Javier Treviño Cantú
El Norte
17 de diciembre de 2008
México cierra el año con grandes retos diplomáticos. Hacia el sur, aparece marginado por el creciente liderazgo de Brasil. Hacia el norte, se le percibe igualmente excluido de la América del Norte anglófona, con pocas posibilidades de impulsar una mayor integración regional sobre las bases de un TLC cuestionado por la entrante administración Obama. México no tiene muchas opciones, y el tiempo para tomar decisiones que lo proyecten como un actor internacional aún más relevante se agota.
Hoy termina la primera Cumbre de América Latina y el Caribe que se realiza en Brasil. La reunión representa la culminación de un año extraordinario para el gigante sudamericano. El presidente Lula ha transformado las crisis (financiero-económica, alimentaria, ambiental y energética) en una oportunidad para consolidar la percepción internacional de Brasil como la única gran potencia emergente de Latinoamérica.
Por supuesto, no todo ha sido fácil. Los esfuerzos orientados a consolidar el liderazgo regional de Lula han generado roces con varios de sus vecinos. En este contexto, mandatarios como el presidente de Paraguay, Fernando Lugo, han pedido que México “asuma con más fuerza el protagonismo que le corresponde”.
El panorama hacia el norte tampoco luce promisorio. Si bien el presidente electo Obama ha nominado para formar parte de su gabinete a varias personalidades familiarizadas con la agenda mexicana, la posibilidad de que nombre a Xavier Becerra como representante comercial genera preocupación. Becerra ha declarado que se arrepintió de votar a favor del TLC de América del Norte, lo cual indica que existe la posibilidad de que el próximo gobierno estadounidense proceda a “revisar” el tratado.
El TLC ha cumplido sus objetivos: en 15 años, el comercio entre México, Estados Unidos y Canadá se triplicó, mientras que los flujos regionales de inversión directa se multiplicaron por cuatro. Sin embargo, el TLC ya alcanzó su límite. La única ventaja competitiva que sigue vigente es nuestra cercanía geográfica, pero la desaprovechamos.
No existe un proyecto viable para construir sobre el TLC una nueva etapa de integración más eficiente. De hecho, en Canadá algunos sectores consideran al TLC como un lastre para su propia relación bilateral con Estados Unidos, y el anuncio de que buscará negociar un acuerdo con la Unión Europea que contemple plena movilidad laboral, indica que sus miras ya están puestas en otro horizonte.
México corre el riesgo de quedar cada vez más aislado, tanto de Latinoamérica, como de Norteamérica. Sus opciones parecerían reducirse a tres:
1) Replantear a fondo su presencia en alguna de los dos polos. En el caso de Sudamérica, eso significaría incorporarnos a Unasur con el apoyo de países como Chile —expresado públicamente hace poco en las páginas de Reforma por su embajador Germán Guerrero Pavez—, y convertir las diferencias entre Brasil y su bloque de países opositores en una oportunidad para incrementar nuestra presencia. En el caso de Norteamérica, implicaría tomar la revisión del TLC como bandera propia, para impulsar una ruta que conduzca a una relación integral más equilibrada.
2) Concentrar todos sus recursos disponibles (diplomáticos, financieros, tecnológicos, culturales) en fortalecer su papel como potencia regional en Centroamérica. Esta relación es clave para combatir al crimen organizado y generar condiciones que contribuyan a la estabilidad social del área. En todo caso, no sería una tarea fácil: la Unión Europea, China, Rusia, Venezuela, Brasil y hasta Irán—sin mencionar a Estados Unidos— compiten por la atención de los distintos países centroamericanos.
3) Mantener el status quo. Desafortunadamente, quizás sea la opción más probable. El gobierno mexicano se muestra satisfecho con sus avances graduales, y parece dispuesto a apostar por la “continuidad” de la actual agenda bilateral con Estados Unidos, por la aplicación de un plan Puebla-Bogotá de alcances limitados, y por una presencia relativamente marginal en Sudamérica que le evite mayores confrontaciones.
La tercera opción sería una apuesta de alto riesgo, porque 2009 será un año de definiciones. En un entorno de cambio estructural, “nadar de muertito” parecería ser la peor decisión.
Dada la probabilidad de una reunión entre el presidente Calderón y Barack Obama antes de su toma de posesión, el gobierno mexicano ya debe contar con un plan para que México reciba atención prioritaria por causas distintas a su categorización como un “Estado fallido”. El concepto de la “corresponsabilidad” ha demostrado su utilidad, pero es momento de definir qué quiere México de su relación con Estados Unidos para ir más allá de los lugares comunes.
A pesar de los buenos deseos expresados por reconocidos expertos y personalidades como Carlos Fuentes, las posibilidades de un “eje México-Brasil” son muy reducidas. Los dos países son competidores naturales, y si bien existe un amplio espacio para la cooperación, o México le disputa con inteligencia y decisión el liderazgo regional e internacional, o simplemente Brasil se reafirmará como la única potencia emergente que represente a Latinoamérica en los foros donde se tomarán las decisiones para atender la urgente agenda global. Llegó la hora de las definiciones.
7 comments:
Ya lo dijo Lula claramente: "Dios es brasileño". Así que México no tiene posibilidades de encabezar nada en Sudamérica. Mejor que se concentre en América del Norte.
Y qué tal frenar la creciente influencia de Chávez en Centro América?
Guatemala está por firmar Petrocaribe, un paso previo a entrar de lleno al ALBA.
Estamos perdiendo nuestra natural zona de influencia y no parece importarnos.
Por otro lado, les aseguro que el epicentro del combate al crimen organizado se trasladará del norte de México a nuestra frontera sur. En Guatemala están muy preocupados y esperan de nosotros acciones concretas para enfrentar juntos el fenómeno.
Es nuestra oportunidad de relanzar la relación con Centro América basada en un liderazgo único frente al crimen organizado.
¿Lo estamos haciendo?
No.
Sin duda, Christian, tienes toda la razón. Coincido con tu planteamiento. Lamentablemente, no estamos haciendo lo suficiente. Y eso es un problema de seguridad nacional.
Coincido plenamente, es urgente concretar un proyecto de liderazgo sobre todo cuando tenemos fuertes coincidencias entre México y Brasil, basta recordar que ambas naciones se sitúan entre los primeras posiciones de desigualdad social (Coeficiente Gini). En México cada día hay más que tienen menos y muchos menos que tienen más. De ahí se explica la feroz competencia y la importancia del liderazgo respecto al Mércado. Javier, como siempre te felicito tu publicación, me gusto que está soportada en fuentes serias. Un abrazo. Salvador
Estimado Salvador: Muchas gracias por tu mensaje. Aprecio tu comentario. Te envío un afectuoso saludo.
Javier: muy oportuno articulo, los diagnosticos estan definidos asi como las alternativas. Tienes razon, debemos encabezar la propuesta de generar cambios al Tratado de Libre Comercio de America del Norte. Aferrarnos a la idea que "debemos blindar el TLC" o nuestra asociacion para la Seguridad y prosperidad (ASPAN) es desatender o tener oidos sordos a los cambios de vision y enfoque de la administracion Obama, Te mando un fuerte abrazo y mis mejores deseos para ti y tu familia en esta Navidad y en 2009. Recuerdo con afecto y respeto tu trabajo en SRE.
Estimado Bernardo: ¡Qué gusto recibir tu mensaje! Agradezco tus comentarios. Te envío un afectuoso abrazo y los mejores deseos para el 2009. Espero que nos veamos pronto.
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