Saturday, January 25, 2025

La oportunidad

La oportunidad

Javier Treviño

@javier_trevino

Las crisis en las relaciones bilaterales suelen considerarse peligrosas y desestabilizadoras, con el potencial de escalar hasta convertirse en un conflicto más amplio. Sin embargo, esos momentos también presentan oportunidades únicas para que los jefes de Estado demuestren su liderazgo. 

Cuando se maneja con visión y determinación, una crisis bilateral puede convertirse en un catalizador para la unidad, la movilización nacional e incluso el progreso a largo plazo. 

John F. Kennedy y la crisis de los misiles de Cuba.

Uno de los ejemplos más emblemáticos de liderazgo durante un enfrentamiento bilateral es la gestión de la crisis de los misiles de Cuba por parte del presidente estadounidense John F. Kennedy en 1962. El descubrimiento de misiles soviéticos en Cuba llevó al mundo al borde de una guerra nuclear. Sin embargo, la capacidad de Kennedy para sortear esta crisis demostró un liderazgo extraordinario, evitando una catástrofe y uniendo a los Estados Unidos en un momento de profunda ansiedad.

Kennedy optó por una estrategia mesurada, combinando un bloqueo naval con una intensa diplomacia extraoficial. Su capacidad para comunicarse eficazmente con el público estadounidense fue igualmente crucial. En un discurso televisado, explicó la gravedad de la situación, instando a una acción tranquila pero resuelta: “el mayor peligro de todos sería no hacer nada”. Su liderazgo no sólo resolvió la crisis inmediata, sino que también fortaleció la confianza y la unidad nacionales.

Este episodio subraya una lección clave: en las crisis bilaterales, la capacidad de un líder para articular una visión clara y participar en la diplomacia estratégica es esencial. Como señaló el profesor de Harvard Graham Allison, “la moderación y la prudencia de Kennedy frente a una intensa presión establecieron un estándar para la gestión de crisis”.

Winston Churchill y la alianza con Estados Unidos.

Otro ejemplo es el del liderazgo de Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial y su capacidad para transformar las tensas relaciones angloamericanas en una de las alianzas más importantes del siglo XX. Al estallar la guerra, el aislacionismo estadounidense planteó un desafío significativo para la supervivencia de Gran Bretaña. Churchill reconoció la necesidad de fortalecer los lazos con los Estados Unidos y aprovechó hábilmente los valores compartidos y los intereses mutuos para construir una asociación duradera.

Sus discursos y correspondencia con el presidente Franklin D. Roosevelt reflejaron su talento para inspirar confianza y fomentar la colaboración. Churchill afirmó célebremente: “sólo hay una cosa peor que luchar con aliados, y es luchar sin ellos”. Esta diplomacia impulsada por la crisis no sólo fortaleció el esfuerzo bélico de Gran Bretaña, sino que también sentó las bases para la alianza transatlántica moderna.

El ejemplo de Churchill destaca el poder del liderazgo persuasivo para convertir los desafíos bilaterales en oportunidades de unidad y cooperación.

Papel de la visión y la unidad nacional.

El liderazgo durante las crisis bilaterales requiere no sólo diplomacia estratégica, sino también la capacidad de unir a una nación en torno a un propósito común. La capacidad de trascender las divisiones partidistas y unir a grupos diversos es un sello distintivo de un liderazgo extraordinario.

Aunque no fue una crisis internacional bilateral, la Guerra Civil de los Estados Unidos, ofrece ideas relevantes. Frente a una nación dividida, Abraham Lincoln articuló una visión de unidad y propósito moral, afirmando: “una casa dividida contra sí misma no puede subsistir”. Su liderazgo ayudó a transformar un momento de profundo peligro nacional en una oportunidad de renovación y progreso, redefiniendo en última instancia la identidad de los Estados Unidos.

De manera similar, los jefes de Estado que gestionan crisis bilaterales deben enmarcar estos desafíos de manera que inspiren solidaridad y acción colectiva. Al enfatizar los valores y objetivos compartidos, los líderes pueden transformar el miedo y la incertidumbre en resolución y determinación.

Nexo entre crisis y oportunidad.

Teóricos políticos e historiadores han analizado durante mucho tiempo el vínculo entre crisis y liderazgo. El economista Albert O. Hirschman propuso la idea de que las crisis desencadenan la resolución creativa de problemas y la movilización de recursos. En su libro “Exit, Voice, and Loyalty: Responses to Decline in Firms, Organizations, and States”, sostuvo que la adversidad puede impulsar a las personas y las instituciones a innovar y adaptarse de maneras que podrían no ocurrir en circunstancias normales.

El profesor de Harvard Joseph Nye también destacó la importancia del "poder blando" en la gestión de las crisis. Sostuvo que los líderes eficaces no sólo utilizan la coerción, sino también la persuasión y la atracción para resolver los conflictos. Este principio es particularmente relevante en las crisis bilaterales, donde es fundamental generar confianza y mantener relaciones a largo plazo.

Lecciones clave para los líderes modernos:

1. Comunicación estratégica: los líderes deben articular una narrativa clara y convincente para unificar a su nación y tranquilizar a sus aliados. 

2. Visión diplomática: la capacidad de un líder para fomentar la cooperación y encontrar puntos en común con los adversarios puede transformar las tensiones bilaterales en oportunidades de colaboración. 

3. Unidad nacional: en tiempos de crisis, los líderes deben trascender las divisiones y fomentar un sentido de propósito compartido. 

4. Resiliencia y adaptabilidad: las crisis exigen pensamiento innovador y flexibilidad. La adversidad puede catalizar el progreso y fortalecer las instituciones cuando los líderes están a la altura de las circunstancias.

El ex primer ministro británico Winston Churchill observó: “a cada persona le llega en su vida un momento especial en el que, en sentido figurado, se le da una palmadita en el hombro y se le ofrece la oportunidad de hacer algo muy especial. Qué tragedia sería si se encontrara desprevenida o no calificada para lo que podría haber sido su mejor momento”. 

Esta declaración resume la esencia del liderazgo en tiempos de crisis, destacando temas de preparación, responsabilidad y potencial de grandeza frente a la adversidad.

Las palabras de Churchill siguen siendo profundamente relevantes hoy en día y sirven como un faro para los líderes mexicanos. Nos recuerdan que preparación, coraje y sentido de propósito son fundamentales para estar a la altura de los momentos que definen los destinos individuales y colectivos.

Naturaleza del “momento especial”.

La referencia de Churchill al “momento especial” subraya la naturaleza impredecible e indeseable de las crisis. Ya sea en la política, los negocios o la vida personal, esos momentos rara vez se eligen; las circunstancias externas los imponen a los individuos. 

El liderazgo en esos momentos no consiste simplemente en resolver problemas; sino en encarnar la esperanza, la decisión y la claridad en medio de la incertidumbre. Se trata de reconocer el peso del momento y dar un paso adelante, con un gran riesgo personal, para servir a una causa más grande que uno mismo.

Necesidad de preparación.

Una de las lecciones clave de Churchill es la importancia de la preparación. Los momentos de crisis no son oportunidades para buscar soluciones; son pruebas del carácter, el conocimiento y las habilidades perfeccionadas durante años de esfuerzo silencioso.

Churchill es un ejemplo de ello. Sus años de estudio, sus obras y experiencia política, combinados con su profundo conocimiento de la historia y la estrategia, lo prepararon para liderar a Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. Lo dijo: “me sentí como si estuviera caminando con el destino y que toda mi vida pasada no había sido más que una preparación para esta hora y para esta prueba”.

Para los líderes contemporáneos, esto resalta la importancia del aprendizaje permanente, la autodisciplina y el cultivo de la resiliencia. Es un llamado a estar alerta y ser proactivos, reconociendo que la grandeza no surge del momento en sí, sino de la disposición para aprovecharlo.

Valentía y responsabilidad.

Las crisis exigen no sólo preparación, sino también una inmensa valentía. El liderazgo de Churchill durante el Blitz, cuando Gran Bretaña enfrentó bombardeos implacables de la Alemania nazi, es un testimonio del poder de la firmeza frente al miedo. Su icónico discurso “Lucharemos en las playas”, inspiró a una nación a soportar las dificultades con determinación.

Cuando los líderes demuestran temple y calma bajo presión, empoderan a los demás para que actúen con confianza. Esto es especialmente cierto en momentos de adversidad compartida, donde la conducta de un líder puede significar la diferencia entre el caos y la unidad.

La cita de Churchill también sirve como advertencia: es una tragedia no estar preparado o no estar calificado para un momento crucial. Esto habla de la idea más amplia de que el liderazgo no es simplemente una cuestión de ambición, sino de la capacidad de cumplir con las demandas de la responsabilidad cuando llegue el momento.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/la-oportunidad/


Saturday, January 18, 2025

Gestión de crisis

Gestión de crisis

Javier Treviño

@javier_trevino

Hace unos días leí el resumen de un libro que se publicará en marzo sobre la gestión de crisis internacionales. "The Making of a C.R.I.S.I.S. Leader", del professor Sattar Bawany, podrá servir como guía práctica para los líderes que navegan por la complejidad del impredecible entorno actual. 

Una crisis es una situación caracterizada por incertidumbre, dificultad o inestabilidad significativas que plantea una amenaza grave a los valores, estructuras o normas fundamentales de un sistema. Requiere una acción urgente para evitar o minimizar las consecuencias potencialmente graves. La esencia de una crisis radica en su imprevisibilidad y en la necesidad de tomar decisiones rápidas para afrontar los desafíos que presenta. 

A partir del 20 de enero, el gobierno mexicano tendrá que encarar las consecuencias de las órdenes ejecutivas de un nuevo presidente de los Estados Unidos. Todavía no sabemos el contenido de las decisiones. Deportaciones masivas, cierre temporal de puntos fronterizos, definición de los carteles como terroristas, operaciones encubiertas para destruir activos de las organizaciones criminales, aranceles a las exportaciones, todo ello detonará una serie de crisis en la relación bilateral.

Para avanzar en la relación con un socio tan importante como Estados Unidos, se requiere planificación estratégica, comunicación eficaz y un marco sólido de gestión de crisis. Aquí algunas reflexiones que podrían ser útiles para el gobierno mexicano:

1. Desarrollar un plan.

Es esencial contar con un plan de gestión de crisis bien estructurado. Debe describir las funciones y responsabilidades de los distintos organismos gubernamentales y establecer protocolos claros para la toma de decisiones y la comunicación durante la crisis. También debe incluir planes de contingencia para los distintos escenarios que podrían surgir en la relación bilateral, garantizando que el gobierno esté preparado tanto para los acontecimientos esperados como para los inesperados.

2. Formar un equipo.

La creación de un equipo central de gestión de crisis puede facilitar la rápida toma de decisiones. Este equipo, ágil y pequeño, debe estar integrado por funcionarios clave de las secretarías pertinentes que puedan evaluar rápidamente la situación, determinar el nivel de crisis y coordinar las respuestas. También debe colaborar con las partes interesadas externas, incluido el sector empresarial, para garantizar un enfoque unificado.

3. Priorizar la comunicación transparente.

La comunicación eficaz es fundamental durante una crisis. Los líderes gubernamentales deben comunicarse con frecuencia, claridad y honestidad tanto con el público nacional como con los socios internacionales. Esto incluye proporcionar actualizaciones periódicas sobre la situación y las decisiones que se están tomando, lo que ayuda a generar confianza y mitigar la desinformación.

4. Utilizar las redes sociales de manera eficaz.

En la era digital, las redes sociales sirven como una herramienta vital para la comunicación en situaciones de crisis. Los gobiernos deben desarrollar estrategias para la comunicación bidireccional, lo que les permite interactuar con los ciudadanos directamente y abordar las inquietudes en tiempo real. Este enfoque puede mejorar la confianza pública y facilitar una mejor comprensión de las acciones del gobierno durante una crisis.

5. Participar en el diálogo diplomático.

Durante las crisis bilaterales, es crucial mantener abiertas todas las líneas de comunicación con los funcionarios estadounidenses. Los líderes deben participar de manera proactiva en las discusiones diplomáticas para aclarar posiciones, expresar inquietudes y negociar soluciones. Este diálogo puede ayudar a prevenir malentendidos que podrían intensificar aún más las tensiones.

6. Construir alianzas con otras naciones.

En crisis internacionales complejas, la formación de coaliciones con otras naciones puede brindar apoyo y recursos diplomáticos adicionales. Los esfuerzos de colaboración pueden mejorar la influencia y crear un marco de respuesta más sólido para abordar desafíos compartidos.

7. Realizar ejercicios de capacitación.

La capacitación permanente de los equipos de gestión de crisis es esencial para garantizar la preparación cuando se produzcan crisis. Los ejercicios simulados pueden ayudar a identificar posibles debilidades en las estrategias de respuesta y mejorar la coordinación entre los diversos organismos involucrados en la gestión de crisis.

8. Aprender de crisis pasadas.

El análisis de crisis anteriores proporciona lecciones valiosas que pueden informar respuestas futuras. Los gobiernos deben realizar evaluaciones posteriores a las crisis para evaluar qué funcionó bien y qué no, integrando estos conocimientos en sus planes futuros de gestión de crisis.

¿Qué recomiendan algunos expertos después de estudiar algunas crisis del pasado?

He leído muchos libros de política exterior a lo largo de mi carrera. Manejar una crisis en las relaciones bilaterales con los Estados Unidos requiere una gran perspicacia política, pensamiento estratégico y la capacidad de movilizar recursos de manera eficaz. Los precedentes históricos, las opiniones de expertos y los trabajos académicos ofrecen valiosas perspectivas sobre las estrategias para navegar con éxito en aguas turbulentas. 

1. Priorizar un diálogo claro y abierto.

Steven Fink, en su libro "Gestión de crisis: planificación para lo inevitable", enfatiza la necesidad de una comunicación coherente y precisa para generar confianza. Durante la “Crisis de los misiles” de Cuba, el presidente John F. Kennedy mantuvo un delicado equilibrio entre la asertividad y la diplomacia, comunicándose eficazmente con el primer ministro soviético Nikita Khrushchev para evitar una guerra nuclear.

2. Aprovechar la diplomacia y la participación multilateral.

Henry Kissinger, en su libro “Diplomacia”, destaca la importancia de crear y mantener alianzas para afrontar desafíos globales complejos. Por ejemplo, Estados Unidos trabajó a través de la OTAN durante la Guerra Fría para coordinar una respuesta colectiva a las acciones soviéticas, lo que demuestra el valor del multilateralismo en la gestión de las crisis.

3. Utilizar el pensamiento estratégico y la planificación de escenarios.

En "Pensar en el tiempo: los usos de la historia para los tomadores de decisiones", Richard Neustadt y Ernest May destacan la importancia de aprender de la historia para predecir los desafíos futuros. Los líderes deben convocar a asesores expertos y utilizar herramientas de planificación de escenarios para sopesar sus opciones. Por ejemplo, durante la Guerra del Golfo, el presidente George H.W. Bush buscó el consejo de expertos militares y diplomáticos para entender todos los aspectos de la invasión iraquí de Kuwait.

4. Mantener la calma y la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional, como lo describe Daniel Goleman en su libro "Inteligencia emocional: por qué puede importar más que el coeficiente intelectual", desempeña un papel fundamental en la gestión de las relaciones y la reducción de las tensiones. Un ejemplo convincente es la respuesta de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, a los tiroteos en la mezquita de Christchurch en 2019. Su liderazgo empático y su rápida acción se ganaron elogios internacionales, lo que subraya el poder de un gobierno sereno y compasivo en una crisis.

5. Involucrar a las partes interesadas nacionales y mantener el apoyo público.

En "La neblina de la paz: cómo los líderes internacionales pueden poner fin a los conflictos violentos", Jean-Marie Guéhenno sostiene que el consenso nacional es esencial para una acción internacional creíble. Por ejemplo, Franklin D. Roosevelt convocó hábilmente a la opinión pública estadounidense para que apoyara la Ley de Préstamo y Arriendo, ayudando a los aliados durante la Segunda Guerra Mundial y reforzando el liderazgo global de Estados Unidos.

6. Equilibrar la asertividad con la flexibilidad.

"La estrategia del conflicto" de Thomas Schelling subraya la importancia de la negociación y de encontrar soluciones mutuamente aceptables en las crisis. El acuerdo nuclear con Irán de 2015, negociado por múltiples naciones, ejemplifica cómo un compromiso puede lograr un delicado equilibrio entre intereses opuestos.

7. Fomentar la confianza y la credibilidad en el escenario global.

En "Poder blando: los medios para el éxito en la política mundial", Joseph Nye explica que la capacidad de un líder para atraer y persuadir es a menudo más eficaz que la coerción. El liderazgo firme de Angela Merkel durante la crisis de la eurozona ilustra cómo la credibilidad puede mejorar la influencia de una nación en las negociaciones internacionales.

8. Aprender de los errores y las crisis del pasado.

El libro de Barbara Tuchman "Los cañones de Agosto: Treinta y un días que cambiaron la faz del mundo” ofrece una advertencia sobre cómo los errores de cálculo llevaron a la Primera Guerra Mundial. Al comprender los peligros históricos de los errores de juicio, los líderes pueden navegar mejor en las crisis contemporáneas.

Para gestionar eficazmente una crisis internacional, un jefe de Estado debe seguir un enfoque estructurado que abarque la preparación, la respuesta y la recuperación. En última instancia, como afirmó acertadamente John F. Kennedy: "Nunca negociemos por miedo. Pero que nunca nos dé miedo a negociar".

https://www.sdpnoticias.com/opinion/gestion-de-crisis/


Saturday, January 11, 2025

El poder de la consistencia

El poder de la consistencia

Javier Treviño

@javier_trevino

2025 será un año difícil. La mejor manera de encararlo será a través de la consistencia. El éxito rara vez es el resultado de un único avance o un destello momentáneo de brillantez. Es la culminación de un esfuerzo sostenido y disciplinado aplicado a lo largo del tiempo. El poder de la consistencia es una piedra angular para lograr el éxito a largo plazo en cualquier emprendimiento.

La esencia de la consistencia.

El concepto de consistencia se refiere a la coherencia y estabilidad de un conjunto de elementos o a la propiedad de mantener un comportamiento uniforme a lo largo del tiempo. Es el acto de realizar acciones de manera uniforme y regular. Implica presentarse todos los días, adherirse a un conjunto claro de principios y mantener el foco en los objetivos a largo plazo a pesar de los reveses a corto plazo. En los negocios, la consistencia se manifiesta en múltiples formas: identidad de marca, servicio al cliente, relaciones con los empleados y toma de decisiones estratégicas.

James Clear, en su exitoso libro “Atomic habits”, escribe: "no te elevas al nivel de tus objetivos. Te bajas al nivel de tus sistemas". Esta cita resume la esencia de la consistencia: son los hábitos y sistemas diarios, no los estallidos esporádicos de genialidad o de esfuerzo, los que conducen al éxito sostenible. Las empresas que ejecutan sus estrategias de manera consistente generan impulso, mejoran sus procesos y superan a los competidores que dependen de esfuerzos erráticos.

Generar confianza mediante la consistencia.

Uno de los beneficios más importantes de la consistencia es la confianza. Los clientes se sienten atraídos por las marcas que ofrecen experiencias fiables y predecibles. Como destaca Stephen R. Covey en “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”: "la confianza es el cemento de la vida. Es el principio fundamental que sostiene todas las relaciones". La consistencia en la entrega de valor y el mantenimiento de la calidad fortalece la confianza que los clientes, empleados y partes interesadas depositan en una empresa. Esta confianza, a su vez, genera lealtad del cliente, recomendaciones de boca en boca y crecimiento sostenido.

Si bien la consistencia es crucial, las empresas también deben innovar para seguir siendo relevantes en mercados dinámicos. La clave está en equilibrar la consistencia con la adaptabilidad. Muchos directores de empresas exitosos son obstinados en la visión, pero, al mismo tiempo, son flexibles en los detalles.

Consistencia en el liderazgo y la cultura.

Los líderes desempeñan un papel fundamental a la hora de establecer el tono de la consistencia dentro de una organización. Según John Maxwell, autor de “Las 21 leyes irrefutables del liderazgo”: "un líder es aquél que conoce el camino, recorre el camino y muestra el camino".

Un liderazgo consistente crea un entorno estable y predecible en el que los empleados se sienten seguros y motivados. Cuando los líderes alinean sus acciones con los valores y la misión de la organización, inspiran a sus equipos a seguir el ejemplo, fomentando una cultura de fiabilidad y responsabilidad.

Además, la consistencia en los procesos internos y la comunicación refuerza la cultura organizacional. 

Superar los desafíos de la consistencia.

En 2025, mantener la consistencia no estará exento de desafíos. La volatilidad del mercado, las limitaciones de recursos y las preferencias cambiantes de los clientes pueden poner a prueba la determinación de una empresa. Sin embargo, las empresas exitosas priorizan la consistencia mediante:

1. Definir objetivos y valores claros: establecer una visión y una misión bien articuladas sirve como una estrella guía, asegurando que todos los esfuerzos estén alineados.

2. Desarrollo de sistemas robustos: los procesos automatizados y los procedimientos bien documentados minimizan la variabilidad y el error humano.

3. Seguimiento del progreso: la evaluación periódica de las métricas de rendimiento garantiza que las empresas sigan por el buen camino.

4. Mantener la resiliencia: el compromiso con la consistencia suele requerir perseverancia, especialmente durante períodos de progreso lento o desafíos externos.

Los beneficios de la consistencia se acumulan con el tiempo. Así como el interés compuesto genera un crecimiento exponencial de los ahorros, las acciones consistentes producen resultados exponenciales en los negocios. Las empresas que se comprometen con la consistencia ven mejoras en la reputación de la marca, la moral de los empleados, la eficiencia operativa y el rendimiento financiero.

La teoría del flujo.

El 2025 será tan complejo que no bastará con ser consistentes. No nos quedará de otra más que fluir. La “teoría del flujo” podría ayudarnos a afrontar tiempos económicos difíciles y gobiernos complejos.

Mihaly Csikszentmihalyi, un reconocido psicólogo, introdujo el concepto de "flujo" como un estado de experiencia óptima en el que las personas están completamente inmersas, concentradas y rinden al máximo de su capacidad. 

El flujo se produce cuando las habilidades de una persona se adaptan perfectamente a los desafíos, lo que da como resultado una sensación de control, un compromiso profundo y una motivación intrínseca. En tiempos de agitación económica, la teoría del flujo de Csikszentmihalyi puede servir como un marco valioso para que las empresas encaren los retos, mejoren la productividad y fomenten la resiliencia.

Impulsar el compromiso de los empleados durante las crisis económicas.

Las crisis económicas generan incertidumbre y reducen la moral dentro de las organizaciones. La teoría del flujo enfatiza la importancia del compromiso y la concentración, que pueden contrarrestar estos efectos negativos. Al fomentar el flujo en el lugar de trabajo, las empresas pueden ayudar a los empleados a mantenerse motivados y productivos a pesar de los desafíos externos.

1. Durante las crisis económicas, la ambigüedad suele invadir las organizaciones. Proporcionar a los empleados objetivos claros, medibles y retroalimentación inmediata garantiza que comprendan su papel en la superación de los desafíos. Esta claridad les permite centrarse en lo que pueden controlar, lo que reduce la ansiedad y promueve un sentido de propósito.

2. Las crisis económicas pueden requerir que los empleados asuman nuevas responsabilidades o desarrollen nuevas habilidades. Asegurarse de que las tareas se alineen con las capacidades de un individuo, al tiempo que lo empujan un poco más allá de su zona de confort, puede ayudar a mantener el compromiso y la motivación. Este equilibrio evita sentimientos de frustración o aburrimiento, que son perjudiciales para la productividad.

3. En tiempos difíciles, dar a los empleados una sensación de control sobre su trabajo fomenta la propiedad y la resiliencia. Cuando las personas sienten que tienen iniciativa en sus tareas, es más probable que experimenten fluidez y contribuyan significativamente a los objetivos de la organización.

La inestabilidad económica a menudo exige soluciones innovadoras. Csikszentmihalyi creía que el flujo está estrechamente vinculado a la creatividad, ya que alienta a las personas a pensar profundamente, explorar posibilidades y producir ideas novedosas. Al crear condiciones que permitan el flujo, las empresas pueden liberar el potencial creativo de su fuerza laboral.

El flujo fomenta la motivación intrínseca. Los empleados no sólo se ven impulsados por recompensas externas, como bonificaciones o promociones, sino por la satisfacción derivada del trabajo en sí. Este impulso interno puede sostener a las empresas en tiempos difíciles, ya que los empleados se mantienen comprometidos y concentrados a pesar de las presiones externas.

Además, el flujo contribuye a la resiliencia psicológica al ayudar a las personas a encontrar significado y satisfacción en su trabajo. En su investigación, Csikszentmihalyi observó que las personas que experimentan el flujo con regularidad están mejor preparadas para manejar el estrés y la adversidad. 

Medidas prácticas para las empresas.

Para aprovechar el poder del flujo durante las crisis económicas, las empresas pueden adoptar las siguientes estrategias:

1. Alinear los objetivos organizacionales con objetivos alcanzables a corto plazo que inspiren la acción y brinden una sensación de progreso.

2. Euipar a los empleados con las habilidades que necesitan para enfrentar nuevos desafíos, asegurando que las tareas sigan siendo interesantes y dentro de su zona de capacidad.

3. Implementar sistemas que brinden retroalimentación inmediata y constructiva, ayudando a los empleados a mantenerse encaminados y ajustar sus esfuerzos según sea necesario.

4. Empoderar a los equipos para que tomen decisiones y se apropien de su trabajo, fomentando una sensación de control, reduciendo el agotamiento.

5. Alentar el trabajo profundo minimizando las distracciones, reestructurando los flujos de trabajo y promoviendo el equilibrio entre el trabajo y la vida personal para mantener la energía y el compromiso.

Como escribió el propio Csikszentmihalyi: "los mejores momentos de nuestras vidas no son los momentos pasivos, receptivos y relajantes... Los mejores momentos suelen ocurrir cuando el cuerpo o la mente de una persona se estiran hasta sus límites en un esfuerzo voluntario por lograr algo difícil y que vale la pena". Así será 2025.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-poder-de-la-consistencia/


Saturday, January 04, 2025

El sistema político mexicano y la teoría del iceberg de Hemingway

El sistema político mexicano y la teoría del iceberg de Hemingway

Javier Treviño

@javier_trevino

La teoría del iceberg, acuñada por el célebre escritor estadounidense Ernest Hemingway, es una técnica narrativa que ha influido profundamente en la literatura contemporánea. Esta teoría se basa en la idea de que, al igual que un iceberg, donde sólo una pequeña parte es visible sobre la superficie mientras que la mayor parte permanece oculta bajo el agua, un relato debe presentar solo una fracción de la historia explícitamente, dejando el resto a la interpretación del lector. Esta técnica no sólo define el estilo de escritura de Hemingway, sino que también refleja su comprensión de la complejidad de la experiencia humana.

Conceptos fundamentales de la teoría del iceberg.

La esencia de la teoría del iceberg radica en el uso deliberado de la omisión. Según Hemingway, un buen relato debe contener lo suficiente para que el lector pueda inferir significados más profundos sin que estos sean explícitamente enunciados. En sus propias palabras, “siempre trato de escribir teniendo en cuenta el principio del iceberg. Hay siete octavos de su superficie que están debajo del agua por cada pedazo que muestra”. Este enfoque permite que los lectores se conviertan en participantes activos en la construcción del significado, obligándolos a llenar los vacíos dejados por el autor.

La importancia de lo no dicho.

Hemingway creía que lo no dicho era tan importante como lo que se expresa abiertamente. Al omitir detalles y explicaciones directas, crea una narrativa que invita a los lectores a explorar las emociones y motivaciones subyacentes de los personajes. Esto no sólo enriquece la experiencia de lectura, sino que también refleja la realidad de la vida humana, donde muchas experiencias y sentimientos son complejos y a menudo inefables.

La teoría del iceberg se puede observar en muchas de las obras más destacadas de Hemingway, como “El viejo y el mar” y “Por quién doblan las campanas”. En estas narrativas, los conflictos internos y las luchas emocionales de los personajes se sugieren a través de acciones y diálogos sutiles, más que mediante descripciones explícitas. Por ejemplo, en “El viejo y el mar”, el protagonista enfrenta una lucha monumental con un marlin, pero esta batalla es también una metáfora de su lucha interna con la soledad y el paso del tiempo. La profundidad emocional de esta historia se revela no sólo a través de las palabras escritas, sino también a través del silencio y las omisiones.

Crítica y relevancia.

La teoría del iceberg ha sido objeto de análisis y crítica a lo largo del tiempo. Algunos críticos argumentan que esta técnica puede llevar a una falta de claridad o a una desconexión emocional con los personajes. Sin embargo, muchos coinciden en que esta forma de escritura refleja una profunda comprensión de la psicología humana. La capacidad para insinuar emociones complejas sin exponerlas directamente permite una conexión más rica entre el lector y el texto.

Además, esta técnica ha influido en numerosos escritores contemporáneos que buscan emular su estilo minimalista y su enfoque en lo implícito. La teoría del iceberg ha trascendido su contexto original para convertirse en un principio fundamental en la narrativa moderna, aplicándose no sólo en la literatura sino también en el cine y el teatro.

Yo creo que la teoría del iceberg de Ernest Hemingway es aplicable al análisis del sistema político mexicano, en los tiempos de la cuarta transformación y su segundo piso. Es un entramado complejo donde los elementos visibles —discurso público, leyes y decisiones políticas— representan sólo una pequeña parte de una estructura más profunda y en ocasiones opaca. 

El sistema político mexicano, caracterizado por su complejidad y dinamismo, ha sido objeto de análisis y reflexión a lo largo de su historia. En este contexto, la teoría del iceberg de Ernest Hemingway se presenta como una metáfora poderosa para comprender las dinámicas subyacentes que operan en la política mexicana. Esta teoría, que sugiere que sólo una pequeña parte de la realidad es visible mientras que la mayor parte permanece oculta, puede aplicarse eficazmente para explorar las estructuras, los procesos y las interacciones dentro del sistema político de México.

La punta del iceberg: el discurso público y las instituciones visibles.

En la política mexicana, lo visible —la punta del iceberg— está representado por las instituciones oficiales, los discursos de los líderes políticos y las decisiones públicas que parecen transparentes. Elementos como el Congreso, la Suprema Corte de Justicia y la Presidencia de la República conforman el rostro institucional del sistema político, accesible al escrutinio público.

Los discursos de los actores políticos en México suelen centrarse en promesas directas y apelaciones emocionales. Por ejemplo, frases como "primero los pobres" o "no mentir, no robar, no traicionar" reflejan mensajes simples que buscan conectar con la ciudadanía, mientras que los detalles técnicos y las limitaciones reales quedan ocultos. Este enfoque permite generar confianza y apoyo inmediato, pero también deja un margen para la interpretación o la manipulación.

México cuenta con una estructura democrática consolidada, visible en procesos como las elecciones y la promulgación de leyes. Sin embargo, detrás de estas acciones ostensiblemente transparentes, se encuentran dinámicas más complejas de negociación y conflicto, que a menudo permanecen fuera del alcance ciudadano.

La parte sumergida: los procesos ocultos del sistema político.

La parte más grande del iceberg político mexicano está compuesta por elementos que no son inmediatamente visibles: redes de poder informal, burocracia, corrupción y presiones externas e internas que influyen en las decisiones gubernamentales.

En México, gran parte de la política se define en espacios informales donde los acuerdos entre actores políticos y económicos determinan los resultados visibles. Por ejemplo, las alianzas entre partidos políticos para la aprobación de reformas legislativas suelen implicar negociaciones que no siempre se hacen públicas. Estas dinámicas subterráneas pueden garantizar la gobernabilidad, pero también generan opacidad y desconfianza.

La corrupción y el clientelismo representan partes críticas de la base sumergida del sistema político mexicano. Aunque se han implementado mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, la percepción pública de que "el poder opera en las sombras" persiste. Escándalos de desvío de recursos o asignación indebida de contratos ilustran cómo la parte sumergida del iceberg afecta directamente a las dinámicas de poder y a la confianza en las instituciones.

Otro componente importante de la parte sumergida es la burocracia, que actúa como el mecanismo operativo del Estado. Aunque los funcionarios públicos trabajan en la implementación de políticas, sus acciones rara vez reciben atención mediática. La tecnocracia, con su enfoque en decisiones basadas en datos, también opera en este nivel, lejos del escrutinio general, aunque sus decisiones impactan directamente en la vida de las personas.

A pesar de los avances democráticos, México enfrenta profundas desigualdades sociales que afectan la participación política. Las comunidades marginadas a menudo carecen de representación efectiva, lo que limita su capacidad para influir en las decisiones que afectan sus vidas. Esta desigualdad es una parte crítica del iceberg que no siempre se ve desde la superficie.

Los grupos económicos poderosos desempeñan un papel significativo en la política mexicana, a menudo moldeando políticas públicas a su favor. La influencia del dinero en la política puede distorsionar el proceso democrático y crear un entorno donde las decisiones se toman en función de intereses particulares más que del bienestar general.

La percepción pública y el iceberg político.

Para la ciudadanía mexicana, el sistema político es percibido frecuentemente como opaco y difícil de descifrar. Esto puede generar apatía o desconfianza, ya que muchas personas sienten que las decisiones importantes se toman en ámbitos inaccesibles y que lo visible no refleja la totalidad de la realidad política.

En México, los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales actúan como intermediarios entre la punta y la base del iceberg. Si bien pueden revelar partes del sistema sumergido, también pueden distorsionar o simplificar la información, perpetuando narrativas que no reflejan la complejidad de los procesos políticos.

Para superar esta percepción superficial, es fundamental fomentar una educación cívica que permita a los ciudadanos interpretar mejor las dinámicas subyacentes del sistema político. Entender que la punta del iceberg es sólo una fracción del todo puede empoderar a las personas para exigir mayor transparencia y participar activamente en el fortalecimiento de la democracia.

La teoría del iceberg de Hemingway nos invita a analizar más allá de lo explícito, revelando las dinámicas profundas que moldean las decisiones políticas y el impacto en la sociedad. Sólo al examinar tanto lo visible como lo oculto podremos aspirar a un sistema político más transparente, equitativo y efectivo. 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-sistema-politico-mexicano-y-la-teoria-del-iceberg-de-hemingway/