Javier Treviño Cantú
El Norte
11 de abril de 2007
La decisión de realizar la Cumbre de Campeche para revigorizar al Plan Puebla-Panamá (PPP), como parte del esfuerzo del gobierno del Presidente Felipe Calderón por recuperar espacios de interlocución y liderazgo en América Latina, puede llegar a tener un impacto trascendental.
Este proyecto siempre estará asociado a su antecesor, Vicente Fox, quien lo lanzó en 2001, con todo lo que eso significa. Como en muchos otros casos, el ex Mandatario primero generó grandes expectativas con esta iniciativa, luego dejó de darle el seguimiento necesario para que fructificara, y acabó por generar la percepción de que resultó inoperante para fomentar el desarrollo y una mayor integración de toda el área.
Desde el inicio de su administración, Felipe Calderón ha hecho del contraste con la forma de operar que tenía el gobierno anterior una de sus principales herramientas de política. En este sentido, el "relanzamiento" del PPP puede verse como un esfuerzo más para reafirmar un estilo personal de gobernar. En realidad, es una oportunidad para demostrar que, si se le dedica una atención prioritaria, el Plan puede convertirse en un pilar de la política exterior mexicana.
Es difícil subestimar la importancia estratégica que tiene el PPP para nuestro país. Si bien el Presidente Calderón ha reiterado la intención de que México juegue un papel de liderazgo en toda América Latina, el "área natural de influencia" donde México puede, y debe, demostrar esta capacidad, es precisamente en la zona vecina.
A diferencia de América del Sur, en donde la actuación de México se verá equilibrada -o contrarrestada- por factores como el peso de Brasil, Mesoamérica ofrece la mejor opción para proyectar nuestra dimensión económica y geopolítica. No se trata tan sólo de una cuestión de tamaño o de recursos, sino de la capacidad para definir y conducir un proyecto viable, que contribuya al avance de los temas que conforman la agenda regional.
Después de la Cumbre de Campeche, esta agenda es un reflejo fiel de lo que nos une y, paradójicamente, nos distancia de la otra región clave para todos los países del área: América del Norte. En esencia, la agenda se centra en los mismos puntos clave: seguridad, migración y competitividad.
La cooperación en materia de seguridad se impuso en la Cumbre de Campeche. La amenaza planteada por las organizaciones dedicadas al narcotráfico y bandas criminales se ha manifestado con toda su fuerza este año en los límites de los tres "círculos concéntricos" que formarían el "perímetro de seguridad" regional:
1) La frontera entre México y Estados Unidos; 2) la frontera de México con Guatemala, país en donde, por ejemplo, a mediados de febrero fueron asesinados tres diputados salvadoreños al Parlamento Centroamericano, y luego los mismos policías que habrían cometido el crimen murieron en una cárcel de alta seguridad; y 3) el borde sur de Mesoamérica, entre Panamá y Colombia, donde cada vez surgen más muestras de la presencia de los cárteles mexicanos.
El segundo tema de la agenda, la migración, busca ser atendido por el PPP impulsando el desarrollo regional, pero también debe ser puesto en el contexto de las acciones emprendidas por el gobierno del Presidente Bush para reforzar el control sobre su frontera sur y lograr así una reforma migratoria integral.
En la medida en que el paso hacia el mercado laboral estadounidense se dificulte, la presión irá incrementándose para todos los países del área. Pero sobre todo para México. No sólo por el cierre de la "válvula de escape" para nuestros trabajadores, sino por los miles de migrantes provenientes de Latinoamérica que irán quedándose en territorio nacional ante la imposibilidad de cruzar a Estados Unidos.
Por último, la red de acuerdos comerciales que ya existen entre los países de Norte y Mesoamérica, aunada a los recientes acuerdos con Panamá, Colombia y Perú que deben ser ratificados por el Congreso estadounidense, ofrece bases para una integración económica mucho más profunda. Cada uno de los países mesoamericanos, empezando por México, tiene que hacer su propia tarea y, a la vez, trabajar coordinadamente en el marco del PPP para aprovechar al máximo las ventajas que ofrece este andamiaje institucional.
México ha buscado estrechar sus lazos con Mesoamérica de distintas formas. Desde los esfuerzos en los 80 para poner fin a los conflictos armados, pasando por la creación de la Comisión para la Cooperación con Centroamérica en 1990 y del Mecanismo de Tuxtla en 1991, hasta el PPP, se han acumulado una serie de instrumentos y experiencias que deberían permitir un salto cualitativo en la integración regional.
Por su importancia fundamental para la seguridad, estabilidad y prosperidad de toda la región, y en especial por el impacto que puede tener para recobrar el papel de liderazgo que nuestro país busca jugar en América Latina, los nueve puntos acordados para fortalecer al PPP deben recibir una atención verdaderamente prioritaria durante los próximos años.
El tiempo dirá si la Cumbre de Campeche marcó un auténtico parteaguas. Pero es un hecho que, de todas las áreas en las que el nuevo gobierno mexicano puede tener éxito diferenciándose del anterior, ésta es una de las más trascendentes.
1 comment:
El nombre del Plan Puebla Panamá fue un extraordinario error del gobierno de Fox. En realidad debemos enfocarnos a la cooperación de México hacia Centroamérica. Y cuando hablamos de México y de Centroamérica las cosas van más allá de Puebla y Panamá.
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