Wednesday, July 15, 2009

¿De regreso?

Javier Treviño Cantú
El Norte
15 de julio de 2009

Los resultados electorales del 5 de julio han puesto en el centro del debate el “regreso” del PRI. Tanto por haber recuperado la mayoría en la Cámara de Diputados, como algunos estados y municipios emblemáticos que eran gobernadas por el PAN y el PRD, la idea de que el PRI va en camino de vuelta hacia Los Pinos se ha vuelto prácticamente un lugar común.

Sin embargo, aún falta mucho para las elecciones presidenciales de 2012 y, ante la complejidad del escenario donde se desarrollará la contienda durante los próximos tres años, es imposible prever las condiciones en que el electorado mexicano decidirá en última instancia quién deberá conducir al país en el siguiente sexenio.

En México y otros países, como España, la historia de la alternancia democrática todavía es muy joven. En cambio, en Estados Unidos y naciones con un desarrollo democrático más añejo, los relevos de gobierno entre los principales partidos naturalmente son frecuentes. Pero, en cualquier parte, la experiencia de la alternancia ha dado pie a uno de los géneros narrativos más interesantes en términos político-mediáticos: el regreso del partido que había sido destronado.

El concepto del regreso al poder implica una serie de cualidades positivas: la capacidad de superar la adversidad; una disposición para aprender de los errores pasados y mejorar; la virtud de procesar diferencias internas para presentar un frente unido; y, sobre todo, la habilidad para seleccionar a un auténtico lider, que encarne los mejores valores del partido y las aspiraciones del electorado que se identifica con él.

Por supuesto, también trae consigo los atributos negativos de la competencia política: el desgaste que implica para el partido en el gobierno el ejercicio del poder; los errores electorales de los adversarios; la fragmentación de las fuerzas opositoras; y, una incapacidad para proyectar liderazgo por parte de los candidatos rivales.

Adam Nagourney, el reconocido periodista del New York Times, comentaba hace poco dos escenarios que pueden conducir a un regreso político. El primero sería de tipo “negativo”, cuando un partido gana básicamente por las fallas de los oponentes. Por su parte, el segundo tendría un carácter más “positivo”, ya que se basa en una verdadera capacidad para adecuarse a las nuevas condiciones del entorno, y en la ventaja de contar con un candidato capaz de ejercer un liderazgo eficaz.

Existen dos casos que pueden ilustrar estas alternativas: el triunfo de José Luis Rodríguez Zapatero y el PSOE en las elecciones españolas del 14 de marzo de 2004, y el de Bill Clinton y el Partido Demócrata en los comicios estadounidenses de 1992.

El regreso del PSOE al Palacio de la Moncloa ha sido una de las historias políticas más controvertidas en años recientes. A unas semanas de las elecciones, la mayoría de las encuestas daban por hecho la reelección del Presidente José María Aznar, del entonces gobernante Partido Popular. Tres días antes de la votación, los atentados terroristas del 11 de marzo en Madrid cambiaron todo el panorama. A la fecha no existe un consenso sobre lo que pasó, pero algunos estudios indican que las cuestionadas reacciones de la administración Aznar frente a la crisis fueron lo que motivó una mayor participación de electores de “izquierda” a favor al PSOE. Ese aumento, que se calcula pudo alcanzar un 8%, le habría dado la victoria a Rodríguez Zapatero.

En el caso de Bill Clinton, el regreso del Partido Demócrata a la Casa Blanca se dio tras doce largos años en la oposición. Las tres derrotas consecutivas que sufrieron, a manos de Ronald Reagan y George Bush padre, los convencieron de que tenían que replantear fundamentalmente las posturas tradicionales con las que los electores asociaban a los demócratas. Con base en una plataforma enfocada en la preocupación principal de los ciudadanos — ¡es la economía, estúpido!— y un gran carisma, Clinton logró llevar a su partido hacia el centro del espectro político para recuperar el poder en 1992.

Como señala Nagourney, la historia demuestra que los partidos que logran adaptarse mejor a los cambios, y desarrollar propuestas electorales relevantes y viables para los electores, son los que tienen mayores posibilidades no sólo de volver a ejercer el gobierno, sino de mantenerlo por largos periodos de tiempo. La historia indica que, para lograrlo, también es esencial contar con un candidato que encarne las nuevas ideas del partido; o, cuando menos, que sea capaz de “re-empaquetar” eficazmente las mismas propuestas de siempre.

En México, durante los próximos tres años vamos a poder comprobar cuál de nuestros principales partidos políticos es capaz de entender mejor los profundos cambios que están ocurriendo en nuestro país y el resto del mundo. El que lo haga, y desarrolle la mejor agenda de gobierno como base para una oferta electoral atractiva y factible, tendrá la ventaja. Sobre todo, el que logre contar con el candidato más sólido es el que seguramente estará en camino de llegar a Los Pinos.

6 comments:

Anonymous said...

Y me supongo que usted cree que lo más sano para la "alternancia democrática" (la cual no sólo no se dio en 2000 sino que vino a demostrar que el aparato presidencial sigue funcionando de forma igual) es que regresen a Los Pinos aquellos que tuvieron sumido al país en la ignorancia y represión. La verdadera alternancia se daría sólo en función de una visión estratégica de gobierno, con instituciones formales y funcionales, y, sobre todo, dejando de lado los intereses privados que hoy permean en las decisiones de carácter nacional.

Hector Rodriguez said...

Excelente comentario. ¿Cual de los dos escenarios piensa Usted que se dió en las elecciones federales, y en las de Nuevo León?
Saludos
Hector Rdz

Javier Trevino said...

Estimado anónimo: Gracias por su mensaje. No hay que suponer cosas como lo hace en la primera parte de su mensaje. Coincido, sin embargo, con la segunda parte. Necesitamos ser más profesionales al momento de convivir políticamente en la alternancia.

Javier Trevino said...

Estimado Héctor: Muchas gracias por tomarte el tiempo para leer mi artículo y por tu pregunta. Creo que tanto a nivel federal como en Nuevo León, el PAN equivocó la estrategia. Por algo tuvo que renunciar Germán Martínez y por algo no hemos sabido más de Fernando Elizondo. Pero todavía falta que el PRI no se divida en el Congreso ni nacionalmente a la hora de la sucesión presidencial y que el Gobernador Electo de Nuevo León demuestre que la nueva generación de políticos priístas tiene la capacidad para dar resultados. Ya lo veremos. Te envío un saludo con afecto.

Staff Seguroencuentras.com said...

Cualquier partido político que entienda el entorno de México y el mundo tendrá sin duda un paso adelante para la sucesión del 2012; la variable que cambia el panorama es si la educación de los mexicanos permitirá darse cuenta que ciudadano cubre con el perfil para presidir México y posicionarse como Economía.

Javier Trevino said...

Muchas gracias, José Luis, por tu mensaje. Tocas un tema absolutamente fundamental: el de la educación y la formación política de los ciudadanos. En ese tema todavía tenemos un largo camino por recorrer. Te envío un saludo.