Saturday, August 23, 2025

El riesgo del desahogo

El riesgo del desahogo

Javier Treviño

@javier_trevino

En vísperas de un año electoral decisivo, la política siempre adquiere un tono más emocional, visceral e impredecible. No es casualidad. La democracia no sólo es un sistema de instituciones, normas y procedimientos; es también un espacio de desahogo colectivo. En él, los ciudadanos canalizan frustraciones, resentimientos y esperanzas.

Alexis de Tocqueville ya lo advertía en “La democracia en América” (1835): “Los pueblos soportan con paciencia las miserias inevitables, pero se indignan contra las que parecen el fruto de la negligencia de sus gobernantes”. Esa indignación puede ser catártica, pero también peligrosa.

La política como espacio de catarsis

Desde Aristóteles, la idea de la catarsis ha ocupado un lugar central en la teoría política y social. Así como la tragedia permitía a los ciudadanos de Atenas purgar emociones a través de la representación teatral, la política democrática ofrece canales institucionales para expresar enojo, frustración o esperanza.

El psicólogo James C. Davies, en “Human Nature in Politics: The Dynamics of Political Behavior”, formuló en los años sesenta la teoría de la privación relativa. La sensación de descontento y la movilización social surgen de la percepción de estar en desventaja en comparación con otros, no necesariamente de una situación de pobreza absoluta. La gente se siente privada no solo por sus propias carencias, sino por la comparación con lo que otros tienen. Entonces, las revoluciones ocurren no en los momentos de mayor miseria absoluta, sino cuando las expectativas crecientes chocan con una realidad decepcionante. 

Como decía John Adams, segundo presidente de Estados Unidos: “La democracia nunca dura mucho. Se desperdicia, se agota y se suicida. Nunca hubo una democracia que no se autodestruyera”. El exceso de desahogo ciudadano, cuando se desborda más allá de los cauces institucionales, puede acercar a las sociedades a ese abismo.

El desahogo como motor de cambio

La historia reciente ofrece ejemplos contundentes de cómo el desahogo ciudadano ha desencadenado movimientos políticos de gran alcance.

Estados Unidos y el Tea Party (2009–2010)

Nacido como protesta fiscal contra el gobierno de Barack Obama, el Tea Party se convirtió en un vehículo para el enojo de una clase media blanca que sentía amenazada su posición económica y cultural. Su capacidad de desahogo masivo generó un movimiento que redefinió al Partido Republicano. Lo que inició como una catarsis contra los impuestos y la reforma de salud terminó por abrir el camino a la presidencia de Donald Trump en 2016.

Brexit (2016)

Más allá de los argumentos técnicos sobre comercio y soberanía, el referéndum británico fue una expresión de catarsis nacionalista y anti-elitista. El resentimiento acumulado contra Bruselas y contra la globalización se tradujo en un voto cargado de emoción. Como dijo Winston Churchill en tiempos más oscuros: “Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”. Esa rigidez emocional, transformada en política, condujo a una decisión histórica que aún redefine la economía y la diplomacia del Reino Unido.

La Primavera Árabe (2011)

En Túnez, Egipto y otros países, la frustración por décadas de represión encontró en la calle el espacio para un desahogo explosivo. El vendedor ambulante Mohamed Bouazizi, que se inmoló en protesta contra la humillación burocrática en Túnez, se convirtió en símbolo de una indignación colectiva. Aunque los resultados fueron dispares —una democracia titubeante en Túnez, un retorno autoritario en Egipto, guerras civiles en Siria y Libia—, el fenómeno mostró la fuerza transformadora del desahogo.

América Latina: Argentina y Chile

En Argentina, la crisis de 2001 desató un grito social de “¡Que se vayan todos!”, un desahogo colectivo que acabó derribando cinco presidentes en cuestión de semanas. En Chile, en 2019, el alza en el precio del transporte público se convirtió en catalizador de una protesta masiva contra la desigualdad. Gabriel García Márquez decía, al describir la política latinoamericana: “Las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”. En ambos países, el desahogo abrió procesos constituyentes, pero también dejó la huella de un malestar difícil de gobernar.

El lado oscuro del desahogo

El desahogo político no siempre conduce a reformas constructivas. A menudo, genera consecuencias negativas.

Primero, puede fortalecer liderazgos populistas que se alimentan de la rabia ciudadana. En el libro “Populismo: una breve introducción”, el politólogo Cas Mudde advierte: “El populismo no es la voz del pueblo, sino una voz que afirma ser la única legítima”. Ese monopolio emocional se traduce en polarización.

Segundo, el desahogo tiende a amplificar la confrontación. Una de las filósofas más influyentes del siglo XX, Hannah Arendt, lo señaló con lucidez: “El peligro es que el resentimiento se convierta en una fuente política permanente”. Lo que comienza como catarsis temporal puede transformarse en odio estructural.

Tercero, existe el riesgo de que la catarsis erosione las instituciones. Ya lo advertía Benjamín Franklin en Filadelfia, tras la firma de la Constitución: “Una república, si podéis mantenerla”. El desafío sigue siendo el mismo: canalizar el desahogo ciudadano sin que se desborden los diques institucionales.

México en la encrucijada

El caso mexicano ilustra bien estas tensiones. Desde hace dos décadas, las elecciones federales han funcionado como episodios de catarsis:

En 2000, el desahogo contra el PRI permitió la alternancia después de 71 años.

En 2012, el enojo contra el PAN facilitó el retorno priista.

En 2018, el hartazgo contra el sistema de partidos tradicional impulsó el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, cuyo discurso conectó con un país cansado de corrupción y desigualdad.

Hoy, de cara a 2027 y 2030, México enfrenta un electorado marcado por frustraciones acumuladas: inseguridad, falta de crecimiento económico sostenido, desigualdad persistente, corrupción estructural. El riesgo es que el desahogo se traduzca en un voto emocional que premie liderazgos simplistas, sin atender la complejidad de los problemas.

El propio Octavio Paz lo sintetizó en “El laberinto de la soledad”: “El mexicano no se expresa: se desahoga”. Esta frase, escrita en otro contexto, resuena con fuerza en la política actual.

La dimensión digital: desahogo sin filtros

En la era de las redes sociales, el desahogo ha encontrado un amplificador sin precedentes. Plataformas como Twitter, Facebook, TikTok y otras funcionan como espacios de catarsis inmediata, donde la indignación se viraliza y adquiere dinámicas emocionales más intensas.

La socióloga Zeynep Tufekci advierte: “Las redes sociales permiten a los movimientos políticos crecer rápidamente, pero no necesariamente los dotan de la resiliencia organizativa necesaria para lograr cambios duraderos”.

El desahogo digital no se agota en la protesta. Genera “burbujas de eco” donde los ciudadanos sólo escuchan aquéllo que confirma sus emociones. La catarsis, en lugar de moderarse con el contraste, se exacerba con la repetición.

El desahogo como oportunidad

No todo es pesimismo. El desahogo político también puede ser motor de renovación democrática. El premio Nobel Amartya Sen lo resume con claridad: “La democracia es un valor universal porque permite a los individuos participar en la vida política, expresar sus preocupaciones y, en última instancia, influir en las decisiones que los afectan”.

El reto es transformar la catarsis en deliberación y la deliberación en políticas públicas sostenibles. Para México, eso implica:

1. Reforzar la confianza en las instituciones electorales. El INE y el Tribunal Electoral deben ser vistos como árbitros legítimos, capaces de contener la pasión democrática.

2. Abrir espacios de participación más allá de la urna. Cabildos ciudadanos, presupuestos participativos, consultas deliberativas pueden absorber parte de la catarsis social.

3. Fomentar liderazgos que escuchen. Los líderes políticos deben ser capaces de procesar el enojo ciudadano sin convertirlo en combustible de polarización. Como decía Nelson Mandela: “Los valientes no temen perdonar, por el bien de la paz”.

4. Regular el espacio digital. No se trata de censura, sino de exigir mayor responsabilidad a las plataformas para frenar la desinformación que exacerba emociones.

Conclusión: en el filo de la catarsis

El desahogo es inherente a la política democrática. Ignorarlo sería ingenuo; demonizarlo, un error. Como fenómeno social, cumple funciones de legitimidad y pertenencia. Pero cuando se convierte en la única lógica de la vida pública, arrastra consigo el peligro de polarización, simplificación y erosión institucional.

Como recordó Abraham Lincoln en uno de sus discursos más citados: “Una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse”. En tiempos electorales, la catarsis ciudadana, el desahogo, puede ser una oportunidad de renovación democrática o el inicio de una fractura más profunda.

La elección está abierta. Y depende, en gran medida, de si logramos convertir el desahogo en un ejercicio de responsabilidad colectiva y no en un acto de demolición política.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/el-riesgo-del-desahogo/


Saturday, August 16, 2025

Herederos de un tiempo que terminó

Herederos de un tiempo que terminó

Javier Treviño

@javier_trevino

Vivimos días en los que el escenario político mexicano se puebla de interpretaciones apresuradas. Actores políticos y medios de comunicación buscan adivinar el porvenir a partir de las acciones y gestos de quienes se consideran herederos —por sangre o por afinidad política— de un liderazgo que ha marcado la vida pública en los últimos años. Sin embargo, reducir el análisis a los movimientos inmediatos de estos personajes es un camino corto y engañoso.

Quien aspire a descifrar el comportamiento y las decisiones de los sucesores debe, antes, penetrar en la mentalidad y el legado de su predecesor, pues es sobre ese cimiento donde aquéllos edifican, contra el que se rebelan o por el que acaban siendo moldeados. 

En el caso de López Obrador, este legado es un entramado de narrativas, símbolos y prácticas políticas que ha configurado un estilo de gobierno y un imaginario colectivo: la promesa de una “cuarta transformación”, la centralidad del liderazgo personal sobre las instituciones y una comunicación directa, cotidiana y polarizante con la ciudadanía.

Para reflexionar con perspectiva, tal vez nos puede ayudar el libro “The Party's Interests Come First: The Life of Xi Zhongxun, Father of Xi Jinping” ("Los intereses del Partido son lo primero: La vida de Xi Zhongxun, padre de Xi Jinping"), de Joseph Torigian. El autor es investigador en la Institución Hoover de la Universidad de Stanford y profesor de American University en Washington DC.

Se trata de una biografía impactante, y aclamada por la crítica, que utiliza la vida del padre de Xi Jinping para ofrecer una perspectiva única sobre el funcionamiento interno del Partido Comunista Chino (PCCh). Nos ayuda a comprender la política y el liderazgo chinos.

El libro es elogiado como "magistral" y un "logro académico monumental", al ser la primera biografía en inglés de Xi Zhongxun. La obra de Torigian destaca por su extensa investigación, basada en nuevos documentos, entrevistas (incluida una con el Dalai Lama), diarios y publicaciones periódicas para presentar una imagen vívida. 

En resumen, el libro es tanto un relato histórico exhaustivo de la revolución china y las primeras décadas de la República Popular, como una historia profundamente personal de un hombre que luchó constantemente por reconciliar sus propios sentimientos con las exigencias abrumadoras del Partido.

Los críticos destacan que el libro ofrece una perspectiva excepcional y humana sobre cómo era la vida un alto funcionario bajo el régimen de Mao Zedong y Deng Xiaoping. Revela el inmenso costo humano y el sufrimiento personal que acarreó un alma dedicada al PCCh, arrojando luz sobre el impacto psicológico y emocional que moldeó a una generación de líderes.

Un tema central es la notable capacidad de Xi Zhongxun para sobrevivir a las brutales y arbitrarias purgas políticas del PCCh, incluyendo un largo período de exilio y persecución durante la Revolución Cultural. Su instinto de supervivencia política fue clave, y esta experiencia de soportar inmensas dificultades, o "tragar la amargura", se convirtió en una parte esencial de su identidad y visión del mundo.

Torigian argumenta que la vida de Xi Zhongxun es un testimonio del "extraordinario poder organizativo, ideológico y coercitivo" del PCCh. Incluso para los altos funcionarios, los intereses del Partido eran primordiales, por encima de las lealtades y convicciones personales. 

El libro gira en torno a la vida de Xi Zhongxun y sus implicaciones tanto para el PCCh como para su hijo. De hecho, nos ofrece una mirada crucial a los cimientos del pensamiento político de Xi Jinping. Sugiere que el compromiso de Xi Jinping con el Partido y su convicción en su fuerza como herramienta para la grandeza de China están profundamente arraigados en las experiencias de su padre. Se considera que el sufrimiento de su padre y su familia inculcó en Xi Jinping una "visión hobbesiana del mundo": la creencia de que un poder fuerte y centralizado es necesario para evitar el caos y asegurar el lugar que le corresponde a la nación en el escenario mundial.

Xi Jinping ha intentado equilibrar el crecimiento con la ideología. Se preocupa por el desarrollo económico. Quiere inculcar un sentido de idealismo y convicción tanto en el Partido como en el resto de la población china. Cree que el Partido debe evitar el extremismo de la era de Mao, pero también necesita revitalizarlo.

Kathrin Hille, corresponsal del Financial Times en China, escribió, en una reseña sobre el libro: “En pleno verano de 1976, Xi Jinping y su padre estaban sentados en el diminuto y sofocante apartamento de Xi Zhongxun, en ropa interior, fumando. Era la primera vez en años que el hombre que se convertiría en líder de China, entonces de 23 años, pasaba unas horas con su padre después de que las brutales campañas políticas del Partido Comunista destrozaran a la familia durante la mayor parte de su infancia y juventud”.

La periodista añadió: “Xi padre, ex viceprimer ministro de China, había sido purgado repetidamente y pasó 15 años en prisión y exiliado de Pekín. Sin embargo, optó por pasar la mayor parte de sus escasos momentos juntos escuchando a su hijo recitar dos discursos del líder chino Mao Zedong. A pesar de su propia experiencia de persecución, Xi padre aún consideraba de suma importancia preparar a su hijo para una vida de servicio al Partido”.

La biografía presenta a Xi Zhongxun como un reformador cauteloso que valoraba la estabilidad y el orden, atrapado entre facciones del Partido con diferentes visiones sobre el futuro de China. Su legado y ejemplo influyeron profundamente en la visión del mundo, el estilo político y las prioridades de Xi Jinping.

Algunos expertos dicen que el libro se lee con la intensidad de un “thriller” de la Guerra Fría. Es cierto, despliega momentos cruciales en la historia del PCCh: la formación de bases de apoyo durante la Gran Marcha, las luchas políticas entre facciones de la década de 1950, la era de las reformas bajo Deng Xiaoping y la represión de la Plaza de Tiananmén, que Xi Zhongxun finalmente apoyó a pesar de sus reticencias iniciales.

El Partido no sólo fue una institución política para Xi Zhongxun, sino también una fuente de identidad, significado y familia, especialmente después de quedar huérfano y afrontar dificultades personales. El libro descubre la dimensión humana detrás de la política autoritaria, reflexionando sobre cómo el Partido moldeó el alma de las personas tanto como forjó su camino.

Este libro sirve como un poderoso recordatorio de que, para comprender la política china moderna, es esencial examinar las historias profundamente personales, traumáticas, de las personas que han moldeado el sistema. Lo mismo puede aplicarse a México.

Los herederos políticos de López Obrador —ya sean miembros de su círculo familiar o figuras formadas bajo su sombra en Morena— se mueven en un terreno de lealtad y cálculo. Para algunos, el valor está en custodiar el relato original, preservando intacta la figura del líder; para otros, la ambición radica en reinterpretar ese legado, adaptándolo a nuevos desafíos y audiencias. Ninguno, sin embargo, puede desprenderse por completo del marco que les impone el pasado reciente.

Este fenómeno no es nuevo en la política. La historia está llena de sucesores que, más que iniciar una etapa inédita, gestionan una herencia: unos, como administradores fieles; otros, como reformadores prudentes; y algunos, como rebeldes que, incluso al romper con su antecesor, lo mantienen presente como referencia inevitable. 

El problema para México radica en que, mientras la atención pública se centre en la mera intriga sucesoria —quién se acerca más al poder, quién hereda el capital político— se dejarán de lado las discusiones de fondo: el rumbo del país, el crecimiento económico, la solidez de sus instituciones y la capacidad de sus futuros líderes para gobernar sin depender del aura de un solo hombre.

La etapa posterior a López Obrador requerirá comprender que el verdadero desafío para sus herederos será gobernar sin la legitimidad carismática que él cultivó y sin la ventaja de presentarse como ruptura frente a un régimen anterior. Tendrán que construir autoridad propia en un entorno más fragmentado, con ciudadanos más exigentes y con un sistema político que, aunque transformado, conserva inercias profundas.

Analizar a los herederos sin entender la matriz de la que provienen es como interpretar un libro leyendo sólo el epílogo. El porvenir de la política mexicana se escribirá no solo en las acciones de quienes se dicen sucesores, sino en la forma en que decidan —o logren— dialogar con el legado de un líder cuyo tiempo, para bien o para mal, ya terminó.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/herederos-de-un-tiempo-que-termino/




Saturday, August 09, 2025

La paradoja del poder con humildad

La paradoja del poder con humildad

Javier Treviño

@javier_trevino

En su conferencia matutina del miércoles pasado, la presidenta de México aseguró: “Mi posición la voy a defender siempre, porque es mi convicción, que el poder, cualquiera que se tenga, se debe ejercer con humildad”.

A lo largo de la historia, el ejercicio del poder se ha asociado con el carisma, la dominancia y una muestra de confianza inquebrantable. La imagen popular de un líder es la de alguien que sabe todas las respuestas, dicta la estrategia y se atribuye todo el mérito del éxito. 

Sin embargo, cada vez más investigaciones y ejemplos reales desafían esta visión tradicional. El verdadero poder sostenible no reside en la arrogancia, sino en un profundo sentido de humildad. 

Esta paradójica combinación de fortaleza y modestia es lo que define a los líderes más eficaces de nuestro tiempo, permitiéndoles construir organizaciones resilientes e inspirar una profunda lealtad.

La humildad en el poder no es un signo de debilidad; es una profunda muestra de autoconciencia y fortaleza. Es la capacidad de reconocer las propias limitaciones, admitir los errores y reconocer que las mejores ideas pueden surgir de cualquier lugar de la organización. 

Esta perspectiva es la piedra angular de lo que Jim Collins, en su influyente libro "Good to Great ", denominó “Liderazgo Nivel 5”. Todas las grandes empresas perdurables fueron lideradas por ejecutivos que poseían una "combinación paradójica de humildad personal y voluntad profesional". Estos líderes estaban firmemente decididos a lograr resultados, pero canalizaban su ambición hacia el éxito de la empresa, no hacia su fama personal. 

El poder de la humildad reside en la capacidad para crear un entorno de seguridad psicológica y responsabilidad compartida. Cuando un líder es humilde, es más probable que escuche la retroalimentación, solicite opiniones diversas y empodere a los miembros de su equipo para que tomen la iniciativa. Este enfoque fomenta una cultura de colaboración por encima de la competencia. 

Franziska Frank, autora de “The Power of Humility in Leadership” (El poder de la humildad en el liderazgo), afirma que el estilo autoritario se está devaluando cada vez más, ya que los ciudadanos ahora esperan y responden mejor a los líderes humildes. Un líder humilde entiende que su mayor legado no es la atención que recibe, sino el talento que infunde en los demás.

A veces pienso que la situación que enfrenta hoy la presidenta de México, toda proporción guardada, se parece a la de Abraham Lincoln, quien, durante la Guerra Civil, formó un "equipo de rivales": un gabinete compuesto por sus oponentes políticos. La inmensa confianza de Lincoln en sí mismo se vio compensada por su humildad; reconoció que no tenía todas las respuestas y que la diversidad de perspectivas contrapuestas era esencial para tomar las mejores decisiones posibles para la nación. Su humildad le permitió rodearse del equipo que él consideraba como el más fuerte posible, en lugar de un grupo de aduladores.

En definitiva, estoy de acuerdo en que ejercer el poder con humildad es una estrategia a largo plazo para el éxito. Genera confianza, fomenta la innovación y crea una organización más resiliente. 

Si bien el liderazgo egocéntrico puede lograr beneficios a corto plazo, siempre conduce a una cultura frágil que se derrumba cuando el líder se va. La humildad, en cambio, construye una base de fuerza colectiva. Es el reconocimiento silencioso de que el verdadero liderazgo no consiste en ser la persona más importante del país, sino en hacer que todos los demás se sientan igual de importantes.

En el año 2020 leí el libro “The Extraordinary Power of Leader Humility: Thriving Organizations & Great Results” de Marilyn Gist, (El extraordinario poder de la humildad del líder). Es una aportación poderosa y muy relevante a la literatura moderna sobre liderazgo, que ofrece un argumento convincente: la humildad no es sólo una virtud, sino una estrategia esencial para el éxito de cualquier organización. 

Basándose tanto en investigación académica como en ejemplos reales, Gist desafía con destreza la idea errónea de que la humildad en el liderazgo es una forma de debilidad, presentándola como la base de la influencia, la confianza y los resultados medibles.

En una era caracterizada por la hipervisibilidad, la polarización y la competencia implacable, el concepto de humildad parecería estar reñido con el ejercicio del poder. Sin embargo, la historia, la ciencia del liderazgo y la filosofía moral convergen en una verdad contundente: la humildad no es una debilidad que se deba superar, sino una fortaleza que se debe cultivar, especialmente en quienes ostentan el poder. El ejercicio del poder con humildad fomenta la confianza, la colaboración, la claridad moral y un liderazgo sostenible. 

En resumen:

1. En el ámbito del liderazgo político, la humildad es la capacidad de reconocer los límites del propio conocimiento, aceptar críticas, escuchar diversas voces y gobernar por el bien común en lugar del engrandecimiento personal. Este enfoque del poder se alinea con el ideal aristotélico de la “phronesis”: sabiduría práctica arraigada en la virtud moral.

2. Lejos de ser la antítesis de un liderazgo sólido, la humildad lo potencia. La humildad permite a los líderes ver a los demás con claridad y actuar con empatía y responsabilidad. Adam Grant, en “Think Again” (2021), enfatiza el valor de la humildad intelectual: la capacidad de cuestionar las propias creencias, admitir errores y revisar juicios basándose en nueva evidencia. “La confianza no se trata de tener razón sino de estar abierto a equivocarse”. En el liderazgo, esta cualidad fomenta el aprendizaje, la innovación y la resiliencia institucional.

3. Nelson Mandela, quien emergió después de décadas de prisión para liderar la transición de Sudáfrica tras el apartheid, enfatizó constantemente el perdón, la responsabilidad compartida y la moderación moral. Su autobiografía, “Long Walk to Freedom” (1994), detalla cómo su estilo de liderazgo se forjó no en la dominación, sino en el servicio y la reconciliación. “La mayor gloria de la vida no reside en no caer nunca, sino en levantarse cada vez que caemos”, decía.

4. En el mundo corporativo, la transformación de Microsoft por parte de Satya Nadella se cita como un caso práctico de liderazgo humilde. En “Hit Refresh” (2017), Nadella describe cómo la empatía y la humildad se convirtieron en elementos centrales de su filosofía de liderazgo, transformando la cultura de Microsoft, pasando de la de “saberlo todo” a la de “aprenderlo todo”. Este caso ilustra cómo la humildad, cuando se institucionaliza, puede impulsar la innovación y la renovación.

5. Las crisis ponen al descubierto el carácter de los líderes. La pandemia de COVID-19 presentó un marcado contraste entre el autoritarismo y la humildad. Los líderes que reconocieron la incertidumbre, escucharon a los expertos y se adaptaron a la nueva información, como la neozelandesa Jacinda Ardern, tuvieron más éxito en mantener la confianza pública y gestionar la complejidad. Como argumentó el profesor de Harvard Joseph Nye, en “The Future of Power” (2011), el “poder suave” —basado en la credibilidad, la apertura y la humildad— puede ser más eficaz a largo plazo que la fuerza coercitiva.

6. La humildad también ofrece una protección contra la influencia corruptora del poder. Como advirtió Lord Acton: “El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. La humildad actúa como contrapeso, fomentando la autorreflexión, la rendición de cuentas y la moderación ética.

7. Para fomentar un liderazgo humilde, las instituciones deben integrar la humildad en sus procesos de formación y selección de personal. Esto implica recompensar la escucha, la colaboración y la inteligencia emocional, así como la asertividad y la decisión. 

8. Parker Palmer, en "Let Your Life Speak " (1999), argumenta que el verdadero liderazgo no surge del ego, sino de un compromiso auténtico con la propia vida interior y la comunidad. "Un líder es una persona que debe asumir una responsabilidad especial por lo que sucede en su interior, para que no genere más daño que beneficio".

9. La humildad no es simplemente una virtud moral; es un activo estratégico en el ejercicio del poder. Permite a los líderes fomentar la confianza, construir instituciones sólidas y afrontar la complejidad con claridad moral. En un mundo donde los fracasos de liderazgo suelen estar ligados a la arrogancia, el narcisismo y la inflexibilidad, la necesidad de un poder humilde es urgente.

10. La esencia de un gran liderazgo no es la herencia que recibe un hijo, ni la arrogacia de quienes se creen superiores. La esencia es la humildad. Ejercer el poder con humildad no significa renunciar a la fuerza, sino redefinirla.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/la-paradoja-del-poder-con-humildad/


Friday, August 01, 2025

Los gobiernos necesitan talento

Los gobiernos necesitan talento

Javier Treviño

@javier_trevino

El próximo llamado a las urnas en México será el 6 de junio de 2027. Elegiremos 17 gobernadores, 680 presidentes municipales, 500 diputados federales y 1,088 diputados locales. Desde ahora debemos pensar en nuevas ideas para iniciar la reconstrucción de los gobiernos.

En un mundo cada vez más complejo, la eficacia de un gobierno depende de su capacidad para atraer y retener a los mejores talentos. Sin embargo, los sectores públicos a nivel mundial enfrentan desafíos significativos para reclutar profesionales más jóvenes. Esto tiene como consecuencia una fuerza laboral envejecida y posibles brechas de conocimiento. 

En algunos países, los programas de becas de prestigio del sector público surgen como una solución a este dilema. Sirven como canales esenciales para incorporar a jóvenes brillantes y motivados a los gobiernos. Cuando estos programas son sólidos, y cuentan con el apoyo necesario, crean vías claras para el reclutamiento de talento. Cuando no los hay, las personas calificadas buscan oportunidades en otros lugares.

Creo que sería bueno analizar casos exitosos de programas de becas de prestigio que podrían llegar a transformar gobiernos estatales y municipales de nuestro país.

La investigación de Elizabeth Linos, Brenda Sciepura y Alec Wall, "Getting Your Foot in the Door: The Impact of Public Sector Fellowships on Career Trajectories", proporciona evidencia convincente de la eficacia de estos programas. Su estudio siguió a más de 2,000 becarios del sector público estadounidense durante 19 años, y revela un hallazgo interesante: los becarios tienen 30 puntos porcentuales más de probabilidades de trabajar en el gobierno una vez finalizada la beca, en comparación con personas con una motivación similar que no participaron. Este significativo efecto en el empleo persiste durante al menos ocho años, lo que subraya el impacto a largo plazo de estas iniciativas. 

Las becas de prestigio no son meras colocaciones temporales, sino poderosos catalizadores para carreras sostenidas en el servicio público. La importancia de estos programas radica en varias características clave que abordan las barreras tradicionales para el empleo en el gobierno. 

La contratación en el sector público suele ser criticada por ser opaca, lenta y confusa. Los procesos de contratación del gobierno federal de Estados Unidos duran un promedio de 98 días, más del doble que en el sector privado. Los programas de becas ofrecen un proceso ágil, accesible y centralizado, simplificando lo que de otro modo podría ser un laberinto burocrático abrumador. 

Esta accesibilidad es crucial para atraer a un grupo diverso de solicitantes que, de otro modo, podrían verse desanimados por los métodos de reclutamiento tradicionales.

Además de simplificar el ingreso, las becas fomentan un sentido de pertenencia y desarrollo profesional que facilita la retención. Hay apoyo entre pares y un fuerte sentido de comunidad entre los becarios. Esta camaradería, combinada con una mentoría estructurada y oportunidades para trabajar en proyectos de alta prioridad, mejora significativamente la experiencia de los jóvenes profesionales. 

Estos programas no sólo dotan de habilidades esenciales, sino que también fomentan una profunda comprensión de las políticas públicas y la gobernanza. Las experiencias inmersivas proporcionan habilidades prácticas invaluables, amplían las redes profesionales y refuerzan la motivación que atrae a los jóvenes al servicio público. 

El prestigio asociado a estas becas también transmite un mensaje contundente: los empleos en el sector público son valorados, contrarrestando los estereotipos negativos sobre el trabajo gubernamental. 

Cuando estos programas se reducen o eliminan, el efecto inmediato es una reducción en el número de personas altamente calificadas, incluyendo aquéllas con experiencia en ciencia de datos, políticas públicas y ciberseguridad, que se hubieran incorporado al gobierno. 

Como advierte Elizabeth Linos: “Sin una vía clara y competitiva para acceder al gobierno, muchos jóvenes talentosos podrían simplemente optar por otros sectores. Con el tiempo, esto podría conducir a una escasez de personal y a una disminución de la calidad de los futuros líderes del sector público”. 

La percepción de falta de fiabilidad o infravaloración del servicio público resultante de los recortes presupuestales o la reducción de sueldos puede desanimar a los posibles solicitantes. Esto genera una fuga de talentos, donde mentes brillantes se pierden en el sector privado o sin fines de lucro. Esto no sólo agrava la escasez de personal existente, sino que también socava la capacidad del gobierno para abordar eficazmente desafíos sociales apremiantes.

¿Por qué creo que sería importante pensar en un programa de becas de prestigio para los gobiernos estatales y municipales? El núcleo del problema reside en una pregunta fundamental: ¿Cómo podríamos lograr que los mejores de las nuevas generaciones se incorporen al servicio público?

1. El reclutamiento gubernamental tradicional plantea barreras de entrada para los jóvenes, incluyendo largos procesos de contratación, falta de visibilidad en los puestos del sector público y un problema de imagen en comparación con las dinámicas oportunidades del sector privado. 

2. Los programas de becas de prestigio ofrecerían una vía de acceso ágil y especializada al gobierno, reduciendo estas barreras y proporcionando un punto de acceso estructurado y de apoyo.

3. La participación en estas becas generaría un aumento sostenido del empleo público. Los becarios tendrían una probabilidad mucho mayor de desarrollar una carrera profesional en el gobierno, en lugar de ocupar puestos transitorios o realizar sólo prácticas.

4. Los becarios adquieren experiencia con desafíos gubernamentales reales, mentoría, acceso a redes y una comprensión profunda del funcionamiento de las políticas y la administración en la práctica.

5. Los gobiernos se benefician de la afluencia de trabajadores dinámicos, capacitados y diversos, mientras que los becarios se benefician del desarrollo profesional, un sentido de propósito y la capacidad de ver el impacto tangible de su trabajo.

6. Las empresas del sector privado y el mundo académico siguen buscando activamente a los mejores talentos, ofreciendo mejores salarios, beneficios y prestigio percibido. 

7. Sin vías de acceso claras y recursos suficientes para acceder a becas, el gobierno pierde su capacidad de competir eficazmente por jóvenes profesionales con una misión clara. Se pierde una oportunidad para revitalizar una fuerza laboral en proceso de envejecimiento.

8. Mantener y ampliar las becas del sector público es esencial para abordar la brecha demográfica y de habilidades. La inversión dirigida a estos programas genera un alto rendimiento en la modernización de la fuerza laboral y la capacidad cívica.

9. El reclutamiento de becarios debe centrarse en atraer diversidad, que refleje las poblaciones a las que sirve el gobierno y cierren las brechas de representación y perspectiva.

¿Qué se puede hacer? 

1. Los gobiernos estatales y municipales deben considerar las becas de prestigio no como iniciativas puntuales, sino como estrategias institucionalizadas para el talento, con procesos de solicitud simplificados y vías garantizadas para pasar de la beca a puestos permanentes.

2. Los responsables políticos deberían invertir en becas del sector público con la misma seriedad con la que invierten en las becas de “jóvenes construyendo el futuro”.

3. Gobiernos estatales y municipales deberían colaborar con las universidades y la sociedad civil para crear nuevas becas específicas para cada área, como política climática, tecnología cívica, innovación gubernamental, inteligencia artificial. 

4. Los programas de becas de prestigio deben centrarse en la equidad, corregir sesgos sistémicos en la contratación y el ascenso. Los criterios de selección deben priorizar la diversidad de experiencias vividas, el potencial de liderazgo y el compromiso público.

En una época en que la confianza en el gobierno es frágil y la capacidad institucional se encuentra al límite, invertir en programas de becas de prestigio del sector público es una de las decisiones más inteligentes y de mayor impacto que podemos tomar. No solo cubren puestos de trabajo, sino que también forman a los servidores públicos. No solo capacitan a los trabajadores, sino que también forman líderes. Y quizás lo más importante, transmiten a una nueva generación que sus habilidades, valores y ambiciones pueden potenciarse en un gobierno.

Un programa de becas de prestigio del sector público sería mucho más que un simple punto de acceso; yo creo que sería una inversión estratégica en el futuro de la gobernanza. Al ofrecer un acceso simplificado, fomentar el desarrollo profesional, construir comunidades de apoyo y otorgar prestigio, estos programas atraen y retienen con éxito a jóvenes talentos, garantizando una fuerza laboral pública sólida y competente. 

Los gobiernos necesitan agilidad, innovación y cercanía con los ciudadanos. Invertir en estas becas sería invertir en el futuro de la nación. Como bien lo expresa Elizabeth Linos: “El futuro del gobierno depende de a quién dejemos entrar”. La puerta no debe cerrarse para la próxima generación de creadores de cambios.

https://www.sdpnoticias.com/opinion/los-gobiernos-necesitan-talento/


¿Dónde se producen los descubrimientos?

¿Dónde se producen los descubrimientos?
Javier Treviño
@javier_trevino
La búsqueda de conocimiento en las “ciencias de la vida” es la base de los avances médicos y la innovación tecnológica. Sin embargo, los mecanismos y lugares precisos donde se producen estos descubrimientos revolucionarios siguen siendo objeto de intensa investigación académica. 
Un análisis del profesor Amitabh Chandra, director del Centro Malcolm Wiener para Políticas Sociales de Harvard, y Connie Xu, candidata al doctorado en políticas de salud, también de Harvard, investiga si son los individuos o las instituciones los principales impulsores de los avances científicos.
El documento de trabajo, recientemente publicado por el National Bureau of Economic Reasearch, “Where Discovery Happens: Reasearch Institutions and Fundamental Knowldedge in the Life-Sciences”, ofrece evidencia empírica convincente que arroja luz sobre esta cuestión crucial. 
Su investigación, que emplea un novedoso diseño del "científico-promotor", revela una concentración significativa de descubrimiento fundamental en un puñado de instituciones de élite y subraya el profundo impacto causal del entorno institucional en la productividad científica.
La producción de conocimiento en ciencias de la vida, los descubrimientos que dan lugar a nuevos medicamentos, la comprensión biológica más profunda y las tecnologías revolucionarias, están distribuidas de forma desigual. 
Según la investigación de Chandra y Xu, el 70 % de la producción mundial de investigación en ciencias de la vida proviene de tan solo tres países: Estados Unidos, China y el Reino Unido. En Estados Unidos, más del 15% de la investigación mundial en ciencias de la vida se concentra en tan solo dos regiones: el área metropolitana de Boston y la Bahía de San Francisco. Al considerar las instituciones individuales, las cifras son aún más impactantes. Harvard y Stanford representan más del 8% de la producción mundial. Esto significa que estas dos instituciones generan más conocimiento fundamental en ciencias de la vida que muchos países enteros.
Los investigadores miden meticulosamente el conocimiento fundamental a través de publicaciones en revistas líderes en ciencias de la vida y establecen una sólida correlación entre este conocimiento y las patentes, lo que indica que la producción científica de alta calidad también posee una significativa relevancia comercial a largo plazo.
Una contribución fundamental del trabajo de Chandra y Xu reside en cuantificar el efecto causal de la institución en la producción investigadora de un científico. Mediante un "diseño de transferencia de científicos", que compara la producción investigadora anual de cada científico antes y después de su cambio de institución, los autores logran aislar el impacto institucional. Sus hallazgos son notables: entre el 50% y el 60% de la producción investigadora de un científico es directamente atribuible a la institución donde trabaja. 
Este poderoso efecto institucional se debe en gran medida a la presencia de "investigadores estrella", que representan dos tercios de este impacto. Estos científicos actúan como imanes intelectuales, atrayendo talento, fomentando comunidades científicas dinámicas y creando un entorno donde la investigación innovadora tiene más probabilidades de prosperar. 
El estudio señala que la magnitud de estos efectos institucionales no ha disminuido en los últimos tiempos, a pesar de los avances tecnológicos que facilitan la colaboración interinstitucional, ni se concentra en campos científicos específicos o en grandes aglomeraciones. Esto sugiere que las características únicas de estas instituciones de primer nivel, más allá del mero acceso a la tecnología, son impulsoras perdurables del descubrimiento.
Estos hallazgos coinciden con debates más amplios sobre el ecosistema del descubrimiento científico. La investigación fundamental, a menudo impulsada por la pura curiosidad y la búsqueda de conocimiento sin objetivos comerciales inmediatos, es ampliamente reconocida como indispensable. 
Como enfatiza Maria Leptin, presidenta del Consejo Europeo de Investigación: “La investigación científica fundamental, que no se rige por consideraciones comerciales o prácticas, sino por la pura curiosidad científica, ha sentado las bases de muchas de las innovaciones más importantes de la actualidad”. 
Si bien la industria desempeña un papel crucial en la investigación aplicada y el desarrollo de productos, las instituciones académicas siguen siendo los principales motores para generar el conocimiento fundamental sobre el que se construyen las aplicaciones futuras. 
El éxito de estas instituciones no se debe únicamente a la presencia de investigadores estrella; también se ve impulsado por equipos de alta calidad, mayores presupuestos de investigación y extensas redes que facilitan la colaboración y el libre intercambio de ideas, creando una cultura científica vibrante.
Las conclusiones de Chandra y Xu tienen implicaciones significativas para la asignación de recursos a la investigación y las políticas científicas. 
Dada la profunda influencia de los entornos institucionales en la productividad científica, los financiadores, ya sean organismos gubernamentales o entidades filantrópicas privadas, se enfrentan a un dilema crucial. ¿Deberían concentrar recursos en un puñado de instituciones consolidadas y altamente productivas para maximizar la producción de conocimiento, o deberían aspirar a cultivar nuevos centros de excelencia en regiones con financiación insuficiente? 
La investigación de Chandra y Xu se inclina por la primera opción. Tratar a todas las instituciones como receptores iguales sería ineficiente si el objetivo es maximizar la producción de conocimiento. El apoyo es clave no solo en las personas, sino también en “los lugares donde la ciencia tiene más probabilidades de cambiar el mundo".
En esencia, el artículo de Chandra y Xu ofrece un sólido respaldo empírico a la idea de que el lugar donde se produce el descubrimiento influye profundamente en la cantidad y el impacto de la investigación. 
Su trabajo subraya el papel único y persistente de las instituciones de investigación de élite, impulsadas por la atracción de científicos estrella y un entorno intelectual propicio, en la generación del conocimiento fundamental que sustenta la innovación futura. 
Yo creo que comprender estas dinámicas es fundamental para los gobiernos y los organismos de financiación que buscan optimizar la producción científica y garantizar un flujo constante de descubrimientos para el beneficio de la sociedad.
¿Qué podríamos reflexionar en México?
1. El entorno institucional explica la intensa concentración de la productividad científica.
2. Entre el 50% y el 60% de la producción investigadora de un científico se atribuye a la institución donde trabaja.
3. Unas pocas instituciones producen más ciencia fundamental que el total de muchos países. 
4. Los entornos de investigación creados en estas instituciones no sólo amplifican el trabajo de los científicos individuales. También sirven como incubadoras para los descubrimientos que impulsan el progreso en la medicina, la tecnología y nuestra comprensión de la vida misma.
5. La presencia de “investigadores estrella” es crucial en una institución. Son imanes para el talento. Atraen a estudiantes ambiciosos de todo el mundo y a jóvenes científicos deseosos de mentoría y oportunidades. 
6. Este talento mejora el tipo de compromiso que las instituciones pueden fomentar y la investigación que toda la entidad puede producir. 
7. Las universidades de primer nivel ofrecen mejores equipos, mayores presupuestos de investigación y acceso a amplias redes de colaboración.
8. La producción no se basa únicamente en recursos materiales. La presencia de una comunidad científica dinámica donde se fomenta la colaboración, se comparten ideas y se anima a los investigadores a aprovechar los descubrimientos de los demás crea un entorno donde la innovación es más probable. 
9. A medida que los científicos se trasladan a instituciones más productivas, su producción científica aumenta significativamente. Existe una sólida evidencia de que su producción disminuye cuando abandonan estos centros de investigación.
10. La ciencia fundamental es la piedra angular de la innovación médica a largo plazo.El lugar donde se realiza la ciencia influye significativamente en la cantidad y el impacto de la investigación.
La pregunta fundamental es: ¿Deberían los gobiernos y las organizaciones filantrópicas redoblar sus esfuerzos por apoyar a unas pocas instituciones de primer nivel? ¿O deberían impulsar a investigadores emergentes y a las regiones con financiación insuficiente?
Chandra y Xu argumentan que el objetivo de maximizar la producción de conocimiento se logra mejor apoyando a instituciones sólidas y productivas. 
Si los financiadores desean maximizar el impacto en el descubrimiento científico fundamental, los recursos institucionales  deberían asignarse a las instituciones más productivas. Si los financiadores se enfrentan a la disyuntiva de financiar a dos científicos con la misma producción, financiar al científico de la institución más productiva generará más investigación.
Apoyar la investigación en ciencias de la vida tiene consecuencias reales, no simplemente fines académicos abstractos. “Tratar a todas las instituciones como receptores iguales sería ineficiente si el objetivo es maximizar la producción de conocimiento”, argumentan Chandra y Xu. La inversión es clave, no sólo en las personas, sino también en los lugares donde la ciencia tiene más probabilidades de cambiar un país.
https://www.sdpnoticias.com/opinion/donde-se-producen-los-descubrimientos/