decay” (Decadencia de la verdad), Jennifer Kavanagh y Michael D. Rich analizan el papel cada vez menor de los hechos y el análisis en la vida pública. Identifican tendencias como el creciente desacuerdo sobre hechos objetivos y la difuminación de la línea entre opinión y hecho, que contribuyen a la distracción política. Estas tendencias dan lugar al deterioro del discurso civil y a la parálisis, ya que los responsables políticos se centran más en las batallas partidistas que en abordar cuestiones sustanciales.

Henry Kissinger introduce en su libro “World Order” (Orden mundial) el concepto de "frivolidad estratégica" para describir decisiones políticas miopes desconectadas de los intereses a largo plazo de una nación. Sostiene que dicha frivolidad puede conducir a importantes consecuencias geopolíticas, ya que los líderes priorizan las ganancias o distracciones inmediatas por encima de las estrategias sostenibles. 

Los medios de comunicación también colaboran con la distracción política. La proliferación de artículos basados en opiniones en lugar de periodismo basado en hechos contribuye a un público desinformado y desvía la atención de los debates políticos sustantivos. Este entorno permite a las figuras políticas explotar temas sensacionalistas, imágenes en redes sociales, distrayendo aún más tanto a los medios como al público de las cuestiones críticas.

La distracción política plantea una amenaza significativa para la gobernanza eficaz y la salud de las sociedades democráticas. Al desviar la atención de las cuestiones esenciales hacia asuntos triviales, los dirigentes políticos corren el riesgo de estancarse, erosionar la confianza pública y comprometer el interés nacional. La distracción política profundiza la polarización y obstaculiza la tarea del gobierno. 

 La naturaleza de la distracción política.

La distracción política se refiere al enfoque deliberado o inadvertido en asuntos triviales o sensacionalistas a expensas de abordar cuestiones críticas. Como señaló Thomas Sowell, muchos políticos priorizan sus propios problemas (como ser elegidos, reelegidos o promovidos) en lugar de la solución de los desafíos que enfrentan sus electores. Este comportamiento egoísta a menudo da como resultado un gobierno transaccional en lugar de uno basado en principios.

La distracción es una herramienta deliberada utilizada por los regímenes autoritarios para mantener el control. Estos regímenes crean caos y sobrecargan a los ciudadanos con información contradictoria para oscurecer cuestiones críticas y socavar la transparencia. Si bien esta táctica es más pronunciada en las autocracias, algunos elementos de ella pueden filtrarse en los sistemas democráticos cuando los líderes se centran en la retórica divisiva en lugar de la formulación de políticas sustantivas.

Erosión de la confianza y las normas democráticas.

Los políticos distraídos debilitan la confianza pública en las instituciones al no abordar las necesidades sociales apremiantes. G.K. Chesterton criticó a los políticos modernos por estar más interesados en tomar el poder que en servir al bien público, y los contrastó con los estadistas que priorizan los principios constitucionales y el bienestar colectivo. Esta erosión de la confianza se ve agravada por la polarización política, que prospera en entornos donde los líderes explotan el sensacionalismo y la división.

La exposición diaria a las controversias políticas seguramente afecta negativamente la salud mental de las personas y reduce su motivación para participar en la acción cívica. Esta falta de compromiso debilita la democracia al disminuir la participación colectiva en el gobierno.

Impacto en la cohesión social.

La distracción política exacerba la polarización al enmarcar a los oponentes como enemigos en lugar de adversarios. Las investigaciones de académicos serios han demostrado que la polarización fomenta la hostilidad y la desconfianza entre los ciudadanos, creando cámaras de resonancia donde las personas tienen menos probabilidades de comprometerse con diferentes perspectivas. Esta división socava los esfuerzos por crear consenso en torno a soluciones para desafíos compartidos.

Además, el liderazgo distraído a menudo descuida las desigualdades sistémicas. Por ejemplo, el hecho de no abordar las disparidades en la educación o la atención médica perpetúa ciclos de pobreza y marginación. Las comunidades sufren cuando los líderes prefieren sus fotos y las ganancias políticas inmediatas sobre el progreso social de largo plazo.

Lecciones del estadista.

Los estadistas ejemplifican un liderazgo basado en la integridad y la deliberación. A diferencia de los políticos distraídos, los estadistas se centran en el bien común y resisten la tentación de gobernar a través del espectáculo o la conveniencia. La afirmación de Edmund Burke, “los representantes deben a sus electores no sólo esfuerzo sino buen juicio”, subraya la importancia de un liderazgo basado en principios para salvaguardar la democracia.

El contraste entre la habilidad política y la distracción es marcado: mientras que los estadistas construyen confianza y fomentan la unidad, los políticos distraídos siembran división y socavan la gobernabilidad. 

El camino a seguir.

Para mitigar los peligros de la distracción política, los ciudadanos deben exigir responsabilidad a sus líderes. Esto implica examinar el compromiso de los candidatos con la formulación de políticas sustantivas por encima de sus gestos teatrales. Los votantes deben priorizar la integridad y la visión, y no necesariamente el carisma o el partidismo.

Fomentar la educación cívica puede empoderar a las comunidades para reconocer y resistir las tácticas manipuladoras y las fotos convenencieras. Al promover el pensamiento crítico y alentar el diálogo, en lugar de las divisiones, las sociedades pueden contrarrestar los efectos polarizadores de la distracción política.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/estadista-frente-a-politicos/


Saturday, March 08, 2025

Navegar la tormenta con Sun Tzu

Navegar la tormenta con Sun Tzu

Javier Treviño

@javier_trevino

El gobierno de Estados Unidos se ha convertido en un desafío formidable para México: disputas comerciales, tensiones migratorias, retos de seguridad, retórica hostil y un panorama geopolítico volátil. 

El martes pasado, el mismo día en que los aranceles de Estados Unidos entraban en vigor, el Secretario de Comercio Howard Lutnick dijo, en una entrevista en CNBC, que no se trata de una guerra comercial sino de una guerra contra las drogas.

Para navegar en este entorno complejo, el gobierno de México podría emplear estratégicamente la sabiduría de “El arte de la guerra” de Sun Tzu, adaptando principios ancestrales a la realidad política moderna. Es un tratado militar escrito hace más de 2,500 años en la antigua China. Es una guía estratégica para ganar.

Creo que estamos entrando en una era en la que los sabios y atemporales preceptos de "guerra cautelosa" y "derrotar al enemigo sin luchar", que enfatizan la prevención de conflictos, son particularmente relevantes.

Hace tres meses, se llevó a cabo el X Simposio Internacional sobre “El arte de la guerra” de Sun Tzu, en Beijing. Los asistentes, académicos chinos e internacionales, intercambiaron sus puntos de vista en torno al tratado clásico sobre estrategia y la importancia de la filosofía militar de Sun Tzu para el mundo moderno. 

1. Conocerse a uno mismo y al oponente.

Una de las lecciones fundamentales de Sun Tzu es: “si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas”. México debe realizar una evaluación exhaustiva de sus fortalezas, debilidades y apalancamiento estratégico. De manera similar, comprender el estilo de negociación del nuevo líder estadounidense, marcado por la imprevisibilidad, el transaccionalismo y la retórica nacionalista, puede ayudar a México a anticipar y contrarrestar políticas agresivas.

México posee importantes ventajas estratégicas, entre ellas su interdependencia económica con Estados Unidos, en virtud del TLCAN y el T-MEC, su papel en el control de la migración regional y su creciente sector energético. Reconocer estas fortalezas permite entrar en negociaciones con confianza, asegurándose de que no sea sumiso ni combativo, sino calculador en sus respuestas.

2. Alianzas estratégicas y diplomacia.

Sun Tzu enfatiza la importancia de las alianzas: “el arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar”. México debe profundizar sus lazos diplomáticos no sólo con Estados Unidos, sino también con otras potencias globales, como Canadá, la Unión Europea y China, para crear contrapesos en el comercio y la inversión. Fortalecer la cooperación con los gobernadores de los estados y alcaldes de las principales ciudades de Estados Unidos, los líderes empresariales y las comunidades hispanas, muchas de las cuales se oponen a las políticas de línea dura, también puede crear presión dentro de Estados Unidos para moderar las medidas extremas contra México.

3. El uso del engaño y la adaptabilidad.

Otra lección clave de “El arte de la guerra” es que se debe evitar la confrontación directa cuando sea posible: “aparenta ser débil cuando eres fuerte, y fuerte cuando eres débil”. Si el gobierno estadounidense amenaza a México con aranceles o cierres de fronteras, México no debería reaccionar impulsivamente. En cambio, debería emplear respuestas diplomáticas mesuradas, ofrecer soluciones alternativas y entablar negociaciones extraoficiales para reducir las tensiones mientras prepara planes de contingencia económica.

Además, Sun Tzu aboga por la flexibilidad en la estrategia: “en medio del caos, también hay oportunidades”. Si se intensifica la retórica anti-México, nuestro país puede convertir esto en una oportunidad para fortalecer su industria nacional, atraer inversión extranjera de países que buscan alternativas a Estados Unidos y mejorar su autosuficiencia en sectores clave como la energía y la manufactura.

4. El apalancamiento económico como arma.

Sun Tzu destaca la importancia de controlar los recursos en la guerra: “el combatiente hábil se coloca en una posición que hace imposible la derrota”. La relación comercial de México con Estados Unidos está profundamente entrelazada, y millones de empleos estadounidenses dependen de las importaciones y las cadenas de suministro mexicanas. Ante los aranceles o ante el intento de renegociar términos comerciales desfavorables, México puede aprovechar su papel en la industria manufacturera de América del Norte, en los sectores automotriz y agrícola, como contramedida.

Además, México puede explorar estrategias de diversificación mediante la expansión del comercio con Asia, América Latina y Europa. Reducir la dependencia económica de Estados Unidos le otorgaría a México una mayor autonomía en futuras negociaciones.

5. Controlar la narrativa.

Sun Tzu advierte que la percepción determina los resultados: “toda guerra se basa en el engaño”. Si se ha utilizado históricamente a México como chivo expiatorio político, culpándolo de la migración, el fentanilo y los problemas económicos, es necesario contrarrestarlo. México debería dar forma proactiva a su narrativa en los medios estadounidenses e internacionales, destacando sus contribuciones a la economía estadounidense, la cooperación en materia de seguridad y los beneficios mutuos de una relación sólida entre ambos países.

Al interactuar con medios de comunicación influyentes, centros de estudios, universidades y responsables de políticas estadounidenses, México puede desmantelar estereotipos negativos y reforzar la realidad de que la colaboración, en lugar de la confrontación, beneficia a los intereses de ambas naciones.

6. Inteligencia y planes.

Además, Sun Tzu aboga por el “uso de espías", o en términos modernos, la recopilación de inteligencia. México debería invertir en el fortalecimiento de sus capacidades de inteligencia para monitorear el panorama político en Estados Unidos y anticipar posibles cambios en las tendencias y las medidas del gobierno. Esto incluye construir relaciones con grupos de expertos, instituciones académicas y otras fuentes de información.

Finalmente, Sun Tzu enfatiza la importancia de "trazar planes". México debería desarrollar planes de contingencia para una variedad de escenarios potenciales, desde disputas comerciales adicionales hasta restricciones más estrictas a la inmigración. Esto implica identificar vulnerabilidades potenciales, desarrollar estrategias alternativas y generar resiliencia en sectores clave de la economía.

En suma…

El énfasis de Sun Tzu en “conocerse a uno mismo y al adversario” es primordial. "Toda guerra se basa en el engaño". En el ámbito de las relaciones internacionales, esto se traduce en comunicación estratégica y maniobras diplomáticas eficaces. "El arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar". Este principio es particularmente relevante en el contexto de las negociaciones comerciales. 

Sun Tzu destaca la importancia de la adaptabilidad y flexibilidad: "el agua moldea su cauce de acuerdo con la naturaleza del suelo sobre el que fluye; el soldado calcula su victoria en relación con el enemigo al que se enfrenta". 

¿Qué hacer?

1. Inteligencia estratégica: establecer un grupo de trabajo especializado para monitorear de cerca las prioridades políticas y los mensajes públicos del gobierno de Estados Unidos. Esto permitiría a México predecir los cambios en la política estadounidense y preparar respuestas proactivas.

2. Aprovechar los intereses mutuos: destacar áreas de interdependencia en el marco del T-MEC, para enmarcar la cooperación como beneficiosa para ambas naciones.

3. Compromiso selectivo: evitar confrontaciones directas sobre temas muy publicitados como la inmigración o el fentanilo. En su lugar, centrarse en áreas menos polémicas donde se puedan alcanzar acuerdos, como la infraestructura o la cooperación energética.

4. Diversificar las asociaciones: fortalecer las relaciones comerciales con otros países.

5. Maniobras diplomáticas: enfatizar públicamente la colaboración mientras se negocian en privado posiciones de línea dura para mantener la flexibilidad.

6. Iniciativas sorpresa: lanzar propuestas inesperadas que se alineen con los intereses de Estados Unidos pero que sirvan a los objetivos de México, como programas conjuntos de seguridad.

7. Solidaridad regional: colaborar con otras regiones para presentar posiciones unificadas sobre cuestiones migratorias o comerciales.

8. Unidad nacional: involucrar a los ciudadanos comunicando de manera transparente lo que está en juego en las relaciones entre Estados Unidos y México, fomentando el apoyo nacional a las políticas gubernamentales.

9. Concesiones simbólicas: ofrecer medidas visibles pero de bajo costo en materia de seguridad fronteriza o migración que permitan al gobierno de Estados Unidos proclamar su éxito mientras se salvaguarda la soberanía mexicana.

10. Narrativa controlada: enmarcar las concesiones como logros mutuos en lugar de victorias unilaterales para Estados Unidos, manteniendo la dignidad en las negociaciones.

Al aplicar los principios básicos de “El arte de la guerra”, México puede sortear estratégicamente los desafíos que plantea el gobierno de Estados Unidos. En lugar de reaccionar a la defensiva, conviene actuar con previsión, convirtiendo los conflictos potenciales en oportunidades de crecimiento y un posicionamiento más fuerte en el escenario global. Al hacerlo, no sólo se protegerá el interés nacional, sino que también se garantizará una relación más equilibrada y cooperativa con nuestro vecino. 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/navegar-la-tormenta-con-sun-tzu/