La
historia del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la
Educación está íntimamente vinculada a la historia de la última etapa de
reformas educativas del siglo XX en América Latina y a la primera etapa de reformas
del siglo XXI.
A
iniciativa de la UNESCO, surgió a
mediados de la década de los noventa (1994) con tres propósitos principales:
1. Fomentar la política educativa basada en
evidencia a través de la generación de datos, obtenidos mediante métodos científicos,
sobre la calidad de la educación y los factores asociados a ésta;
2. Desarrollar capacidades técnicas e inducir
la formación de cuadros profesionales encargados de la evaluación de las
políticas y los procesos educativos en los países latinoamericanos;
3. Ofrecer una plataforma regional de
generación de ideas, debates técnicos y acceso a información y bases de datos,
para mejorar la medición y evaluación de calidad de la educación, con una
perspectiva integral.
Es
interesante recordar que el surgimiento del Laboratorio Latinoamericano de
Evaluación de la Calidad de la Educación*/ se dio en un contexto social,
político y económico particularmente complejo, detonado por profundos procesos
de reformas económicas y políticas en América Latina, que provocaron tensiones
de diverso grado en los sistemas educativos.
En la
década de los noventa en la mayoría de las naciones latinoamericanas emergieron
iniciativas y esfuerzos de reformas educativas, que planteaban la necesidad de
avanzar hacia políticas menos centralistas, con mayor énfasis en la calidad, la
equidad y la inclusión educativa.
Desafortunadamente
muchos de los esfuerzos, por diversas razones, no tuvieron los resultados
esperados. Una de éstas fue, sin duda,
la debilidad, cuando no la ausencia, de marcos teórico.-conceptuales,
herramientas analíticas y acervos de información, suficientes y
accesibles, para lograr un adecuado
seguimiento y evaluación de las políticas, programas y proyectos educativos.
Por
ello, la iniciativa de la UNESCO para desarrollar en 1997, a través del LLECE,
el Primer Estudio Comparativo y Explicativo (PERCE), tuvo un importante apoyo.
Por vez primera se planteó la necesidad de realizar una medición comparativa, a
gran escala, del desempeño escolar y los logros del aprendizaje.
El
PERCE tuvo como objetivo principal
aportar información para el conocimiento de la calidad de la educación en la
región, así como orientar la toma de decisiones en políticas públicas
educativas.
En ese
primer estudio, cuyos resultados se publicaron en noviembre de 1998, sobre los
aprendizajes de estudiantes de tercer y cuarto año de educación primaria, en
las asignaturas de lectura y matemática, participaron trece países: Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Honduras, México, Paraguay,
Perú, República Dominicana y Venezuela.
Con
ese antecedente, a fines de 2002, los países que conforman el LLECE
desarrollaron el Segundo Estudio Regional, SERCE, implementado en 2006,
aprovechando la experiencia del PERCE, para ampliar el análisis a 16 países,
grados escolares y áreas evaluadas (se incluyó escritura y ciencias). Sin
embargo los resultados se publicaron hasta junio de 2008.
En
2010, los países participantes en el LLECE acordaron llevar a cabo el Tercer
Estudio Comparativo y Explicativo TERCE. Fue aplicado en 2013 y abarcó 15
países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala,
Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y
Uruguay) más el Estado de Nuevo León (México).
Al
igual que el SERCE, el TERCE evaluó el desempeño escolar en tercer y sexto
grado de escuela primaria en las áreas de Matemática, Lenguaje (lectura y
escritura) y, para sexto grado el área de Ciencias Naturales.
Sus
resultados, publicados en 2015, aportaron información valiosa para el mejor
conocimiento sobre la calidad de la educación en la región, así como para
orientar la toma de decisiones en políticas públicas educativas.
Sin
duda, la contribución de la UNESCO, junto con otros organismos multilaterales,
al estudio de los sistemas y políticas educativas en América Latina nos colocan
en una situación cualitativamente distinta a la de hace 20 años.
Hoy,
las autoridades educativas nacionales y locales, así como los colectivos docentes, al interior
de cada escuela, disponen de una gran cantidad de información, cualitativa y
cuantitativa, para una mejor toma de decisiones.
En el
caso de México, la reforma educativa, aprobada en 2013, fortaleció la planeación y la evaluación
educativa, encomendando la coordinación del Sistema Nacional de Evaluación
Educativa al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, organismo
constitucionalmente autónomo.
A
diferencia de otras épocas, hoy la evaluación constituye un elemento
fundamental, intrínseco de la política educativa en México. Si bien es cierto
que, por sí misma, la evaluación no mejora la calidad de nuestro sistema
educativo, sí constituye un instrumento de incuestionable valor para contribuir
a que esto ocurra.
La
evaluación desempeña un papel central en el Modelo Educativo para la Educación
Obligatoria, tanto para la evaluación sistemática de los aprendizajes de los
alumnos de educación básica y media superior, como para el funcionamiento del
sistema de desarrollo profesional docente, basado en el mérito.
Podemos
afirmar que la evaluación formativa es una realidad.
Entre
2014 y 2017 más de 1.2 millones de docentes han participado en los concursos de
ingreso, promoción y desempeño en la función docente.
Asimismo,
con base en los resultados de las evaluaciones y considerando las necesidades
de formación docente, en 2017 más de 626 mil profesores de educación básica
recibieron capacitación.
Asimismo,
el INEE a partir de la información obtenida en los estudios de evaluación,
genera directrices las cuales son asumidas por las autoridades educativas,
federal y locales, para el diseño de políticas, programas y proyectos
que mejoren la calidad, equidad e inclusión de nuestro sistema educativo.
Sin
duda, el mandato del estado de garantizar la calidad de la educación
obligatoria para todos los educandos, constituye el aspecto medular de la reforma educativa y la evaluación se erige
como una estrategia insustituible para contribuir a lograrlo.
En
este marco, estudios como el Estudio Regional Comparativo y Explicativo del
Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación,
constituye una muy importante fuente de información para medir los avances
hacia una educación de calidad, con equidad e inclusión.
El
LLECE -que por cierto nació en México el 10 de noviembre de 1994- es de gran
relevancia para nuestro país y considero que también lo es de los países
latinoamericanos.
Gracias
a estudios como los desarrollados por el LLECE, el diseño de las políticas
educativas se realiza tomando como base evidencias empíricas sobre la calidad
de la educación y los factores asociados a la misma.
El
LLECE constituye, sin duda, un referente latinoamericano de concertación y
colaboración en evaluación educativa, ya que los países participan en todas las
etapas del proceso de evaluación; asimismo, los instrumentos de evaluación se
diseñan considerando las características curriculares y el contexto de los
sistemas educativos de América Latina y el Caribe, lo cual permite obtener
información regional, contextualizada y por ello con elevada pertinencia.
Por
ello, el LLECE ha sido considerado como un mecanismo clave para el monitoreo y
seguimiento del Marco de Acción de la Agenda de Educación 2030 y del Objetivo
de Desarrollo Sostenible N° 4 sobre Educación en la región.
Estoy
seguro que este evento cumplirá sus objetivos.
Entre ellos el de facilitar el intercambio de información, ideas y propuestas de académicos y
especialistas, para consolidar a la evaluación como herramienta fundamental de
la nueva generación de políticas educativas en la región, enfocadas a detonar
el enorme potencial que existe en todas las niñas, niños y jóvenes de nuestros
países.
No comments:
Post a Comment