Javier Treviño Cantú
El Norte
7 de mayo de 2008
Después de los resultados de ayer en las elecciones primarias de Indiana y Carolina del Norte, aún nadie puede predecir quién ganará la candidatura demócrata a la Presidencia de Estados Unidos, y mucho menos quién ocupará la Casa Blanca a partir del próximo año. La contienda se ha convertido en un drama verdaderamente épico.
Por un lado, los protagonistas. En la esquina de los demócratas, Hillary Clinton, una mujer que busca reinventarse a sí misma como una estadista con peso político propio, en contra de Barack Obama, un sofisticado pero inexperto Senador afroamericano, que intenta encarnar la esperanza del cambio con una forma post-moderna de hacer política.
Los demócratas siguen enfrascados en una lucha interna fratricida, que les puede significar la derrota ante su oponente republicano: John McCain, un héroe de guerra, capaz de sobreponerse a todo para seguir en la pelea, e incluso con posibilidades de ganar, a pesar de la lamentable situación en que deja al vecino país la administración Bush.
Por otro lado, un escenario marcado por el miedo. Los votantes de la superpotencia mundial se acercan a la hora de las definiciones atemorizados por el impacto de la desaceleración económica y de los profundos ajustes que implica la competencia económica global. También, por las consecuencias de las guerras contra Irak y Afganistán, y por la pérdida de su “poder suave” ante el rechazo generalizado a prácticas ilegales, como la tortura para combatir al terrorismo, o reprobables, como la construcción de la barda en la frontera con México.
En esta lucha épica por la Presidencia de Estados Unidos, también entra la redefinición a corto plazo de la relación con nuestro país.
La semana pasada estuve en Washington para participar en Vanguardia Latina, la extensión del Espacio de vinculación que ha abierto Televisa. Ahí comenté que, desde la perspectiva mexicana, con la elección en Estados Unidos está en juego: 1) la oportunidad de que las relaciones mejoren y se busque una solución integral a los retos comunes que enfrentamos en materia de seguridad, migración y competitividad; 2) el riesgo de que las relaciones empeoren por falta de voluntad, incapacidad institucional o la adopción de políticas proteccionistas; y 3) la probabilidad de que se mantenga la situación actual, sin grandes cambios, para ir sobrellevando una relación incómoda para todos.
El contraste entre los precandidatos demócratas y el republicano es muy claro, sobre todo respecto al libre comercio. Por ello, hay quienes opinan que la elección de McCain ofrecería mejores opciones para nuestro país.
Debido a que es un republicano curtido en temas de seguridad nacional, se considera que existirían mayores probabilidades de que mantenga la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte. En particular, la elección de McCain quizás represente la mejor oportunidad para que se concrete la Iniciativa Mérida, propuesta por el presidente Calderón.
McCain también ha sido consistente en su postura a favor de una reforma integral al sistema migratorio de Estados Unidos. Pero, sobre todo, su abierto rechazo a cualquier posibilidad de replantear los términos actuales del TLC, es lo que despierta mayores esperanzas de que la relación se mantuviera en el rumbo correcto.
Con todas sus fallas y limitaciones, el Tratado ha sido clave para establecer reglas claras y generar una confianza que se traduzca en inversiones productivas de largo plazo. Sin embargo, los Senadores Obama y Clinton han insistido en que, de ganar la Presidencia, procederían de inmediato a renegociar el TLC. Una cosa es la retórica de campaña y otra muy diferente el difícil arte de gobernar, pero con sus repetidas declaraciones, han metido el tema en una camisa de once varas de la que no se podrán escapar.
Un viraje proteccionista radical representa el mayor factor de riesgo pare el futuro de las relaciones bilaterales. Es imposible subestimar el deseo de cambio que existe en Estados Unidos. A pesar de los temores que puedan despertar ambos precandidatos demócratas, eso significa que la probabilidad de que alguno de los dos triunfe en las elecciones de noviembre es alta.
El gobierno mexicano no tiene tiempo que perder. Además de mantener el barco a flote ante el recrudecimiento de la lucha contra el crimen organizado y el vendaval económico global, necesita fortalecer su capacidad para defender los derechos de nuestros connacionales en el vecino país ante la creciente ola antiinmigrante, y promover los intereses de México.
El futuro cambio de gobierno en Estados Unidos no sólo exige a México preparativos para ser anfitriones de la próxima cumbre de la ASPAN, ni reclamos altisonantes para que los vecinos se hagan corresponsables de la inseguridad que nos azota.
Hoy por hoy, ante la posibilidad real de una administración Obama o Clinton, el gobierno mexicano quizás debería empezar por revisar a fondo la estrategia de comunicación y cabildeo que permitió alcanzar la firma del TLC en 1993.
En estos años, la llegada del Internet y las redes de organizaciones han generado cambios estructurales en los dos países. Actualmente, desarrollar un esfuerzo similar para asegurar la supervivencia del TLC sería mil veces más complejo. Es hora de anticipar riesgos.
6 comments:
¿A qué se refiere cuando habla de las "redes de organizaciones"? No me queda claro.
Muchas gracias por su pregunta. En los Estados Unidos, en la última década, se ha dado una proliferación de organizaciones no gubernamentales que están a favor o en contra de diferentes temas. La fortaleza de esos críticos es que ahora se organizan en redes y operan con gran eficacia y utilizan las nuevas tecnologías. Por ejemplo los sindicatos en Estados Unidos son una organización que ha aprendido a hablar el lenguaje de los inversionistas, porque son actores importantes relacionados con los fondos de pensiones. Los líderes sindicales operan en redes, junto con académicos, y cuestionan las decisiones de los consejos de adminnistración de las empresas. En fin, la organización en redes es un factor de operación política que se ha fortalecido en los últimos años. Ya nada es como en 1990, cuando iniciamos la negociación del TLC.
Obama va a ganar. Las relaciones con México van a mejorar.
Estimado Víctor: Mucha suerte. Esperemos que las relaciones México-Estados Unidos se fortalezcan con la nueva Administración que ocupe la Casa Blanca en enero del 2009. Saludos.
¿Y qué tal si gana Hillary? ¿Y qué tal si reabre el TLC?
Si Hillary gana e intenta reabrir la negociación del TLC, México va a tener que desplegar una estrategia de comunicación y alianzas en Estados Unidos como nunca lo ha hecho. Pero es posible organizar una buena campaña y una renegociación exitosa.
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