Wednesday, January 19, 2022

La carta de Fink

 

 

La carta de Fink


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Laurence D. Fink, fundador y director ejecutivo del gigante de inversiones BlackRock, se ha convertido en una de las voces más influyentes en los negocios durante la última década. Todos los inversionistas esperan, cada año, leer su carta a los directores generales de las empresas. El lunes por la noche publicó la de 2022 https://www.blackrock.com/corporate/investor-relations/larry-fink-ceo-letter .

 

BlackRock administra más de 10 billones (en español) de dólares en activos. Es el administrador de activos más grande del mundo. De ahí viene la influencia de Fink. Hace cuatro años, Fink invitó a los directores ejecutivos a pensar en cómo contribuían a la sociedad. En 2020 habó del cambio climático como "factor definitorio" en la forma en que BlackRock evaluaría a sus empresas. De ahí en adelante, muchas empresas anunciaron planes para convertirse a la neutralidad de carbono.

 

En la carta de este año, Fink instó a los directores ejecutivos a aceptar su responsabilidad moral en tanto la pandemia remodela la sociedad y los negocios, y mientras los consumidores y trabajadores exigen más de las empresas.

 

Pero lo que más me llamó la atención de la carta fue la siguiente frase: “No se equivoquen, la búsqueda justa de ganancias sigue siendo lo que anima a los mercados; y la rentabilidad a largo plazo es la medida por la cual los mercados determinarán en última instancia el éxito de su empresa”.

 

Fink cree que un enfoque ambiental, social y de gobierno corporativo (lo que se conoce como ESG) no entra en conflicto con ganar dinero. Reducir la huella de carbono de una empresa, por ejemplo, hace que el negocio sea más resistente a largo plazo, lo que beneficia a los inversionistas. 

 

“Nos enfocamos en la sustentabilidad no porque seamos ambientalistas, sino porque somos capitalistas y fiduciarios de nuestros clientes”, escribió Fink. Sugirió que ESG no es una moda sino una característica permanente del mundo empresarial. Los líderes empresariales que no se adapten a la nueva realidad corren el riesgo de ser superados por rivales más jóvenes e innovadores.

 

Las empresas exitosas son las que tienen un claro sentido de propósito, valores consistentes y reconocen la importancia de comprometerse y cumplir con sus partes interesadas. El capitalismo de partes interesadas no se trata de hacer política, reconoce Fink. No es una agenda social o ideológica. El capitalismo es impulsado por relaciones mutuamente beneficiosas entre empresarios y los empleados, clientes, proveedores y comunidades de las que depende su empresa para prosperar. Éste es el poder del capitalismo.

 

En la base del capitalismo se encuentra el proceso de reinvención constante: las empresas deben evolucionar continuamente a medida que cambia el mundo que las rodea o correrán el riesgo de ser reemplazadas por nuevos competidores. 

 

La visión de Fink es que la pandemia ha acelerado una evolución en el entorno operativo para prácticamente todas las empresas. Está cambiando la forma en que la gente trabaja y la forma en que los consumidores compran. Está creando nuevos negocios y destruyendo otros. En particular, está acelerando drásticamente la forma en que la tecnología está remodelando la vida y los negocios. Las empresas innovadoras que buscan adaptarse a este entorno tienen un acceso más fácil que nunca al capital para hacer realidad sus visiones. Y la relación entre una empresa, sus empleados y la sociedad se está redefiniendo.

 

Fink  dice que “COVID-19 también ha profundizado la erosión de la confianza en las instituciones tradicionales y ha exacerbado la polarización en muchas sociedades occidentales. Esta polarización presenta una serie de nuevos desafíos para los directores ejecutivos”. 

 

Parecería que Fink piensa en México cuando dice, en su carta, que los activistas, los políticos o los medios de comunicación pueden politizar las cosas que hacen las empresas. Pueden secuestrar las marcas para promover sus propias agendas. En este entorno, los hechos en sí mismos suelen estar en disputa, pero las empresas tienen la oportunidad de liderar. Los empleados ven a su empleador como la fuente de información más confiable, competente y ética, muy por encima del gobierno, los medios de comunicación y las ONGs.

 

“Por eso, la voz de los presidentes y directores de las empresas es más importante que nunca. Nunca ha sido más esencial para ellos tener una voz consistente, un propósito claro, una estrategia coherente y una visión de largo plazo”, recomienda Larry Fink. 

 

“El propósito de tu empresa es tu estrella polar en este entorno tumultuoso” dice Fink. Las partes interesadas de las que depende cada empresa para generar beneficios para los accionistas necesitan escuchar directamente del presidente y del director ejecutivo, para que se comprometan e inspiren. No quieren escucharlos opinar sobre todos los temas políticos del día, pero sí necesitan saber cuál es su posición sobre los problemas sociales intrínsecos al éxito a largo plazo de sus empresas.

 

Fink advierte a los directores ejecutivos: “Poner el propósito de su empresa en la base de sus relaciones con las partes interesadas es fundamental para el éxito a largo plazo. Los empleados necesitan comprender y conectarse con su propósito; y cuando lo hagan, pueden ser sus más firmes defensores”. Clientes y accionistas deben comprender el principio rector que impulsa su visión y misión. Es más probable que lo apoyen en momentos difíciles si tienen una comprensión clara de su estrategia.

 

Fink nos dice que, durante las últimas cuatro décadas, hemos visto una explosión en la disponibilidad de capital. En la actualidad, los activos financieros globales suman 400 billones (en español) de dólares. Este crecimiento exponencial trae consigo riesgos y oportunidades tanto para los inversores como para las empresas, y significa que los bancos por sí solos ya no son los guardianes de la financiación.

 

Las empresas jóvenes e innovadoras nunca habían tenido un acceso más fácil al capital. Nunca había habido tanto dinero disponible para que nuevas ideas se conviertan en realidad. Esto está alimentando un panorama dinámico de innovación. Significa que prácticamente todos los sectores tienen una gran cantidad de nuevas empresas disruptivas que intentan derrocar a los líderes del mercado. 

 

Fink cree que la descarbonización de la economía global creará la mayor oportunidad de inversión de nuestra vida. También dejará atrás a las empresas que no se adaptan, independientemente de la industria en la que se encuentren. Y así como algunas empresas corren el riesgo de quedarse atrás, también lo hacen las ciudades y los países que no planifican bien el futuro. ¡Ojalá que lo entendieran en el gobierno de la 4T! 

 

Un mensaje para los legisladores que hoy discuten la reforma eléctrica: los próximos 1000 unicornios no serán motores de búsqueda ni empresas de redes sociales, serán innovadores sostenibles y escalables: nuevas empresas que ayuden al mundo a descarbonizarse y hacer que la transición energética sea asequible para todos los consumidores. 

 

Fink concluye que “el capitalismo tiene el poder de dar forma a la sociedad y actuar como un poderoso catalizador para el cambio. Pero las empresas no pueden hacer esto solas y no pueden ser la policía climática”. Necesitamos que los gobiernos proporcionen vías claras y una taxonomía coherente para la política, la regulación y la divulgación de la sostenibilidad en todos los mercados. 

 

La colaboración entre gobierno y sector privado es esencial. Fue la asociación entre el gobierno y el sector privado lo que condujo al desarrollo de vacunas contra el COVID-19 en un tiempo récord. “Cuando aprovechamos el poder de los sectores público y privado, podemos lograr cosas realmente increíbles”, dice Larry Fink. Y, con contundencia termina su carta: “nuestra convicción en BlackRock es que las empresas se desempeñan mejor cuando son conscientes de su papel en la sociedad y actúan en el interés de sus empleados, clientes, comunidades y accionistas.

 

https://www.sdpnoticias.com/opinion/la-carta-de-fink/

 

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