Javier Treviño Cantú
El Norte
28 de febrero de 2007
Hizo honor a su fama de ser un "mecanismo opaco". La reciente reunión de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) pasó prácticamente inadvertida en nuestro país.
En parte, se debió a la fecha: viernes en la tarde, en Ottawa, por lo que era de esperarse que los artículos sobre el encuentro ministerial no tuvieran gran impacto. Los sábados no son el día que los periódicos tienen más lectores, ni los noticiarios la mayor audiencia. Pero, sobre todo, el reciente encuentro trilateral no llamó la atención porque no produjo anuncios espectaculares.
La ASPAN fue una iniciativa diseñada por la Casa Blanca para responder a tres preocupaciones estadounidenses: 1) las nuevas condiciones de seguridad tras los atentados terroristas del 2001; 2) las amenazas a su seguridad interna por la violencia en la frontera con México, el incremento en el flujo de trabajadores migratorios indocumentados y la porosidad de la frontera con Canadá; y 3) la pérdida de competitividad regional.
Desde que fue instituida en marzo del 2005, la Alianza ha pasado por cambios de gobierno tanto en Canadá como en México. El Primer Ministro Harper asumió el poder en febrero del 2006, poco antes de la reunión de Cancún en marzo de ese año. Ahora le tocó el turno a México, después de que Felipe Calderón tomara las riendas del gobierno mexicano en diciembre.
Sin embargo, ni Canadá ni México han aprovechado esas coyunturas para buscar un replanteamiento del esquema considerado originalmente por este peculiar espacio de diálogo y cooperación entre los tres países. Tanto México como Canadá asumieron que la agenda coincidía con sus propios intereses nacionales, y la nueva Canciller mexicana, Patricia Espinosa, así lo ratificó en la reunión del viernes en Ottawa.
Sin duda está en nuestro interés mejorar nuestra seguridad nacional, fortalecer la seguridad regional y hacer más eficientes los intercambios de bienes y servicios. El problema es que estas cuestiones tienen que ser vistas con distintas ópticas por naciones con grados de desarrollo tan diferentes como los de México y Estados Unidos, y por países con agendas que no siempre coinciden, como está ocurriendo entre Estados Unidos y Canadá.
En nuestro caso, la ASPAN tiene dos fallas estructurales: no incluye la migración como parte de los temas a discutir y nos exige una definición de fondo en torno a la cooperación militar que se requiere para cumplir sus objetivos.
La migración se ha vuelto un asunto de política interna para Estados Unidos. Nuestros vecinos deberán definir la reforma que requiere su sistema. Pero mientras no se decidan a considerarlo como un asunto que, por su naturaleza transnacional, también debe negociarse, hablar de prosperidad y competitividad regional seguirá siendo un ejercicio limitado.
En cuanto a la cooperación militar -la cual presupone una estrecha coordinación para establecer un "perímetro de seguridad norteamericano"-, el gobierno del Presidente Calderón primero deberá aclarar si siguen existiendo diferentes posturas al interior de su gabinete, ya que hasta finales del año pasado las Secretarías de la Defensa y de la Marina Armada dieron muestras claras de tener opiniones contrarias al respecto.
En el libro "Armada de México: Retos y Desafíos" que se publicó en el 2006, se señala que "en el contexto de la agenda de seguridad de la ASPAN, la SEMAR adquiere toda la responsabilidad y el peso de los compromisos del Estado mexicano, por lo que esta alianza debe ser considerada como el medio que impulse la consolidación del desarrollo integral de la Armada en los próximos años".
En cambio, cuando Estados Unidos creó en el 2002 el Comando Norte, el entonces Secretario de Defensa mexicano declaró que, a diferencia de Canadá, México no participaría en dicho organismo, y que reconocía como único contacto institucional para sus relaciones bilaterales al Pentágono. Esto no cambió a raíz de la creación de la ASPAN, y hasta donde es posible saber, la SEDENA sigue manteniendo una postura de "sana distancia" frente a sus pares del otro lado de la frontera.
La situación es compleja, porque una cosa es pedirle al Ejército que se coordine con las demás dependencias del gobierno para llevar a cabo los operativos conjuntos en contra del narcotráfico, y otra muy distinta es ordenarle que cambie todo su enfoque, su doctrina y su política de equipamiento para "compatibilizar" sus sistemas de comando, control, comunicación y computación con los del vecino.
Esto no significa que el Ejército mexicano no deba considerar esta opción. Pero hay que tomar en cuenta que es una decisión fundamental, con implicaciones muy profundas, no sólo en materia de seguridad, sino en términos políticos. Y, a dos años de que cambie la administración estadounidense, hay que valorar con extremo cuidado si se quiere dar un paso que tendrá repercusiones de lago alcance.
El tema requiere una reflexión, porque si México y Canadá no han hecho el intento por adecuar la agenda de la ASPAN a sus propias necesidades, es muy probable que, a partir de finales de 2008, el próximo inquilino de la Casa Blanca sí quiera replantear los términos de una Alianza que, hasta ahora, sólo es de palabra.
4 comments:
Usted toca un punto muy interesante, que quizás pudiera profundizarse más a fondo: la disparidad en el pensamiento militar de la Marina y de la Sedena.
Somo el único país que posee una estructura dual militar, donde la Marina posee equipo, doctrina y funciones completamente divergentes a la Sedena. ¿Por qué tener dos secretarías para una misma labor, la de la Defensa Nacional?
Me pregunto qué pasaría en caso de una eventualidad mayor que pusiera en riesgo a la Seguridad Nacional. ¿Quién tomaría el control? ¿La Sedena o la SEMAR?
En todo el mundo, incluso en Sudamérica, las fuerzas armadas (ejército, fuerza aérea y marina) tienen el mismo nivel jerárquico y dependen de un mismo Comando Unificado o Estado Mayor General, bajo una misma secretaría.
Aquí, ademas de tener dos secretarías y al menos cuatro estados mayores, la Fuerza Aérea depende del Ejército, lo que impide su desarrollo como fuerza independiente (que segun la Constitución lo és).
Duplicidad en la Defensa es, Sr. Treviño, un asunto ridículo que pone en entredicho no sólo el desarrollo de nuestras FFAA a la luz de ASPAN, sino que pone en riesgo nuestra propia Seguridad Nacional.
Un saludo cordial.
Christian J. Ehrlich
worldtrends.blogspot.com
Muchas gracias por su comentario, Christian. Creo que tiene razón. Es necesario repensar la organización y el comando de las fuerzas armadas.
¿Creen ustedes que debería haber en México un Secretario de Defensa civil?
José Hernández
México, D.F.
Por supuesto. Ya llegó el momento para que tengamos un Secretario de Defensa civil en México.
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