¿Qué hacemos ahora?
Javier Treviño
@javier_trevino
Ganó Movimiento Ciudadano en Nuevo León. La elección de Gobernador y Presidente Municipal de Monterrey ocuparon toda la atención de analistas políticos y medios de comunicación en todo el país. Samuel García y Luis Donaldo Colosio hicieron campañas con un enfoque diferente. Definieron la contienda con mayor eficacia y plantearon un nuevo Nuevo León, sacar a la vieja política del estado y lograr que otro México renazca en Monterrey.
Los habitantes de Nuevo León votaron responsable y copiosamente porque estaban decididos a cerrarle la puerta a Morena y a López Obrador. Nuevo León no es territorio de la 4T.
El triunfo de Samuel y de Colosio me recordó una película estadounidense de 1972 que vi hace mucho tiempo: “El Candidato”, protagonizada por Robert Redford y Peter Boyle, dirigida por Michael Ritchie. Fue ganadora de un Oscar al mejor guión original. Examina las diversas facetas y maquinaciones de las campañas políticas. Lo interesante de ese guión es que fue escrito por Jeremy Larner, quien era redactor de los discursos del senador Eugene J. McCarthy, quien buscó la nominación presidencial del Partido Demócrata en 1968.
En resumen, la película trata de lo siguiente: Marvin Lucas (Peter Boyle), quien es un consultor político experto en elecciones, debe encontrar un candidato Demócrata para oponerse al Senador de California Crocker Jarmon (Don Porter), un Republicano muy popular. Puesto que la tarea es difícil, y al no encontrar a un Demócrata de renombre, Lucas encuentra a Bill McKay (Robert Redford), el hijo idealista, guapo y carismático del ex gobernador de California John J. McKay (Melvyn Douglas).
Con la propuesta de Lucas a McKay no tiene nada que perder. Todo mundo pensaba que Jarmon era invencible. Entonces McKay sería libre de hacer campaña diciendo exactamente lo que le diera la gana. McKay acepta porque ve en esa campaña la oportunidad de difundir sus valores e ideas. Sin una oposición Demócrata seria, McKay navega hacia la nominación sólo por su nombre. Lucas le tiene entonces una noticia preocupante: según las últimas proyecciones electorales, McKay sería derrotado por un margen abrumador. Lucas le dice que el partido esperaba que perdiera, pero no que fuera humillado. Se ponen a operar y modera su mensaje para atraer a una gama más amplia de votantes.
McKay hace campaña en todo el estado, su mensaje se vuelve más atractivo cada día. Este enfoque lo sube en las encuestas. Pero un nuevo problema aparece: debido a que su padre se ha mantenido al margen, los medios interpretan su silencio como un respaldo a Jarmon. Entonces McKay busca a su padre (a pesar de que no quería hacerlo) y le cuenta el problema. El exgobernador, con su astucia, convoca a los medios y les dice que simplemente está honrando los deseos de su hijo de permanecer fuera de la carrera.
Aquí viene la parte medular: cuando McKay estaba nueve puntos abajo en las encuestas, Jarmon le propone un debate. McKay acepta. Y en lugar de concentrarse sólo en las respuestas que le recomendaron sus asesores, hace caso a su conciencia y elocuentemente cuestiona un debate que no ha abordado los temas fundamentales como la pobreza y las relaciones raciales. Lucas estaba furioso. Pero no contaba con que los medios abordaron a McKay justo cuando su padre lo felicitaba por el debate. La historia da un giro y se enfoca en el resurgimiento del ex gobernador para ayudar a su hijo. Se convierte en una gran historia positiva y se cierra aún más la brecha entre los contendientes.
A unos días de la elección, Lucas y el padre de McKay organizaron un encuentro con un representante sindical para asegurar otro respaldo político. El líder sindical le dice a McKay que podrían lograr mucho si trabajaran juntos. A McKay no le gusta completamente la idea. Pero después de una hábil estrategia mediática y del respaldo publicitario con el líder sindical, y con los trabajadores californianos ahora apoyándolo, McKay empata a su adversario Jarmon en las encuestas.
Lo más impactante de la película es cuando McKay gana las elecciones y, en la escena final, se escapa de la fiesta de la victoria, busca a Lucas y lo lleva a una habitación mientras el ruido, los aplausos y una multitud de periodistas lo buscan afuera. McKay le pregunta con angustia a Lucas: "¿Qué hacemos ahora?" Los reporteros lo acosan, se lo llevan y McKay nunca recibe una respuesta.
Seguramente Samuel y Luis Donaldo se preguntaron anoche: ¿Qué hacemos ahora? La campaña terminó en Nuevo León. La transición debe iniciar. Y de acuerdo con los expertos, el peor enemigo de las transiciones es la combinación de novatez, ignorancia y arrogancia. Pero eso tiene remedio.
Hace unos días escribí aquí https://bit.ly/2Sj4HKz que los candidatos electos requieren un plan, un equipo y un jefe de la transición. Las promesas de campaña tienen que ser ahora presentadas, con audacia, como objetivos e iniciativas concretos. Es necesario identificar riesgos y amenazas. Es vital anticipar cualquier tipo de crisis. Por eso deberán establecer, al menos, seis canales de comunicación con los gobiernos salientes:
1. Transición política. Diálogo permanente con el Gobernador, los partidos, los alcaldes y el Congreso del Estado.
2. Transición financiera y administrativa. Mantener la continuidad. Evitar una crisis presupuestal y de operación de fin de año.
3. Transición en servicios de salud. Mantener la atención de calidad durante la pandemia y evitar una segunda ola de infecciones.
4. Transición en educación. Garantizar el regreso a clases y revisar la infraestructura educativa, que debe estar en ruinas después de un año de descuido.
5. Transición en seguridad. Evitar que el crimen organizado tome control de municipios o de actores esenciales del gobierno.
6. Transición de reactivación económica. Asegurar obras públicas y fomento a la inversión privada.
La organización de la transición debe pavimentar el camino para que el nuevo gobierno pueda mostrar resultados rápidos, en los primeros cien días. Se deben construir historias de éxito concretas, acciones y entregables para cada una de las prioridades.
La clave en la transición será la colaboración: a) dentro del gobierno del estado y b) del gobierno del estado con el municipal. Desde el inicio se deben desmantelar los silos de la administración y fomentar el trabajo en gabinetes, en equipo. Se requiere enfoque, alineación y disciplina para lograr una transición exitosa. Habrá limitaciones de recursos, además de una guerra política intestina que pueden obstaculizar el cumplimiento de ciertos objetivos. El equipo debe producir análisis y recomendaciones de gran calidad.
La campaña y las elecciones quedaron atrás. La transición no es un ejercicio democrático. El jefe de la transición es un administrador, guardián, consejero, implementador, apoderado. Establecer un equipo de transición no es sólo invitar colaboradores que aspiran a convertirse en servidores públicos sino considerar las sinergias colectivas, la capacidad de colaboración, el rompimiento de silos.
Es muy probable que durante la transición se enfrenten crisis: desde un desastre natural hasta disturbios sociales; desde una crisis de seguridad hasta el empeoramiento de la situación de salud; desde una crisis en las escuelas y con los maestros hasta conflictos laborales. Entonces, se necesitarán planes de gestión de riesgos.
Pero, ante todo, los nuevos líderes de Nuevo León y Monterrey nunca deberán perder de vista que el ciudadano está en el centro de todo el esfuerzo del gobierno. Incluso en medio de las crisis y del cambio, los gobiernos deben continuar sirviendo a los ciudadanos. Las transiciones brindan la oportunidad de implementar nuevas formas de trabajar y mejorar la experiencia del usuario.
Samuel y Colosio deberán reflexionar sobre sus objetivos, estrategias y capacidad de colaboración con base en un enfoque de diseño centrado en el ser humano. El objetivo es atender la verdadera necesidad del ciudadano. Si lo hacen bien, otro México renacerá en Monterrey y en Nuevo León.
https://www.sdpnoticias.com/opinion/javier-trevino-que-hacemos-ahora/
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