Javier Treviño Cantú
El Norte
24 de mayo de 2006
El debate sobre el tema migratorio en Estados Unidos llegó a una encrucijada. Aquí confluyen la formulación de políticas públicas y la política exterior de ese país, con la política electoral y la política empresarial vinculada a lo que el Presidente Eisenhower llamó el "complejo militar-industrial".
En uno de los ejes de esta encrucijada está el derecho soberano de un país a formular las leyes que le convengan y aplicarlas con todos los recursos a su disposición, junto con la obligación que tiene esa nación, al ser parte de la comunidad internacional, de tomar en cuenta los intereses y necesidades de otros países. Es el eje de la lógica jurídica.
Nuestro vecino del Norte tiene todo el derecho de reformar su sistema migratorio. Sin embargo, la naturaleza transnacional del fenómeno exige soluciones conjuntas y estrategias coordinadas. De otra forma, la acción unilateral sólo atenderá un aspecto del problema, impidiendo regular uno de los principales retos del siglo.
En la intensa discusión sobre el tema migratorio que se ha generado en Estados Unidos, destaca la ausencia de voces que adviertan sobre el impacto que tendría en México la aprobación final de una iniciativa enfocada casi exclusivamente en el control total de la frontera.
Una de las pocas excepciones ha sido el profesor Stephen Haber, de la Universidad de Stanford, quien señaló en el Wall Street Journal que cualquier propuesta de reforma migratoria debería considerar la "fragilidad" de la economía y la democracia mexicanas. En su opinión, si se cierra esta "válvula de escape", el desempleo y el subempleo se elevarían "dramáticamente", las remesas disminuirían y la "frustración" de la gente crecería. Nada de esto favorece la estabilidad de México, y "no hay ningún escenario en el que un México política y socialmente inestable esté en el interés de Estados Unidos".
A pesar de esta llamada de alerta, y en una coyuntura tan delicada como la de nuestras próximas elecciones, el Presidente George W. Bush incluyó en su reciente propuesta dos acciones muy controvertidas: asignar seis mil efectivos de la Guardia Nacional para apoyar el control de la frontera con México y construir una "barda virtual" a lo largo de toda la línea divisoria, bajo la dirección de las principales compañías proveedoras de armamento y tecnologías de seguridad.
Así, en el segundo eje de la encrucijada migratoria convergen las elecciones en Estados Unidos y la compleja relación entre los Departamentos de Defensa y de Seguridad Territorial, el Congreso y los contratistas privados. Éste es el eje de la lógica política.
Frente a una creciente lista de escándalos y con niveles de aprobación que incluso han bajado del 30 por ciento, a finales de marzo pasado el Presidente Bush nombró a Josh Bolten como su nuevo Jefe de Gabinete y reasignó las funciones de su "gurú" político Karl Rove con un solo objetivo: asegurar que el Partido Republicano mantenga el control de la Cámara de Representantes y del Senado en las elecciones de noviembre.
Los demócratas necesitan ganar 15 elecciones clave para obtener la mayoría en la Cámara baja. Según el "Cook Report", el número de contiendas que pueden perder los republicanos se ha elevado de 24 a 36. La situación en el Senado es un poco más difícil, ya que los demócratas necesitarían obtener seis nuevos escaños, y solamente siete contiendas parecen ser suficientemente competidas.
En este contexto, a principios de mayo la revista Time dio a conocer un supuesto plan ideado por Bolten para recuperar la iniciativa política. El primer punto consideraba desplegar acciones para reforzar el control fronterizo con México, con un alto contenido simbólico y fuerte impacto mediático. De ahí el uso con fines político-electorales de la Guardia Nacional, y la negación de que eso implique la militarización de la frontera.
El otro extremo de este segundo eje se relaciona con un punto del mensaje del Presidente Bush que ha pasado relativamente desapercibido: la construcción de una "barda virtual" a lo largo de toda la frontera. Esto forma parte de la Iniciativa Frontera Segura que se anunció en noviembre pasado, pero tiene una particularidad.
De acuerdo con el New York Times, el Departamento de Seguridad Territorial ha pedido a las compañías participantes que provean los equipos, pero también que diseñen toda la estrategia para "conjuntar al personal, las tecnologías y las barreras físicas" que permitan controlar la frontera. Según el diario, el Subsecretario encargado del programa les dijo que era "una invitación poco usual", porque les está pidiendo que le digan cómo hacer su trabajo.
La regulación de los flujos migratorios es uno de los retos más complejos que enfrentan México y Estados Unidos. La impericia puede convertirla en la chispa que haga estallar el andamiaje institucional que hemos logrado construir hasta ahora. El choque irresponsable de la lógica jurídica con la lógica política nos ha llevado a una encrucijada ilógica. La única salida será la promoción de políticas públicas de largo plazo, que atiendan en forma integral una situación insostenible. A corto plazo, sin embargo, habrá que esperar a que pasen las elecciones, aquí y allá.
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