Javier Treviño Cantú
El Norte
17 de enero de 2007
Las acciones iniciales y los esfuerzos de comunicación del Gobierno del Presidente Felipe Calderón parecen haberse orientado hacia un solo objetivo: superar con rapidez y contundencia lo que se podría llamar un "déficit de legitimidad". Sin embargo, su verdadero reto a mediano y largo plazo es otro. Se trata de la capacidad para alcanzar y mantener una gobernabilidad duradera, que permita impulsar el desarrollo sostenible de México, y proyectarlo en el escenario internacional como un actor relevante y respetado.
Como lo declaró el propio Presidente Calderón en su primera conferencia de prensa formal del domingo pasado, "el panorama que se vislumbraba" para su administración al arranque del sexenio era "terriblemente sombrío y desalentador". Aunque no se refirió a las causas que generaron esta percepción, existen por lo menos dos razones que pueden explicarla.
La primera es que si bien su triunfo electoral fue legalmente incuestionable, lo cerrado del resultado y la falta de disposición de uno de los contendientes para reconocer su derrota le exigían reafirmar su autoridad de inmediato. La segunda es que los enormes vacíos de poder causados por la falta de efectividad del Gobierno anterior, junto con la grave pérdida de prestigio que sufrió nuestro país en el escenario internacional, hacían indispensable reafirmar la capacidad de liderazgo que por definición debe caracterizar al titular del Poder Ejecutivo.
En otras ocasiones, esa necesidad de reafirmar una legitimidad cuestionada dio pie al uso de los famosos "chivos expiatorios". Hasta ahora, en cambio, el Presidente Calderón parece haber optado por una fórmula distinta: ha tratado de revestir con un fuerte contenido simbólico todas sus acciones de gobierno y ha emprendido un reducido número de iniciativas, pero que buscan tener un alto impacto mediático.
Esto se manifestó desde el momento mismo en que asumió el poder el 1 de diciembre. La inédita ceremonia, televisada en vivo y en directo desde Los Pinos al filo de la medianoche, tuvo un tono marcadamente castrense. Más tarde, en el Campo Marte se asumió como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Unos días después, refrendó este carácter de su investidura presidencial vistiendo una gorra y una chamarra de corte militar.
Lo hizo en un evento realizado en Michoacán, como parte de su primer gran acto de gobierno: el operativo conjunto entre el Ejército, la PGR y las Secretarías de Gobernación y de Seguridad Pública, para tratar de recuperar uno de los muchos espacios en donde los distintos niveles de gobierno habían dejado de ejercer su poder soberano frente al crimen organizado y la delincuencia común.
La semana pasada volvió a asumir su papel como líder indiscutible del Estado mexicano en un foro distinto: la reunión anual con los embajadores y cónsules de nuestro país.
Lo hizo mandando de nuevo una serie de mensajes simbólicos. Primero que nada, y también de manera inédita, en lugar de que nuestros representantes en el exterior fueran como todos los años a Los Pinos a recibir instrucciones, el Presidente decidió acudir a la nueva sede de la Cancillería para pedirles una lealtad sin ambigüedades al Gobierno que encabeza.
No fue solo. Acudió acompañado de casi todo su gabinete, de varios ex cancilleres, y de los presidentes de la Suprema Corte de Justicia, el Senado y la Cámara de Diputados. También del Jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño, quien junto con la Secretaria Patricia Espinosa, fueron los únicos en estar a su lado en el presidium. La señal fue clara: este funcionario jugará un papel importante en el diseño y la conducción de la política exterior.
El discurso del Presidente Calderón ante los embajadores y cónsules no resultó novedoso. En términos generales, básicamente refrendó los planteamientos hechos durante su campaña electoral. Aun así, al tocar la falta de avances en las relaciones con Europa hizo un señalamiento que puede indicar algo muy positivo. De manera totalmente inusitada, solicitó a los representantes de México en el viejo continente "identificar con autenticidad, con claridad en qué hemos fallado precisamente en el esfuerzo de profundizar esta relación".
En la política exterior del sexenio anterior, como en la canción de Álex Ubago, nos vistieron de traje y nos montaron en el tren que, según nos dijeron, llevaba al corazón del mundo. Pero nos quedamos dormidos; llegamos hasta la última estación y allí no había nadie. Nos quedamos solos.
Si la instrucción del Presidente se sigue al pie de la letra, puede ser un paso clave para realizar un diagnóstico de fondo, que permita determinar cuáles fueron los cuellos de botella donde se atoraron las posibilidades de aprovechar los instrumentos de diálogo y cooperación que tenemos con otros países, las diferentes regiones del mundo y los organismos multilaterales a los que pertenecemos, para replantear con visión estratégica nuestra futura actuación.
Contar con diagnósticos sólidos y confiables acerca de la verdadera situación del País es el primer paso para establecer políticas públicas eficaces y de largo alcance en lo interno y en la política exterior. Ésa es parte de la esencia de la gobernabilidad.
4 comments:
El Presidente Calderón dijo hoy que: "Queremos desterrar la idea falsa que se tiene de México, queremos hacer a un lado y para siempre la imagen de la caricatura que se ha hecho de nuestro país, de un mexicano sentado junto a un nopal y con la cabeza agachada y cubierta por un sombrero. Ese no es el México nuestro. Es el México puesto de pie, decidido al futuro y ganador".
A lo mejor ya despertamos. ¿Qué opinan de las extradiciones de los narco capos?
La gira de Felipe Calderón por Europa ha sido exitosa. También dijo hoy que México recuperará el papel de liderazgo en América Latina. ¡Vamos bien! ¿Qué opinan?
Anita: Tienes razón. ¡Muy buen análsis! Coincido con tus tres puntos.
Post a Comment