Tuesday, December 15, 2020

RCEP vs. TMEC

 

RCEP vs. TMEC


Javier Treviño

 

@javier_trevino

 

Hace un mes, el 15 de noviembre, se firmó en Hanoi el tratado de la Asociación Económica Integral Regional (Regional Comprehensive Economic Partnership - RCEP). Es un acuerdo de libre comercio entre los diez estados miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam) y cinco economías, de extraordinaria importancia, con los que la ASEAN tiene acuerdos de libre comercio: Australia, China, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda. 

 

En estos 15 países se encuentra el 30% de la población mundial y el 30% del Producto Mundial Bruto. Esto es más grande que el TMEC o que la Unión Europea.

 

Cuando Donald Trump retiró a Estados Unidos del TPP en 2017 no imaginó el daño que le haría a su país y las consecuencias que esto acarrearía para la economía mundial. El Presidente Barack Obama había promovido el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (Trans-Pacific Partnership o TPP), del que formaban parte México, Chile y Perú, pero no China.

 

La idea del RCEP nació en 2012 para que China pudiera contrarrestar la influencia que Estados Unidos estaba tomando en Asia-Pacífico bajo el gobierno de Obama. El interés en el RCEP creció cuando Trump retiró a Estados Unidos del TPP cuya economía abarcaba dos terceras partes de la del bloque. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, y la visión proteccionista de poner a "Estados Unidos primero", han sido la oportunidad de China de establecer la agenda comercial regional en ausencia de Washington.

 

El tratado RCEP es el primer tratado de libre comercio entre China, Japón y Corea del Sur (tres de las cuatro grandes economías asiáticas), y es el primer tratado multilateral que incluye a China.​ Sin duda, ayudará en la recuperación de la economía tras la pandemia de Covid-19, así como a poner a Asia en el centro de gravedad de la economía mundial.​

 

El RCEP eliminará aranceles a las importaciones por los próximos 20 años e incluye provisiones respecto a propiedad intelectual, telecomunicaciones, servicios financieros, comercio electrónico y servicios profesionales. China parece ser el principal beneficiado y está bien posicionado para influir en las normas comerciales y expandir su influencia en Asia-Pacífico, algo que Obama quería prevenir.

 

Una angustia adicional para Estados Unidos es la debilidad de las cadenas de suministro. Richard Haass, el Presidente del Council on Foreign Relations de Nueva York, escribe esta semana sobre esta preocupación https://bit.ly/2Whzdmg . Y, para ilustrar la ansiedad de Estados Unidos, resume su artículo en dos dichos muy conocidos: “No pongas todos los huevos en una sola canasta” y “una cadena sólo es tan fuerte como su eslabón más débil”. 

 

Casi todo lo que se produce hoy en el planeta es resultado de una cadena de suministro. ¿Y qué es eso? Una cadena de suministro es una serie de etapas en los que las materias primas y componentes se producen, ensamblan y comercializan. En este proceso participan cientos de empresas en decenas de estados o países.

 

Hasta antes de la pandemia, las prioridades de las empresas eran mantener los costos bajos, reducir inventarios, asegurar la entrega “justo a tiempo” para achicar el espacio entre el momento de producción o adquisición de un producto y el de su venta. Después de la pandemia, la pregunta central es cómo lograr la fortaleza de las cadenas de suministro.

 

En un para de párrafos catastrofistas, Haass señala que los futuros brotes de enfermedades infecciosas, incendios forestales, huracanes, inundaciones, guerras entre países, guerras civiles, huelgas, accidentes nucleares, terremotos, colapsos mecánicos y ataques terroristas, podrían cerrar centros de producción por semanas o meses.

 

Pero la mayor preocupación acerca de las cadenas de suministro, en realidad, es el grado de dependencia que Estados Unidos ha llegado a tener de China, que es el mayor fabricante del planeta, para productos de importancia crítica. Y de ahí la importancia de contrarrestar el RCEP y fortalecer el TMEC.

 

Haass propone que una opción podría ser la reducción de la dependencia en un solo proveedor nacional o extranjero de un producto básico o componente de importancia crítica, lo que podría traducirse en contratar con, digamos, cinco proveedores, de modo que, si algo ocurriera con uno o varios de ellos, los países dependientes se verían menos afectados. Esto puede valer la pena hacerlo en ciertas áreas, especialmente entre aliados y socios cercanos.

 

Un segundo enfoque, según Haass, es exigir que el todo o parte de un componente, medicamento o tecnología de importancia esencial se fabrique localmente, en Estados Unidos. Con ello se reduce parte de la incertidumbre de depender de fuentes extranjeras que están lejos y fuera de nuestro control. Esto tendría un mayor costo y va en contra de los principios esenciales del comercio internacional y del concepto de la ventaja comparativa, en donde un país debería producir aquello en lo que es relativamente bueno e importar los productos que le resultan relativamente más costosos de producir. 

 

Pero todos sabemos que las decisiones económicamente ineficientes pueden, a veces, ir de la mano de la necesidad de garantizar la seguridad nacional. Obligar a producir localmente se parece bastante a la sustitución de importaciones, que es una forma de proteccionismo, a la que estuvimos acostumbrados en México en el siglo pasado.

 

Todo esto es una mala idea. Estaríamos afectando la apertura de las economías y el comercio internacional. Lo que se necesita hoy es promover más libre comercio para sacar a los países de la recesión autoinflingida. 

 

Richard Haass habla de otro camino posible para fortalecer las cadenas de suministro: almacenar existencias. Los gobiernos podrían adquirir y acopiar cantidades de componentes críticos para su economía y su sociedad para que sirvan de amortiguación contra las inevitables disrupciones en la cadena de suministro. Algunos ya lo hacen para el petróleo, algunos minerales y productos básicos. Las existencias en acopio podrían irse llenando naturalmente, sea por importaciones o producción local inducida por el mercado, para evitar los peligros del proteccionismo. También se podría acordar con otros países el compartir existencias o adquirirlas en grupo para reducir más aún las vulnerabilidades.

 

Creo que una respuesta adicional a la preocupación de Estados Unidos sobre las cadenas de suministro es mirar a México y fortalecer el TMEC. Aquí se pueden implementar muchas de las respuestas para lograr que la región de Amércia del Norte sea mucho más competitiva que la región del RCEP y que la Unión Europea. Una verdadera alianza entre el gobierno de México y las empresas globales y nacionales puede ser el instrumento para aumentar la inversión y el contenido nacional de nuestras exportaciones. Eso generará empleos y bienestar, además de una alianza estratégica con nuestros vecinos en el momento que el mundo requiere dejar atrás la pandemia y la recesión económica. La proximidad geográfica es determinante.

 

No podemos darle la espalda a la globalización, ni al libre comercio ni a las instituciones multilaterales por la excusa del nacionalismo y del proteccionismo.

 

 

https://www.sdpnoticias.com/columnas/javier-trevino-rcep-vs-tmec-economia-globalizacion.html

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