Javier Treviño Cantú
El Norte
1 de marzo de 2006
Hay muchos factores que están provocando un gran desánimo en México. Me refiero a cuestiones como la pérdida de competitividad, que se traduce en el avance irrefrenable de la economía informal y de la migración indocumentada a Estados Unidos, o la incapacidad de los distintos niveles de gobierno para enfrentar fenómenos tan alarmantes como el crecimiento explosivo del narcomenudeo.
Peor aún, la pobre oferta electoral de todos los candidatos a la Presidencia de la República hace que el panorama a corto y mediano plazos sea poco alentador. Sin perspectivas de grandes iniciativas que impulsen al país hacia adelante, necesitamos, por lo menos, acudir al mundo de los símbolos. Y, en estos momentos, parecen estar conjuntándose una serie de factores que podrían abrir una ventana de oportunidad para lograr un viejo propósito cargado de simbolismo: que Austria nos regrese el penacho de Moctezuma.
Es una ventana que ya se ha entreabierto antes. Hace 10 años, como Subsecretario de Relaciones Exteriores, me tocó encabezar en Viena una de las comisiones mixtas de cooperación entre México y Austria. En esas reuniones, el gobierno austriaco por lo general comienza agradeciendo el apoyo histórico de México, ya que en 1938 fuimos el único país de la Sociedad de las Naciones que no reconoció su anexión forzosa a la Alemania de Hitler.
Acto seguido, se toca el otro tema obligado de la agenda bilateral: el penacho de Moctezuma. La postura austriaca siempre ha sido consistente, rechazando una y otra vez cualquier posibilidad de que sea devuelto a nuestro país. Pero en esa ocasión, el "guión" que seguimos fue diferente. Poco antes, el entonces Presidente de Austria, Thomas Klestil, había declarado en una visita a la antigua ciudad turca de Efeso que todos aquellos objetos arqueológicos que tuvieran "un valor simbólico extraordinario" deberían regresar a su país de origen. El ejemplo que utilizó fue, precisamente, el de la "corona de plumas de Moctezuma".
Ante esa coyuntura, en la visita de trabajo que hicimos en 1996, el gobierno de México solicitó formalmente la devolución de la reliquia histórica resguardada en el Museo Etnológico de Viena. Pero, pese a la buena fe del Presidente Klestil, la entonces Ministra de Cultura de Austria, Elizabeth Gehrer, se negó a considerar la petición, declarando que no había motivo para que sus compatriotas se pusieran nerviosos: "Estos objetos existen en todo el mundo y, para poder devolver lo nuestro, tendrían que hacerlo los otros museos. El penacho se quedará aquí".
Una década después, puede ser que ahora sí tengan razones para manifestar cierto nerviosismo. El primer motivo es que algunos de los museos más renombrados del mundo están decidiendo regresar piezas de indudable valor histórico a los países que las reclaman como suyas. El caso más reciente es el del Museo Metropolitano de Nueva York, que hace apenas unos días anunció la devolución a Italia del jarrón "Euphronios".
El Met, como se conoce a este Museo, compró la vasija de unos 2 mil 500 años de antigüedad a Robert Hecht en 1972. Hecht es un comerciante de arte estadounidense, que actualmente está sometido a un proceso judicial en Italia por otro caso en el que está involucrado el Museo J. Paul Getty de Los Angeles. Después de una larga historia, el Met reconoció que Hecht pudo haber obtenido el jarrón de forma ilícita, por lo que ha llegado a un acuerdo con el gobierno italiano para regresarlo. A cambio, está negociando el préstamo, por tiempo indefinido, de otras piezas con un valor estético equivalente.
Como señala un editorial del periódico New York Times, el Met tomó esta decisión no por una cuestión de principios éticos, sino porque Italia logró demostrar que el jarrón fue robado de una tumba etrusca por saqueadores sin escrúpulos. El caso del penacho es distinto, ya que algunos de los más reconocidos historiadores coinciden en que probablemente fue un regalo del emperador azteca a Hernán Cortés, quien a su vez se lo envió a Carlos V y, después de muchas vueltas, acabó en el Museo vienés. Sin embargo, el caso del Met puede ayudar a sentar un precedente histórico, que genere un clima favorable a los reclamos de países como el nuestro.
El segundo motivo que podría poner nerviosos a los austriacos es que ellos presiden la Unión Europea hasta junio de este año, y están a cargo de la organización de la Cumbre con América Latina y el Caribe que se realizará el próximo mes de mayo, en Viena. La reunión nos ofrece una oportunidad inigualable para generar atención sobre el asunto, buscar el apoyo de otras naciones y alcanzar un acuerdo con Austria.
México necesita urgentemente una causa común, que ayude a generar un sentimiento colectivo de grandeza; un proyecto que amalgame a toda la gente y que permita fortalecer la cohesión de un tejido social que cada vez está sujeto a mayores tensiones. Por su altísimo valor simbólico, desarrollar una campaña de auténtica diplomacia pública a favor del regreso del penacho de Moctezuma sería mucho más que una última ocurrencia de un gobierno saliente: podría representar un legado invaluable para el pueblo de México.
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