Saturday, July 31, 2021

¿Necesita México una política industrial?

 

 

¿Necesita México una política industrial?


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

La respuesta es sí. La "política industrial" ha vuelto al escenario mundial. Y México necesita una. Me llamó la atención una noticia que leí hace algunas semanas. El Senado de los Estados Unidos votó a favor de subsidios directos a la industria, por 52 mil millones de dólares, para nuevas plantas de fabricación de semiconductores, llamadas "fab". Los semiconductores son hoy el "cerebro de la industria". Son tan esenciales como la energía y los alimentos.

 

Luego seguí explorando este tema y leí que en otras regiones del mundo también hay acciones parecidas: la Unión Europea se ha comprometido a casi duplicar su participación en la capacidad mundial de fabricación de semiconductores, hasta el 20%. Corea del Sur aprobó hasta 65 mil millones de dólares en apoyo para semiconductores. Japón prometió igualar lo que estén haciendo otros países porque quiere convertirse en el centro de datos asiático.

 

Durante mucho tiempo se consideró que la estrategia de financiar sectores económicos para fomentar el crecimiento era ineficaz. China nunca hizo caso a esta visión. Es uno de los países que tradicionalmente sí apoyó a los sectores industriales con subsidios y preferencias gubernamentales.

 

La idea atractiva en el debate económico actual es que los gobiernos deben dirigir recursos a las industrias críticas para el interés nacional en lugar de dejar sólo las cosas al mercado. Las interrupciones de las cadenas de suministro, a causa de la pandemia y el nuevo papel de China, han estimulado todavía más estas políticas. Occidente no va a dejar que China domine industrias vitales. 

 

¿Cómo se puede competir contra esto? Anticipando las tendencias tecnológicas. ¿Recuerda usted cuando los ministerios de industria en Europa y Japón influían en las decisiones importantes de la industria? Pues ahora pasará lo mismo. En Estados Unidos, el gobierno sabe que para fabricar vehículos eléctricos, la batería y el software representan más de la mitad del valor del automóvil. Sí se requiere investigación, desarrollo, diseño e innovación. Pero también tienen que fabricar la parte más importante del vehículo.

 

Hay jugadores políticos clave, en el Congreso y en la Administración de Estados Unidos, que quieren regresar la producción a su país para asegurar el suministro y crear nuevos empleos. Ya no quieren subcontratar nada de los chinos. ¿Cómo está impulsando el gobierno de Biden la producción nacional? Con estrategia. Hay cuatro sectores considerados vitales para la cadena de suministro: semiconductores, baterías, minerales especializados e ingredientes farmacéuticos.

 

Mientras que en Estados Unidos hay todo tipo de presiones políticas para que se instalen fábricas en su territorio, en México hay todo tipo de presiones políticas para obstaculizar la inversión privada. 

 

La necesidad de reactivar la economía también requiere la intervención del gobierno. Para mejorar el nivel de vida de todos los mexicanos se requiere la participación de todos. No hay respuestas fáciles. La industria de México necesita recuperar su plena competitividad internacional. Se requiere una política industrial para estimular el flujo de capital donde se necesita y para crear empleos bien remunerados. 

 

¿Qué es “política industrial”? Es una decisión gubernamental, destinada a desarrollar un sector, o industria en particular, que se ha considerado estratégico o de interés nacional. Este objetivo se logra a través de una intervención estratégica, bien pensada, dirigida, que generalmente se traduce en beneficios fiscales, inversión directa, financiamiento en condiciones preferentes con productos y servicios financieros diseñados con base en requerimientos específicos de cada empresa, plazo, tasa, moneda y garantías. 

 

Aunque son buenos e importantes, los programas sociales de la 4T no son suficientes. Necesitamos estimular la inversión. Y se puede tratar de avanzar a través de la política industrial y la inversión en bienes públicos como aire limpio y condiciones de trabajo seguras.

 

La política industrial se enfoca en el patrón de inversión más productivo. Favorece a los segmentos comerciales que prometen ser fuertes competidores internacionales. Ayuda a desarrollar la infraestructura industrial, carreteras, puertos, alcantarillado y la mano de obra calificada. Equilibra el crecimiento regional. Capacita a los trabajadores.

 

Los estrategas de la 4T podrían hacerse la siguiente pregunta: dados los recursos limitados y un entorno internacional incierto por la pandemia y la confrontación entre Estados Unidos y China, ¿qué estrategia de inversión es probable que fomente la posición más competitiva para México? No requerimos en este momento un debate ideológico. Debemos ser más pragmáticos. Hay una realidad muy dura allá afuera y la competencia internacional es diferente.

 

El gobierno debe preocuparse por el patrón de inversión. El gobierno ya afecta el desarrollo industrial a través de sus decisiones, los programas de construcción de infraestructura pública, la gestión de la política energética, las compras gubernamentales, el financiamiento de la educación superior, la investigación y desarrollo. 

 

Veamos la realidad: el gobierno debe proporcionar incentivos para la reestructuración de la industria. Si la industria mexicana decae, entonces sí se generaría un costo social enorme. A medida que las industrias comienzan a perder su ventaja competitiva en los mercados mundiales, miles de trabajadores pueden perder sus empleos. Para obtener otros trabajos, tendrían que trasladarse a otro lugar o aprender nuevas habilidades.

 

El gobierno debe invertir también en "bienes públicos". La fortaleza de la economía mexicana requiere inversiones en infraestructura de puertos, puentes, carreteras, aeropuertos, ferrocarriles, que están disponibles para todas las empresas. La inversión en la gente también se convierte en un “bien público”, porque se refiere al mejoramiento de la calidad de la fuerza laboral.

 

El éxito económico de México se basará, en gran medida, en las habilidades, la educación y la salud de sus trabajadores. El gasto público en estas prioridades es, en realidad, una buena inversión en la productividad futura de la nación.

 

El gobierno de México debe responder ante las estrategias competitivas de otras naciones industriales avanzadas. México debe trabajar sistemáticamente para mejorar la competitividad internacional de su industria. 

 

La ideología no tiene lugar aquí. Una buena política industrial es una necesidad práctica. La fortaleza de la economía mexicana dependerá de las políticas públicas que complementen las estrategias de las empresas individuales. Lo que se requiere es un proceso robusto para hacer que la economía sea más adaptable y dinámica.

 

Debemos decir no al proteccionismo. Pero, al mismo tiempo, dedicar un esfuerzo especial a la promoción de las industrias en crecimiento. En otras partes del mundo estamos viendo que, a través de subsidios, créditos y ventajas fiscales especiales, los gobiernos promueven vigorosamente las industrias que presentan la mayor promesa de competitividad internacional. 

 

Esta no es una tarea fácil. Es un desafío que exige la construcción de consensos y un gran acuerdo nacional. La política industrial debe convertirse en parte de la agenda pública. Requiere colaboración y coordinación entre los programas gubernamentales. También exige un análisis cuidadoso de las tendencias del mercado mundial, un proceso de toma de decisiones ordenada, con anticipación a los eventos. 

 

México es un país muy competitivo, sí. Es proveedor de la industria aeroespacial estadounidense; productor y exportador global de vehículos ligeros; líder exportador de pantallas planas, de autopartes, de teléfonos celulares, de dispositivos médicos, de refrigeradores de dos puertas con congelador.

 

Pero la mala noticia es que el porcentaje de contenido nacional en nuestras exportaciones ha mostrado tendencias decrecientes en los últimos años. El contenido nacional en las exportaciones manufactureras mexicanas apenas llega al 30 por ciento.

 

Articular una política industrial que permita incrementar el contenido nacional de las exportaciones, apoyar a los proveedores de las empresas exportadoras para su inserción a las cadenas globales de exportación, y ofrecer productos con precios competitivos a nivel mundial, de alta calidad y de manera eficiente, son los retos que tiene México hoy.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/javier-trevino-necesita-mexico-una-politica-industrial/

 

 

 

 

Thursday, July 29, 2021

El próximo embajador

 

 

El próximo embajador


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Ken Salazar será el próximo embajador de Estados Unidos en México. Será un reto extraordinario para este experimentado político del partido demócrata. Salazar será el hombre de Biden en México, con todo lo que eso significa.

 

¿Cuál es la función de un diplomático estadounidense en México? Ya sea que envíe notas diplomáticas, se reuna con altos funcionarios de la 4T, negocie un acuerdo, asista a una cena oficial o tramite una visa para un viajero a los Estados Unidos, siempre tendrá la misma misión: representar los intereses y las políticas de los Estados Unidos. 

 

Las responsabilidades de los diplomáticos son inmensamente variadas. Un embajador de Estados Unidos es el representante, de más alto rango, del presidente Biden ante una nación. Para ser eficaz, necesita las características de un extraordinario líder, un buen administrador, un gran negociador y un personaje respetado. Un papel clave de un embajador es coordinar las actividades de los oficiales del servicio exterior de carrera y el personal que sirve a su cargo, pero también de los representantes de otras agencias estadounidenses en el país. No es tarea sencilla. La política burocrática rebasa muchos límites. 

 

En México hay funcionarios de más de 20 agencias federales que trabajan en conjunto con el personal de la embajada. Los colaboradores directos del Embajador están organizados, entre otras, en las secciones política, económica, de gestión, diplomacia pública, asuntos consulares. Cada área requiere experienia y sensibilidad.  

 

Ken Salazar compareció ayer ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense. Le fue bien. Dijo, orgulloso, que su historia está profundamente arraigada en México y Estados Unidos: “Mis antepasados ​​vinieron de México y España a principios del siglo XVII y se establecieron a lo largo de las orillas del Río Grande del Norte cerca de Santa Fe, Nuevo México. Tras el final de la guerra entre México y Estados Unidos, emigraron al norte y establecieron el asentamiento de Los Rincones en el Valle de San Luis. Hoy en día, todavía cultivamos las mismas tierras a lo largo de los afluentes del Río Grande”.

 

Un embajador debe estar orgulloso de su herencia. Y Ken Salazar lo está. Su padre fue soldado en la Segunda Guerra Mundial y su madre ayudó a abrir el Pentágono, como funcionaria pública. “Después de la guerra, regresaron a casa. En casa, nuestra lengua materna era el español. Éramos pobres y trabajábamos en el campo y en casa junto a nuestros padres. Nos enseñaron a tener grandes sueños y los valores eternos de la fe, el trabajo duro y la educación”, dijo Salazar. Tanto él, como sus siete hermanos, se convirtieron en graduados universitarios de primera generación.

 

Ken Salazar se comprometió ante los senadores a trabajr incansablemente para promover los intereses de Estados Unidos y fortalecer los lazos comunes entre Estados Unidos y México. Reconoció los enormes y difíciles desafíos que le esperan. Pero mostró optimismo sobre las oportunidades que se avecinan para nuestras dos naciones.

 

Es muy interesante conocer la visión de la relación bilateral en las propias palabras de Ken Salazar: “en mi opinión, es hora de crear un cambio transformador en la relación México-Estados Unidos, marcando el comienzo de una nueva era de asociación con nuestro vecino del sur”. ¿Qué debe lograr esta “asociación? 

 

1) Abordar el empleo y las oportunidades económicas para la gente de los Estados Unidos y México a través del comercio, la infraestructura, el turismo y la inversión.

 

2) Asegurar nuestras fronteras compartidas y crear un marco ordenado, seguro y humano para la migración.

 

3) Identificar asociaciones que aborden el flagelo de la violencia y respeten el estado de derecho.

 

4) Participar en una transformación de la sostenibilidad global para un planeta viable, respetando la soberanía de ambas naciones.

 

Salazar fue Senador por Colorado, Secretario del Interior en la administración de Barack Obama y Fiscal General de Colorado. Como exlegislador, Ken Salazar sabe que necesitará estar cerca del Congreso: “Si se confirma mi nombramiento, buscaré el asesoramiento y la orientación de este Comité y sus miembros, en mi servicio a los Estados Unidos. Espero trabajar con el presidente Biden, la vicepresidenta Harris y el Congreso de los Estados Unidos para promover los intereses de los Estados Unidos en México”. 

 

Dependerá de AMLO y su equipo que el embajador Ken Salazar tenga éxito. Lo dijo ayer: “espero trabajar con el gobierno mexicano para promover nuestros intereses compartidos en México y aquí en los Estados Unidos”.

 

En la audiencia, fue cuidadoso al abordar los temas espinosos: “temas como el de seguridad no se pueden enfrentar sin el trabajo conjunto del gobierno de México, ya que compartimos esa responsabilidad en ambos lados de la frontera”. Tendrá una tarea enorme en migración, comercio, tráfico de drogas, personas, armas, asuntos de democracia, derechos humanos y laborales.

 

Salazar destacó que Biden es un presidente preocupado e interesado en la relación con México, ya que la unidad de las naciones está implicada por la geografía y herencia cultural. Los Senadores le preguntaron cómo abordar los temas difíciles de estado de derecho. La respuesta fue cuidadosa: “con un dialogo de alto nivel”.

 

Presidido por Bob Menendez, senador demócrata por el estado de Nueva Jersey, el comité no interpuso mayor problema para la confirmación de Salazar, cuya votación podría llevarse a cabo en los próximos días. Luego pasaría a consideración del pleno del Senado. Sin embargo, el camino no será fácil. El senador republicano Ted Cruz, de Texas, va a intentar impedir que los nominados a puestos de embajador y otros altos cargos del Departamento de Estado sean confirmados.

 

Cruz está tratando de presionar a la administración Biden sobre el oleoducto Nord Stream 2 de Rusia. Las presiones políticas son enormes. Después de seis meses de la toma de posesión de Biden, sólo seis candidatos del Departamento de Estado han sido confirmados en el Senado. Hay 60 nominados que llevan meses esperando confirmación. 

 

El estancamiento en el poder legislativo también está contribuyendo a una creciente sensación de frustración y desconfianza entre los líderes de política exterior en el Congreso. El problema es que el Senado entrará en receso en agosto. Si los nominados no obtienen los votos antes de que los senadores se vayan a sus vacaciones de verano, es poco probable que alguno de ellos pueda comenzar a trabajar hasta algún momento del otoño. Así que podrá ocurrir cualquier cosa si no se toman medidas en las próximas semanas.

 

Y sólo para que entendamos mejor los alcances de la política interna estadounidense, veamos una pequeña muestra de ello: Sean Rankin, Director Ejecutivo de la Asociación de Procuradores Generales Demócratas (DAGA) emitió la siguiente declaración: "Durante este tiempo de gran trascendencia en la relación entre Estados Unidos y México, no hay nadie mejor calificado para representar los intereses de Estados Unidos con México que el exsecretario del Interior Ken Salazar”.

 

“Habiendo trabajado con Ken a lo largo de los años, lo conozco como un líder probado para los habitantes de Colorado y todos los estadounidenses. Un ranchero de quinta generación, con un profundo conocimiento de los mercados agrícolas y de recursos naturales, la historia personal de Ken contribuye a su estilo de diplomacia, que trasciende las líneas partidarias para unir a las personas”.

 

“Ken se involucró con éxito a través de las fronteras estatales y nacionales para establecer un programa de extradición con México y trabajó en colaboración con un gobernador republicano y legisladores estatales para proteger los recursos hídricos y tierras públicas del estado”. 

 

La coalición bipartidista de 30 fiscales generales instó, en una carta, a la aprobación inmediata de la nominación de Salazar.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/javier-trevino-el-proximo-embajador/


Tuesday, July 27, 2021

¿Para qué sirve la OEA?

 

 

¿Para qué sirve la OEA?


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

La geografía nos ubica en América del Norte. Pero México es también parte de América Latina. Somos socios estratégicos de Estados Unidos y Canadá. Pero seguimos siendo vistos como uno de los líderes de la política latinoamericana. México es un país de pertenencias múltiples. Si el gobierno de la 4T quisiera, podríamos jugar un papel de gran relevancia en el entorno del hemisferio occidental. Debería utilizar su fortaleza diplomática para transformar instituciones, en lugar de intentar dinamitarlas.

 

El regionalismo es un elemento clave del sistema internacional. Las organizaciones internacionales regionales desempeñan un papel importante para preservar la seguridad. También pueden ayudar a solucionar problemas asociados con la fragilidad estatal y la violencia perpetrada por actores no estatales. Y de eso tenemos muchos casos en América Latina. 

 

La Organización de Estados Americanos (OEA) importa. Ha jugado un papel importante en materia de diplomacia preventiva. Ha establecido canales de comunicación entre naciones. Ha construido instituciones. Cuando terminó la Guerra Fría, el debate sobre las organizaciones regionales adquirió una nueva relevancia en el contexto internacional. 

 

Aunque América Latina no ha sido estratégicamente central en el debate sobre política internacional en los últimos veinte años, la OEA sí importa para México. Cumple un papel importante en la garantía de estabilidad, paz y seguridad. Previene y resuelve conflictos. Atiende crisis de derechos humanos, asistencia humanitaria, desarrollo y creación de instituciones para la gestión de conflictos.

 

La OEA es la organización regional más antigua del mundo y ha existido de manera continua desde 1948. Ha sabido abordar causas socioeconómicas, derechos humanos y  gobernanza, pero también acciones más inmediatas para evitar que las disputas existentes se conviertan en conflictos violentos. 

 

La creación de zonas desmilitarizadas, el despliegue preventivo, las misiones de observación, los enviados especiales, las misiones de investigación, los mecanismos de fomento de la confianza y el control de armamentos forman parte de los instrumentos que la OEA ha utilizado.

 

¿Cuántas veces no se ha vivido en nuestra región una situación de paz inestable, donde la tensión y la sospecha entre las partes son altas, aunque la violencia esté ausente? Pues ahí es donde se debe aplicar la diplomacia preventiva. Cuando las guerras estallan, la OEA se ha dado a la tarea de la gestión de la crisis. El artículo 2 de la Carta de la OEA establece que "garantizar la paz y la seguridad del continente" es uno de los mandatos de la organización. 

 

Sin embargo, en términos de la definición clásica de seguridad colectiva, como un disuasivo multilateral de la agresión, la OEA no es eficaz, ya que no ha desarrollado mecanismos para el uso colectivo de la fuerza. Si bien existen mecanismos de control de armas, medidas de fomento de la confianza, acuerdos de no agresión, la OEA no involucra el despliegue de fuerzas. La capacidad de la OEA para generar canales de comunicación a través de la mediación y el fortalecimiento institucional es su mayor aporte.

 

Aquí entra otro elemento de cultura latinoamericana, que es el mal uso del concepto de soberanía. A partir de la década de los noventa, tras el establecimiento del vínculo entre democracia y seguridad, las cosas cambiaron. Se permite, cuando es imprescindible, una injerencia multilateral más activa en los asuntos políticos internos. 

 

La OEA también se destaca por la asistencia técnica brindada a países donde el aparato estatal o las instituciones para la resolución de conflictos aún son frágiles: recopilación de información, asistencia electoral y otros asuntos relacionados con las instituciones políticas y judiciales. Esta asistencia favorece la aceptación de normas y acuerdos internacionales.

 

La “no intervención” es un principio arraigado en la cultura política latinoamericana, está consagrado en varios documentos legales. Algunos líderes de países de América Latina asumen que un orden internacional legalista protegería la región del intervencionismo de Estados Unidos. Esto ha obstaculizado el desarrollo de un sistema de seguridad más robusto en el continente.

 

Algunos líderes perciben a la OEA como una herramienta de los intereses estadounidenses. Por eso acuden a los instrumentos legales porque los consideran una protección contra la abrumadora disparidad de poder en la región. Cuando Estados Unidos dice que se reserva el derecho a la acción unilateral, obstaculiza el avance hacia instituciones multilaterales más fuertes. Hoy existe el temor de algunos líderes que el “intervencionismo” pueda extenderse a otras esferas como la democracia, los derechos humanos y el medio ambiente.

 

La OEA ha asumido nuevas responsabilidades, en particular para evitar que las disputas domésticas se conviertan en violencia, y se ha cuestionado el principio de no intervención. Por eso ahora el Presidente de México propone sustituirla.

 

Es bastante obvio que en términos de distribución del poder en la región, el desequilibrio entre los Estados Unidos y otros estados miembros de la OEA es la característica más llamativa. La OEA sigue siendo una organización dividida en dos grupos de países: Estados Unidos y Canadá, que están en el centro del proceso de toma de decisiones en los foros internacionales más importantes, y América Latina, que se ha automarginado en la era posterior a la Guerra Fría. 

 

Las prioridades de seguridad de Estados Unidos en la región son la cooperación en operaciones de inteligencia, actividades antiterroristas, lucha contra el narcotráfico y no proliferación. Las prioridades de los estados latinoamericanos están asociadas con problemas sociales y económicos. 

 

En este contexto, sus perspectivas sobre la OEA difieren. Por eso AMLO hace propuestas para desaparecerla. Estados Unidos ha visto a la organización como un instrumento para ganar apoyo y legitimidad para sus políticas. Los países latinoamericanos la ven como una forma de prevenir la intervención unilateral de Estados Unidos en asuntos regionales y fomentar la cooperación que conducirá a un mayor desarrollo y estabilidad. 

 

Esto ha paralizado a la OEA. Y los actores más importantes de la región se niegan a desempeñar un papel de liderazgo en la organización. En lugar de eso, quieren desaparecerla y sustituirla por algo que no funcionaría. Parecería un conflicto entre Estados Unidos, Brasil, Argentina, México y Venezuela que no permite la universalización de una agenda común que pueda tener un impacto efectivo. 

 

También debe mencionarse la situación financiera de la organización. La relativa escasez de recursos limita el alcance y la eficacia de los proyectos en marcha. La OEA depende de contribuciones específicas de donantes externos para financiar muchas de sus tareas básicas, tales como observaciones electorales, protección de los derechos humanos y esfuerzos para combatir el terrorismo. corrupción y drogas ilegales.

 

La OEA es un espacio social para la negociación y la producción de normas legítimas. En este momento en que las tensiones sociales son altas y muchos estados son frágiles en Amércia Latina, lo peor que puede ocurrir es que algunos líderes intenten eliminar una organización que puede ser más efectiva, si se le transforma adecuadamente. 

 

Los retos están ahí: el crimen transnacional no sólo es intenso y generalizado sino que penetra en la mayoría de los aparatos estatales de los países del continente. Las tensiones crecen en varias fronteras debido a la migración y la presencia de refugiados. Cuando uno observa el mapa de los países de América Latina, aún existen disputas territoriales. 

 

La OEA sigue siendo una institución importante para la gestión de la seguridad y la cooperación en el hemisferio occidental. Se le puede transformar y fortalecer. Es una mala idea intentar sustituirla.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/javier-trevino-para-que-sirve-la-oea/

 

Sunday, July 25, 2021

Millennials en el gobierno

  

Millennials en el gobierno

 

Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Ahora que Nuevo León y Monterrey serán gobernados por dos Millennials es importante conocer más sobre esta generación.

 

De acuerdo con la clasificación de las “generaciones”, los individuos nacidos entre 1946 y 1965 son los “Baby boomers”, aunque no estoy seguro que todas estas definiciones apliquen al caso mexicano. En Estados Unidos, es una generación que, de acuerdo con un estudio de la OCDE, se ha desarrollado en un ambiente económico favorable. El 70% pertenece a la clase media. Sus hijos son mayores de edad y se han independizado o están a punto de hacerlo, por eso se le considera como una generación del “nido vacío”. 

 

Los que nacieron a partir de 1965 y hasta 1982, de acuerdo con la OCDE, son la Generación X.  Son hijos de los “Baby boomers” y padres de los “Millenials”. La equis comunica una idea de indefinición. Vivieron recesiones económicas fuertes y desempleo. Eso retrasó su independencia económica. Las mujeres de la Generación X superaron a los hombres en logros educativos. Es la generación que se ha convertido en el verdadero motor económico para las demás generaciones, hacia arriba y hacia abajo.

 

Luego vienen los Millennials, nacidos entre 1982 y 1996. Son hijos de los “Baby boomers” y de la Generación X. Les cuesta trabajo emanciparse. Representan la llegada del Interne, smartphones, laptops y tablets a los hogares. Están en medio de dos siglos, son idealistas y viven bajo una economía precaria, bajo valores tradicionales como casarse, tener hijos y comprar casa. 

 

Los miembros de la Generación Z son los nacidos después de 1996 y hasta 2012. Son los Centennials. Hijos de la generación Millennial. Aceptan la diversidad y la respetan. Han crecido conectados a internet, por lo que son considerados ciudadanos de la era digital. Están acostumbrados a la información breve  y las imágenes. Se les caracteriza por internet, irreverencia, inmediatez e incertidumbre. Forman parte de una nueva economía colaborativa.

 

La revista Newsweek publicó un artículo muy interesante esta semana https://bit.ly/2UJHIJO  en donde Joel Klotkin, de la Universidad de Chapman, y Samuel Abrams, del Sarah Lawrence College y del American Enterprise Institute, argumentan que, en Estados Unidos, los Millennials son mucho menos progresistas de lo que pensamos. Son más conservadores y más prudentes.

 

Los Millennials en Estados Unidos, que son la mayor parte de la población adulta, habían sido calificados por los progresistas como "una generación heroica" que escaparía de las trampas materiales de las vidas suburbanas de sus padres, de la generación del Baby boom, y que llevaría la política estadounidense a la izquierda. Eso no está tan claro

 

El Pew Research Center ha publicado que 60% de los Millennials apoya a los candidatos del Partido Demócrata. Hay quienes argumentan que dada esa simpatía con los Demócratas, fueron los que ayudaron a vencer a Trump. 

 

Los Millennials serán el bloque de votantes más grande para la elección de 2024. Son los forjadores del futuro político de Estados Unidos. Si analizamos con más cuidado sus veremos que la diferencia entre sus vidas y las vidas de sus padres no siempre es tan radical. 

 

1.     Muchos Millennials preferirían ser padres de familia tradicionales, disfrutar de la vida familiar en los suburbios, apegarse al centro de la política, y no necesariamente ser los "héroes" de un movimiento liberal o de izquierda.

 

2.     Había una imagen de que adoraban las grandes ciudades. Eso está cambiando. Los Millenials han ido dejando las ciudades como Nueva York, Los Ángeles y Chicago por lugares más convencionales de los suburbios del medio oeste.

 

3.     Alrededor del 26 por ciento dijo a los investigadores que les gustaría vivir en un pueblo pequeño o en una zona rural de Estados Unidos, mientras que el 39 por ciento se dirige a los suburbios. 

 

4.     Incluso en el caso de los trabajadores mejor educados, casi el 70 por ciento prefieren vivir en los suburbios o en una pequeña ciudad. 

 

5.     Y este deseo de salir de las ciudades está fuertemente correlacionado con el estado civil. Casi un tercio de los millennials casados ​​quieren mudarse al campo, en comparación con el 21 por ciento de los solteros. 

 

6.     La realidad es que hay una división política entre urbanitas de tendencia izquierdista, principalmente sin hijos, y familias más conservadoras o centristas de la periferia.

 

7.     Los Millennials también están demostrando ser menos izquierdistas de lo que imaginaban. A medida que maduran y forman una familia, tienden a centrarse más en la mejora económica que en las nociones abstractas de justicia social o cultural.

 

8.     Una encuesta de Los Angeles Times y Reality Check Insights después de las elecciones de noviembre de 2020 reveló que una pluralidad de Millennials se consideran centristas. El 50 por ciento es políticamente independiente. El 16 por ciento es conservador. Solo un tercio se identifica como liberal.

 

9.     Y los datos más recientes recopilados durante la administración de Biden no revelan un cambio ideológico real: 27 por ciento se identifica como liberal, 16 por ciento como conservador y 58 por ciento son independientes.

 

10.  Una investigación del American Enterprise Institute encontró que la mayoría de los Millennials no encajan fácilmente en el "monocultivo" liberal y no aprueban esa supuesta “cultura políticamente correcta”. 

 

11.  Sólo alrededor de un tercio de los Millennials y de la Generación Z sienten que la nación no es lo suficientemente correcta políticamente, un nivel prácticamente idéntico al tercio de los que tienen 65 años o más.

 

12.  Otro estereotipo sobre los Millennials, que sí es cierto, es que están en malas condiciones financieras. Enfrentan enormes obstáculos para obtener activos.

 

13.  Un estudio del Deloitte Center for Financial Services encontró que los Millennials poseerán apenas el 15 por ciento de los activos del país para 2030, cuando la mayoría estará ya en sus 30 o 40 años. Es mucho menos probable que sean propietarios de viviendas que las generaciones anteriores cuando cumplan 30 años.

 

14.  Muchos jóvenes están postergando la universidad por razones financieras o eligen opciones menos costosas. Y la pandemia ha empeorado las cosas. 

 

15.  Data for Progress encontró que un 52 por ciento de las personas menores de 45 años perdieron un trabajo, fueron despedidos o se les redujeron las horas debido a la pandemia, en comparación con el 26 por ciento de las personas mayores de 45 años. 

 

16.  Los Millennials se convertirán en una "generación resentida". Particularmente vulnerables son los dos tercios de los estadounidenses entre 25 y 32 años que carecen de un título universitario de cuatro años.

 

17.  Hay una enorme brecha entre los Millennials con educación universitaria y los que no la tienen. Según un análisis, el 10 por ciento superior de los Millennials que crecieron en familias relativamente ricas y asistieron a universidades selectivas "la están haciendo bien". No todos los demás.

 

Muchos jóvenes se sienten abandonados por el sistema y cada vez menos identificados con él. Y, sin embargo, sería un error predecir que esta precariedad económica llevará a los Millennials a abrazar a la extrema izquierda. 

 

Joel Klotkin y Samuel Abrams concluyen que la gran pregunta es si los Millennials podrán alcanzar sus aspiraciones como sus padres. Esto podría llevar la política más hacia los extremos en ambos lados, a menos que los Baby boomers y las generaciones anteriores encuentren respuestas económicas que restauren el sueño americano para sus sucesores.

 

¿Serán las actitudes de los Millennials mexicanos parecidas a las de los estadounidenses? Ahora que esta generación es la que nos va a gobernar, sería muy bueno contar con más estudios académicos serios sobre este tema. 

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/javier-trevino-millennials-en-el-gobierno/

 

Thursday, July 22, 2021

Frustración ciudadana en América Latina

 

 

Frustración ciudadana en América Latina


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Leí ayer, en el extraordinario sitio de internet de Project Syndicate, un artículo escrito conjuntamente por dos gigantes de las relaciones iberoamericanas: Javier Solana y Enrique Iglesias. En su texto, nos presentan el escenario de la tormenta perfecta en América Latina https://bit.ly/3zpu4KK .

 

Conocí a Javier Solana en 1995, cuando yo era Subsecretario de Cooperación Internacional de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Solana, un extraordinario político del PSOE, fue el Ministro de Asuntos Exteriores de España de 1992 a 1995, durante la última etapa del gobierno de Felipe González. Acompañé al Canciller de México, Ángel Gurría, a una visita de trabajo a Madrid. Cenamos con Solana. Estábamos en plenas negociaciones del Acuerdo de México con la Unión Europea, en sus tres capítulos --político, comercial y de cooperación. España era nuestro principal aliado y apoyo en las negociaciones con la Europa de los 15.

 

Solana había sido ya Ministro de Cultura, Portavoz del Gobierno, Ministro de Educación y Ciencia. Después de 1995 sería el Secretario General de la OTAN y Secretario General del Consejo de la Unión Europea, de octubre de 1999 a noviembre de 2009. Este cargo llevaba aparejado el de Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común. Era la principal cara de la diplomacia de la Unión Europea.

 

A Enrique Iglesias lo conocí en Washington, en su oficina del BID, el Banco Interamericano de Desarrollo. Fue Presidente de esta gran institución de 1988 al 2005. Yo trabajaba en la Embajada de México y acompañé al Embajador Gustavo Petricioli a una reunión con Iglesias. A partir de ese momento, tuve la oportunidad de verlo en diferentes ocasiones, junto con Ángel Gurría, cuando yo ya era Subsecretario de Relaciones Exteriores y Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda. Enrique Iglesias es un activo y prestigiado economista, político y escritor uruguayo de origen español, gran promotor del libre comercio y del multilateralismo. Antes ya había sido presidente del Banco Central del Uruguay, secretario ejecutivo de la CEPAL, ministro de Relaciones Exteriores de su país. Después del BID encabezó la Secretaría General Iberoamericana.​

 

Con estas credenciales, cuando Iglesias y Solana hablan, debemos escucharlos. Nos dicen que “América Latina atraviesa por un momento de especial gravedad. Su economía se encuentra contra las cuerdas. Sus instituciones, debilitadas y desprestigiadas. Y sus sociedades, indefensas ante un virus que está causando severos estragos. Las multitudinarias protestas que se vienen desencadenando en una larga y variopinta lista de países evidencian la creciente frustración ciudadana, que debe abordarse sin mayor dilación”.

 

No podría ser más preocupante ver a una región que, desde la perspectiva de Iglesias y Solana, reune todos los ingredientes de la inestabilidad política:

 

a) Tiene poco más del 8% de la población mundial pero suma más del 30% de las víctimas de Covid-19. 

 

b) La vacunación avanza a ritmo lento.

 

c) En 2020 la economía de la región cayó un 6.3%, después de que ya llevaba un lustro de estancamiento. 

 

d) Y añádale usted la desigualdad.

 

Ahora bien, Iglesias y Solana también nos recuerdan que “los relatos fatalistas sobre Latinoamérica son contraproducentes, ya que enmascaran la heterogeneidad que caracteriza a sus sociedades y marcos institucionales, y les niega una capacidad de actuación que sin duda poseen”. 

 

Pero también reconocen que hay factores históricos y estructurales que explican el desarrollo tardío de la región en su conjunto. Y, peor aún, que nuestra región muestra una marcada tendencia a la volatilidad.

 

Los dos grandes diplomáticos iberoamericanos son precisos cuando dicen que: “El auge democrático que experimentó América Latina a principios de los años 90, junto con el incremento de los precios de las materias primas una década más tarde, derivó en un aumento del PIB y propició un engrosamiento de las clases medias. Pero el fin del boom de las materias primas en la segunda década del presente siglo echó por tierra buena parte de los avances económicos cosechados, lo cual repercutió negativamente sobre el clima social y político”.

 

Y aquí sigue una parte esencial del artículo de Iglesias y Solana: “Las clases medias —vectores fundamentales del crecimiento y de los equilibrios sociales— han perdido su confianza en seguir progresando e incluso temen volver a la pobreza, lo cual ha erosionado su apoyo a las instituciones democráticas. El terreno ha quedado despejado para que prosperen líderes populistas carentes de experiencia de gobierno que, tanto desde la derecha como desde la izquierda, han arremetido contra libertades civiles y el imperio de la ley”. 

 

Esto es lo que debilita a América Latina. Es lo que le resta protagonismo en la actuación de los temas globales y del multilateralismo. Pero, ¿qué sigue siendo atractivo en América Latina, desde el punto de vista de las potencias mundiales? La producción de alimentos, sus abundantes recursos minerales y energéticos. Y aquí entra la creciente demanda China en el escenario: hay un repunte del comercio, la inversión y la cooperación financiera proveniente de China. 

 

Sin embargo, América Latina se halla hoy en una situación más expuesta y dependiente, acentuada por la pandemia. Es cierto que, en nuestra tradición diplomática, las políticas de principios, no intervención y defensa de la soberanía prevalecen. ¡Faltaba más! Los problemas de Latinoamérica deben ser abordados, ante todo, por sus propios gobernantes. 

 

Sin embargo, Iglesias y Solana dicen que “la tarea más acuciante —más allá de la lucha contra el Covid-19— es la de impulsar un nuevo contrato social para mitigar la desigualdad y mejorar el acceso a la salud, a la educación y a los demás pilares del Estado de bienestar. Los cambios deben ser lo suficientemente profundos como para volver a dignificar la política, despertando así una renovada adhesión a la democracia”.

 

Es muy importante lo que señalan los dos expertos. Dan en el clavo cuando dicen que los gobernantes no pueden acometer esta tarea por sí solos. Una colaboración más fluida con el sector privado y la sociedad civil permitiría maximizar las oportunidades que ofrece la transformación digital y gestionar con mayores garantías su impacto sobre los mercados de trabajo. Hacen un llamado a consolidar y vigorizar la integración regional. Tecnología, educación y comercio son elementos fundamentales de la cooperación interamericana.

 

Nuestra región es una pieza clave en la lucha contra el cambio climático. Se estima que América Latina contiene el 40% de la biodiversidad, el 30% de las reservas de agua dulce y el 25% de la masa forestal de la Tierra. Los países de la región requieren una flexibilización en el acceso a recursos de largo vencimiento e intereses reducidos, creación de liquidez para aliviar los impactos sociales de la pandemia y ayudar a aquellas empresas cuya supervivencia se está viendo amenazada.

 

La cooperación internacional es esencial. Desde la perspectiva de Iglesias y Solana, Estados Unidos y Europa deben entender que América Latina es “un imperativo geoestratégico que surge de una convergencia de intereses, como frenar la pandemia, mitigar el cambio climático, promover la prosperidad económica y complementar la influencia de otras potencias”. 

 

Iglesias y Solana citan el discurso de Gabriel García Márquez, sobre la soledad de América Latina, cuando aceptó el Premio Nobel de Literatura en 1982: “Los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos hará sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo”.

 

En suma, la idea central del artículo de Enrique Iglesias y Javier Solana es que nadie está a salvo de las amenazas globales, y nadie debería quedarse solo frente a ellas.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/javier-trevino-frustracion-ciudadana-en-america-latina/

 

 

Tuesday, July 20, 2021

La próxima pandemia

 

 

La próxima pandemia


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

 

Todavía no vencemos al Covid-19 cuando ya debemos prepararnos para las siguientes pandemias. Ya llevamos varios años pasando por el Covid-19, SARS, Ébola, MERS, H1N1.

 

El daño que nos ha causado el Covid-19 ha sido monumental: ha sumergido a cientos de millones de personas del mundo en la pobreza, ha matado a más de 4 millones de seres humanos y ha generado pérdidas por 22 billones (en español) de dólares. 

 

No basta la retórica de una mañanera o de una explicación interminable de Gatell. Se requieren estrategias. Las amenazas serán mayores, más frecuentes, cobrarán más vidas. Es inaceptable no estar preparados. La próxima pandemia nos alcanzará dentro de los próximos diez años.

 

El G20 solicitó a un Panel Independiente de Alto Nivel, en enero de este año, que propusiera cómo se pueden organizar las finanzas, de manera sistemática y sostenible, para reducir la vulnerabilidad del mundo ante futuras pandemias.

 

Los 23 expertos, encabezados por Larry Summers, Secretario del Tesoro de Bill Clinton, Ngozi Okonjo-Iweala, Director General de la Organización Mundial de Comercio, y Tharman Shanmugaratnam, Ministro de Finanzas de Singapore, se pusieron a trabajar intensamente durante cuatro meses y presentaron, hace unos días, un informe que recomienda soluciones e inversiones críticas y viables para enfrentar el desafío de una era de pandemias y evitar que se repita el daño catastrófico que ha provocado el Covid-19 https://pandemic-financing.org . 

 

Cuando pensamos en la manera en que se ha enfrentado el Covid-19 en México, es claro que el gobierno y la sociedad podrían haber respondido con mucha más eficacia. Existen las ideas, avances científicos y tecnológicos, capacidad y deseo de las empresas y de la sociedad civil.

 

El problema ha sido que, ante los silos, celos y círculos íntimos de la 4T, no se han movilizado ni desplegado óptimamente todos los recursos para reducir drásticamente el riesgo de futuras pandemias y el daño humano y económico que traen consigo. 

 

Esto no puede ser responsabilidad de un solo hombre, por más articulado que sea para las conferencias de prensa. Es una responsabilidad de todo el gobierno y de toda la sociedad.

 

Las amenazas nos exigen pensar globalmente y actuar localmente; usar eficazmente el multilateralismo. Debemos invertir para prevenir. El costo para los gobiernos y el daño para las sociedades de otra pandemia sería brutal.

 

El Panel del G20 concluye, con acierto: “De una manera históricamente sin precedentes, la seguridad de las personas en todo el mundo ahora depende de la cooperación global. Actuar e invertir colectivamente para la seguridad pandémica, junto con el cambio climático, representa el principal desafío internacional de nuestro tiempo. Si no se establecen las bases para la cooperación internacional, será casi imposible abordar estos desafíos existenciales”.

 

Las mejores mentes del mundo se han alineado en el Panel Independiente para la Preparación y Respuesta ante Pandemias, la Asociación de Preparación para Pandemias, la Comisión Paneuropea de Salud y Desarrollo Sostenible, la Comisión Lancet COVID-19, Bruegel y el Centro para el Desarrollo Global. El Gobierno de la 4T debería ponerles atención.

 

En el Panel del G20 participan Tharman Shanmugaratnam, Lawrence Summers, Ngozi Okonjo-Iweala, Ana Botín, Mohamed El-Erian, Jacob Frenkel, Rebeca Grynspan, Naoko Ishii, Michael Kremer, Kiran Mazumdar-Shaw, Luis Alberto Moreno, Lucrezia Reichlin, John-Arne Røttingen, Vera Songwe, Mark Suzman, Tidjane Thiam, Jean-Claude Trichet, Ngaire Woods, Zhu Min, Masood Ahmed, Guntram Wolff, Victor Dzau, Jeremy Farrar.

 

¿Qué se requiere? a) acciones urgentes y concertadas, b) financiamiento adicional significativo, c) acelerar la cobertura mundial de vacunación, d) un compromiso político decisivo, e) seguimiento oportuno. Se puede vacunar a la mayoría de la población mundial.  Como dice el informe del Panel, “hacer el mundo más seguro requiere acciones y coordinación nacionales, regionales y mundiales intensificadas y sostenidas, aprovechando plenamente el sector privado, para prevenir brotes y responder mucho más rápido, de manera más equitativa y eficaz cuando surge una pandemia”. 

 

El Panel del G20 sugiere cerrar cuatro brechas importantes en la prevención, preparación y respuesta ante una pandemia:

 

1.     Vigilancia e investigación en red a nivel mundial: para prevenir y detectar enfermedades infecciosas emergentes.

 

2.     Sistemas nacionales resilientes: para fortalecer una base fundamental para la preparación y respuesta ante una pandemia mundial.

 

3.     Suministro de contramedidas y herramientas médicas: para acortar radicalmente el tiempo de respuesta a una pandemia y brindar un acceso global equitativo

 

4.     Gobernanza global: para garantizar que el sistema esté estrechamente coordinado, debidamente financiado y con una clara responsabilidad por los resultados.

 

Debemos invertir en bienes públicos globales. Solo podemos evitar pandemias futuras si invertimos más de lo que estuvimos dispuestos a gastar en el pasado. A fin de cuentas, el mundo ahora está pagando muchas veces más que eso para hacer frente al daño de Covid-19. Los países de ingresos bajos y medianos deberán agregar alrededor del 1% de su PIB al gasto público en salud durante los próximos cinco años.

 

De acuerdo con las recomendaciones del Panel del G20, las acciones nacionales por sí solas no evitarán la próxima pandemia. Los gobiernos deben comprometerse colectivamente a aumentar el financiamiento internacional para la prevención y preparación para una pandemia en al menos 75 mil millones de dólares durante los próximos cinco años. Es decir, 15 mil millones de dólares cada año.

 

El daño total de otra gran pandemia, con sus estragos en vidas y medios de subsistencia, sería mucho mayor. Es fundamental que este financiamiento internacional sea adicional: que se sume, y no que sustituya, al apoyo existente para promover los objetivos de desarrollo y salud pública mundial. 

 

Pero es claro que el dinero por sí solo no proporcionará un mundo más seguro sin una gobernanza más sólida. La arquitectura de salud mundial actual no es adecuada para prevenir una pandemia importante ni para responder con rapidez y fuerza cuando surge una amenaza de pandemia. 

 

Los expertos nos dicen que debemos abordar esto mediante el establecimiento de un mecanismo de gobernanza que integre a los actores clave en el ecosistema global de seguridad y financiamiento de la salud, con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el centro.

 

¿Recuerdan ustedes el exitoso Consejo de Estabilidad Financiera, establecido por el G20 tras la crisis financiera mundial de 2008? Algo parecido está proponiendo el Panel del G20. Un nuevo Consejo de Amenazas a la Salud Global. Este nuevo mecanismo de gobernanza unirá los mundos de la salud y las finanzas. Debe incluir ministros de salud y finanzas de un grupo de países del G20 (y otros) y jefes de las principales organizaciones regionales. Debería tener una Secretaría permanente e independiente, aprovechando los recursos de la OMS y otras organizaciones multilaterales.

 

El Consejo tendrá como objetivo hacer coincidir la gobernanza de la salud mundial estrechamente interconectada con el financiamiento, que son ambos habilitadores críticos para reducir los riesgos de una pandemia. 

 

El Panel recomienda cuatro movimientos estratégicos:

 

1.     Las naciones deben comprometerse con una nueva base de financiamiento multilateral para la seguridad sanitaria mundial basada en cuotas de contribución equitativas y previamente acordadas por los países avanzados y en desarrollo. 

 

2.     Los bienes públicos mundiales deben formar parte del mandato básico de las Instituciones Financieras Internacionales: Banco Mundial, bancos multilaterales de desarrollo, Fondo Monetario Internacional. 

 

3.     Se debe establecer un Fondo Mundial contra las amenazas a la salud que movilice 10 mil millones de dólares por año y que las naciones lo financien sobre la base de contribuciones previamente acordadas. 

 

4.     Los esfuerzos multilaterales deben potenciar y fortalecer la coordinación con la asistencia bilateral y con los sectores privado y filantrópico. 

 

Ojalá que el Gobierno de México lo entienda. Se puede lograr un progreso significativo en los próximos cinco años. Será esencial un compromiso político firme y sostenido, el reconocimiento de los intereses mutuos de las naciones en la seguridad sanitaria y el financiamiento a largo plazo.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/javier-trevino-la-proxima-pandemia/