Javier Treviño Cantú
Subsecretario de Educación Básica, SEP
La reforma educativa de 2013 es la respuesta del gobierno de la República a los retos que plantea mejorar la calidad de la enseñanza y del aprendizaje, colocando a los alumnos en el centro del sistema educativo, para transformar la relación entre autoridades, maestros, alumnos, padres de familia y la sociedad en general.
El marco legal de la Reforma Educativa, en términos resumidos, propone mejorar la calidad y equidad de la educación básica y media superior con énfasis
en la profesionalización docente, la revisión y actualización de los planes y programas de estudio, la atención de la infraestructura escolar y la evaluación periódica y sistemática de todos los componentes del sistema educativo. La reforma también pretende abatir
la desigualdad en el acceso a la educación en todos los niveles y tipos educativos, y propiciar la participación de los padres de familia por medio de los Consejos de Participación Social. Es una reforma ambiciosa, de largo alcance y grandes miras.
La reforma comprende cambios difícilmente sintetizados en breves líneas. No obstante, podemos destacar la creación del Servicio Profesional Docente, que asegura que el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio se regulen conforme a mecanismos que permitan a los maestros acreditar sus conocimientos, aptitudes y capacidades, además de prever las condiciones y apoyos necesarios para favorecer su desarrollo profesional. También debo mencionar la conformación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación como órgano constitucional autónomo y las modificaciones a la Ley de Coordinación Fiscal para un mejor financiamiento de la educación básica. El Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y el Gasto Operativo (FONE) permite un mejor control y transparencia de la nómina educativa y es un mecanismo de pago respetuoso de los derechos de los trabajadores. Se eliminó la doble negociación salarial que representaba un esquema inconveniente para el uso óptimo de los recursos asignados a la educación.
De la mayor importancia es la creación del Sistema de Información y Gestión Educativa que permitirá, entre otras cosas, reducir las cargas administrativas para los maestros y los directivos, y propiciar tanto una mayor autonomía de gestión en las escuelas como mejores decisiones de política educativa. Además, se creó el Programa de Inclusión y Alfabetización Digital que tiene el propósito de abatir la brecha al acceso a las tecnologías de la información y la comunicación. El Programa de la Reforma Educativa atiende de manera muy importante las carencias de infraestructura que fueron identificadas con el levantamiento del Censo de Maestros, Alumnos y Escuelas de Educación Básica y Especial. Todo esto se dice y se resume en estas pocas líneas pero su trascendencia y profundidad es enorme.
Con la Reforma Educativa se pretende reforzar el cambio de paradigma de una pedagogía de la enseñanza a una pedagogía del aprendizaje. Esto
es un cambio profundo que solamente con el paso del tiempo se realizará con mayor plenitud. Recuperar la rectoría de la educación implica todo un cambio cultural de un sistema que por diversas razones equivocadas propició, estimuló y provocó arreglos personales, grupales y gremiales inaceptables. La Reforma Educativa pretende desterrar esas prácticas erróneas y sustituirlas por hábitos y mecanismos que propicien la transparencia, la honestidad, el mérito y la calidad.
¿Qué falta? La instrumentación de la Reforma Educativa de esta administración cambiará la forma de cumplir con la lección en el aula. La tarea de poner a la escuela y a los alumnos en el centro del sistema educativo nacional nos ha traído ya muchas lecciones a quienes diseñamos o implementamos la política pública desde el gobierno. La primera es una lección de humildad, de escuchar, de aprender de los maestros, de los académicos, de
los medios de comunicación y de la sociedad. La segunda lección es que debemos ser pacientes, que nos llevará tiempo lograr nuestros objetivos. La tercera es que debemos encontrar maneras, esquemas para ser mucho más sensibles a las necesidades regionales
y contextuales de la población. Necesitamos, de alguna manera, llevar la política educativa con todos sus instrumentos al corazón de cada localidad. Es necesario ampliar los caminos para empoderar a los maestros y directores. La cuarta lección es que al modificar los currículos escolares se debe reconocer la necesidad de una nueva maestra y un nuevo maestro para el siglo XXI. Lo enfatizo: la Reforma Educativa requiere un nuevo maestro, una nueva escuela y una nueva forma de educar.
En el pasado, cada nueva administración gubernamental trató de impulsar reformas educativas. Seguramente, con la presiones del debate educativo en el mundo provocado por la modernidad y la globalidad, la reforma educativa que hemos emprendido será –sin duda, en los años venideros–
un referente central de la sociedad más justa y equitativa que queremos crear. Esto, en sí mismo, es ya un gran logro. Nunca antes se había discutido públicamente tanto sobre los asuntos educativos. Pero lo que permanecerá, lo que trascenderá en la educación en México, serán los nuevos enfoques
del aprendizaje y el cambio de cultura y hábitos hacia la transparencia, la honestidad y el mérito.
Vendrá con mayor fuerza la importancia de contextualizar la política y la evaluación educativas; la gran necesidad de hacer de la evaluación estandarizada una evaluación inteligente y auténtica; la importancia de fortalecer una nueva escuela que derribe los muros que todavía existen entre las aulas, el hogar y la comunidad; y la integración inteligente de la pedagogía con la tecnología. Debemos, desde la trinchera de la política educativa, regresar el poder de la pedagogía a la escuela y al aula.http://www.educacionfutura.org/la-reforma-educativa-de-2013-que-es-que-es-lo-nuevo-que-es-lo-trascedente/
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