Javier Treviño Cantú
El Norte
28 de enero de 2009
El Foro Económico Mundial, que inicia hoy en Davos, nuevamente cobró importancia. Lo malo es que lo hizo por la peor razón. Ante la profunda crisis financiera y económica que afecta —literalmente— a todo el mundo, el templo en la montaña del capitalismo global va a recibir más peregrinos en busca de un nuevo sermón.
Según el programa, asisten 40 mandatarios (13 más que el año anterior) y líderes de organismos multilaterales; 1,400 presidentes o directores generales de reconocidas empresas; personalidades como Bill y Melinda Gates; y las acostumbradas legiones de consultores, académicos y periodistas que completan la costosa escenografía del Foro.
Todos los jefes de gobierno —incluido el presidente Felipe Calderón —intentarán publicitar sus medidas para enfrentar una crisis que amenaza la estabilidad de sus respectivos países y de todo el sistema internacional. Pero, lo más importante, es que irán a buscar un faro que los ilumine. Van a buscar señales que les ayuden a entender las verdaderas dimensiones de lo que está ocurriendo, y opciones de políticas que vayan más allá de las recetas convencionales, para tratar de encontrar la salida de un túnel que —como lo muestra el reciente ajuste a la baja en las proyecciones de crecimiento del FMI—, cada vez parece más largo.
Sin embargo, el único profeta que hubiera podido ofrecer alguna luz (cuando menos ideológica) alternativa, no viajó a Davos: el presidente Obama se quedó en Washington a cabildear su paquete de estímulo. Es una buena decisión. Aún tiene que asegurar los recursos para su propia plataforma contra-cíclica y definir su programa económico. Además, el verdadero escenario desde donde buscará proyectar su liderazgo ya está programado para abril, cuando se reúna en Londres con el G20 e invitados especiales.
Lo destacado no fue que el presidente Obama haya decidido saltarse el Foro, sino la persona que designó para representarlo ante la élite mundial. El candidato natural era Larry Summers, su consejero económico, pero Obama envió a Valerie Jarret, una poderosa asesora que está entre sus amistades más cercanas.
La presencia de Jarret en el Foro servirá para transmitirle a Obama el “pulso” del ambiente que impera, así como para medir la resonancia de las propuestas —y las previsibles quejas contra Estados Unidos— de actores clave, en particular China y Rusia, cuyos representantes precisamente darán los discursos inaugurales.
Ahí es donde radica el valor del Foro que se realiza en Davos este año, y la decisión de Obama debería servir de referencia al presidente Calderón. Sin duda, es importante que el mandatario mexicano acuda a Davos y haga un esfuerzo para presentar las ventajas que “todavía” ofrece nuestro país como destino para la inversión. Pero, desafortunadamente, lo más probable es que los programas contra-cíclicos de México reciban un merecido aplauso, y una atención marginal.
En cambio, lo que sí puede recibir una mayor atención, son los planes del gobierno mexicano para “revisar” los aspectos laborales y ambientales del TLC con la nueva administración Obama, al igual que los argumentos para contrarrestar la percepción de que México está en camino de convertirse en un Estado fallido.
El próximo sábado, 20 ministros de comercio y, por separado, otros 50 ó 60 secretarios, van a realizar sesiones a puerta cerrada para discutir cómo evitar que el proteccionismo se convierta en una de las respuestas preferidas a la crisis. Ahí es donde México debería sembrar la semilla de su propia narrativa. Debemos enmarcar el combate a cualquier intento estadounidense de imponer restricciones comerciales en un contexto más amplio, y contar con el respaldo de la comunidad internacional en caso de que la revisión del TLC derive en una posible controversia que contamine toda la relación bilateral.
Por otra parte, para que las posturas de México encuentren una recepción favorable, el presidente Calderón primero tendrá que despejar las dudas que se han propagado sobre la capacidad de nuestro país para mantener su viabilidad ante el reto del combate a la delincuencia organizada. Con razón, o sin ella, el hecho es que México ya ha sido “etiquetado” como un país en proceso de sufrir una falla sistémica. Revertir esa percepción es una tarea titánica, y mejorar nuestra imagen en el exterior exigirá mucho más que algunas conferencias de prensa con corresponsales extranjeros.
El Foro Económico Mundial de Davos es apenas la primera parada de una larga serie de eventos internacionales durante el año. México tendrá que afinar sus mensajes, defender sus intereses, definir propuestas que ayuden a contener el impacto de la crisis, y promover iniciativas que refuercen las bases de todo el sistema de gobernabilidad internacional.
Como ya lo hemos apuntado antes, el Foro fue determinante hace ya casi dos décadas para que el entonces presidente Salinas leyera atinadamente el panorama global, y se convenciera de que la mejor opción para México era negociar el TLC con Estados Unidos y Canadá. Esperemos que, ahora, el presidente Calderón también descifre en Davos correctamente las señales del complejo entorno que experimentamos, y tome las decisiones más favorables para nuestro país.
2 comments:
El sermón en la montaña se convirtió en un diálogo entre el cielo y el infierno a cargo de Zedillo y Calderón.
Prefiero el diálogo Zedillo-Calderón que las cínicas declaraciones de Fox. ¿A quién le encargó la oficina de Los Pinos por 6 años?
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