Javier Treviño Cantú
El Norte
16 de enero de 2008
La breve visita del Presidente Felipe Calderón a Guatemala sirvió para reiterar el mensaje: América Latina es prioritaria en el diseño de su política exterior. Sin embargo, la realidad es terca. Durante la reciente reunión anual de Embajadores y Cónsules de México, se demostró que la relación con Estados Unidos sigue ocupando el espacio más importante.
A lo largo de su primer año, el Gobierno del Presidente Calderón logró mantener cierto equilibrio en su política exterior. América Latina recibió una atención destacada para empezar a recuperar los espacios perdidos. Las dos giras por Europa demostraron la intención de profundizar las relaciones. Aparte de una productiva visita a la India, Asia quedó como una asignatura pendiente.
En el ámbito multilateral, México tuvo una actuación relevante. Ocupamos, por derecho propio, un lugar entre las principales economías emergentes del G5, y se decidió buscar un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU para el periodo 2009-2010.
A pesar de que no se realizó el acostumbrado viaje presidencial a Estados Unidos, el Gobierno mexicano fue capaz de imprimirle un sello propio a la relación bilateral más compleja y demandante. Logró poner sobre la mesa de negociaciones temas relevantes para el interés nacional, sin recurrir a la famosa, y engañosa, "química personal" entre los respectivos mandatarios.
Este año, el reto para la política exterior de nuestro país será acabar de resolver los pendientes heredados, y dotar de verdadero contenido a sus diversas iniciativas, en especial al aún fallido Plan Puebla-Bogotá. Además, habrá que prepararse para enfrentar el desafío que significará ocupar un lugar en el Consejo de Seguridad, justo cuando comenzarán a producirse serias redefiniciones en el sistema internacional por el cambio de Gobierno en Estados Unidos.
El Presidente Calderón ya había dejado en claro que buscaría darle un enfoque más práctico a la política exterior. Ahora, vimos que ya llegaron los instrumentos para medir el éxito de las políticas y la actuación de nuestros funcionarios públicos.
En la reunión con los Embajadores y Cónsules del pasado 7 de enero, el director de ProMéxico, Bruno Ferrari, anunció que se han propuesto "alcanzar metas numéricas tanto en atracción de inversiones como en exportaciones para cada región del mundo". Además, sostuvo que "será necesaria la implementación de mecanismos eficaces de evaluación (y dar) seguimiento a los indicadores de desempeño mes a mes, para poder alinear estrategias y tácticas, corregir el rumbo y tener muy claros los avances realizados y dónde tenemos que redoblar esfuerzos".
Más allá del estrecho enfoque numérico, el Presidente Calderón habló sobre comercio y migración. Puntualizó que la desaceleración estadounidense no sólo "presenta un panorama complejo para nuestra economía", sino que "es, al mismo tiempo, una oportunidad para diversificar nuestro sector externo y reducir nuestra vulnerabilidad respecto de nuestro país vecino".
Con esa frase, Felipe Calderón resumió la difícil posición en la que se encuentra México. Las dos economías están más integradas que nunca, y lo que ocurra de aquel lado de la frontera tiene un efecto inmediato aquí.
El Presidente defendió, atinada y oportunamente, el TLC de América del Norte. Con todos sus defectos, el TLCAN ha sido un instrumento clave para México. En ambos países, los llamados populistas para que sea "renegociado" son una falsa opción que debe ser resistida a toda costa.
Además, la relación con Estados Unidos trasciende el ámbito comercial. Las remesas de los paisanos son un pilar básico de la estabilidad social en algunas de las zonas más rezagadas de México y, hasta que la frontera común no se selle por completo, la migración seguirá funcionado como una válvula de seguridad nacional. Por ello, la firmeza con la que el Gobierno ha retomado la defensa de los derechos de los migrantes también fue una de las señales más positivas de la reunión. Pero hay formas de hacer las cosas.
El tono de reclamo adoptado para replantear la cooperación sobre seguridad fue asimilado por los estadounidenses sin mayores problemas, debido a que la "Iniciativa Mérida" está perfectamente alineada con la agenda definida por Washington desde la creación de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte.
El caso migratorio, en la coyuntura electoral y ante la contracción económica que ya está ocurriendo, es diferente. Por su naturaleza, el fenómeno exige un enfoque internacional. Aún así, no se puede desconocer que el tema migratorio se ha convertido en un asunto de política interna para Estados Unidos. Si el Gobierno mexicano insiste en quejarse cada vez que alguno de los candidatos a la Presidencia propone alguna medida "antiinmigrante", está cayendo en su propia trampa.
Para nuestro país, el cambio de Gobierno en Estados Unidos será el principal desafío. Habrá que extremar cuidados para seguir avanzando con los vecinos del norte en los asuntos que están en nuestro interés, en las mejores condiciones posibles, y en medio del proceso electoral más competido e incierto de su historia reciente. Eso significa evitar, ahora, quemar puentes que no se podrán cruzar después.
1 comment:
Yo creo que los Demócratas van a ganar la Presidencia de Estados Unidos y que Calderón va a tener que cambiar de Embajador en Washington. Entonces veremos si Sarukhán viene a la Cancillería o si Espinosa se queda por el resto del sexenio. Creo que el que quemó su puentes fue Sarukhán. El tiempo nos dirá. Mientras tanto, vamos a esperar al Super Tuesday.
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