Javier Treviño Cantú
El Norte
18 de enero de 2006
"¿Cómo pueden las personas llevar una vida razonable si no encuentran un empleo?". Al igual que el sociólogo alemán Ulrich Beck en el diario español El País, muchos mexicanos se hacen esa pregunta todos los días.
El lunes se dio a conocer que en 2005 se crearon más de 576 mil nuevos empleos formales. Es el mejor año en esta materia del actual sexenio. Sin embargo, significa que apenas se recuperaron las plazas perdidas durante los años anteriores. Y, según la nota que leímos en EL NORTE, las estadísticas de la Secretaría del Trabajo nos dicen que, en los cinco años que van de la presente administración, "95 de cada 100 empleos formales creados fueron eventuales".
Basta con leer los periódicos para ver que las perspectivas para la generación de buenos empleos no son muy favorables. Cada vez hay más datos y tendencias que reflejan la dificultad para crear suficientes puestos de trabajo en el sector formal de la economía mexicana.
Con cifras del INEGI, en noviembre pasado, EL NORTE reportó un descenso en el nivel de producción de la mitad de las ramas manufactureras del País. Tan sólo en el tercer trimestre de 2005, sectores como la fabricación de equipos y aparatos electrónicos sufrieron una caída superior al 25 por ciento respecto al mismo periodo del año previo.
A su vez, esto se ha traducido en el cierre de un mayor número de empresas. Hace unos días, EL NORTE también dio a conocer que al concluir 2005 estaban registradas en el IMSS 3 mil empresas menos que un año antes. De acuerdo con el diario, las nuevas cifras indican que entre finales del año 2000 y el 2005 se han creado apenas "mil nuevas empresas formales, la mayoría comerciales y de servicios, mientras en la manufactura y la construcción cerraron más de 20 mil firmas en conjunto".
Desafortunadamente, se presagian mayores dificultades para la creación de empleos. Entre muchas otras, podemos considerar tres razones de este panorama poco alentador:
Primero, el limitado acceso al financiamiento. Citando un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo sobre el avance del espíritu emprendedor, EL NORTE publicó que el 95 por ciento de las pequeñas y medianas empresas en nuestro país obtiene su capital inicial de familiares o amigos, más que de instituciones financieras formales.
Segundo, el crecimiento del sector informal de la economía. Se calcula que un 30 por ciento de la población económicamente activa trabaja en la informalidad. Al cinco para las doce, el Gobierno está tratando de hacer algo al respecto, mediante un nuevo programa que busca incorporar a los comerciantes informales al régimen de pequeños contribuyentes. El programa arrancó el 1 de enero, y permite a los estados recaudar IVA, ISR y otros impuestos locales de quienes se incorporen a este esquema.
Sin embargo, los alcances del programa son limitados. Como comentó hace poco Jesús Reyes Heroles, apenas incluiría a unas 200 mil personas en todo el País, y los beneficios para los gobiernos estatales son poco claros, ya que se trata de una recaudación costosa y para la cual muchos no están preparados. Por otra parte, es un programa voluntario, sin sanciones para los que decidan seguir en la informalidad.
Tercero -y aunque usted no lo crea-, el uso creciente de robots por parte de la industria mexicana. A principios de enero, la Federación Internacional de Robótica (FIR) dio a conocer que América del Norte fue la única región del mundo que superó a Japón en cuanto a la instalación de robots en 2004. Por supuesto, la tajada del león se la llevó Estados Unidos, con 12 mil 117 nuevos robots. Pero lo interesante es que las cifras registradas en México casi duplican a las de nuestro otro socio comercial norteamericano: mientras aquí se instalaron 877 robots, en Canadá el total fue tan sólo de 440.
El 2 de enero, EL NORTE publicó un artículo sobre este informe. En nuestro país existen alrededor de 6 mil robots industriales, de los cuales la mitad han sido instalados durante los últimos tres años. Más del 70 por ciento se utiliza en la industria automotriz, pero la demanda de robots es cada vez mayor en sectores como el de la tecnología de la información, o en donde pueden existir riesgos para la seguridad de los trabajadores, como el manejo de residuos industriales peligrosos.
Por si lo anterior no fuera suficiente, el avance de los robots también plantea amenazas para otros sectores laborales, incluyendo el trabajo doméstico. Según el diario Financial Times, un reporte de la misma FIR y la Comisión Económica para Europa de la ONU considera que el gasto mundial en robots caseros, como aspiradoras, cortadoras de pasto y otros artefactos, sumará más de 2 mil 600 millones de dólares entre 2004 y 2007. En el futuro cercano, además de una televisión y una computadora, en cada hogar habrá que tener un robot.
Mientras nos llega ese día, hoy nos debemos conformar con lo que tenemos: muchos candidatos en campaña repitiendo -eso sí, como robots- que sus plataformas electorales son las mejores para generar los empleos que necesita el País. Los medios de comunicación y los ciudadanos tenemos que lograr que los candidatos respondan la pregunta clave: ¿Cómo? ¿Cómo piensan traducir las buenas finanzas nacionales en buenas finanzas familiares?
Wednesday, January 18, 2006
Wednesday, January 04, 2006
Declaracionitis aguda
Javier Treviño Cantú
El Norte
4 de enero de 2006
El inicio del 2006 viene marcado por dos temas que han acaparado la atención desde hace tiempo: las elecciones de julio y las tensiones en la relación bilateral con Estados Unidos. Los dos asuntos están estrechamente relacionados. La forma en la que se resuelvan nos dirán si hay bases para ver el futuro de nuestro país con moderado optimismo.
Contra la mayoría de los pronósticos, los candidatos a la Presidencia y sus respectivos partidos han respetado el llamado de la autoridad electoral para limitar sus campañas electorales hasta el 18 de enero. Todavía no podemos cantar victoria, pero hay que reconocer que todos han actuado con cierta mesura. Unos porque así les convino, y otros porque hubieran quedado expuestos a los cuestionamientos de sus contrincantes y a sanciones por parte del árbitro.
Esperemos que quienes buscan dirigir al País durante el próximo sexenio hayan aprovechado estos días para reflexionar sobre la forma en la que van a actuar este año. Por lo pronto, el cese de hostilidades decretado por el IFE debe haberles permitido confirmar que no tienen que salir todos los días a hacer declaraciones huecas, que sólo buscan llamar la atención para mantenerse en las primeras planas de los periódicos y ser mencionados en los noticiarios de radio y TV.
Para fortuna de muy pocos, la carrera por la Presidencia arrancó al día siguiente de las elecciones legislativas de 2003. Desde entonces, hemos padecido una de las más graves enfermedades de México: la "declaracionitis aguda". Se caracteriza por la necesidad compulsiva que tienen los candidatos de hacer sonoros pronunciamientos que, por lo general, no tienen nada que ver con lo que el resto de la gente espera escuchar.
Así, seguimos sin tener claro lo que haría cada candidato para mejorar la situación inmediata de nuestro país, y generar esperanzas de que a mediano y largo plazo México pueda ser más competitivo. Lo más preocupante es que, a estas alturas, todavía ni siquiera queda claro si los candidatos están realmente comprometidos con las reglas de la contienda electoral. Apenas el lunes pasado, la Suprema Corte de Justicia tuvo que hacer un llamado a los actores políticos "a respetar las resoluciones judiciales que se emitan con motivo de las impugnaciones que llegaran a presentarse contra los comicios del 2 de julio".
Nada justificaría que alguno de los candidatos se llamara "robado" la noche de la elección y buscara una solución extralegal, después de registrarse ante el IFE para participar oficialmente en el proceso. No obstante, dadas las sospechas que aún existen, quizá sería mejor que los medios de comunicación les exijan definirse claramente sobre este punto crucial para la estabilidad del País.
Por otra parte, ojalá que la tregua del IFE también haya permitido a los candidatos pensar la forma en la que se definirán frente al otro tema central que ha provocado una "declaracionitis aguda" desde el 11 de septiembre de 2001: los desencuentros, fricciones y malos entendidos con nuestros vecinos del norte.
Sin duda, el rechazo a la construcción de muros en distintos puntos de la frontera que compartimos estará entre las primeras declaraciones que hagan los candidatos cuando acabe la tregua. El reto para ellos, sin embargo, será articular una postura coherente sobre la forma de concebir y conducir dicha relación, más allá de frases altisonantes y lugares comunes, como la intención de promover una cooperación respetuosa y mutuamente provechosa.
Por varias razones, el tema de política exterior puede tener un peso mucho mayor que en elecciones anteriores. Los conflictos experimentados por el actual gobierno con diversos países, la inconveniencia de buscar un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, la falta de conocimiento sobre el escenario mundial y otros asuntos internacionales controvertidos pueden ofrecer buenos ángulos de ataque electoral. Pero la cuestión más delicada sigue siendo la relación bilateral con Estados Unidos.
Algunos ciudadanos tenemos mucho interés en saber si los candidatos han oído hablar de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad para América del Norte. ¿Conocerán la amplitud y profundidad de los temas que se están discutiendo y resolviendo en ese marco de negociación? ¿Estarán dispuestos a mantener los compromisos asumidos por el actual gobierno en materia de seguridad regional, cooperación energética y demás áreas contempladas por la ASPAN? ¿Entenderán cómo funcionan las estructuras de poder en Estados Unidos?
Sobre todo, más allá de declaraciones retóricas, queremos saber qué proponen de manera específica para desactivar la bomba de tiempo que representa el dilema planteado por la creciente liberación del intercambio comercial, incluyendo productos agrícolas como el maíz y el frijol, junto con la búsqueda de frenos policiaco-militares a los flujos migratorios.
Lo que es un hecho, es que todo lo que digan al respecto será escuchado con gran interés, tanto por los votantes mexicanos, como por los encargados de tomar las decisiones en Washington. Sus palabras serán puntualmente recordadas después de la elección. Y, por esa misma razón, quizás valdría la pena que buscaran alguna vacuna contra la "declaracionitis aguda".
El Norte
4 de enero de 2006
El inicio del 2006 viene marcado por dos temas que han acaparado la atención desde hace tiempo: las elecciones de julio y las tensiones en la relación bilateral con Estados Unidos. Los dos asuntos están estrechamente relacionados. La forma en la que se resuelvan nos dirán si hay bases para ver el futuro de nuestro país con moderado optimismo.
Contra la mayoría de los pronósticos, los candidatos a la Presidencia y sus respectivos partidos han respetado el llamado de la autoridad electoral para limitar sus campañas electorales hasta el 18 de enero. Todavía no podemos cantar victoria, pero hay que reconocer que todos han actuado con cierta mesura. Unos porque así les convino, y otros porque hubieran quedado expuestos a los cuestionamientos de sus contrincantes y a sanciones por parte del árbitro.
Esperemos que quienes buscan dirigir al País durante el próximo sexenio hayan aprovechado estos días para reflexionar sobre la forma en la que van a actuar este año. Por lo pronto, el cese de hostilidades decretado por el IFE debe haberles permitido confirmar que no tienen que salir todos los días a hacer declaraciones huecas, que sólo buscan llamar la atención para mantenerse en las primeras planas de los periódicos y ser mencionados en los noticiarios de radio y TV.
Para fortuna de muy pocos, la carrera por la Presidencia arrancó al día siguiente de las elecciones legislativas de 2003. Desde entonces, hemos padecido una de las más graves enfermedades de México: la "declaracionitis aguda". Se caracteriza por la necesidad compulsiva que tienen los candidatos de hacer sonoros pronunciamientos que, por lo general, no tienen nada que ver con lo que el resto de la gente espera escuchar.
Así, seguimos sin tener claro lo que haría cada candidato para mejorar la situación inmediata de nuestro país, y generar esperanzas de que a mediano y largo plazo México pueda ser más competitivo. Lo más preocupante es que, a estas alturas, todavía ni siquiera queda claro si los candidatos están realmente comprometidos con las reglas de la contienda electoral. Apenas el lunes pasado, la Suprema Corte de Justicia tuvo que hacer un llamado a los actores políticos "a respetar las resoluciones judiciales que se emitan con motivo de las impugnaciones que llegaran a presentarse contra los comicios del 2 de julio".
Nada justificaría que alguno de los candidatos se llamara "robado" la noche de la elección y buscara una solución extralegal, después de registrarse ante el IFE para participar oficialmente en el proceso. No obstante, dadas las sospechas que aún existen, quizá sería mejor que los medios de comunicación les exijan definirse claramente sobre este punto crucial para la estabilidad del País.
Por otra parte, ojalá que la tregua del IFE también haya permitido a los candidatos pensar la forma en la que se definirán frente al otro tema central que ha provocado una "declaracionitis aguda" desde el 11 de septiembre de 2001: los desencuentros, fricciones y malos entendidos con nuestros vecinos del norte.
Sin duda, el rechazo a la construcción de muros en distintos puntos de la frontera que compartimos estará entre las primeras declaraciones que hagan los candidatos cuando acabe la tregua. El reto para ellos, sin embargo, será articular una postura coherente sobre la forma de concebir y conducir dicha relación, más allá de frases altisonantes y lugares comunes, como la intención de promover una cooperación respetuosa y mutuamente provechosa.
Por varias razones, el tema de política exterior puede tener un peso mucho mayor que en elecciones anteriores. Los conflictos experimentados por el actual gobierno con diversos países, la inconveniencia de buscar un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, la falta de conocimiento sobre el escenario mundial y otros asuntos internacionales controvertidos pueden ofrecer buenos ángulos de ataque electoral. Pero la cuestión más delicada sigue siendo la relación bilateral con Estados Unidos.
Algunos ciudadanos tenemos mucho interés en saber si los candidatos han oído hablar de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad para América del Norte. ¿Conocerán la amplitud y profundidad de los temas que se están discutiendo y resolviendo en ese marco de negociación? ¿Estarán dispuestos a mantener los compromisos asumidos por el actual gobierno en materia de seguridad regional, cooperación energética y demás áreas contempladas por la ASPAN? ¿Entenderán cómo funcionan las estructuras de poder en Estados Unidos?
Sobre todo, más allá de declaraciones retóricas, queremos saber qué proponen de manera específica para desactivar la bomba de tiempo que representa el dilema planteado por la creciente liberación del intercambio comercial, incluyendo productos agrícolas como el maíz y el frijol, junto con la búsqueda de frenos policiaco-militares a los flujos migratorios.
Lo que es un hecho, es que todo lo que digan al respecto será escuchado con gran interés, tanto por los votantes mexicanos, como por los encargados de tomar las decisiones en Washington. Sus palabras serán puntualmente recordadas después de la elección. Y, por esa misma razón, quizás valdría la pena que buscaran alguna vacuna contra la "declaracionitis aguda".
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