El mayor reto
Javier Treviño
@javier_trevino
¿Cómo vamos a recuperar el tiempo perdido, por la pandemia, en la educación de los niños de México? ¿Cómo se va a reparar el daño?
Covid-19 obligó a todas las escuelas del mundo a cerrar y mudarse al mundo virtual. Los niños tuvieron que estudiar en línea, o por televisión, desde sus casas. Los padres de familia tuvieron que asumir un papel más activo en la educación de sus hijos. No les fue bien a todos. Los niños en países en desarrollo sufrieron más.
Si se hubiera utilizado la tecnología, de manera efectiva, no estaríamos tan preocupados. Pero no se hizo. De por sí, ya sabíamos que el aprendizaje digital no produce los mismos resultados que la educación presencial, en el salón de clases.
Todavía muchas escuelas permanecen hoy total o parcialmente cerradas. Y, donde las escuelas se abrieron, los estudiantes no han podido recuperar el tiempo perdido. Los niños han aprendido mucho menos durante la pandemia. Estamos frente a un nuevo fenómeno que el Banco Mundial ha denominado “pobreza de aprendizaje”. El costo por esa pérdida de aprendizaje será brutal para México. Seguramente los expertos en educación lo medirán pronto.
¿Por qué insistir en que las escuelas operen al cien por ciento? ¿Cuál es el beneficio de la asistencia diaria a la escuela?
a) Aprender de los maestros es una experiencia insustituible. Los maestros y maestras son la columna vertebral del sistema educativo. Aprovechar al máximo su vocación, talento y esfuerzo es esencial para la transformación educativa y social del país.
b) La posibilidad de convivir con los compañeros de clase y desarrollar habilidades sociales permite el crecimiento personal de los alumnos.
c) Las interacciones con los maestros y compañeros son esenciales para desarrollar las habilidades necesarias para trabajar en colaboración.
d) Ser parte de una clase promueve un sentido de pertenencia y ayuda a construir autoestima y empatía. México se construye desde cada una de las escuelas.
El gobierno de la 4T decidió no apoyar ni a las micro ni a las pequeñas ni a las medianas empresas durante la pandemia. Se las arreglaron como pudieron. La crisis de liquidez se convirtió en crisis de solvencia para muchos. El esfuerzo de las familias para mantener fuentes de ingreso fue heróico. ¿Pero la educación? Esta regresión va a causar un grave daño a nuestro país. Estamos perdiendo capital humano. Tardaremos décadas en recuperarnos.
Los niños mexicanos tienen el derecho de recuperar la educación que han perdido. Ahora, para remediarlo, necesitan acceso a los mejores contenidos, materiales de lectura bien diseñados, oportunidades de aprendizaje digital y un sistema educativo fortalecido, donde los maestros bien calificados, con acceso a la formación continua y al uso efectivo de la tecnología sean los jugadores más importantes.
Nuestro país no ha invertido los recursos necesarios para recuperar el tiempo perdido, por Covid-19, en educación y capacitación. No se ve mayor inversión en el sector educativo en el presupuesto de 2022. Esto amenaza con profundizar las disparidades en los resultados de aprendizaje que existían antes de la pandemia.
El principal objetivo debería ser mejorar la calidad de la educación, con equidad e inclusión; con eficiencia, transparencia y rendición de cuentas. Los análisis de diversas reformas educativas en el mundo muestran que la variable clave en su éxito o fracaso está en la eficacia de su implementación a lo largo del tiempo.
Henrietta H. Fore, la Directora Ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y David Malpass, presidente del Banco Mundial, escriben en el sitio de Project Syndicate https://bit.ly/3FbcMUE que:
“La inversión en educación debe incluir fondos para la tecnología educativa, teniendo en cuenta lo que ha funcionado bien en diferentes contextos en todo el mundo”. Y citan tres casos:
1. Uruguay es una de las historias de éxito. Durante los últimos diez años, las autoridades uruguayas han invertido en infraestructura, contenido digital y capacidad del maestro, dejando que el país se preparara mejor para cambiar a la escolarización en línea cuando las aulas cerraran.
2. Del mismo modo, antes de la pandemia, el estado indio de Gujarat, apostando por el análisis de los grandes datos y el aprendizaje a distancia, estableció centros de apoyo digital de vanguardia para escuelas. Cuando las escuelas cerraron, Gujarat pudo responder rápidamente al distribuir material digitalmente y personalizar la educación remota al nivel de aprendizaje de cada estudiante.
3. Y en Kenia, todos los niños, incluidos aquellos con discapacidades, pueden acceder a libros de texto digitales especialmente diseñados e inclusivos.
Fore y Malpass añaden:
“El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Banco Mundial están trabajando juntos para garantizar que todos los sistemas educativos utilicen la tecnología de manera eficaz para cerrar las brechas y ayudar a revertir las pérdidas de aprendizaje. Integrar el uso de la tecnología dentro de una estrategia general para acabar con la pobreza de aprendizaje puede ayudar a mejorar las habilidades fundamentales, aumentar el tiempo de instrucción y hacer el uso más eficiente de los recursos. Esto es particularmente crítico en los países de bajos ingresos, donde la tecnología puede brindar a los maestros el apoyo que necesitan rápidamente”.
Fore y Malpass concluyen:
“El acceso digital puede servir como un gran ecualizador. Los recursos deben invertirse sabiamente, teniendo en cuenta la infraestructura eléctrica de los países, la conectividad a Internet, los dispositivos habilitados digitalmente para los estudiantes más desfavorecidos y la capacidad de gestión e implementación de datos. Sin un proceso cuidadosamente considerado para aumentar el uso de la tecnología, las buenas intenciones y las políticas bien diseñadas no lograrán la recuperación y aceleración del aprendizaje que necesitan los países en desarrollo. El acceso a una educación de calidad era desigual antes de la pandemia, y ahora lo es aún más. Al invertir en la recuperación del aprendizaje y al usar la tecnología de manera inteligente, es posible utilizar la experiencia de la pandemia como un catalizador para mejorar la educación de todos los niños”.
El mayor reto que tiene México ahora es recuperar el tiempo perdido y el daño que la pandemia causó a la educación de nuestros niños. Ni la polarización, ni las críticas al pasado, ni la destrucción del modelo educativo ayudarán en esta tarea. Debemos ver hacia adelante, fortalecer la colaboración del gobierno con el sector privado y aprovechar todos los recursos que nos brinda la cooperación internacional.
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