Javier Treviño Cantú
El Norte
19 de diciembre de 2007
¿A usted le gustan los libros? Hacia finales del siglo pasado, en el apogeo de la burbuja ".com", el paso de los libros a la era digital parecía inminente. La capacidad de generar, transmitir y almacenar textos por internet se consideraba un cambio solamente comparable a la invención de la imprenta. Sin embargo, en la práctica esto ha resultado más complicado de lo esperado por cuestiones legales y tecnológicas.
Algunos casos judiciales en Estados Unidos han obstaculizado el proceso, debido a las diferencias en torno a los derechos de autor y las regalías de las obras literarias entre escritores, casas editoriales y distribuidores, así como las compañías, bibliotecas y organizaciones sin fines de lucro que buscan digitalizarlas.
Uno de los casos emblemáticos es el de Random House contra Rosetta Books, la cual adquirió los derechos "electrónicos" de varios libros escritos antes de 1995, incluyendo a autores que mantenían contratos con la editorial. Random demandó a Rosetta en 2001, pero un juez consideró que los términos de los contratos no aplicaban para todos los tipos de libros, en especial los distribuidos de manera electrónica. Hoy, Rosetta ofrece en línea más de cien títulos, como "La Muerte de Artemio Cruz", de Carlos Fuentes.
Otro caso es el que describe Kevin Kelly en un polémico artículo ("Scan this Book", New York Times, 14/05/06), donde se reseña la demanda que interpuso en el 2005 la Asociación de Autores estadounidenses contra Google por su proyecto BookSearch, para digitalizar las colecciones completas de universidades como Harvard, Stanford y Oxford.
En México también se han dado controversias legales de otro tipo. En octubre del 2006, el Presidente Fox vetó la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro. La manzana de la discordia fue la propuesta de establecer un "precio único" para los libros. En la reciente Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el Presidente Calderón declaró que se necesita una nueva ley, pero no especificó si trabajará con el Congreso para resolver las diferencias que han impedido que se concrete esta iniciativa.
Paradójicamente, otro aspecto que ha frenado la llegada del libro a la era digital es la tecnología. Para muchos lectores, una de las virtudes de los libros es el placer de sostenerlos en las manos, olerlos y apreciar todas sus características, por lo que algunos empresarios han ideado propuestas alternativas.
El reconocido editor Jason Epstein y la compañía OnDemandBooks, por ejemplo, llevan años trabajando en la "Espresso Book Machine". Es una máquina parecida a los cajeros automáticos de los bancos, capaz de imprimir y encuadernar entre 15 y 20 libros de su catálogo digital por hora. A la fecha tienen operando dos de ellas, una en la librería del Banco Mundial, en Washington, y la segunda en la legendaria Biblioteca de Alejandría, en Egipto.
Otra de las evidentes virtudes de los libros es que son portátiles. La gran mayoría se puede llevar y disfrutar en cualquier lugar. Por ello, la idea de leerlos en un pequeño e incómodo aparato electrónico, como las Palm o el iPod, no ha tenido mucha aceptación.
El más exitoso, hasta ahora, había sido el Sony Reader. Salió al mercado el año pasado; tiene una pantalla de 6 pulgadas, y fue el primero en usar e-ink (la innovadora "tinta electrónica" surgida del Instituto Tecnológico de Massachusetts), que hace mucho más legible el texto. El problema del Reader es su falta de conectividad a la red. Primero hay que bajar el libro a la computadora, y luego pasarlo al Reader. Sobre todo, esto impide hacer búsquedas dentro del libro o establecer ligas a otros sitios.
Jeff Bezos, el creador de la tienda digital Amazon, vio en estas limitaciones una oportunidad de negocio: acaba de lanzar el Kindle, un nombre que se refiere a la capacidad de "encender" el conocimiento que ofrece la lectura. Es un aparato del tamaño aproximado de un libro de bolsillo, ligero, con una pantalla de dimensiones similares a las del Reader y que también usa e-ink.
La diferencia es que puede conectarse de manera inalámbrica a internet (mediante un sistema parecido al de los teléfonos celulares avanzados, conocido como Whispernet), y que Amazon se hace cargo de este costo. Según Bezos, esto hace que el Kindle no sea otro simple aparato electrónico, sino todo un servicio: permite consultar el catálogo de Amazon (con más de 90 mil títulos disponibles), comprar el libro (la mayoría a un precio único de 9.99 dólares), bajarlo de la red en menos de un minuto, y sumarlo a una biblioteca que puede almacenar hasta 200 volúmenes.
Al menos en México, el Kindle no será uno de los regalos más populares para esta próxima Navidad. Su precio es de 399 dólares, y el servicio de Whispernet sólo está disponible en algunas partes de Estados Unidos. Pero si logra convertirse en el producto que finalmente represente un parteaguas para la era digital del libro, es muy probable que pronto llegue a otros países. Mientras tanto, si se quiere conocer algo más de lo que significa la lectura en nuestro tiempo, el investigador de El Colegio de México Fernando Escalante recientemente publicó "A la Sombra de los Libros", y se puede comprar en línea visitando https://publicaciones.colmex.mx.
Wednesday, December 19, 2007
Wednesday, December 05, 2007
Frentes fríos para el 2008
Javier Treviño Cantú
El Norte
5 de diciembre de 2007
Se cumplió el primer año de gobierno del Presidente Felipe Calderón. Como él mismo lo ha dicho, sus aciertos han ido de la mano con los errores que necesariamente implica una difícil "curva de aprendizaje". Hacer predicciones es un negocio que no tiene futuro, inclusive en el terreno meteorológico. Sin embargo, ya se puede advertir que al inicio del 2008 le esperan, cuando menos, cinco frentes fríos:
1) En el propio Gobierno federal. El control ejercido sobre la agenda gubernamental y la disciplina impuesta al gabinete son dos de los cambios más contrastantes y bienvenidos. La necesidad de limitar el número de temas prioritarios es lógica, pero puede generar la percepción de que se descuidan asuntos que, cuando surgen, "sorprenden" al Gobierno. El caso del precio de la tortilla mostró la importancia de anticiparse a situaciones que impactan a la opinión pública, así como la necesidad de aplicar una política de comunicación más abierta y eficaz.
Igualmente, la decisión de restringir el protagonismo mediático de los secretarios de Estado ha servido para reafirmar la imagen de liderazgo que debe asumir el jefe del Ejecutivo. El truco está en los equilibrios. Si esta postura se lleva al extremo, como hasta ahora, el Presidente no tiene "fusibles" que lo protejan y, por lo tanto, junto a los aplausos, también se lleva todas las críticas.
2) En el entorno político. Al cargar a su cuenta personal las costosas alianzas que estableció, el Presidente Calderón mandó un mensaje invaluable: es un actor político que cumple su palabra. La confianza que generó esta señal explica muchos de los avances registrados cuando parecía imposible alcanzar acuerdos.
Ahora, como lo revelaron las declaraciones de su secretario particular en Monterrey, estas alianzas serán evaluadas y ajustadas ante los cambios registrados en el escenario. La conclusión de los relevos en las dirigencias de los tres principales partidos políticos abrirá nuevos espacios de interlocución para el Gobierno. Por otra parte, la reforma electoral marca el inicio de un juego político muy diferente, que exigirá nuevas prácticas para tratar de sacar adelante la siguiente serie de modificaciones constitucionales, antes de que el proceso electoral del 2009 cierre el camino.
3) En el panorama económico. A nuestros problemas estructurales pendientes se suman graves retos coyunturales. Los altos precios de los energéticos son un alivio para las finanzas públicas, pero ejercen un pesado lastre para el aparato productivo nacional. Tendencias similares en los precios internacionales de los alimentos coinciden con la apertura final del mercado agropecuario norteamericano, generando una enorme tensión social que se verá amplificada por la entrada en vigor del pospuesto "gasolinazo".
Todavía no hay acuerdo sobre el verdadero alcance del estallido de la burbuja hipotecaria de alto riesgo en Estados Unidos, pero nadie duda que tendrá un severo impacto en todo el mundo. Empezando por las economías más ligadas a la del vecino país, como la nuestra. Además, las dificultades económicas al otro lado de la frontera que están desalentando la migración, junto con los avances para "sellar" la línea divisoria, generarán una creciente presión laboral.
4) En el ámbito de la seguridad. A los límites de los "operativos conjuntos" contra de la delincuencia organizada, se añade el riesgo latente de nuevas acciones por parte de organizaciones como el EPR, que apenas el lunes pasado anunció la reanudación de su "hostigamiento militar".
El llamado del Presidente Calderón a frenar la narcontaminación electoral muestra el grado del peligro que amenaza a nuestra democracia. La conjunción de estos fenómenos con reclamos en comunidades afectadas por el desarrollo de las obras de infraestructura contempladas para el próximo año puede provocar turbulencias mayúsculas al mismo tiempo que se busca amarrar la Iniciativa Mérida.
5) En el campo de la diplomacia. Hacia el norte, las presiones de la saliente administración Bush, el clima antiinmigrante y el resurgimiento del proteccionismo comercial en la campaña presidencial de EU, exigirán un manejo de la relación con guantes de terciopelo.
Hacia el sur, resulta difícil que México siga manteniéndose al margen de las tensiones que provoca la búsqueda sostenida de modelos de desarrollo económico y político radicalmente alternativos. Otros actores están tratando de resolver este rompecabezas. La visita de Estado que supuestamente se haría a Brasil en el 2008 quizás ofrezca la oportunidad para una definición explícita del Gobierno mexicano.
Finalmente, la reciente visita a Asia de la Secretaria de Relaciones Exteriores indicó que se están preparando los viajes del Presidente Calderón a Japón y China, en un momento muy delicado por las dificultades que implican los Juegos Olímpicos. Son dos asignaturas pendientes claves que demandarán mucha mayor atención.
Nada es más cierto que la incertidumbre. Es imposible saber en qué condiciones se encontrará el gobierno del Presidente Calderón dentro de un año. Pero si queremos estar preparados para evitar alguna sorpresa estratégica en este helado clima, debemos empezar por pensar lo impensable.
El Norte
5 de diciembre de 2007
Se cumplió el primer año de gobierno del Presidente Felipe Calderón. Como él mismo lo ha dicho, sus aciertos han ido de la mano con los errores que necesariamente implica una difícil "curva de aprendizaje". Hacer predicciones es un negocio que no tiene futuro, inclusive en el terreno meteorológico. Sin embargo, ya se puede advertir que al inicio del 2008 le esperan, cuando menos, cinco frentes fríos:
1) En el propio Gobierno federal. El control ejercido sobre la agenda gubernamental y la disciplina impuesta al gabinete son dos de los cambios más contrastantes y bienvenidos. La necesidad de limitar el número de temas prioritarios es lógica, pero puede generar la percepción de que se descuidan asuntos que, cuando surgen, "sorprenden" al Gobierno. El caso del precio de la tortilla mostró la importancia de anticiparse a situaciones que impactan a la opinión pública, así como la necesidad de aplicar una política de comunicación más abierta y eficaz.
Igualmente, la decisión de restringir el protagonismo mediático de los secretarios de Estado ha servido para reafirmar la imagen de liderazgo que debe asumir el jefe del Ejecutivo. El truco está en los equilibrios. Si esta postura se lleva al extremo, como hasta ahora, el Presidente no tiene "fusibles" que lo protejan y, por lo tanto, junto a los aplausos, también se lleva todas las críticas.
2) En el entorno político. Al cargar a su cuenta personal las costosas alianzas que estableció, el Presidente Calderón mandó un mensaje invaluable: es un actor político que cumple su palabra. La confianza que generó esta señal explica muchos de los avances registrados cuando parecía imposible alcanzar acuerdos.
Ahora, como lo revelaron las declaraciones de su secretario particular en Monterrey, estas alianzas serán evaluadas y ajustadas ante los cambios registrados en el escenario. La conclusión de los relevos en las dirigencias de los tres principales partidos políticos abrirá nuevos espacios de interlocución para el Gobierno. Por otra parte, la reforma electoral marca el inicio de un juego político muy diferente, que exigirá nuevas prácticas para tratar de sacar adelante la siguiente serie de modificaciones constitucionales, antes de que el proceso electoral del 2009 cierre el camino.
3) En el panorama económico. A nuestros problemas estructurales pendientes se suman graves retos coyunturales. Los altos precios de los energéticos son un alivio para las finanzas públicas, pero ejercen un pesado lastre para el aparato productivo nacional. Tendencias similares en los precios internacionales de los alimentos coinciden con la apertura final del mercado agropecuario norteamericano, generando una enorme tensión social que se verá amplificada por la entrada en vigor del pospuesto "gasolinazo".
Todavía no hay acuerdo sobre el verdadero alcance del estallido de la burbuja hipotecaria de alto riesgo en Estados Unidos, pero nadie duda que tendrá un severo impacto en todo el mundo. Empezando por las economías más ligadas a la del vecino país, como la nuestra. Además, las dificultades económicas al otro lado de la frontera que están desalentando la migración, junto con los avances para "sellar" la línea divisoria, generarán una creciente presión laboral.
4) En el ámbito de la seguridad. A los límites de los "operativos conjuntos" contra de la delincuencia organizada, se añade el riesgo latente de nuevas acciones por parte de organizaciones como el EPR, que apenas el lunes pasado anunció la reanudación de su "hostigamiento militar".
El llamado del Presidente Calderón a frenar la narcontaminación electoral muestra el grado del peligro que amenaza a nuestra democracia. La conjunción de estos fenómenos con reclamos en comunidades afectadas por el desarrollo de las obras de infraestructura contempladas para el próximo año puede provocar turbulencias mayúsculas al mismo tiempo que se busca amarrar la Iniciativa Mérida.
5) En el campo de la diplomacia. Hacia el norte, las presiones de la saliente administración Bush, el clima antiinmigrante y el resurgimiento del proteccionismo comercial en la campaña presidencial de EU, exigirán un manejo de la relación con guantes de terciopelo.
Hacia el sur, resulta difícil que México siga manteniéndose al margen de las tensiones que provoca la búsqueda sostenida de modelos de desarrollo económico y político radicalmente alternativos. Otros actores están tratando de resolver este rompecabezas. La visita de Estado que supuestamente se haría a Brasil en el 2008 quizás ofrezca la oportunidad para una definición explícita del Gobierno mexicano.
Finalmente, la reciente visita a Asia de la Secretaria de Relaciones Exteriores indicó que se están preparando los viajes del Presidente Calderón a Japón y China, en un momento muy delicado por las dificultades que implican los Juegos Olímpicos. Son dos asignaturas pendientes claves que demandarán mucha mayor atención.
Nada es más cierto que la incertidumbre. Es imposible saber en qué condiciones se encontrará el gobierno del Presidente Calderón dentro de un año. Pero si queremos estar preparados para evitar alguna sorpresa estratégica en este helado clima, debemos empezar por pensar lo impensable.
Wednesday, November 21, 2007
Benchmarking con los BRICs
Javier Treviño Cantú
El Norte
21 de noviembre de 2007
México no fue incluido en el estudio publicado en 2003 por Goldman Sachs que dio origen al concepto de "economías emergentes BRIC", las siglas que identifican a Brasil, Rusia, India y China. Muchos han insistido en que nuestro país debe ser considerado en ese grupo de potencias regionales.
Más allá de buenos deseos, lo que hace falta es lo que en el mundo de los negocios se conoce como "benchmarking": una evaluación sistemática para analizar y comparar los procesos de un país con los de otras naciones líderes, a fin de obtener información que ayude a tomar decisiones y mejorar el desempeño propio.
Este benchmarking se podría iniciar en un área clave para la competitividad global: el desarrollo de infraestructura. El Foro Económico Mundial lo ubicó como el segundo pilar de su Índice de Competitividad Global 2007-2008. En este apartado, China ocupa el lugar 52, seguido por México en el sitio 61, Rusia en el 65, India en el 67 y Brasil en el 78.
Según algunos cálculos, tan sólo entre 2004 y 2006, China invirtió más de 950 mil millones de dólares en infraestructura. Es una cifra descomunal, que ha soportado tasas anuales de crecimiento superiores al 10 por ciento desde 2005. El costo, por supuesto, también ha sido enorme.
Por ejemplo, a un año de que la Presa de las Tres Gargantas fuera oficialmente terminada, el Wall Street Journal señaló en agosto pasado que plantea graves "peligros encubiertos", incluyendo contaminación, deslaves y otros desastres ecológicos a escala gigantesca.
Poco después, en un foro público, un alto funcionario chino reconoció abiertamente que el riesgo de una "catástrofe ambiental" merecía ser atendido. Lo destacado no fue que lo aceptara, sino que la agencia oficial de noticias Xinhua difundió ampliamente sus comentarios, provocando aun más dudas acerca del impacto que tendrá la presa.
La India, en cambio, ha logrado crecer a tasas cercanas al 9 por ciento anual, pero con grandes rezagos en su infraestructura. Existe un consenso en el sentido de que éste es el principal factor que está frenando un crecimiento aún más elevado, por lo que el gobierno calcula invertir 320 mil millones de dólares de aquí al 2012.
La pregunta que todos se hacen es si el dinero se gastará en forma adecuada. Como señala un reporte de Chatham House (sede del Real Instituto de Asuntos Internacionales del Reino Unido), la crisis de la infraestructura en la India tiene causas fundamentalmente políticas, ya que los recursos se asignan con base en criterios clientelares -sobre todo en los estados-, y no existe un marco regulatorio eficaz.
Por su parte, Rusia anunció un ambicioso programa para convertirse en la quinta economía mundial antes del 2020. Según el Financial Times, en septiembre el gobierno ruso reveló un plan a 10 años para invertir mil billones de dólares en su deteriorada infraestructura.
Un proyecto de estas dimensiones sólo se explica por dos razones. Primero, porque el cambio estructural en el mercado energético global le permite anticipar que seguirá contando con grandes flujos de efectivo provenientes de las exportaciones de petróleo y gas natural. Segundo, por que el estricto control político ejercido por el Presidente Putin y su equipo cercano "facilita" definir, sin mayores discusiones, los proyectos a los que se canalizarán los recursos.
En cuanto a Brasil, la administración encabezada por el Presidente Lula da Silva anunció en enero del 2007 un Plan para Acelerar el Crecimiento de la economía. Su objetivo es elevar la tasa actual, de menos de 3 por ciento en promedio, a 5 por ciento anual, para lo cual contempla destinar 250 mil millones de dólares a infraestructura hasta el 2010.
Según Paulo Sotero, director del Instituto Brasil del Centro Woodrow Wilson, el proyecto fue recibido con escepticismo por los analistas y la comunidad financiera internacional, debido a los antecedentes de corrupción e ineficiencia asociados a estos proyectos. Confirmando lo anterior, hace unos meses The Economist reportó que la mayoría de los planes para este año estaban retrasados.
En nuestro caso, el gobierno mexicano parece tener claro que la infraestructura es un asunto prioritario. El Presidente Calderón dio a conocer en julio el Programa Nacional de Infraestructura 2007-2012, que considera una inversión total cercana a los 250 mil millones de dólares, de los cuales 50 mil se ejercerán el próximo año.
Los esfuerzos de los BRICs nos dejan algunas lecciones que pueden ser útiles: 1) No todo es cuestión de dinero. Para que la nueva infraestructura contribuya al desarrollo sustentable del país, debe tomarse en cuenta su impacto ambiental y el efecto sobre las poblaciones vecinas. 2) Es indispensable contar con marcos regulatorios bien definidos y ejercer una transparencia ejemplar, para asegurar que los recursos lleguen a donde deben. 3) Se requiere un esfuerzo conjunto con los gobiernos estatales para definir las acciones que exigen las localidades y evitar que se diseñen desde un escritorio en la capital. 4) Se necesitan políticas de comunicación eficaces para superar el escepticismo que, por razones históricas muy presentes en la memoria colectiva, despiertan este tipo de iniciativas. Y, por último, lo que también hace falta es un verdadero benchmarking.
El Norte
21 de noviembre de 2007
México no fue incluido en el estudio publicado en 2003 por Goldman Sachs que dio origen al concepto de "economías emergentes BRIC", las siglas que identifican a Brasil, Rusia, India y China. Muchos han insistido en que nuestro país debe ser considerado en ese grupo de potencias regionales.
Más allá de buenos deseos, lo que hace falta es lo que en el mundo de los negocios se conoce como "benchmarking": una evaluación sistemática para analizar y comparar los procesos de un país con los de otras naciones líderes, a fin de obtener información que ayude a tomar decisiones y mejorar el desempeño propio.
Este benchmarking se podría iniciar en un área clave para la competitividad global: el desarrollo de infraestructura. El Foro Económico Mundial lo ubicó como el segundo pilar de su Índice de Competitividad Global 2007-2008. En este apartado, China ocupa el lugar 52, seguido por México en el sitio 61, Rusia en el 65, India en el 67 y Brasil en el 78.
Según algunos cálculos, tan sólo entre 2004 y 2006, China invirtió más de 950 mil millones de dólares en infraestructura. Es una cifra descomunal, que ha soportado tasas anuales de crecimiento superiores al 10 por ciento desde 2005. El costo, por supuesto, también ha sido enorme.
Por ejemplo, a un año de que la Presa de las Tres Gargantas fuera oficialmente terminada, el Wall Street Journal señaló en agosto pasado que plantea graves "peligros encubiertos", incluyendo contaminación, deslaves y otros desastres ecológicos a escala gigantesca.
Poco después, en un foro público, un alto funcionario chino reconoció abiertamente que el riesgo de una "catástrofe ambiental" merecía ser atendido. Lo destacado no fue que lo aceptara, sino que la agencia oficial de noticias Xinhua difundió ampliamente sus comentarios, provocando aun más dudas acerca del impacto que tendrá la presa.
La India, en cambio, ha logrado crecer a tasas cercanas al 9 por ciento anual, pero con grandes rezagos en su infraestructura. Existe un consenso en el sentido de que éste es el principal factor que está frenando un crecimiento aún más elevado, por lo que el gobierno calcula invertir 320 mil millones de dólares de aquí al 2012.
La pregunta que todos se hacen es si el dinero se gastará en forma adecuada. Como señala un reporte de Chatham House (sede del Real Instituto de Asuntos Internacionales del Reino Unido), la crisis de la infraestructura en la India tiene causas fundamentalmente políticas, ya que los recursos se asignan con base en criterios clientelares -sobre todo en los estados-, y no existe un marco regulatorio eficaz.
Por su parte, Rusia anunció un ambicioso programa para convertirse en la quinta economía mundial antes del 2020. Según el Financial Times, en septiembre el gobierno ruso reveló un plan a 10 años para invertir mil billones de dólares en su deteriorada infraestructura.
Un proyecto de estas dimensiones sólo se explica por dos razones. Primero, porque el cambio estructural en el mercado energético global le permite anticipar que seguirá contando con grandes flujos de efectivo provenientes de las exportaciones de petróleo y gas natural. Segundo, por que el estricto control político ejercido por el Presidente Putin y su equipo cercano "facilita" definir, sin mayores discusiones, los proyectos a los que se canalizarán los recursos.
En cuanto a Brasil, la administración encabezada por el Presidente Lula da Silva anunció en enero del 2007 un Plan para Acelerar el Crecimiento de la economía. Su objetivo es elevar la tasa actual, de menos de 3 por ciento en promedio, a 5 por ciento anual, para lo cual contempla destinar 250 mil millones de dólares a infraestructura hasta el 2010.
Según Paulo Sotero, director del Instituto Brasil del Centro Woodrow Wilson, el proyecto fue recibido con escepticismo por los analistas y la comunidad financiera internacional, debido a los antecedentes de corrupción e ineficiencia asociados a estos proyectos. Confirmando lo anterior, hace unos meses The Economist reportó que la mayoría de los planes para este año estaban retrasados.
En nuestro caso, el gobierno mexicano parece tener claro que la infraestructura es un asunto prioritario. El Presidente Calderón dio a conocer en julio el Programa Nacional de Infraestructura 2007-2012, que considera una inversión total cercana a los 250 mil millones de dólares, de los cuales 50 mil se ejercerán el próximo año.
Los esfuerzos de los BRICs nos dejan algunas lecciones que pueden ser útiles: 1) No todo es cuestión de dinero. Para que la nueva infraestructura contribuya al desarrollo sustentable del país, debe tomarse en cuenta su impacto ambiental y el efecto sobre las poblaciones vecinas. 2) Es indispensable contar con marcos regulatorios bien definidos y ejercer una transparencia ejemplar, para asegurar que los recursos lleguen a donde deben. 3) Se requiere un esfuerzo conjunto con los gobiernos estatales para definir las acciones que exigen las localidades y evitar que se diseñen desde un escritorio en la capital. 4) Se necesitan políticas de comunicación eficaces para superar el escepticismo que, por razones históricas muy presentes en la memoria colectiva, despiertan este tipo de iniciativas. Y, por último, lo que también hace falta es un verdadero benchmarking.
Wednesday, November 07, 2007
A un año de la elección
Javier Treviño Cantú
El Norte
7 de noviembre de 2007
Aun año de la elección presidencial en Estados Unidos, es claro que México estará muy presente en un proceso con características poco usuales. Esto, sumado a las políticas migratorias de la saliente administración Bush y las fricciones que provocará la llamada Iniciativa Mérida, sin duda pondrá a prueba la relación bilateral a lo largo de todo el 2008.
Por primera vez en casi medio siglo, ninguno de los precandidatos estadounidense es un Vicepresidente en funciones, con lo que la competencia se ha emparejado. Entre los aspirantes del Partido Republicano, el ex Alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, lleva una ligera ventaja, pero la lucha se mantiene muy cerrada. Por el Partido Demócrata, la Senadora Hillary Clinton sigue al frente en la mayoría de las encuestas, y las posibilidades de que logre obtener la candidatura son muy altas.
Sin embargo, la idea de que su triunfo era "inevitable" se esfumó el martes de la semana pasada. Durante un debate, la Senadora Clinton acaparó los cuestionamientos de sus rivales demócratas, y también del moderador, Tim Russert. Uno de los entrevistadores más serios y duros de la televisión estadounidense, Russert insistió en pedirle que respondiera sin ambigüedades si apoyaba la iniciativa del Gobernador de Nueva York para que los inmigrantes indocumentados puedan tener una licencia de manejar.
Para sorpresa de todos, la Senadora Clinton perdió su aplomo. No logró responder en forma contundente, y reafirmó la imagen de que busca quedar bien con todos los electores: sostuvo que "tenía sentido" dar licencias para conducir a los inmigrantes, pero sin respaldar la propuesta del Gobernador Eliot Spitzer. El traspié se magnificó, porque al día siguiente "jugó" con el tema del género, al señalar que los demás aspirantes demócratas la habían "atacado" no por ser mujer, sino por ir adelante.
Además de mostrar que ni la candidatura, ni el triunfo en la elección del 4 de noviembre de 2008, de la Senadora Clinton están asegurados, el incidente finalmente logró poner a la migración en el centro del debate electoral estadounidense.
El futuro de los millones de inmigrantes indocumentados que ya se encuentran en Estados Unidos, y la forma de evitar que sigan llegando sin control nuevas oleadas de trabajadores a través de la frontera con México, se ha convertido en un tema fundamental de la agenda de política interna de ese país.
Desde el fracaso de la reforma migratoria integral, el Gobierno del Presidente Bush está aplicando con todo rigor las leyes vigentes para detectar, detener y deportar a la mayor cantidad posible de indocumentados, así como para avanzar a marchas forzadas con la construcción de las bardas físicas y virtuales en la frontera. Mientras tanto, a nivel local se sigue restringiendo el acceso de los migrantes a servicios básicos y beneficios como las licencias de manejo, provocando tensiones cada vez más difíciles de manejar.
En este marco, los precandidatos del Partido Republicano ya parecen haber hecho sus cálculos. Si bien su dureza frente al tema migratorio les puede costar el apoyo del electorado "hispano", parecen confiar en que el resto de los votantes los respaldará para hacerse cargo de un asunto de "seguridad nacional": un terreno donde siempre han llevado ventaja frente al Partido Demócrata.
A pesar de su carácter internacional, parecería que el Gobierno mexicano ya reconoció y aceptó que la migración sea tratada como un tema estadounidense "interno". La "desmigratización" de la agenda bilateral se mantiene como uno de los pilares de nuestra política hacia el vecino del norte. Una de las posibles explicaciones es que se haya decidido mantener un perfil bajo para no "contaminar" la negociación de la Iniciativa Mérida.
El esfuerzo para elevar la cooperación en materia de seguridad ha resultado un ejercicio muy controvertido. No se ha generado la percepción de que se trató de una propuesta del Gobierno mexicano para cambiar los términos del esfuerzo bilateral y lograr que nuestros vecinos asuman una mayor responsabilidad en el combate al crimen organizado transnacional. En cambio, la estrategia de comunicación seguida ha reafirmado la imagen de un México apegado a la agenda definida por Estados Unidos desde el lanzamiento, en el 2005, de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte.
En el 2008, el recrudecimiento del clima antiinmigrante en Estados Unidos, la conclusión de la apertura del mercado agropecuario bajo el TLCAN -en un momento en que los precios de los granos muestran una tendencia global al alza-, y el proceso para echar a andar la Iniciativa Mérida, estarán formando un "caldo de cultivo" ideal para que las tensiones entre los dos países crezcan como la espuma.
A un año de la elección, si no se hace un corte de caja y se afinan las estrategias, es muy probable que, cuando sepamos quién es el próximo Presidente -o Presidenta- de Estados Unidos, iniciemos la siguiente etapa de la relación bilateral en medio de un clima de agravios y recriminaciones. La política exterior de México se pondrá a prueba. ¿Tendremos la capacidad para atender la gran cantidad de temas que nos unen más que nunca y, a la vez, nos distancian como siempre?
El Norte
7 de noviembre de 2007
Aun año de la elección presidencial en Estados Unidos, es claro que México estará muy presente en un proceso con características poco usuales. Esto, sumado a las políticas migratorias de la saliente administración Bush y las fricciones que provocará la llamada Iniciativa Mérida, sin duda pondrá a prueba la relación bilateral a lo largo de todo el 2008.
Por primera vez en casi medio siglo, ninguno de los precandidatos estadounidense es un Vicepresidente en funciones, con lo que la competencia se ha emparejado. Entre los aspirantes del Partido Republicano, el ex Alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, lleva una ligera ventaja, pero la lucha se mantiene muy cerrada. Por el Partido Demócrata, la Senadora Hillary Clinton sigue al frente en la mayoría de las encuestas, y las posibilidades de que logre obtener la candidatura son muy altas.
Sin embargo, la idea de que su triunfo era "inevitable" se esfumó el martes de la semana pasada. Durante un debate, la Senadora Clinton acaparó los cuestionamientos de sus rivales demócratas, y también del moderador, Tim Russert. Uno de los entrevistadores más serios y duros de la televisión estadounidense, Russert insistió en pedirle que respondiera sin ambigüedades si apoyaba la iniciativa del Gobernador de Nueva York para que los inmigrantes indocumentados puedan tener una licencia de manejar.
Para sorpresa de todos, la Senadora Clinton perdió su aplomo. No logró responder en forma contundente, y reafirmó la imagen de que busca quedar bien con todos los electores: sostuvo que "tenía sentido" dar licencias para conducir a los inmigrantes, pero sin respaldar la propuesta del Gobernador Eliot Spitzer. El traspié se magnificó, porque al día siguiente "jugó" con el tema del género, al señalar que los demás aspirantes demócratas la habían "atacado" no por ser mujer, sino por ir adelante.
Además de mostrar que ni la candidatura, ni el triunfo en la elección del 4 de noviembre de 2008, de la Senadora Clinton están asegurados, el incidente finalmente logró poner a la migración en el centro del debate electoral estadounidense.
El futuro de los millones de inmigrantes indocumentados que ya se encuentran en Estados Unidos, y la forma de evitar que sigan llegando sin control nuevas oleadas de trabajadores a través de la frontera con México, se ha convertido en un tema fundamental de la agenda de política interna de ese país.
Desde el fracaso de la reforma migratoria integral, el Gobierno del Presidente Bush está aplicando con todo rigor las leyes vigentes para detectar, detener y deportar a la mayor cantidad posible de indocumentados, así como para avanzar a marchas forzadas con la construcción de las bardas físicas y virtuales en la frontera. Mientras tanto, a nivel local se sigue restringiendo el acceso de los migrantes a servicios básicos y beneficios como las licencias de manejo, provocando tensiones cada vez más difíciles de manejar.
En este marco, los precandidatos del Partido Republicano ya parecen haber hecho sus cálculos. Si bien su dureza frente al tema migratorio les puede costar el apoyo del electorado "hispano", parecen confiar en que el resto de los votantes los respaldará para hacerse cargo de un asunto de "seguridad nacional": un terreno donde siempre han llevado ventaja frente al Partido Demócrata.
A pesar de su carácter internacional, parecería que el Gobierno mexicano ya reconoció y aceptó que la migración sea tratada como un tema estadounidense "interno". La "desmigratización" de la agenda bilateral se mantiene como uno de los pilares de nuestra política hacia el vecino del norte. Una de las posibles explicaciones es que se haya decidido mantener un perfil bajo para no "contaminar" la negociación de la Iniciativa Mérida.
El esfuerzo para elevar la cooperación en materia de seguridad ha resultado un ejercicio muy controvertido. No se ha generado la percepción de que se trató de una propuesta del Gobierno mexicano para cambiar los términos del esfuerzo bilateral y lograr que nuestros vecinos asuman una mayor responsabilidad en el combate al crimen organizado transnacional. En cambio, la estrategia de comunicación seguida ha reafirmado la imagen de un México apegado a la agenda definida por Estados Unidos desde el lanzamiento, en el 2005, de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte.
En el 2008, el recrudecimiento del clima antiinmigrante en Estados Unidos, la conclusión de la apertura del mercado agropecuario bajo el TLCAN -en un momento en que los precios de los granos muestran una tendencia global al alza-, y el proceso para echar a andar la Iniciativa Mérida, estarán formando un "caldo de cultivo" ideal para que las tensiones entre los dos países crezcan como la espuma.
A un año de la elección, si no se hace un corte de caja y se afinan las estrategias, es muy probable que, cuando sepamos quién es el próximo Presidente -o Presidenta- de Estados Unidos, iniciemos la siguiente etapa de la relación bilateral en medio de un clima de agravios y recriminaciones. La política exterior de México se pondrá a prueba. ¿Tendremos la capacidad para atender la gran cantidad de temas que nos unen más que nunca y, a la vez, nos distancian como siempre?
Wednesday, October 24, 2007
Mejores consensos
Javier Treviño Cantú
El Norte
24 de octubre de 2007
La reunión del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial reflejó los límites de la arquitectura financiera internacional construida hace poco más de medio siglo, y confirmó el surgimiento de nuevos equilibrios entre los países más desarrollados y las llamadas economías "emergentes".
Como todos los años, la élite financiera mundial se dio cita en Washington para asistir a la reunión conjunta de dos de las principales instituciones surgidas en Bretton Woods. Y, como ya es costumbre, el evento estuvo marcado por profundos desencuentros.
La crisis desatada por el colapso del mercado hipotecario de alto riesgo de Estados Unidos, sin duda ha demostrado la creciente complejidad del sistema financiero internacional. Como señaló recientemente el semanario inglés The Economist, desde el año pasado un economista del Banco Internacional de Pagos (www.bis.org/publ/work216.htm) advirtió que los cambios producidos por la liberación financiera, el éxito de las políticas anti-inflacionarias y la propia globalización, exigían acciones mucho más firmes para evitar tensiones a gran escala.
Las advertencias no fueron escuchadas por las instituciones encargadas de prevenir este tipo de situaciones. Y los reclamos no se han dejado esperar. El Ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, destacó lo "irónico" que resulta el hecho de que hasta ahora la reciente turbulencia financiera haya afectado principalmente a los países que han impuesto los criterios sobre buen gobierno financiero.
La reunión también permitió comprobar el gran peso que han ganado las economías emergentes. El crecimiento acelerado de países como China o la India; el incremento en los precios del petróleo, alimentos y otros productos básicos; los avances macroeconómicos; y el evidente cambio en las percepciones de riesgo entre los inversionistas, les están dando más capacidad de influencia que nunca.
Estas fortalezas se están traduciendo en alternativas concretas al FMI. Un caso se está dando en Asia, con la "Iniciativa de Chiang Mai", lanzada en el 2000 por los países de la Asociación del Sudeste Asiático, Japón, China y Corea del Sur. Otro ejemplo es el "Banco del Sur". Su lanzamiento está programado para el próximo 3 de noviembre, y gracias a las aportaciones de Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay tendrá un capital inicial aproximado de 7 mil millones de dólares.
Además, algunas economías emergentes buscan canalizar los recursos financieros que han acumulado a través de "fondos soberanos de inversión". Según algunos cálculos, estos instrumentos representarían activos de entre dos y tres mil billones de dólares. Son cifras gigantescas, que podrían llegar a desequilibrar los mercados globales. Por ello están tratando de ser regulados por organismos como el FMI, con la consecuente oposición de los países que los controlan.
Quizás uno de los aspectos más destacados de la reunión anual del Fondo y del Banco ha sido la discusión generada sobre los modelos de desarrollo. Las propias cifras del Panorama Económico que dio a conocer el FMI lo dicen todo: mientras se espera que China crezca este año 11.5 por ciento y la India 8.9 por ciento, América Latina en su conjunto previsiblemente lo hará 5 por ciento. Para México, la cifra anticipada es un desalentador 2.9 por ciento.
Ante esta realidad, algunos expertos consideran que habría que cambiar el viejo "consenso de Washington" por uno "mejor". Kuan Lee, de la Universidad Estatal de Seúl, John Matheus de la Universidad Macquarie de Australia, y Robert Wade de la London School of Economics, plantearon un enfoque basado en las políticas seguidas por Beijing, Seúl y Tokio, bautizándolo en inglés como el "BeST Consensus".
La propuesta, publicada hace unos días en el diario Financial Times, incluiría impulsar políticas para apoyar el desarrollo de las capacidades empresariales y tecnológicas de compañías locales. Considera que los gobiernos deben jugar un papel activo para compensar las deficiencias en la estructura de los mercados; no sólo a través de instituciones dedicadas a promover exportaciones, sino también de la sustitución de importaciones con mecanismos que aseguren la competitividad de las empresas beneficiadas.
También incluiría esquemas de financiamiento complementarios, y el suministro de información oportuna y de calidad sobre oportunidades de negocio. Sobre todo, este mejor consenso pone énfasis en impulsar una educación superior de excelencia, un punto que, como señalan los autores, nunca estuvo entre las prioridades del anterior esquema surgido en Washington.
A final de cuentas, el nuevo Director Gerente del Fondo, el francés Dominique Strauss-Kahn, heredará asuntos pendientes tan complejos como la reestructuración del organismo para reducir su déficit presupuestal y la reforma al sistema de cuotas para elevar el grado de representación de las economías emergentes. Con todo, en esta reunión también empezaron a perfilarse nuevos y mejores consensos que, con un poco de suerte y mucho trabajo, podrían ayudar a que países como el nuestro enfrenten las nuevas condiciones de una economía y un sistema financiero global radicalmente diferentes a los de la época cuando se crearon el FMI y el Banco Mundial.
El Norte
24 de octubre de 2007
La reunión del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial reflejó los límites de la arquitectura financiera internacional construida hace poco más de medio siglo, y confirmó el surgimiento de nuevos equilibrios entre los países más desarrollados y las llamadas economías "emergentes".
Como todos los años, la élite financiera mundial se dio cita en Washington para asistir a la reunión conjunta de dos de las principales instituciones surgidas en Bretton Woods. Y, como ya es costumbre, el evento estuvo marcado por profundos desencuentros.
La crisis desatada por el colapso del mercado hipotecario de alto riesgo de Estados Unidos, sin duda ha demostrado la creciente complejidad del sistema financiero internacional. Como señaló recientemente el semanario inglés The Economist, desde el año pasado un economista del Banco Internacional de Pagos (www.bis.org/publ/work216.htm) advirtió que los cambios producidos por la liberación financiera, el éxito de las políticas anti-inflacionarias y la propia globalización, exigían acciones mucho más firmes para evitar tensiones a gran escala.
Las advertencias no fueron escuchadas por las instituciones encargadas de prevenir este tipo de situaciones. Y los reclamos no se han dejado esperar. El Ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, destacó lo "irónico" que resulta el hecho de que hasta ahora la reciente turbulencia financiera haya afectado principalmente a los países que han impuesto los criterios sobre buen gobierno financiero.
La reunión también permitió comprobar el gran peso que han ganado las economías emergentes. El crecimiento acelerado de países como China o la India; el incremento en los precios del petróleo, alimentos y otros productos básicos; los avances macroeconómicos; y el evidente cambio en las percepciones de riesgo entre los inversionistas, les están dando más capacidad de influencia que nunca.
Estas fortalezas se están traduciendo en alternativas concretas al FMI. Un caso se está dando en Asia, con la "Iniciativa de Chiang Mai", lanzada en el 2000 por los países de la Asociación del Sudeste Asiático, Japón, China y Corea del Sur. Otro ejemplo es el "Banco del Sur". Su lanzamiento está programado para el próximo 3 de noviembre, y gracias a las aportaciones de Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay tendrá un capital inicial aproximado de 7 mil millones de dólares.
Además, algunas economías emergentes buscan canalizar los recursos financieros que han acumulado a través de "fondos soberanos de inversión". Según algunos cálculos, estos instrumentos representarían activos de entre dos y tres mil billones de dólares. Son cifras gigantescas, que podrían llegar a desequilibrar los mercados globales. Por ello están tratando de ser regulados por organismos como el FMI, con la consecuente oposición de los países que los controlan.
Quizás uno de los aspectos más destacados de la reunión anual del Fondo y del Banco ha sido la discusión generada sobre los modelos de desarrollo. Las propias cifras del Panorama Económico que dio a conocer el FMI lo dicen todo: mientras se espera que China crezca este año 11.5 por ciento y la India 8.9 por ciento, América Latina en su conjunto previsiblemente lo hará 5 por ciento. Para México, la cifra anticipada es un desalentador 2.9 por ciento.
Ante esta realidad, algunos expertos consideran que habría que cambiar el viejo "consenso de Washington" por uno "mejor". Kuan Lee, de la Universidad Estatal de Seúl, John Matheus de la Universidad Macquarie de Australia, y Robert Wade de la London School of Economics, plantearon un enfoque basado en las políticas seguidas por Beijing, Seúl y Tokio, bautizándolo en inglés como el "BeST Consensus".
La propuesta, publicada hace unos días en el diario Financial Times, incluiría impulsar políticas para apoyar el desarrollo de las capacidades empresariales y tecnológicas de compañías locales. Considera que los gobiernos deben jugar un papel activo para compensar las deficiencias en la estructura de los mercados; no sólo a través de instituciones dedicadas a promover exportaciones, sino también de la sustitución de importaciones con mecanismos que aseguren la competitividad de las empresas beneficiadas.
También incluiría esquemas de financiamiento complementarios, y el suministro de información oportuna y de calidad sobre oportunidades de negocio. Sobre todo, este mejor consenso pone énfasis en impulsar una educación superior de excelencia, un punto que, como señalan los autores, nunca estuvo entre las prioridades del anterior esquema surgido en Washington.
A final de cuentas, el nuevo Director Gerente del Fondo, el francés Dominique Strauss-Kahn, heredará asuntos pendientes tan complejos como la reestructuración del organismo para reducir su déficit presupuestal y la reforma al sistema de cuotas para elevar el grado de representación de las economías emergentes. Con todo, en esta reunión también empezaron a perfilarse nuevos y mejores consensos que, con un poco de suerte y mucho trabajo, podrían ayudar a que países como el nuestro enfrenten las nuevas condiciones de una economía y un sistema financiero global radicalmente diferentes a los de la época cuando se crearon el FMI y el Banco Mundial.
Wednesday, October 10, 2007
Desencanto global
Javier Treviño Cantú
El Norte
10 de octubre de 2007
Después de una campaña que dividió y enfrentó al país, Costa Rica finalmente votó a favor del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Era el único país que no había ratificado el tratado negociado en el 2004, junto con Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y la República Dominicana.
La forma en la que se resolvió el asunto representó un proceso único, ya que es la primera vez que la aceptación o el rechazo a un instrumento de este tipo se decide mediante un referéndum. Sin embargo, también es un ejemplo de un proceso mucho más amplio, que está reflejando las tensiones y los temores provocados por la globalización. No sólo entre los países "emergentes", sino también en naciones desarrolladas como la de nuestros vecinos del norte.
Someter el acuerdo a un referéndum representó una prueba de fuego para la democracia costarricense. El Presidente Óscar Arias, consciente del riesgo que significaba para su país quedar aislado de un mecanismo en el que participan todos sus vecinos centroamericanos -excepto Belice y Panamá, que negociaron su propio TLC con Estados Unidos-, decidió jugarse todo a una carta muy arriesgada.
El ejercicio democrático acabó contando con todos los elementos para darle un tono dramático a la contienda. Se enfrentaron dos bandos claramente definidos, con el gobierno, la mayoría del sector privado e incluso Washington a favor del "sí", y un grupo muy diverso a favor del "no". Entre ellos estaban sindicatos, grupos de académicos y estudiantes, sectores políticos de centro-izquierda, miembros de la iglesia católica y organizaciones sociales.
El proceso estuvo marcado por el escándalo. El vicepresidente Kevin Casas tuvo que renunciar, tras la filtración de un memorándum en el que recomendaba emprender una campaña para provocar temor entre los trabajadores afectados por el rechazo al acuerdo. El grupo opositor también buscó generar miedo, argumentando que la apertura de sectores como el agropecuario o el de las telecomunicaciones traería consecuencias devastadoras.
Además, las encuestas generaron incertidumbre. Dos meses antes, los sondeos daban como ganador al "sí", pero en las últimas semanas el "no" cerró la brecha y, a unos días de la votación, el periódico Al Día le daba una mínima ventaja a los oponentes del acuerdo. Las encuestas fueron atinadas, ya que el resultado final fue muy cerrado: con un 60 por ciento de participación, 51.6 por ciento estuvo a favor y 48.4 por ciento en contra, según los últimos datos disponibles.
Lo más delicado es que los estrategas de ambos lados convirtieron el referéndum en una lucha de clases entre "ricos y pobres"; entre aquellos dispuestos a competir en el terreno de la dura economía globalizada, contra los defensores de una economía nacionalista y de una cultura con características propias.
En realidad esto no es sorprendente. Como lo muestra una encuesta sobre percepciones globales del Centro Pew (http://pewresearch.org/pubs/607/global-trade-immigration), el temor a los efectos del libre comercio y la migración internacional está manifestándose con más fuerza que nunca.
En los 47 países donde se realizó el estudio, la mayoría de los participantes reconoció los beneficios del comercio global y la economía de mercado. Esto fue más notorio en regiones como Asia y América Latina; sin embargo, destacó que el "entusiasmo" por el libre comercio ha disminuido significativamente durante los pasados cinco años en países como Estados Unidos, Italia, Francia y el Reino Unido.
Prácticamente en todos los lugares incluidos en la encuesta la gente dijo temer una pérdida de su cultura tradicional e identidad nacional. Por la misma razón, la mayoría también manifestó que éstas deberían ser protegidas contra las "amenazas externas".
El aspecto más preocupante de la encuesta es que el temor a otras influencias culturales y el desencanto con las ventajas que ofrece el libre comercio se reflejan en una inquietud generalizada por los efectos de la migración internacional. Tanto en países ricos como en los que están en proceso de desarrollo, una amplia mayoría de los encuestados -incluyendo 71 por ciento en México- se mostró a favor de imponer controles migratorios más estrictos.
Como lo hemos visto en nuestro país, desde mediados de los años 80, y especialmente a raíz del TLC con Estados Unidos y Canadá, la globalización nos ha brindado muchas oportunidades. Al mismo tiempo, nos ha planteado retos que no hemos logrado enfrentar con la velocidad y la precisión necesarias para que sus beneficios alcancen a la gran mayoría de los mexicanos.
Esto se muestra con todo su dramatismo en el éxodo de los millones de migrantes indocumentados que se han ido a Estados Unidos para encontrar trabajos mejor pagados. Ahora, ellos son los que están sufriendo a nivel local las consecuencias del fracaso para alcanzar una reforma migratoria integral en Washington.
La ratificación por parte de Costa Rica del acuerdo comercial tendrá consecuencias no sólo para ese país, sino para toda la región en donde México está buscando recuperar su liderazgo. Esperemos que nuestra experiencia, y las de tantos otros países que están luchando por aprovechar lo mejor de la globalización, les sirva para no cometer los mismos errores que nosotros no hemos sabido reconocer, ni superar.
El Norte
10 de octubre de 2007
Después de una campaña que dividió y enfrentó al país, Costa Rica finalmente votó a favor del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Era el único país que no había ratificado el tratado negociado en el 2004, junto con Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y la República Dominicana.
La forma en la que se resolvió el asunto representó un proceso único, ya que es la primera vez que la aceptación o el rechazo a un instrumento de este tipo se decide mediante un referéndum. Sin embargo, también es un ejemplo de un proceso mucho más amplio, que está reflejando las tensiones y los temores provocados por la globalización. No sólo entre los países "emergentes", sino también en naciones desarrolladas como la de nuestros vecinos del norte.
Someter el acuerdo a un referéndum representó una prueba de fuego para la democracia costarricense. El Presidente Óscar Arias, consciente del riesgo que significaba para su país quedar aislado de un mecanismo en el que participan todos sus vecinos centroamericanos -excepto Belice y Panamá, que negociaron su propio TLC con Estados Unidos-, decidió jugarse todo a una carta muy arriesgada.
El ejercicio democrático acabó contando con todos los elementos para darle un tono dramático a la contienda. Se enfrentaron dos bandos claramente definidos, con el gobierno, la mayoría del sector privado e incluso Washington a favor del "sí", y un grupo muy diverso a favor del "no". Entre ellos estaban sindicatos, grupos de académicos y estudiantes, sectores políticos de centro-izquierda, miembros de la iglesia católica y organizaciones sociales.
El proceso estuvo marcado por el escándalo. El vicepresidente Kevin Casas tuvo que renunciar, tras la filtración de un memorándum en el que recomendaba emprender una campaña para provocar temor entre los trabajadores afectados por el rechazo al acuerdo. El grupo opositor también buscó generar miedo, argumentando que la apertura de sectores como el agropecuario o el de las telecomunicaciones traería consecuencias devastadoras.
Además, las encuestas generaron incertidumbre. Dos meses antes, los sondeos daban como ganador al "sí", pero en las últimas semanas el "no" cerró la brecha y, a unos días de la votación, el periódico Al Día le daba una mínima ventaja a los oponentes del acuerdo. Las encuestas fueron atinadas, ya que el resultado final fue muy cerrado: con un 60 por ciento de participación, 51.6 por ciento estuvo a favor y 48.4 por ciento en contra, según los últimos datos disponibles.
Lo más delicado es que los estrategas de ambos lados convirtieron el referéndum en una lucha de clases entre "ricos y pobres"; entre aquellos dispuestos a competir en el terreno de la dura economía globalizada, contra los defensores de una economía nacionalista y de una cultura con características propias.
En realidad esto no es sorprendente. Como lo muestra una encuesta sobre percepciones globales del Centro Pew (http://pewresearch.org/pubs/607/global-trade-immigration), el temor a los efectos del libre comercio y la migración internacional está manifestándose con más fuerza que nunca.
En los 47 países donde se realizó el estudio, la mayoría de los participantes reconoció los beneficios del comercio global y la economía de mercado. Esto fue más notorio en regiones como Asia y América Latina; sin embargo, destacó que el "entusiasmo" por el libre comercio ha disminuido significativamente durante los pasados cinco años en países como Estados Unidos, Italia, Francia y el Reino Unido.
Prácticamente en todos los lugares incluidos en la encuesta la gente dijo temer una pérdida de su cultura tradicional e identidad nacional. Por la misma razón, la mayoría también manifestó que éstas deberían ser protegidas contra las "amenazas externas".
El aspecto más preocupante de la encuesta es que el temor a otras influencias culturales y el desencanto con las ventajas que ofrece el libre comercio se reflejan en una inquietud generalizada por los efectos de la migración internacional. Tanto en países ricos como en los que están en proceso de desarrollo, una amplia mayoría de los encuestados -incluyendo 71 por ciento en México- se mostró a favor de imponer controles migratorios más estrictos.
Como lo hemos visto en nuestro país, desde mediados de los años 80, y especialmente a raíz del TLC con Estados Unidos y Canadá, la globalización nos ha brindado muchas oportunidades. Al mismo tiempo, nos ha planteado retos que no hemos logrado enfrentar con la velocidad y la precisión necesarias para que sus beneficios alcancen a la gran mayoría de los mexicanos.
Esto se muestra con todo su dramatismo en el éxodo de los millones de migrantes indocumentados que se han ido a Estados Unidos para encontrar trabajos mejor pagados. Ahora, ellos son los que están sufriendo a nivel local las consecuencias del fracaso para alcanzar una reforma migratoria integral en Washington.
La ratificación por parte de Costa Rica del acuerdo comercial tendrá consecuencias no sólo para ese país, sino para toda la región en donde México está buscando recuperar su liderazgo. Esperemos que nuestra experiencia, y las de tantos otros países que están luchando por aprovechar lo mejor de la globalización, les sirva para no cometer los mismos errores que nosotros no hemos sabido reconocer, ni superar.
Wednesday, September 26, 2007
Ironías de la historia
Javier Treviño Cantú
El Norte
26 de septiembre de 2007
La historia se repite. Igual que a principios de la década pasada, la relación entre México y Estados Unidos pasa por un momento clave. La búsqueda de acuerdos fundamentales con una administración que va de salida, coincide con una elección presidencial en donde los principales temas de la agenda común -seguridad, migración y comercio- pueden ser determinantes para definir quién será el próximo ocupante de la Casa Blanca.
En 1992, la negociación del TLC de América del Norte coincidió con la lucha por la Presidencia estadounidense entre el republicano George Bush padre, el demócrata Bill Clinton y Ross Perot. El empresario texano acuñó una de las frases más recordadas de aquella elección, cuando sostuvo que el sonido del TLC era parecido al de una gigantesca aspiradora, por la gran cantidad de empleos que supuestamente irían a parar a México.
A final de cuentas, Clinton ganó, concluyó la negociación y apoyó la ratificación del tratado comercial concebido por la Administración Bush. Pero, en lugar de que la aspiradora del TLC succionara empleos hacia nuestro país, la crisis de 1994-95, la falta de un mecanismo trilateral para apoyar el desarrollo acelerado de México y la ausencia de reformas estructurales acabaron por detonar el crecimiento explosivo de la migración hacia el vecino país.
Ahora, los gobiernos de Felipe Calderón y George W. Bush están negociando un acuerdo de largo alcance en materia de seguridad, que podría tener efectos tan trascendentes como los del TLC.
El domingo pasado, nos volvimos a enterar por un periódico estadounidense, el Dallas Morning News, que las negociaciones van muy avanzadas. En sus declaraciones al diario, la Canciller Patricia Espinosa comentó que ya había terminado la parte "técnica" de las discusiones, y que había un claro entendimiento respecto a los programas de cooperación que se busca impulsar.
La nota confirmó que la ayuda ofrecida sumaría mil millones de dólares, y destacó que el plan deberá ser discutido y aprobado por el Congreso de Estados Unidos. Además, reveló que se estaría considerando una posible visita del Presidente Calderón al rancho del Presidente Bush, en Texas, para que los mandatarios presenten conjuntamente la iniciativa.
Altos funcionarios mexicanos, citados por el diario, insistieron en que lo significativo del acuerdo no estaría en el nivel de la ayuda estadounidense, sino en la adopción de un enfoque "corresponsable" para hacer frente a las organizaciones criminales transnacionales. Sin embargo, unos días antes, la GAO (la oficina del Congreso encargada de revisar las cuentas y los programas del gobierno estadounidense) presentó un reporte que nos da una idea más clara de lo que puede significar esta "corresponsabilidad".
Según el informe, desde al año pasado Estados Unidos tiene lista una "estrategia antinarcóticos para la zona fronteriza del suroeste", que estaría siendo "revisada" ante las acciones emprendidas por el Gobierno mexicano para combatir al crimen organizado. La GAO recomienda centrarse en cuatro puntos para maximizar su éxito:
1) Promover una mayor coordinación entre el Departamento de Defensa de EU y las Fuerzas Armadas de México; 2) alcanzar un acuerdo de cooperación marítima para que las autoridades estadounidenses puedan interceptar y abordar embarcaciones en aguas soberanas de México; 3) restablecer la "Operación Halcón" de vigilancia aérea en la frontera, resolviendo los pendientes relacionados con las responsabilidades en que podrían incurrir los pilotos estadounidenses; y 4) evaluar el equipo aéreo que necesita México para determinar la ayuda que puede ofrecer Estados Unidos.
En el documento de la GAO queda claro lo mucho que ellos esperan de nosotros. Lo que seguimos sin saber es qué está pidiendo el Gobierno mexicano, en qué va a ceder cada parte, y a cambió de qué.
La "ventana de oportunidad" es muy estrecha para que el Congreso de Estados Unidos autorice este año los fondos que requiere un plan de tales dimensiones. Además, por la complejidad del tema y las diferencias partidistas al respecto, la discusión entre los congresistas estadounidenses -y ojalá que también entre los legisladores mexicanos- deberá ser muy cuidadosa. En ese sentido, sería lógico que, en el mejor de los casos, un auténtico plan de cooperación de seguridad bilateral pudiera empezar a aplicarse hasta el próximo año; es decir, cuando la elección presidencial de Estados Unidos estará en pleno apogeo.
Al proceso electoral de nuestros vecinos todavía le falta mucho. Pero es un hecho que, hasta ahora, los demócratas le llevan una amplia delantera a los republicanos en casi todas las encuestas de opinión, y que, entre los demócratas, Hillary Clinton está consolidando la ventaja que tiene sobre sus principales oponentes.
Resultaría irónico que, en uno de los escenarios más probables, la Senadora Clinton ganara la Presidencia de Estados Unidos, y que su Gobierno tuviera que acabar de negociar y apoyar la ratificación del acuerdo de seguridad concebido por la administración de George W. Bush. Por lo pronto, a casi 15 años del TLC, otros miembros de las familias Bush y Clinton están jugando papeles centrales en un nuevo tipo de cooperación bilateral.
El Norte
26 de septiembre de 2007
La historia se repite. Igual que a principios de la década pasada, la relación entre México y Estados Unidos pasa por un momento clave. La búsqueda de acuerdos fundamentales con una administración que va de salida, coincide con una elección presidencial en donde los principales temas de la agenda común -seguridad, migración y comercio- pueden ser determinantes para definir quién será el próximo ocupante de la Casa Blanca.
En 1992, la negociación del TLC de América del Norte coincidió con la lucha por la Presidencia estadounidense entre el republicano George Bush padre, el demócrata Bill Clinton y Ross Perot. El empresario texano acuñó una de las frases más recordadas de aquella elección, cuando sostuvo que el sonido del TLC era parecido al de una gigantesca aspiradora, por la gran cantidad de empleos que supuestamente irían a parar a México.
A final de cuentas, Clinton ganó, concluyó la negociación y apoyó la ratificación del tratado comercial concebido por la Administración Bush. Pero, en lugar de que la aspiradora del TLC succionara empleos hacia nuestro país, la crisis de 1994-95, la falta de un mecanismo trilateral para apoyar el desarrollo acelerado de México y la ausencia de reformas estructurales acabaron por detonar el crecimiento explosivo de la migración hacia el vecino país.
Ahora, los gobiernos de Felipe Calderón y George W. Bush están negociando un acuerdo de largo alcance en materia de seguridad, que podría tener efectos tan trascendentes como los del TLC.
El domingo pasado, nos volvimos a enterar por un periódico estadounidense, el Dallas Morning News, que las negociaciones van muy avanzadas. En sus declaraciones al diario, la Canciller Patricia Espinosa comentó que ya había terminado la parte "técnica" de las discusiones, y que había un claro entendimiento respecto a los programas de cooperación que se busca impulsar.
La nota confirmó que la ayuda ofrecida sumaría mil millones de dólares, y destacó que el plan deberá ser discutido y aprobado por el Congreso de Estados Unidos. Además, reveló que se estaría considerando una posible visita del Presidente Calderón al rancho del Presidente Bush, en Texas, para que los mandatarios presenten conjuntamente la iniciativa.
Altos funcionarios mexicanos, citados por el diario, insistieron en que lo significativo del acuerdo no estaría en el nivel de la ayuda estadounidense, sino en la adopción de un enfoque "corresponsable" para hacer frente a las organizaciones criminales transnacionales. Sin embargo, unos días antes, la GAO (la oficina del Congreso encargada de revisar las cuentas y los programas del gobierno estadounidense) presentó un reporte que nos da una idea más clara de lo que puede significar esta "corresponsabilidad".
Según el informe, desde al año pasado Estados Unidos tiene lista una "estrategia antinarcóticos para la zona fronteriza del suroeste", que estaría siendo "revisada" ante las acciones emprendidas por el Gobierno mexicano para combatir al crimen organizado. La GAO recomienda centrarse en cuatro puntos para maximizar su éxito:
1) Promover una mayor coordinación entre el Departamento de Defensa de EU y las Fuerzas Armadas de México; 2) alcanzar un acuerdo de cooperación marítima para que las autoridades estadounidenses puedan interceptar y abordar embarcaciones en aguas soberanas de México; 3) restablecer la "Operación Halcón" de vigilancia aérea en la frontera, resolviendo los pendientes relacionados con las responsabilidades en que podrían incurrir los pilotos estadounidenses; y 4) evaluar el equipo aéreo que necesita México para determinar la ayuda que puede ofrecer Estados Unidos.
En el documento de la GAO queda claro lo mucho que ellos esperan de nosotros. Lo que seguimos sin saber es qué está pidiendo el Gobierno mexicano, en qué va a ceder cada parte, y a cambió de qué.
La "ventana de oportunidad" es muy estrecha para que el Congreso de Estados Unidos autorice este año los fondos que requiere un plan de tales dimensiones. Además, por la complejidad del tema y las diferencias partidistas al respecto, la discusión entre los congresistas estadounidenses -y ojalá que también entre los legisladores mexicanos- deberá ser muy cuidadosa. En ese sentido, sería lógico que, en el mejor de los casos, un auténtico plan de cooperación de seguridad bilateral pudiera empezar a aplicarse hasta el próximo año; es decir, cuando la elección presidencial de Estados Unidos estará en pleno apogeo.
Al proceso electoral de nuestros vecinos todavía le falta mucho. Pero es un hecho que, hasta ahora, los demócratas le llevan una amplia delantera a los republicanos en casi todas las encuestas de opinión, y que, entre los demócratas, Hillary Clinton está consolidando la ventaja que tiene sobre sus principales oponentes.
Resultaría irónico que, en uno de los escenarios más probables, la Senadora Clinton ganara la Presidencia de Estados Unidos, y que su Gobierno tuviera que acabar de negociar y apoyar la ratificación del acuerdo de seguridad concebido por la administración de George W. Bush. Por lo pronto, a casi 15 años del TLC, otros miembros de las familias Bush y Clinton están jugando papeles centrales en un nuevo tipo de cooperación bilateral.
Wednesday, September 12, 2007
Desastres políticos naturales
Javier Treviño Cantú
El Norte
12 de septiembre de 2007
Los ejes de la política interna y la política exterior del gobierno del Presidente Felipe Calderón volvieron a cruzarse. Ahora fue en la coyuntura del primer Informe y la gira que realizó a Nueva Zelanda, Australia -para participar en la reunión del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC)-, y la India.
Junto con el combate al crimen organizado, la política exterior ha sido uno de los terrenos que más frutos le han redituado al Presidente Calderón en el primer tramo de su gobierno. El trabajo serio y profesional de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que ha permitido ir recuperando lo mejor de la tradición diplomática de nuestro país, se convirtió en una pieza clave de la estrategia seguida por la actual administración para contrastarse simbólicamente con la de su antecesor.
Esta vez, después de entregar por escrito el primer Informe de Gobierno en la Cámara de Diputados y del mensaje televisado desde Palacio Nacional al día siguiente, en lugar de que el Presidente y su gabinete salieran a promover sus logros, casi todos desaparecieron del mapa informativo. Con ello, crearon un vacío que acabó por desinflar el circo armado alrededor del evento ritual.
Ante la avalancha de críticas por la "falla técnica" que sacó del aire a la diputada Ruth Zavaleta, y en un tenso ambiente político por la discusión simultánea de las reformas electoral y fiscal, prácticamente la única dependencia que salió a dar la cara ante los medios fue Relaciones Exteriores. El inminente viaje del Presidente Calderón a Oceanía y la India abrió el espacio para citar a una inusual conferencia de prensa en la Cancillería.
Sin embargo, la evaporación mediática del propio Presidente Calderón hizo que el arranque de su nueva gira internacional fuera totalmente "anticlimático". A diferencia de sus viajes previos, esta vez el Mandatario no ofreció ni una sola entrevista, a medios nacionales o extranjeros, para precisar personalmente los objetivos de la excursión asiática.
En medio de las tormentas e inundaciones causadas por el huracán "Henriette", resultó paradójico que Calderón viajara precisamente para discutir la forma de combatir el cambio climático en la reunión de los líderes de las economías de APEC. Junto con las visitas a Nueva Zelanda y la India para impulsar su diplomacia comercial, esta gira marcó así la culminación de una primera etapa, en la que el Presidente ha ido cumpliendo -en la forma, más que en el fondo- cada uno de los objetivos centrales que se trazó al inicio de su administración.
Después de dedicarle una atención prioritaria a América Latina para recomponer relaciones maltrechas; de realizar dos giras a Europa para tratar de equilibrar el enorme peso que ejerce nuestra cercanía a Estados Unidos; de buscar "en lo oscurito" un replanteamiento de la cooperación sobre seguridad con nuestro vecino del norte; y de decidirse a jugar un papel activo en los foros multilaterales manteniendo la candidatura de México al Consejo de Seguridad de la ONU en 2009-2010, solamente faltaba la visita a Asia para acabar de "palomear" la lista de tareas iniciales.
En el fondo, sin embargo, la gira deja dos grandes pendientes. El primero es regional: este viaje no incluyó visitas a China y Japón, con lo que se pospuso el relanzamiento de dos relaciones bilaterales claves para México. El segundo pendiente es de carácter estratégico: una vez cumplidas las formas diplomáticas de esta primera etapa, ahora es necesario dotar de verdadero contenido a la política exterior de nuestro país.
El problema, como se vio en las distintas conferencias de prensa que sí tuvo que ofrecer el Presidente Calderón durante la gira, es que el eje de la política interna seguirá reclamando la mayor parte de su atención. Sobre todo, porque los desastres naturales causados por los huracanes que deberá atender, no se comparan con el desastroso giro que está tomando el panorama nacional. Ni modo: toda la política es local.
A su regreso lo esperan cinco malas noticias: 1) una segunda llamada de alerta sobre los riesgos reales para nuestra seguridad nacional, después de los nuevos atentados contra la infraestructura energética del País; 2) la evidente falta de previsión de los aparatos de inteligencia y de capacidad operativa por parte de los encargados de la gobernabilidad del País; 3) un rompecabezas legislativo que obstaculiza el logro de reformas económicas y políticas realmente estructurales, con todo el lastre para nuestra estabilidad y competitividad que ello implica; 4) la reactivación de los enfrentamientos con la dirigencia del PAN; y 5) un nuevo escándalo internacional, por la detención en Estados Unidos del que fuera zapatero personal del ex Presidente Fox, Martín Villegas, acusado por el Departamento de Justicia de aquel país de tráfico ilegal de especies en peligro de extinción y lavado de dinero, después de una investigación que tenía más de tres años.
Después de esta gira, las únicas buenas noticias en casa para el Presidente Calderón son que puede contar con una Cancillería que ahora sí está dedicada a hacer su trabajo con eficacia, y que siempre podrá seguir contando con su antecesor para recordarnos que no todo tiempo pasado fue mejor.
El Norte
12 de septiembre de 2007
Los ejes de la política interna y la política exterior del gobierno del Presidente Felipe Calderón volvieron a cruzarse. Ahora fue en la coyuntura del primer Informe y la gira que realizó a Nueva Zelanda, Australia -para participar en la reunión del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC)-, y la India.
Junto con el combate al crimen organizado, la política exterior ha sido uno de los terrenos que más frutos le han redituado al Presidente Calderón en el primer tramo de su gobierno. El trabajo serio y profesional de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que ha permitido ir recuperando lo mejor de la tradición diplomática de nuestro país, se convirtió en una pieza clave de la estrategia seguida por la actual administración para contrastarse simbólicamente con la de su antecesor.
Esta vez, después de entregar por escrito el primer Informe de Gobierno en la Cámara de Diputados y del mensaje televisado desde Palacio Nacional al día siguiente, en lugar de que el Presidente y su gabinete salieran a promover sus logros, casi todos desaparecieron del mapa informativo. Con ello, crearon un vacío que acabó por desinflar el circo armado alrededor del evento ritual.
Ante la avalancha de críticas por la "falla técnica" que sacó del aire a la diputada Ruth Zavaleta, y en un tenso ambiente político por la discusión simultánea de las reformas electoral y fiscal, prácticamente la única dependencia que salió a dar la cara ante los medios fue Relaciones Exteriores. El inminente viaje del Presidente Calderón a Oceanía y la India abrió el espacio para citar a una inusual conferencia de prensa en la Cancillería.
Sin embargo, la evaporación mediática del propio Presidente Calderón hizo que el arranque de su nueva gira internacional fuera totalmente "anticlimático". A diferencia de sus viajes previos, esta vez el Mandatario no ofreció ni una sola entrevista, a medios nacionales o extranjeros, para precisar personalmente los objetivos de la excursión asiática.
En medio de las tormentas e inundaciones causadas por el huracán "Henriette", resultó paradójico que Calderón viajara precisamente para discutir la forma de combatir el cambio climático en la reunión de los líderes de las economías de APEC. Junto con las visitas a Nueva Zelanda y la India para impulsar su diplomacia comercial, esta gira marcó así la culminación de una primera etapa, en la que el Presidente ha ido cumpliendo -en la forma, más que en el fondo- cada uno de los objetivos centrales que se trazó al inicio de su administración.
Después de dedicarle una atención prioritaria a América Latina para recomponer relaciones maltrechas; de realizar dos giras a Europa para tratar de equilibrar el enorme peso que ejerce nuestra cercanía a Estados Unidos; de buscar "en lo oscurito" un replanteamiento de la cooperación sobre seguridad con nuestro vecino del norte; y de decidirse a jugar un papel activo en los foros multilaterales manteniendo la candidatura de México al Consejo de Seguridad de la ONU en 2009-2010, solamente faltaba la visita a Asia para acabar de "palomear" la lista de tareas iniciales.
En el fondo, sin embargo, la gira deja dos grandes pendientes. El primero es regional: este viaje no incluyó visitas a China y Japón, con lo que se pospuso el relanzamiento de dos relaciones bilaterales claves para México. El segundo pendiente es de carácter estratégico: una vez cumplidas las formas diplomáticas de esta primera etapa, ahora es necesario dotar de verdadero contenido a la política exterior de nuestro país.
El problema, como se vio en las distintas conferencias de prensa que sí tuvo que ofrecer el Presidente Calderón durante la gira, es que el eje de la política interna seguirá reclamando la mayor parte de su atención. Sobre todo, porque los desastres naturales causados por los huracanes que deberá atender, no se comparan con el desastroso giro que está tomando el panorama nacional. Ni modo: toda la política es local.
A su regreso lo esperan cinco malas noticias: 1) una segunda llamada de alerta sobre los riesgos reales para nuestra seguridad nacional, después de los nuevos atentados contra la infraestructura energética del País; 2) la evidente falta de previsión de los aparatos de inteligencia y de capacidad operativa por parte de los encargados de la gobernabilidad del País; 3) un rompecabezas legislativo que obstaculiza el logro de reformas económicas y políticas realmente estructurales, con todo el lastre para nuestra estabilidad y competitividad que ello implica; 4) la reactivación de los enfrentamientos con la dirigencia del PAN; y 5) un nuevo escándalo internacional, por la detención en Estados Unidos del que fuera zapatero personal del ex Presidente Fox, Martín Villegas, acusado por el Departamento de Justicia de aquel país de tráfico ilegal de especies en peligro de extinción y lavado de dinero, después de una investigación que tenía más de tres años.
Después de esta gira, las únicas buenas noticias en casa para el Presidente Calderón son que puede contar con una Cancillería que ahora sí está dedicada a hacer su trabajo con eficacia, y que siempre podrá seguir contando con su antecesor para recordarnos que no todo tiempo pasado fue mejor.
Wednesday, August 29, 2007
Inteligencia 2.0
Javier Treviño Cantú
El Norte
29 de agosto de 2007
Los nuevos "medios sociales" de comunicación, conocidos como Web 2.0, pueden tener un profundo impacto en las instituciones gubernamentales y las empresas. Todavía es muy pronto para medir su efecto, ya sea en la estructura de las organizaciones, o en la forma en la que pueden facilitar una comunicación interna y externa más productiva.
Pero el hecho de que los medios 2.0 estén siendo adoptados no sólo por un creciente número de compañías en todo el mundo, sino también por instituciones de gobierno tan complejas como la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, indica que su aplicación va mucho más allá de una tendencia pasajera.
Los medios 2.0 se distinguen, al menos, por tres razones: 1) Los usuarios juegan un papel central en la producción de contenidos -como los blogs- y en el establecimiento de redes "colaborativas" para la generación y actualización constante de bases de datos e información institucional, con base en modelos similares a la Wikipedia.
2) Incluyen plataformas de comunicación basadas en internet, desde sistemas de correo electrónico e intranets de acceso restringido, hasta sitios para la interacción social como Facebook.
3) Utilizan sistemas para "agregar" noticias e información, como los que permiten incluir datos en los mapas de Google Earth, y recibir servicios informativos a través de RSS ("sindicación realmente simple") o transmisiones de audio y video de los podcasts.
La semana pasada, la firma de consultoría McKinsey dio a conocer un estudio sobre el uso de medios 2.0, basado en una encuesta a más de 2 mil 800 altos ejecutivos de compañías de todo el mundo. Sus resultados son reveladores. Setenta por ciento de los entrevistados señaló que usan una combinación de estas tecnologías para mantener relaciones con sus clientes que van mucho más allá de las ventas. Por ejemplo, a través de blogs establecen un diálogo directo que les permite mejorar su atención al cliente, e inclusive desarrollar nuevos productos y servicios.
Dentro de las empresas, las tecnologías más eficaces son las que facilitan la colaboración, en especial las "wikis". Su uso permite superar barreras entre los niveles jerárquicos y las distintas funciones de la organización, generando un flujo constante de información entre todas las áreas para alcanzar un mismo objetivo.
El estudio destaca que el éxito de estas iniciativas depende de dos factores claves:
1) El apoyo de las áreas directivas, para asegurar que toda la organización cuente con los recursos y los espacios de colaboración necesarios; y 2) el establecimiento de reglas muy claras, para evitar que el uso de estos medios resulte contraproducente (por ejemplo, al generar mensajes contradictorios en los blogs, en donde se confunda una opinión personal con la postura institucional de la organización), o distraiga a la gente de sus responsabilidades fundamentales.
La aplicación de estas tecnologías 2.0 en el terreno empresarial ya tiene tiempo. Sin embargo, el caso que está generando una gran controversia sobre sus ventajas y riesgos, es la decisión que tomó la Dirección Nacional de Inteligencia de Estados Unidos de incorporarlas.
La "comunidad" de agencias estadounidenses dedicadas al espionaje, la intercepción de señales electrónicas y el análisis de datos clasificados e información "abierta" tienen fama de ineficiente por algunas fallas evidentes. Dos de las más recientes son la incapacidad para prevenir los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, y el fiasco de las armas de destrucción masiva que supuestamente estarían en poder del régimen de Sadam Hussein, y que sirvieron como argumento para la invasión de Iraq.
La misma naturaleza "secreta" del trabajo que implican las tareas de inteligencia, la rivalidad histórica entre las distintas agencias, la incompatibilidad de sus respectivos sistemas tecnológicos y una cultura que "compartamentaliza" la información son algunos de los elementos que han impedido generar auténtica inteligencia, con la rapidez y flexibilidad necesarias para responder a las nuevas amenazas transnacionales que enfrenta la superpotencia.
Ante este escenario, en el 2005, Calvin Andreus ganó un concurso, convocado por la CIA, con un ensayo sobre los blogs y wikis como medios para que la comunidad de inteligencia tuviera la capacidad de adaptarse al inseguro mundo actual. A mediados de este año, el director de Inteligencia Nacional, Mike McConnell, publicó su propio ensayo en la revista Foreign Affairs, señalando que estaba en proceso de crear "comunidades virtuales de analistas".
Ahora, el diario inglés Financial Times reportó que, para finales de este año, la comunidad de inteligencia estadounidense podrá interactuar en un sitio llamado "A-Space", siguiendo el modelo de MySpace. También contará con una "Intellipedia", basada en el esquema colaborativo de la Wikipedia, y con una biblioteca digital.
Si en el caso de las empresas todavía no existen mejores prácticas para evaluar el impacto de los medios 2.0, medir su éxito en un área tan sensible como la comunidad de inteligencia de Estados Unidos dependerá de un referente muy claro: su capacidad para alertar a tiempo sobre un nuevo ataque terrorista o alguna otra amenaza a gran escala.
El Norte
29 de agosto de 2007
Los nuevos "medios sociales" de comunicación, conocidos como Web 2.0, pueden tener un profundo impacto en las instituciones gubernamentales y las empresas. Todavía es muy pronto para medir su efecto, ya sea en la estructura de las organizaciones, o en la forma en la que pueden facilitar una comunicación interna y externa más productiva.
Pero el hecho de que los medios 2.0 estén siendo adoptados no sólo por un creciente número de compañías en todo el mundo, sino también por instituciones de gobierno tan complejas como la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, indica que su aplicación va mucho más allá de una tendencia pasajera.
Los medios 2.0 se distinguen, al menos, por tres razones: 1) Los usuarios juegan un papel central en la producción de contenidos -como los blogs- y en el establecimiento de redes "colaborativas" para la generación y actualización constante de bases de datos e información institucional, con base en modelos similares a la Wikipedia.
2) Incluyen plataformas de comunicación basadas en internet, desde sistemas de correo electrónico e intranets de acceso restringido, hasta sitios para la interacción social como Facebook.
3) Utilizan sistemas para "agregar" noticias e información, como los que permiten incluir datos en los mapas de Google Earth, y recibir servicios informativos a través de RSS ("sindicación realmente simple") o transmisiones de audio y video de los podcasts.
La semana pasada, la firma de consultoría McKinsey dio a conocer un estudio sobre el uso de medios 2.0, basado en una encuesta a más de 2 mil 800 altos ejecutivos de compañías de todo el mundo. Sus resultados son reveladores. Setenta por ciento de los entrevistados señaló que usan una combinación de estas tecnologías para mantener relaciones con sus clientes que van mucho más allá de las ventas. Por ejemplo, a través de blogs establecen un diálogo directo que les permite mejorar su atención al cliente, e inclusive desarrollar nuevos productos y servicios.
Dentro de las empresas, las tecnologías más eficaces son las que facilitan la colaboración, en especial las "wikis". Su uso permite superar barreras entre los niveles jerárquicos y las distintas funciones de la organización, generando un flujo constante de información entre todas las áreas para alcanzar un mismo objetivo.
El estudio destaca que el éxito de estas iniciativas depende de dos factores claves:
1) El apoyo de las áreas directivas, para asegurar que toda la organización cuente con los recursos y los espacios de colaboración necesarios; y 2) el establecimiento de reglas muy claras, para evitar que el uso de estos medios resulte contraproducente (por ejemplo, al generar mensajes contradictorios en los blogs, en donde se confunda una opinión personal con la postura institucional de la organización), o distraiga a la gente de sus responsabilidades fundamentales.
La aplicación de estas tecnologías 2.0 en el terreno empresarial ya tiene tiempo. Sin embargo, el caso que está generando una gran controversia sobre sus ventajas y riesgos, es la decisión que tomó la Dirección Nacional de Inteligencia de Estados Unidos de incorporarlas.
La "comunidad" de agencias estadounidenses dedicadas al espionaje, la intercepción de señales electrónicas y el análisis de datos clasificados e información "abierta" tienen fama de ineficiente por algunas fallas evidentes. Dos de las más recientes son la incapacidad para prevenir los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, y el fiasco de las armas de destrucción masiva que supuestamente estarían en poder del régimen de Sadam Hussein, y que sirvieron como argumento para la invasión de Iraq.
La misma naturaleza "secreta" del trabajo que implican las tareas de inteligencia, la rivalidad histórica entre las distintas agencias, la incompatibilidad de sus respectivos sistemas tecnológicos y una cultura que "compartamentaliza" la información son algunos de los elementos que han impedido generar auténtica inteligencia, con la rapidez y flexibilidad necesarias para responder a las nuevas amenazas transnacionales que enfrenta la superpotencia.
Ante este escenario, en el 2005, Calvin Andreus ganó un concurso, convocado por la CIA, con un ensayo sobre los blogs y wikis como medios para que la comunidad de inteligencia tuviera la capacidad de adaptarse al inseguro mundo actual. A mediados de este año, el director de Inteligencia Nacional, Mike McConnell, publicó su propio ensayo en la revista Foreign Affairs, señalando que estaba en proceso de crear "comunidades virtuales de analistas".
Ahora, el diario inglés Financial Times reportó que, para finales de este año, la comunidad de inteligencia estadounidense podrá interactuar en un sitio llamado "A-Space", siguiendo el modelo de MySpace. También contará con una "Intellipedia", basada en el esquema colaborativo de la Wikipedia, y con una biblioteca digital.
Si en el caso de las empresas todavía no existen mejores prácticas para evaluar el impacto de los medios 2.0, medir su éxito en un área tan sensible como la comunidad de inteligencia de Estados Unidos dependerá de un referente muy claro: su capacidad para alertar a tiempo sobre un nuevo ataque terrorista o alguna otra amenaza a gran escala.
Wednesday, August 15, 2007
Desencuentro norteamericano
Javier Treviño Cantú
El Norte
15 de agosto de 2007
El encuentro que sostendrán el próximo lunes los líderes de México, Estados Unidos y Canadá en Montebello, Québec, tal vez refleje con más claridad que nunca las desventajas y los límites de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN).
Desde que se lanzó en marzo del 2005, este controvertido mecanismo ha generado más dudas que certidumbre. Su naturaleza opaca, alejada de la luz que pudieran arrojar los congresos de cada país, ha provocado sospechas acerca de sus verdaderos objetivos y alcances.
El propósito de la Alianza es impulsar la competitividad regional y vincular la prosperidad con la seguridad colectiva. Sin embargo, en el caso de nuestros dos vecinos del norte no parece estarlo logrando, como lo muestran dos ejemplos recientes. El primero tiene que ver con la añeja controversia comercial por las exportaciones canadienses de madera "suave". Después del acuerdo alcanzado en octubre del 2006, a principios de este mes la Representante Comercial de Estados Unidos, Susan Schwab, consideró que Canadá estaba violando el convenio y decidió llevar el caso ante la Corte Internacional de Arbitraje de Londres.
El segundo ejemplo son las diferencias por la intención que tiene Canadá de ejercer su soberanía sobre el "paso marítimo del noroeste", que puede conectar a los océanos Pacífico y Atlántico ante el descongelamiento provocado por el calentamiento global.
Estados Unidos sostiene que debe ser un espacio abierto a la navegación internacional, pero el Primer Ministro canadiense, Stephen Harper, tiene otro punto de vista: ha adoptado un discurso nacionalista, señalando que "o ejercen su soberanía o la pierden", e incluso ha tomado decisiones de corte "belicista" para ejercer control sobre el paso marítimo, como la compra de barcos para patrullarlo y el establecimiento de dos nuevas bases militares. Habrá que ver si en la reunión del lunes se da a conocer alguna medida que ayude a romper el hielo entre los aliados, pero parece improbable.
En lo que toca a México, la opacidad de la ASPAN dificulta saber si es el mecanismo a través del cual se está tratando de alcanzar el nuevo esquema de cooperación sobre seguridad con Estados Unidos. Desde que las historias periodísticas provenientes del norte nos alertaron sobre la negociación para dar un nuevo enfoque a la ayuda que ofrece el vecino, nunca se ha planteado que las discusiones se dieran en el marco de la Alianza.
A principios de mes, la más reciente historia nos llegó mediante el Washington Post. Se señalaba que el acuerdo estaba a punto de concretarse y que implicaba la participación activa del Congreso estadounidense, ya que los montos de la ayuda considerados irían de los cientos a los miles de millones de dólares.
Las autoridades mexicanas tuvieron que confirmar la nota, pero los detalles y las condiciones del proyecto siguen manteniéndose en la sombra. Algunos pensaron que la próxima reunión trilateral en Canadá podría servir para hacer el esperado anuncio del llamado "Plan México", pero esto también parece improbable. La participación del Congreso estadounidense en el acuerdo iría en contra del espíritu "discreto" que ha caracterizado a la ASPAN, por lo que hay pocas posibilidades de que se formalice la próxima semana.
En cuanto a la agenda para la prosperidad, la Alianza ha registrado algunos avances importantes. Aunque tampoco se enmarcó como parte de los esfuerzos de la ASPAN, la firma -esta semana- del "Plan Estratégico Aduanero Bilateral México-EU" está plenamente alineada con sus objetivos originales.
Además, la creación de organismos como el Consejo Norteamericano para la Competitividad ha permitido generar relaciones constructivas entre los sectores privados de los tres países y otros actores comprometidos con el avance de la región. Es un esquema valioso, que puede impulsar una participación más activa de nuestras respectivas sociedades en la búsqueda de soluciones eficaces a los retos que compartimos.
Aun así, la Alianza no ha contribuido a superar algunas de nuestras viejas controversias comerciales bilaterales, como el acceso de los camiones de carga mexicanos a Estados Unidos; ni permite abordar con un enfoque regional el tema migratorio. Éste es el principal obstáculo para fortalecer la competitividad de América del Norte, pero como la Alianza no contempla su discusión, seguimos arrastrando un lastre cada vez más pesado.
Hasta ahora, la ASPAN no le ha reportado ventajas clave a México en los principales terrenos de la agenda bilateral: migración, competitividad y seguridad. ¿Cuál es el sentido de mantener la estructura de una Alianza que no nos está produciendo ganancias netas?
Si la Cumbre de Montebello resulta un desencuentro, habrá que buscar en otra parte las definiciones para impulsar una mayor seguridad y prosperidad de América del Norte. Como con tantas otras cosas, primero tendremos que esperar al cambio de administración en Estados Unidos para replantear a fondo estructura, agenda y compromiso con la transparencia de la ASPAN. Claro está, a no ser que México o Canadá se decidan a hacer una propuesta viable para sustituirla por un nuevo mecanismo, que conduzca al establecimiento de una auténtica Alianza.
El Norte
15 de agosto de 2007
El encuentro que sostendrán el próximo lunes los líderes de México, Estados Unidos y Canadá en Montebello, Québec, tal vez refleje con más claridad que nunca las desventajas y los límites de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN).
Desde que se lanzó en marzo del 2005, este controvertido mecanismo ha generado más dudas que certidumbre. Su naturaleza opaca, alejada de la luz que pudieran arrojar los congresos de cada país, ha provocado sospechas acerca de sus verdaderos objetivos y alcances.
El propósito de la Alianza es impulsar la competitividad regional y vincular la prosperidad con la seguridad colectiva. Sin embargo, en el caso de nuestros dos vecinos del norte no parece estarlo logrando, como lo muestran dos ejemplos recientes. El primero tiene que ver con la añeja controversia comercial por las exportaciones canadienses de madera "suave". Después del acuerdo alcanzado en octubre del 2006, a principios de este mes la Representante Comercial de Estados Unidos, Susan Schwab, consideró que Canadá estaba violando el convenio y decidió llevar el caso ante la Corte Internacional de Arbitraje de Londres.
El segundo ejemplo son las diferencias por la intención que tiene Canadá de ejercer su soberanía sobre el "paso marítimo del noroeste", que puede conectar a los océanos Pacífico y Atlántico ante el descongelamiento provocado por el calentamiento global.
Estados Unidos sostiene que debe ser un espacio abierto a la navegación internacional, pero el Primer Ministro canadiense, Stephen Harper, tiene otro punto de vista: ha adoptado un discurso nacionalista, señalando que "o ejercen su soberanía o la pierden", e incluso ha tomado decisiones de corte "belicista" para ejercer control sobre el paso marítimo, como la compra de barcos para patrullarlo y el establecimiento de dos nuevas bases militares. Habrá que ver si en la reunión del lunes se da a conocer alguna medida que ayude a romper el hielo entre los aliados, pero parece improbable.
En lo que toca a México, la opacidad de la ASPAN dificulta saber si es el mecanismo a través del cual se está tratando de alcanzar el nuevo esquema de cooperación sobre seguridad con Estados Unidos. Desde que las historias periodísticas provenientes del norte nos alertaron sobre la negociación para dar un nuevo enfoque a la ayuda que ofrece el vecino, nunca se ha planteado que las discusiones se dieran en el marco de la Alianza.
A principios de mes, la más reciente historia nos llegó mediante el Washington Post. Se señalaba que el acuerdo estaba a punto de concretarse y que implicaba la participación activa del Congreso estadounidense, ya que los montos de la ayuda considerados irían de los cientos a los miles de millones de dólares.
Las autoridades mexicanas tuvieron que confirmar la nota, pero los detalles y las condiciones del proyecto siguen manteniéndose en la sombra. Algunos pensaron que la próxima reunión trilateral en Canadá podría servir para hacer el esperado anuncio del llamado "Plan México", pero esto también parece improbable. La participación del Congreso estadounidense en el acuerdo iría en contra del espíritu "discreto" que ha caracterizado a la ASPAN, por lo que hay pocas posibilidades de que se formalice la próxima semana.
En cuanto a la agenda para la prosperidad, la Alianza ha registrado algunos avances importantes. Aunque tampoco se enmarcó como parte de los esfuerzos de la ASPAN, la firma -esta semana- del "Plan Estratégico Aduanero Bilateral México-EU" está plenamente alineada con sus objetivos originales.
Además, la creación de organismos como el Consejo Norteamericano para la Competitividad ha permitido generar relaciones constructivas entre los sectores privados de los tres países y otros actores comprometidos con el avance de la región. Es un esquema valioso, que puede impulsar una participación más activa de nuestras respectivas sociedades en la búsqueda de soluciones eficaces a los retos que compartimos.
Aun así, la Alianza no ha contribuido a superar algunas de nuestras viejas controversias comerciales bilaterales, como el acceso de los camiones de carga mexicanos a Estados Unidos; ni permite abordar con un enfoque regional el tema migratorio. Éste es el principal obstáculo para fortalecer la competitividad de América del Norte, pero como la Alianza no contempla su discusión, seguimos arrastrando un lastre cada vez más pesado.
Hasta ahora, la ASPAN no le ha reportado ventajas clave a México en los principales terrenos de la agenda bilateral: migración, competitividad y seguridad. ¿Cuál es el sentido de mantener la estructura de una Alianza que no nos está produciendo ganancias netas?
Si la Cumbre de Montebello resulta un desencuentro, habrá que buscar en otra parte las definiciones para impulsar una mayor seguridad y prosperidad de América del Norte. Como con tantas otras cosas, primero tendremos que esperar al cambio de administración en Estados Unidos para replantear a fondo estructura, agenda y compromiso con la transparencia de la ASPAN. Claro está, a no ser que México o Canadá se decidan a hacer una propuesta viable para sustituirla por un nuevo mecanismo, que conduzca al establecimiento de una auténtica Alianza.
Wednesday, August 01, 2007
Historias del norte
Javier Treviño Cantú
El Norte
1 de agosto de 2007
Los medios de comunicación han sido uno de los principales motores de la democratización de México. La prensa escrita y los medios electrónicos han jugado un papel determinante en este proceso y, sin embargo, hoy sus esfuerzos parecen estar quedándose cortos. Sobre todo, en el terreno del periodismo de investigación.
Ante la presión impuesta por internet, los periódicos buscan rivalizar con la radio y la televisión a través de sus sitios electrónicos. En el camino, pueden perder su esencia. Como señaló hace poco el escritor Héctor Aguilar Camín, leyendo los diarios mexicanos "uno se entera de lo que pasa sin entender lo que sucede". Tiene razón. La mayoría de los periódicos se están convirtiendo en un espacio donde se multiplican narrativas inconexas, que acaban perdiéndose en el tiempo. Cada nuevo escándalo sepulta al anterior. Los hilos quedan sueltos.
La tendencia resulta conveniente para algunos actores. En especial para los gobiernos, que siempre han sido el principal objetivo de atención periodística. Ante un público saturado de noticias "sueltas", si un gobierno logra superar la primera andanada mediática cuando ocurre algún asunto delicado, puede esperar que la atención vaya diluyéndose, hasta que surja el nuevo tema que acapare las primeras planas.
Algo de esto parece estar ocurriendo con la estrategia del actual gobierno mexicano en lo que toca a su política de seguridad internacional.
Como no se veía desde el sexenio de Miguel de la Madrid, casi toda la información sobre las acciones que aparentemente se están impulsando para promover nuevos esquemas de cooperación en materia de seguridad a nivel regional -tanto con Estados Unidos como con Centroamérica y Colombia- nos están llegando a través de la prensa extranjera. O, en el mejor de los casos, mediante breves apuntes de los principales corresponsales mexicanos en Washington.
Por ejemplo, a mediados de marzo, después de la visita del Presidente Bush a Mérida, el Presidente Calderón invitó al corresponsal del Washington Post a que lo acompañara en el TP-01 durante un vuelo de Mexicali al DF. Ahí, el Mandatario mexicano habló sobre su visión y definió la relación bilateral como "compleja y difícil", y calificó de "absurdas" las políticas estadounidenses para ejercer un mayor control fronterizo, incluyendo la construcción del muro. Con ello reafirmó una estrategia basada en el reclamo público como base para replantear los términos de la cooperación bilateral.
El 3 de mayo, el San Antonio Express News reportó que el gobierno de Estados Unidos había decidido entregarle a la AFI un sofisticado sistema para interceptar llamadas telefónicas, correos electrónicos y otras formas de comunicación electrónica. Ese mismo día, el Embajador mexicano ante Washington "aclaró" que el sistema no era una transferencia de gobierno a gobierno, sino que había sido comprado directamente por México, lo cual fue reportado al día siguiente por EL NORTE y otros medios.
Sin embargo, a finales de ese mismo mes, Los Angeles Times precisó que los fondos para la adquisición del equipo sí provenían del Departamento de Estado. "Es una operación del gobierno mexicano financiada por los Estados Unidos", señaló en una cita textual Susan Pittman, funcionaria de ese Departamento, quien pidió que cualquier pregunta al respecto se le hiciera al gobierno de nuestro país. Pero aquí nadie pareció interesado en aclarar de quién es el equipo, con qué dinero se pagó, cuáles fueron las condiciones impuestas para comprarlo y, lo más importante, si hay algún acuerdo para compartir la inteligencia que se derive de su uso.
La historia desapareció gracias a la controversia desatada por la negociación del supuesto "Plan México". El 10 de mayo, la información nuevamente provino del norte, ahora a través del Dallas Morning News. El tema generó un poco más de interés en nuestro país, pero la discusión se limitó a rechazar que esto pudiera representar un esfuerzo similar al "Plan Colombia", ya que no incluiría la participación directa de asesores militares estadounidenses en territorio nacional.
La atención sobre el "Plan México" fue disminuyendo, hasta que el Representante Silvestre Reyes reactivó el tema en la 46 Reunión Interparlamentaria, a principios de junio, en Austin, Texas. Al confirmar frente a los legisladores mexicanos que se había solicitado más ayuda para combatir al narcotráfico y la delincuencia organizada, Reyes volvió a agitar la tormenta. En el Senado las voces se alzaron para exigir que el gobierno mexicano explicara el alcance de las negociaciones. Y, como siempre, desde entonces no se supo nada más.
El tema del "Plan México" desapareció ante el nuevo escándalo desatado desde Estados Unidos, ahora por Zhenli Ye Gong. La historia sobre el supuesto origen de los 205 millones de dólares asegurados en la casa de Las Lomas, urdida por sus abogados estadounidenses, capturó la atención de los medios mexicanos. Ahora que Estados Unidos decidió procesarlo allá antes de considerar la solicitud para que sea extraditado a México, la información sobre las corruptelas que permitieron la importación de la seudoefedrina se convertirá en historias periodísticas que seguirán viniendo del norte.
El Norte
1 de agosto de 2007
Los medios de comunicación han sido uno de los principales motores de la democratización de México. La prensa escrita y los medios electrónicos han jugado un papel determinante en este proceso y, sin embargo, hoy sus esfuerzos parecen estar quedándose cortos. Sobre todo, en el terreno del periodismo de investigación.
Ante la presión impuesta por internet, los periódicos buscan rivalizar con la radio y la televisión a través de sus sitios electrónicos. En el camino, pueden perder su esencia. Como señaló hace poco el escritor Héctor Aguilar Camín, leyendo los diarios mexicanos "uno se entera de lo que pasa sin entender lo que sucede". Tiene razón. La mayoría de los periódicos se están convirtiendo en un espacio donde se multiplican narrativas inconexas, que acaban perdiéndose en el tiempo. Cada nuevo escándalo sepulta al anterior. Los hilos quedan sueltos.
La tendencia resulta conveniente para algunos actores. En especial para los gobiernos, que siempre han sido el principal objetivo de atención periodística. Ante un público saturado de noticias "sueltas", si un gobierno logra superar la primera andanada mediática cuando ocurre algún asunto delicado, puede esperar que la atención vaya diluyéndose, hasta que surja el nuevo tema que acapare las primeras planas.
Algo de esto parece estar ocurriendo con la estrategia del actual gobierno mexicano en lo que toca a su política de seguridad internacional.
Como no se veía desde el sexenio de Miguel de la Madrid, casi toda la información sobre las acciones que aparentemente se están impulsando para promover nuevos esquemas de cooperación en materia de seguridad a nivel regional -tanto con Estados Unidos como con Centroamérica y Colombia- nos están llegando a través de la prensa extranjera. O, en el mejor de los casos, mediante breves apuntes de los principales corresponsales mexicanos en Washington.
Por ejemplo, a mediados de marzo, después de la visita del Presidente Bush a Mérida, el Presidente Calderón invitó al corresponsal del Washington Post a que lo acompañara en el TP-01 durante un vuelo de Mexicali al DF. Ahí, el Mandatario mexicano habló sobre su visión y definió la relación bilateral como "compleja y difícil", y calificó de "absurdas" las políticas estadounidenses para ejercer un mayor control fronterizo, incluyendo la construcción del muro. Con ello reafirmó una estrategia basada en el reclamo público como base para replantear los términos de la cooperación bilateral.
El 3 de mayo, el San Antonio Express News reportó que el gobierno de Estados Unidos había decidido entregarle a la AFI un sofisticado sistema para interceptar llamadas telefónicas, correos electrónicos y otras formas de comunicación electrónica. Ese mismo día, el Embajador mexicano ante Washington "aclaró" que el sistema no era una transferencia de gobierno a gobierno, sino que había sido comprado directamente por México, lo cual fue reportado al día siguiente por EL NORTE y otros medios.
Sin embargo, a finales de ese mismo mes, Los Angeles Times precisó que los fondos para la adquisición del equipo sí provenían del Departamento de Estado. "Es una operación del gobierno mexicano financiada por los Estados Unidos", señaló en una cita textual Susan Pittman, funcionaria de ese Departamento, quien pidió que cualquier pregunta al respecto se le hiciera al gobierno de nuestro país. Pero aquí nadie pareció interesado en aclarar de quién es el equipo, con qué dinero se pagó, cuáles fueron las condiciones impuestas para comprarlo y, lo más importante, si hay algún acuerdo para compartir la inteligencia que se derive de su uso.
La historia desapareció gracias a la controversia desatada por la negociación del supuesto "Plan México". El 10 de mayo, la información nuevamente provino del norte, ahora a través del Dallas Morning News. El tema generó un poco más de interés en nuestro país, pero la discusión se limitó a rechazar que esto pudiera representar un esfuerzo similar al "Plan Colombia", ya que no incluiría la participación directa de asesores militares estadounidenses en territorio nacional.
La atención sobre el "Plan México" fue disminuyendo, hasta que el Representante Silvestre Reyes reactivó el tema en la 46 Reunión Interparlamentaria, a principios de junio, en Austin, Texas. Al confirmar frente a los legisladores mexicanos que se había solicitado más ayuda para combatir al narcotráfico y la delincuencia organizada, Reyes volvió a agitar la tormenta. En el Senado las voces se alzaron para exigir que el gobierno mexicano explicara el alcance de las negociaciones. Y, como siempre, desde entonces no se supo nada más.
El tema del "Plan México" desapareció ante el nuevo escándalo desatado desde Estados Unidos, ahora por Zhenli Ye Gong. La historia sobre el supuesto origen de los 205 millones de dólares asegurados en la casa de Las Lomas, urdida por sus abogados estadounidenses, capturó la atención de los medios mexicanos. Ahora que Estados Unidos decidió procesarlo allá antes de considerar la solicitud para que sea extraditado a México, la información sobre las corruptelas que permitieron la importación de la seudoefedrina se convertirá en historias periodísticas que seguirán viniendo del norte.
Wednesday, July 18, 2007
Guerra ciberespacial
Javier Treviño Cantú
El Norte
18 de julio de 2007
¿Cuándo fue la última vez que habló por su teléfono celular? ¿Cuántas veces al día revisa su Palm, su BlackBerry o su mismo celular para ver si le llegó un nuevo correo electrónico o un mensaje de texto? ¿Maneja su cuenta bancaria por internet? ¿Ha hecho reservaciones, comprado boletos para un evento o realizado algún trámite de gobierno en línea? ¿Está leyendo este artículo en la edición impresa o en elnorte.com?
Desde principios de los 90, el avance de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ha mantenido un paso frenético. Las TIC han ganado tanto terreno, en tan poco tiempo, que hacer prácticamente cualquier cosa sin ellas ya resulta inimaginable. En muchos sentidos, nos han dado mayor libertad y, por lo mismo, seguridad.
Sin embargo, las TIC también nos han hecho más vulnerables. Dependemos cada vez más de ellas. Por eso, cuando fallan o, peor aún, cuando se usan para cometer delitos y realizar ataques en contra de alguna institución pública o privada, e inclusive un país entero, también pueden causar miedo y provocar consecuencias muy serias.
El temor al impacto tecnológico ha sido aprovechado desde hace mucho por la industria del entretenimiento. Películas como "Enemigo del Estado" mostraban la manera en que las TIC pueden ser usadas contra ciudadanos inocentes. Ahora tenemos un nuevo ejemplo, con el estreno de "Duro de Matar 4.0". Esta vez, Hollywood busca explotar el miedo a quedar desconectados.
La inseguridad que provocan las TIC no es gratuita. Estamos viendo cómo se multiplican todo tipo de virus y amenazas informáticas. Crímenes como el "robo de identidad" son cada vez más comunes, y las redes multinacionales dedicadas a la pornografía siguen creciendo. Los accidentes también ocurren con mayor frecuencia. A finales de junio, el daño a un cable de fibra óptica en las costas de Colombia dejó a millones de personas sin servicio de internet en cinco países de Centro y Sudamérica.
Pero el caso más grave registrado hasta ahora es el ataque masivo desatado hace poco en contra de toda la infraestructura informática de Estonia. De hecho, ya se le conoce como la primera guerra del ciberespacio.
Entre abril y mayo, durante tres semanas esta pequeña república perteneciente a la Unión Europea recibió un ciberataque tras otro. Según varios reportes periodísticos, los blancos incluyeron al sistema telefónico, los principales bancos, las dependencias de gobierno, el Parlamento, sitios de partidos políticos, diarios y estaciones de televisión.
El ciberataque fue despiadado. Por su duración sostenida y grado de sofisticación, difícilmente podría haber sido realizado por un "hacker" solitario. Las sospechas recayeron en Rusia, el poderoso vecino con el que Estonia ha tenido una difícil relación. El enfrentamiento más reciente se debió a la decisión de retirar la estatua de un soldado soviético que conmemoraba la II Guerra Mundial.
Las autoridades de Estonia esperaban algún tipo de reacción, pero nunca se imaginaron la dimensión que tendría. El Gobierno ruso negó haber tenido alguna responsabilidad, y el carácter anónimo de la ciberofensiva hace casi imposible identificar a los culpables.
Pero lo que sí quedó claro es que la propia naturaleza abierta de internet, y el éxito de las políticas públicas que ha impulsado Estonia para promover la conectividad, hicieron más vulnerable la seguridad nacional de este país.
El Reporte Global de Tecnología de la Información 2006-2007, del Foro Económico Mundial y la escuela de negocios INSEAD, describe la forma en que Estonia ha logrado convertirse en uno de los países más avanzados en el uso de las TIC. El liderazgo de Maart Laar, quien fuera Primer Ministro entre 1992 y 2002, ayudó a que Estonia desarrollara una regulación y un entorno propicios para la conectividad, al grado de que hoy todos sus ciudadanos tienen acceso gratis a internet de banda ancha desde cientos de ubicaciones en todo el país.
Los avances registrados hicieron que Estonia pasara del lugar 23, en el Índice de Conectividad 2005 del Foro Económico Mundial, al sitio número 20 en el del 2006-2007. Aunque México sigue muy retrasado en este terreno, también ha registrado cierto progreso. En el 2005 ocupamos el sitio 55, mientras que en el más reciente índice estamos ubicados en el lugar 49.
Para México, la primera guerra ciberespacial deja al menos dos lecciones. Una es que, conforme crece nuestra propia conectividad, tenemos que dedicarle mucha mayor atención a todo lo relacionado con la seguridad informática. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet, este año habrá en México casi 23 millones de "internautas", los cuales navegan a través de 63 millones de teléfonos celulares y 15 millones de PC, de las cuales 59 por ciento están conectadas a internet.
La otra lección es que México tiene que participar activamente en el debate que deberá darse pronto en los foros multilaterales. Como señala la revista The Economist, debemos definir con urgencia un código internacional que precise los distintos tipos de cibercrímenes, y la forma de castigar a nivel nacional uno de los fenómenos globales más peligrosos de nuestro tiempo. Si no lo hacemos, un día nos vamos a quedar desconectados.
El Norte
18 de julio de 2007
¿Cuándo fue la última vez que habló por su teléfono celular? ¿Cuántas veces al día revisa su Palm, su BlackBerry o su mismo celular para ver si le llegó un nuevo correo electrónico o un mensaje de texto? ¿Maneja su cuenta bancaria por internet? ¿Ha hecho reservaciones, comprado boletos para un evento o realizado algún trámite de gobierno en línea? ¿Está leyendo este artículo en la edición impresa o en elnorte.com?
Desde principios de los 90, el avance de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ha mantenido un paso frenético. Las TIC han ganado tanto terreno, en tan poco tiempo, que hacer prácticamente cualquier cosa sin ellas ya resulta inimaginable. En muchos sentidos, nos han dado mayor libertad y, por lo mismo, seguridad.
Sin embargo, las TIC también nos han hecho más vulnerables. Dependemos cada vez más de ellas. Por eso, cuando fallan o, peor aún, cuando se usan para cometer delitos y realizar ataques en contra de alguna institución pública o privada, e inclusive un país entero, también pueden causar miedo y provocar consecuencias muy serias.
El temor al impacto tecnológico ha sido aprovechado desde hace mucho por la industria del entretenimiento. Películas como "Enemigo del Estado" mostraban la manera en que las TIC pueden ser usadas contra ciudadanos inocentes. Ahora tenemos un nuevo ejemplo, con el estreno de "Duro de Matar 4.0". Esta vez, Hollywood busca explotar el miedo a quedar desconectados.
La inseguridad que provocan las TIC no es gratuita. Estamos viendo cómo se multiplican todo tipo de virus y amenazas informáticas. Crímenes como el "robo de identidad" son cada vez más comunes, y las redes multinacionales dedicadas a la pornografía siguen creciendo. Los accidentes también ocurren con mayor frecuencia. A finales de junio, el daño a un cable de fibra óptica en las costas de Colombia dejó a millones de personas sin servicio de internet en cinco países de Centro y Sudamérica.
Pero el caso más grave registrado hasta ahora es el ataque masivo desatado hace poco en contra de toda la infraestructura informática de Estonia. De hecho, ya se le conoce como la primera guerra del ciberespacio.
Entre abril y mayo, durante tres semanas esta pequeña república perteneciente a la Unión Europea recibió un ciberataque tras otro. Según varios reportes periodísticos, los blancos incluyeron al sistema telefónico, los principales bancos, las dependencias de gobierno, el Parlamento, sitios de partidos políticos, diarios y estaciones de televisión.
El ciberataque fue despiadado. Por su duración sostenida y grado de sofisticación, difícilmente podría haber sido realizado por un "hacker" solitario. Las sospechas recayeron en Rusia, el poderoso vecino con el que Estonia ha tenido una difícil relación. El enfrentamiento más reciente se debió a la decisión de retirar la estatua de un soldado soviético que conmemoraba la II Guerra Mundial.
Las autoridades de Estonia esperaban algún tipo de reacción, pero nunca se imaginaron la dimensión que tendría. El Gobierno ruso negó haber tenido alguna responsabilidad, y el carácter anónimo de la ciberofensiva hace casi imposible identificar a los culpables.
Pero lo que sí quedó claro es que la propia naturaleza abierta de internet, y el éxito de las políticas públicas que ha impulsado Estonia para promover la conectividad, hicieron más vulnerable la seguridad nacional de este país.
El Reporte Global de Tecnología de la Información 2006-2007, del Foro Económico Mundial y la escuela de negocios INSEAD, describe la forma en que Estonia ha logrado convertirse en uno de los países más avanzados en el uso de las TIC. El liderazgo de Maart Laar, quien fuera Primer Ministro entre 1992 y 2002, ayudó a que Estonia desarrollara una regulación y un entorno propicios para la conectividad, al grado de que hoy todos sus ciudadanos tienen acceso gratis a internet de banda ancha desde cientos de ubicaciones en todo el país.
Los avances registrados hicieron que Estonia pasara del lugar 23, en el Índice de Conectividad 2005 del Foro Económico Mundial, al sitio número 20 en el del 2006-2007. Aunque México sigue muy retrasado en este terreno, también ha registrado cierto progreso. En el 2005 ocupamos el sitio 55, mientras que en el más reciente índice estamos ubicados en el lugar 49.
Para México, la primera guerra ciberespacial deja al menos dos lecciones. Una es que, conforme crece nuestra propia conectividad, tenemos que dedicarle mucha mayor atención a todo lo relacionado con la seguridad informática. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet, este año habrá en México casi 23 millones de "internautas", los cuales navegan a través de 63 millones de teléfonos celulares y 15 millones de PC, de las cuales 59 por ciento están conectadas a internet.
La otra lección es que México tiene que participar activamente en el debate que deberá darse pronto en los foros multilaterales. Como señala la revista The Economist, debemos definir con urgencia un código internacional que precise los distintos tipos de cibercrímenes, y la forma de castigar a nivel nacional uno de los fenómenos globales más peligrosos de nuestro tiempo. Si no lo hacemos, un día nos vamos a quedar desconectados.
Wednesday, July 04, 2007
Epitafio
Javier Treviño Cantú
El Norte
4 de julio de 2007
La reforma migratoria que se discutía en el Senado de Estados Unidos finalmente murió la semana pasada. Apenas unos días antes había caído en coma, después de que el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, la retirara de la agenda legislativa por la interminable avalancha de enmiendas para "mejorarla".
El Presidente George W. Bush se negó a darse por vencido. Echó mano de todos los recursos que le quedaban para tratar de salvar la última iniciativa de política interna significativa de su periodo final. Era la única posibilidad de equilibrar el legado histórico de su presidencia, definido ante todo por el peso mayúsculo del fracaso en Iraq.
Sin embargo, la misma decisión con la que buscó revivir la propuesta resultó contraproducente. Al hacer tan evidente su interés -o desesperación- por obtener un último triunfo, acabó por escribir su epitafio. La percepción de que la administración del Presidente Bush se encuentra en fase terminal hizo que hasta sus antiguos partidarios republicanos lo abandonaran. Fue una tragedia.
Pero si bien la propuesta murió, de causas políticamente naturales, su cadáver quedó insepulto, y ya empezó a descomponerse. Como dijo el Presidente Calderón, el problema ahí sigue, con sus consecuencias inmediatas para la clase política de los Estados Unidos, y para otros gobiernos. También sigue ahí el impacto negativo para los indocumentados que ya están del otro lado de la frontera, así como para los que pueden ver en esta coyuntura una última oportunidad para tratar de llegar al mercado laboral estadounidense.
La primera víctima política de la tragedia migratoria es el Presidente Bush. A un año y medio de que acabe su mandato, esta derrota oficializa su condición de "lame duck", el término que se usa en Estados Unidos para un Mandatario sin capacidad de maniobra.
Otras víctimas son los candidatos a la Presidencia. Hasta ahora, el más perjudicado ha sido el Senador John McCain. Pero el impacto será resentido por todos los aspirantes del Partido Republicano, que verán alejarse nuevamente de sus filas al electorado "hispano", el segmento de la población de más rápido crecimiento, y que puede inclinar la balanza electoral en varios estados.
Los candidatos del Partido Demócrata también sufrirán las consecuencias. En lugar de estar a la altura del mandato que los llevó a recuperar el control del Congreso, los demócratas volvieron a jugar con fuego político al tratar de quedar bien con los grupos de interés proteccionistas que los apoyan, como el sindicato de transportistas, y con un electorado inseguro frente al alcance de una reforma tan amplia.
Los más afectados, sin duda, serán los inmigrantes. Los que ya se encuentran en Estados Unidos verán que las medidas para detectarlos y deportarlos se endurecen, así sean de las autoridades federales, estatales o locales. Según el diario Washington Post, tan sólo entre enero y mayo de este año se han presentado mil 100 iniciativas a nivel estatal para impedirles que obtengan empleo, vivienda, licencias de manejo y servicios básicos.
Además, el hecho de que la discusión haya quedado en el limbo, puede representar un escopetazo de salida para cientos de miles de migrantes potenciales. La construcción de la barda física y de la valla virtual va a seguir. Antes de que terminen de levantarse, y ante la posibilidad de una futura reforma migratoria que les permita regularizar su estancia, los que dudaban probablemente se decidirán a emprender el viaje antes de que sea demasiado tarde.
Todo esto coloca al gobierno mexicano en una situación delicada por dos razones:
En primer lugar, porque debe cuidarse de no hacer un cálculo equivocado. Estados Unidos sigue siendo la única superpotencia. Creer que se pueden obtener concesiones, dictar condiciones o renegociar los términos de la relación bilateral mediante declaraciones altisonantes puede ser un error de consecuencias inimaginables. Los espejismos son peligrosos. No contamos con una posición de fuerza relativa frente a la debilitada administración Bush.
En segundo lugar, porque si bien la "desmigratización" de la agenda bilateral ha aliviado cierta presión, los ataques mediáticos seguirán basándose en el argumento de que México es el principal causante del "problema" migratorio que vive Estados Unidos. La discusión es más profunda de lo que pensamos. Se está debatiendo la esencia misma de la nación americana. El peso que va a tener el tema migratorio en el debate electoral del próximo año puede llevar a un aumento de las recriminaciones en contra de un Gobierno mexicano que llegó al poder prometiendo una mayor creación de empleos.
En lo que Estados Unidos se decide a retomar el asunto, el Gobierno mexicano enfrenta un triple reto: primero, reforzar la red consular en Estados Unidos, para proteger los derechos de los mexicanos que ya se encuentran allá; segundo, establecer mecanismos de coordinación mucho más eficientes con las autoridades locales y federales, para evitar que la frontera común acabe por convertirse en un barril de pólvora que pueda estallar en cualquier momento; y tercero, prepararse para definir la estrategia que seguirá una vez que la próxima administración ocupe la Casa Blanca en el 2009.
El Norte
4 de julio de 2007
La reforma migratoria que se discutía en el Senado de Estados Unidos finalmente murió la semana pasada. Apenas unos días antes había caído en coma, después de que el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, la retirara de la agenda legislativa por la interminable avalancha de enmiendas para "mejorarla".
El Presidente George W. Bush se negó a darse por vencido. Echó mano de todos los recursos que le quedaban para tratar de salvar la última iniciativa de política interna significativa de su periodo final. Era la única posibilidad de equilibrar el legado histórico de su presidencia, definido ante todo por el peso mayúsculo del fracaso en Iraq.
Sin embargo, la misma decisión con la que buscó revivir la propuesta resultó contraproducente. Al hacer tan evidente su interés -o desesperación- por obtener un último triunfo, acabó por escribir su epitafio. La percepción de que la administración del Presidente Bush se encuentra en fase terminal hizo que hasta sus antiguos partidarios republicanos lo abandonaran. Fue una tragedia.
Pero si bien la propuesta murió, de causas políticamente naturales, su cadáver quedó insepulto, y ya empezó a descomponerse. Como dijo el Presidente Calderón, el problema ahí sigue, con sus consecuencias inmediatas para la clase política de los Estados Unidos, y para otros gobiernos. También sigue ahí el impacto negativo para los indocumentados que ya están del otro lado de la frontera, así como para los que pueden ver en esta coyuntura una última oportunidad para tratar de llegar al mercado laboral estadounidense.
La primera víctima política de la tragedia migratoria es el Presidente Bush. A un año y medio de que acabe su mandato, esta derrota oficializa su condición de "lame duck", el término que se usa en Estados Unidos para un Mandatario sin capacidad de maniobra.
Otras víctimas son los candidatos a la Presidencia. Hasta ahora, el más perjudicado ha sido el Senador John McCain. Pero el impacto será resentido por todos los aspirantes del Partido Republicano, que verán alejarse nuevamente de sus filas al electorado "hispano", el segmento de la población de más rápido crecimiento, y que puede inclinar la balanza electoral en varios estados.
Los candidatos del Partido Demócrata también sufrirán las consecuencias. En lugar de estar a la altura del mandato que los llevó a recuperar el control del Congreso, los demócratas volvieron a jugar con fuego político al tratar de quedar bien con los grupos de interés proteccionistas que los apoyan, como el sindicato de transportistas, y con un electorado inseguro frente al alcance de una reforma tan amplia.
Los más afectados, sin duda, serán los inmigrantes. Los que ya se encuentran en Estados Unidos verán que las medidas para detectarlos y deportarlos se endurecen, así sean de las autoridades federales, estatales o locales. Según el diario Washington Post, tan sólo entre enero y mayo de este año se han presentado mil 100 iniciativas a nivel estatal para impedirles que obtengan empleo, vivienda, licencias de manejo y servicios básicos.
Además, el hecho de que la discusión haya quedado en el limbo, puede representar un escopetazo de salida para cientos de miles de migrantes potenciales. La construcción de la barda física y de la valla virtual va a seguir. Antes de que terminen de levantarse, y ante la posibilidad de una futura reforma migratoria que les permita regularizar su estancia, los que dudaban probablemente se decidirán a emprender el viaje antes de que sea demasiado tarde.
Todo esto coloca al gobierno mexicano en una situación delicada por dos razones:
En primer lugar, porque debe cuidarse de no hacer un cálculo equivocado. Estados Unidos sigue siendo la única superpotencia. Creer que se pueden obtener concesiones, dictar condiciones o renegociar los términos de la relación bilateral mediante declaraciones altisonantes puede ser un error de consecuencias inimaginables. Los espejismos son peligrosos. No contamos con una posición de fuerza relativa frente a la debilitada administración Bush.
En segundo lugar, porque si bien la "desmigratización" de la agenda bilateral ha aliviado cierta presión, los ataques mediáticos seguirán basándose en el argumento de que México es el principal causante del "problema" migratorio que vive Estados Unidos. La discusión es más profunda de lo que pensamos. Se está debatiendo la esencia misma de la nación americana. El peso que va a tener el tema migratorio en el debate electoral del próximo año puede llevar a un aumento de las recriminaciones en contra de un Gobierno mexicano que llegó al poder prometiendo una mayor creación de empleos.
En lo que Estados Unidos se decide a retomar el asunto, el Gobierno mexicano enfrenta un triple reto: primero, reforzar la red consular en Estados Unidos, para proteger los derechos de los mexicanos que ya se encuentran allá; segundo, establecer mecanismos de coordinación mucho más eficientes con las autoridades locales y federales, para evitar que la frontera común acabe por convertirse en un barril de pólvora que pueda estallar en cualquier momento; y tercero, prepararse para definir la estrategia que seguirá una vez que la próxima administración ocupe la Casa Blanca en el 2009.
Wednesday, June 20, 2007
Cuestión de logística
Javier Treviño Cantú
El Norte
20 de junio de 2007
Se calcula que un gramo de cocaína en las calles de Atlanta cuesta entre 80 y 100 dólares. En Miami, el precio va desde 20 hasta 110 dólares. En Chicago oscila entre 75 y 100 dólares. La DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, tiene todas las métricas de cada mercado local en el vecino país.
En ocasiones, la mejor herramienta para el análisis es la aritmética. Colombia produce al año 545 toneladas de cocaína; Perú, 165, y Bolivia, 70. Si estas 780 toneladas se comercializan entre 50 y 100 dólares el gramo, resulta que los estadounidenses gastan, solamente en cocaína, entre 39 mil y 78 mil millones de dólares anualmente. A eso habría que agregarle lo que dedican a consumir mariguana, heroína, metanfetaminas y demás drogas.
Desde el 2000, el gobierno de Estados Unidos ha gastado 5 mil millones de dólares en el "Plan Colombia". Además, el presupuesto anual de la DEA rebasa los mil 600 millones de dólares. Pero la cocaína sigue en las calles de las principales ciudades estadounidenses. De eso no hay duda.
Hace unos días, The New York Times reseñaba la forma en la que esta droga ha vuelto a ponerse de moda. Después de entrevistar durante cinco meses a gente del mundo de las finanzas, el espectáculo y la vida nocturna de la ciudad que nunca duerme, la conclusión del diario es que el uso de la cocaína se ha generalizado.
Lo más preocupante es la actitud de indiferencia que existe. En parte, señala The New York Times, esto se debe a que la cultura popular estadounidense ha "asimilado" el consumo. En el cine, la literatura, la música y la televisión estadounidenses, utilizar drogas se ha vuelto "socialmente aceptable".
Como dice Joe Nye, el reconocido profesor de Harvard, es cierto que sus distintas manifestaciones culturales le han dado un gran "poder suave" a Estados Unidos. El problema es que, para el resto del mundo, ese poder suave se relaciona cada vez más con el uso de drogas duras. Por ello, cuando el Procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, calificó de "cínica" la política antidrogas de nuestros vecinos, prácticamente no se alzó una sola voz en el gobierno de Estados Unidos para desmentirlo.
El Procurador tiene razón. Considerando que Estados Unidos declaró la "guerra" contra las drogas desde los años 70, la situación actual muestra el grado del fracaso. Aun así, desde el punto de vista estadounidense esta guerra ha incluido "batallas exitosas", pero que han tenido un grave impacto para nuestro país.
La más costosa quizás ha sido la batalla de Florida. Sus repercusiones las seguimos viviendo hoy en México -y en Monterrey- con una creciente intensidad.
A principios de los 80, casi 90 por ciento de la cocaína que entraba a Estados Unidos lo hacía por la ruta del Caribe. El Presidente Ronald Reagan estableció en 1982 la "South Florida Task Force", un grupo de trabajo a nivel de gabinete, dirigido por el entonces vicepresidente George Bush, para coordinar las acciones del Gobierno federal, estatal y local en el combate a la delincuencia organizada en el sur de Florida.
La operación fue tan exitosa que forzó a los narcotraficantes a reducir drásticamente sus actividades en la ruta del Caribe. Los logros demostraron que ninguna agencia de gobierno puede enfrentar al narcotráfico por sí sola. Para tener éxito se necesita contar con autoridad al más alto nivel, y coordinar esfuerzos entre todos los niveles de gobierno. Es una lección clave, que debemos valorar en nuestra propia lucha contra el crimen organizado.
Sin embargo, para México, la batalla de Florida tuvo un costo enorme, ya que la mayor parte del narcotráfico se desvió hacia la frontera que compartimos con Estados Unidos. En un artículo publicado en la edición de julio/agosto de la revista The Atlantic, Ken Dermota, periodista de la AFP, presenta un mapa que ilustra claramente las rutas de la cocaína. De las 780 toneladas de cocaína pura que se producen en Colombia, Perú y Bolivia, el 88 por ciento pasa hoy por México para llegar a Estados Unidos. Sólo el 9 por ciento de esos cargamentos lo hacen por el Caribe.
¿Qué pasaría si lográramos cambiar la ecuación? ¿Qué pasaría si, además de mantener los "operativos conjuntos", nos concentráramos en volver a tratar de "sellar" nuestra frontera sur y ejercer control pleno sobre nuestro mar territorial, el espacio aéreo y las aduanas? Así evitaríamos que México siga siendo utilizado como plataforma para llegar a Estados Unidos, y también podríamos impedir la entrada de drogas a un mercado nacional que crece cada día.
Lo único cierto es que, mientras haya demanda, seguirá habiendo oferta. La diferencia está en la logística. Si el costo de colocar la droga en el mercado estadounidense se vuelve demasiado alto, las organizaciones criminales buscarán nuevas rutas de acceso. Transporte y riesgo en cada etapa del camino hacen que aumente el precio de reposición de las drogas cuando son confiscadas.
Por su naturaleza transnacional, una operación "sellamiento" necesita una amplia cooperación con otros países, tanto con Estados Unidos, como con los países del Caribe, Centro y Sudamérica. La pregunta es si las acusaciones, los reclamos y las descalificaciones son la mejor política para lograrla.
El Norte
20 de junio de 2007
Se calcula que un gramo de cocaína en las calles de Atlanta cuesta entre 80 y 100 dólares. En Miami, el precio va desde 20 hasta 110 dólares. En Chicago oscila entre 75 y 100 dólares. La DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, tiene todas las métricas de cada mercado local en el vecino país.
En ocasiones, la mejor herramienta para el análisis es la aritmética. Colombia produce al año 545 toneladas de cocaína; Perú, 165, y Bolivia, 70. Si estas 780 toneladas se comercializan entre 50 y 100 dólares el gramo, resulta que los estadounidenses gastan, solamente en cocaína, entre 39 mil y 78 mil millones de dólares anualmente. A eso habría que agregarle lo que dedican a consumir mariguana, heroína, metanfetaminas y demás drogas.
Desde el 2000, el gobierno de Estados Unidos ha gastado 5 mil millones de dólares en el "Plan Colombia". Además, el presupuesto anual de la DEA rebasa los mil 600 millones de dólares. Pero la cocaína sigue en las calles de las principales ciudades estadounidenses. De eso no hay duda.
Hace unos días, The New York Times reseñaba la forma en la que esta droga ha vuelto a ponerse de moda. Después de entrevistar durante cinco meses a gente del mundo de las finanzas, el espectáculo y la vida nocturna de la ciudad que nunca duerme, la conclusión del diario es que el uso de la cocaína se ha generalizado.
Lo más preocupante es la actitud de indiferencia que existe. En parte, señala The New York Times, esto se debe a que la cultura popular estadounidense ha "asimilado" el consumo. En el cine, la literatura, la música y la televisión estadounidenses, utilizar drogas se ha vuelto "socialmente aceptable".
Como dice Joe Nye, el reconocido profesor de Harvard, es cierto que sus distintas manifestaciones culturales le han dado un gran "poder suave" a Estados Unidos. El problema es que, para el resto del mundo, ese poder suave se relaciona cada vez más con el uso de drogas duras. Por ello, cuando el Procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, calificó de "cínica" la política antidrogas de nuestros vecinos, prácticamente no se alzó una sola voz en el gobierno de Estados Unidos para desmentirlo.
El Procurador tiene razón. Considerando que Estados Unidos declaró la "guerra" contra las drogas desde los años 70, la situación actual muestra el grado del fracaso. Aun así, desde el punto de vista estadounidense esta guerra ha incluido "batallas exitosas", pero que han tenido un grave impacto para nuestro país.
La más costosa quizás ha sido la batalla de Florida. Sus repercusiones las seguimos viviendo hoy en México -y en Monterrey- con una creciente intensidad.
A principios de los 80, casi 90 por ciento de la cocaína que entraba a Estados Unidos lo hacía por la ruta del Caribe. El Presidente Ronald Reagan estableció en 1982 la "South Florida Task Force", un grupo de trabajo a nivel de gabinete, dirigido por el entonces vicepresidente George Bush, para coordinar las acciones del Gobierno federal, estatal y local en el combate a la delincuencia organizada en el sur de Florida.
La operación fue tan exitosa que forzó a los narcotraficantes a reducir drásticamente sus actividades en la ruta del Caribe. Los logros demostraron que ninguna agencia de gobierno puede enfrentar al narcotráfico por sí sola. Para tener éxito se necesita contar con autoridad al más alto nivel, y coordinar esfuerzos entre todos los niveles de gobierno. Es una lección clave, que debemos valorar en nuestra propia lucha contra el crimen organizado.
Sin embargo, para México, la batalla de Florida tuvo un costo enorme, ya que la mayor parte del narcotráfico se desvió hacia la frontera que compartimos con Estados Unidos. En un artículo publicado en la edición de julio/agosto de la revista The Atlantic, Ken Dermota, periodista de la AFP, presenta un mapa que ilustra claramente las rutas de la cocaína. De las 780 toneladas de cocaína pura que se producen en Colombia, Perú y Bolivia, el 88 por ciento pasa hoy por México para llegar a Estados Unidos. Sólo el 9 por ciento de esos cargamentos lo hacen por el Caribe.
¿Qué pasaría si lográramos cambiar la ecuación? ¿Qué pasaría si, además de mantener los "operativos conjuntos", nos concentráramos en volver a tratar de "sellar" nuestra frontera sur y ejercer control pleno sobre nuestro mar territorial, el espacio aéreo y las aduanas? Así evitaríamos que México siga siendo utilizado como plataforma para llegar a Estados Unidos, y también podríamos impedir la entrada de drogas a un mercado nacional que crece cada día.
Lo único cierto es que, mientras haya demanda, seguirá habiendo oferta. La diferencia está en la logística. Si el costo de colocar la droga en el mercado estadounidense se vuelve demasiado alto, las organizaciones criminales buscarán nuevas rutas de acceso. Transporte y riesgo en cada etapa del camino hacen que aumente el precio de reposición de las drogas cuando son confiscadas.
Por su naturaleza transnacional, una operación "sellamiento" necesita una amplia cooperación con otros países, tanto con Estados Unidos, como con los países del Caribe, Centro y Sudamérica. La pregunta es si las acusaciones, los reclamos y las descalificaciones son la mejor política para lograrla.
Wednesday, June 06, 2007
Cinco pistas
Javier Treviño Cantú
El Norte
6 de junio de 2007
La segunda gira por Europa que está llevando a cabo en estos días el Presidente Felipe Calderón se parece a un complicado circo de cinco pistas, por los distintos espacios y planos en los que se desarrolla.
En la primera pista se encuentran los contactos programados a nivel bilateral en El Vaticano, Italia, Bélgica, Francia, Alemania y Dinamarca.
Las visitas al Vaticano siempre son delicadas para los mandatarios mexicanos, pero esta vez había varios temas que podían generar "ruido", como la impugnación de la PGR a la ley que despenaliza el aborto en el DF, las polémicas declaraciones del Papa en Brasil o la participación de la familia presidencial en la ceremonia de canonización de la fundadora de la orden religiosa del colegio al que asisten sus hijos.
Sin embargo, la gira arrancó bien. Calderón volvió a diferenciarse de su antecesor, al separar claramente los aspectos públicos y privados de la visita a la Santa Sede, y al lograr un equilibrio en el trato respetuoso y cordial, pero a la vez institucional, con el jefe de la iglesia católica.
La segunda pista de la gira se ubica en Bruselas, sede de las principales instituciones que soportan a la Unión Europea. A 50 años de haber comenzado el camino hacia la integración, Europa ha entrado a su siguiente etapa con la llegada al poder de nuevos líderes en Alemania, Francia y, próximamente, el Reino Unido. Su prioridad es buscar una opción para superar el rechazo a la Constitución europea, y quizás ello refleje la ausencia de una agenda más amplia para la visita del Presidente Calderón, así como la falta de un encuentro con el Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso.
La tercera pista está en el balneario alemán de Heiligendamm. Ahí se realiza la reunión del Grupo de los 8 países más industrializados del mundo, a la cual nuevamente fueron invitadas las cinco principales "economías emergentes", incluyendo a México, en lo que ya se conoce como el G8+5.
La presencia de nuestro país en estos encuentros anuales es clave para reafirmar la percepción de que México tiene un papel que jugar en la solución de los grandes retos globales, como es el caso del cambio climático. Éste es el tema central de la reunión del G8+5, y la Academia Mexicana de Ciencias, junto con las instituciones de los otros 12 países que asisten a la reunión, participó en la elaboración de la agenda científica y tecnológica que se discutirá en Heiligendamm.
Sin embargo, las diferencias fundamentales respecto a este tema prioritario entre Estados Unidos y la anfitriona del evento, la Canciller alemana Angela Merkel, permiten anticipar serias dificultades para alcanzar un acuerdo definitivo. Lo más delicado, al menos para México, es que la situación acabe polarizándose, al grado de que los invitados se vean forzados a tomar partido por alguna de las dos opciones que han sido planteadas hasta ahora. Y, en nuestro caso, eso podría significar la apertura de un nuevo espacio de fricción con nuestros vecinos del norte.
En este sentido, la cuarta pista de la gira por Europa vuelve a pasar por Washington. De hecho, el Presidente Calderón decidió incluir la relación con Estados Unidos en su agenda europea antes de partir hacia el viejo continente. En una entrevista con la agencia de noticias alemana DPA, volvió a insistir en que la causa de los problemas que enfrenta México con el narcotráfico y el crimen organizado, se deben principalmente a que Estados Unidos no ha hecho lo suficiente para reducir el consumo de drogas en ese país, ni para ejercer un mayor control fronterizo que permita evitar el tráfico de armas hacia México.
El lunes pasado, el tema volvió a surgir en las reuniones que sostuvo en Italia para conocer sus experiencias en la lucha contra la delincuencia organizada. Durante la conferencia de prensa que ofreció junto con el Presidente del Consejo de Ministros, Romano Prodi, Calderón nuevamente señaló que México está haciendo su trabajo, y que espera que Estados Unidos haga el suyo para superar este "problema común".
Finalmente, la quinta pista donde tiene lugar la gira, es la de la política interna de nuestro país. Desde un principio, el viaje estuvo ligado a este terreno, ya que el Presidente Calderón salió rumbo a Europa después de participar en la tormentosa asamblea del PAN. Además, la invitación a los dirigentes de los partidos políticos para que lo acompañaran en su comitiva, incluyendo al panista Manuel Espino, garantizaba que buena parte de la atención mediática se concentraría en este aspecto del viaje.
Durante la primera visita que realizó el Presidente Calderón a Europa, el pasado mes de febrero, cuando participó en el Foro Económico de Davos y luego fue a España, se generó la percepción de que el sentido de la gira se perdió en el laberinto de las confrontaciones con Venezuela y la dirigencia del PAN.
Ahora, habrá que ver si una gira que transcurre en cinco distintas pistas ayuda a cumplir el propósito de que Europa se convierta en una verdadera opción para equilibrar el peso que ejerce en nuestra política exterior la vecindad con Estados Unidos, o si solamente quedará en otra fuente de anécdotas y oportunidades perdidas.
El Norte
6 de junio de 2007
La segunda gira por Europa que está llevando a cabo en estos días el Presidente Felipe Calderón se parece a un complicado circo de cinco pistas, por los distintos espacios y planos en los que se desarrolla.
En la primera pista se encuentran los contactos programados a nivel bilateral en El Vaticano, Italia, Bélgica, Francia, Alemania y Dinamarca.
Las visitas al Vaticano siempre son delicadas para los mandatarios mexicanos, pero esta vez había varios temas que podían generar "ruido", como la impugnación de la PGR a la ley que despenaliza el aborto en el DF, las polémicas declaraciones del Papa en Brasil o la participación de la familia presidencial en la ceremonia de canonización de la fundadora de la orden religiosa del colegio al que asisten sus hijos.
Sin embargo, la gira arrancó bien. Calderón volvió a diferenciarse de su antecesor, al separar claramente los aspectos públicos y privados de la visita a la Santa Sede, y al lograr un equilibrio en el trato respetuoso y cordial, pero a la vez institucional, con el jefe de la iglesia católica.
La segunda pista de la gira se ubica en Bruselas, sede de las principales instituciones que soportan a la Unión Europea. A 50 años de haber comenzado el camino hacia la integración, Europa ha entrado a su siguiente etapa con la llegada al poder de nuevos líderes en Alemania, Francia y, próximamente, el Reino Unido. Su prioridad es buscar una opción para superar el rechazo a la Constitución europea, y quizás ello refleje la ausencia de una agenda más amplia para la visita del Presidente Calderón, así como la falta de un encuentro con el Presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso.
La tercera pista está en el balneario alemán de Heiligendamm. Ahí se realiza la reunión del Grupo de los 8 países más industrializados del mundo, a la cual nuevamente fueron invitadas las cinco principales "economías emergentes", incluyendo a México, en lo que ya se conoce como el G8+5.
La presencia de nuestro país en estos encuentros anuales es clave para reafirmar la percepción de que México tiene un papel que jugar en la solución de los grandes retos globales, como es el caso del cambio climático. Éste es el tema central de la reunión del G8+5, y la Academia Mexicana de Ciencias, junto con las instituciones de los otros 12 países que asisten a la reunión, participó en la elaboración de la agenda científica y tecnológica que se discutirá en Heiligendamm.
Sin embargo, las diferencias fundamentales respecto a este tema prioritario entre Estados Unidos y la anfitriona del evento, la Canciller alemana Angela Merkel, permiten anticipar serias dificultades para alcanzar un acuerdo definitivo. Lo más delicado, al menos para México, es que la situación acabe polarizándose, al grado de que los invitados se vean forzados a tomar partido por alguna de las dos opciones que han sido planteadas hasta ahora. Y, en nuestro caso, eso podría significar la apertura de un nuevo espacio de fricción con nuestros vecinos del norte.
En este sentido, la cuarta pista de la gira por Europa vuelve a pasar por Washington. De hecho, el Presidente Calderón decidió incluir la relación con Estados Unidos en su agenda europea antes de partir hacia el viejo continente. En una entrevista con la agencia de noticias alemana DPA, volvió a insistir en que la causa de los problemas que enfrenta México con el narcotráfico y el crimen organizado, se deben principalmente a que Estados Unidos no ha hecho lo suficiente para reducir el consumo de drogas en ese país, ni para ejercer un mayor control fronterizo que permita evitar el tráfico de armas hacia México.
El lunes pasado, el tema volvió a surgir en las reuniones que sostuvo en Italia para conocer sus experiencias en la lucha contra la delincuencia organizada. Durante la conferencia de prensa que ofreció junto con el Presidente del Consejo de Ministros, Romano Prodi, Calderón nuevamente señaló que México está haciendo su trabajo, y que espera que Estados Unidos haga el suyo para superar este "problema común".
Finalmente, la quinta pista donde tiene lugar la gira, es la de la política interna de nuestro país. Desde un principio, el viaje estuvo ligado a este terreno, ya que el Presidente Calderón salió rumbo a Europa después de participar en la tormentosa asamblea del PAN. Además, la invitación a los dirigentes de los partidos políticos para que lo acompañaran en su comitiva, incluyendo al panista Manuel Espino, garantizaba que buena parte de la atención mediática se concentraría en este aspecto del viaje.
Durante la primera visita que realizó el Presidente Calderón a Europa, el pasado mes de febrero, cuando participó en el Foro Económico de Davos y luego fue a España, se generó la percepción de que el sentido de la gira se perdió en el laberinto de las confrontaciones con Venezuela y la dirigencia del PAN.
Ahora, habrá que ver si una gira que transcurre en cinco distintas pistas ayuda a cumplir el propósito de que Europa se convierta en una verdadera opción para equilibrar el peso que ejerce en nuestra política exterior la vecindad con Estados Unidos, o si solamente quedará en otra fuente de anécdotas y oportunidades perdidas.
Wednesday, May 23, 2007
Vieja historia de nueva reforma
Javier Treviño Cantú
El Norte
23 de mayo de 2007
La nueva propuesta bipartidista para reformar el sistema migratorio de Estados Unidos, que se está discutiendo en el Senado del vecino país, ha vuelto a desatar las pasiones políticas en Washington. Una y otra vez, la búsqueda de soluciones eficaces a este complejo reto se ha estrellado contra el muro político-electoral que rige la toma de decisiones en la capital estadounidense. La situación no es diferente en esta ocasión, y las posibilidades de que se concrete una reforma integral siguen pareciendo muy limitadas.
El reloj juega en contra de la administración Bush. La rapidez con la que se adelantaron los tiempos para la próxima elección presidencial le ha restado margen de maniobra. Ésta puede ser la última oportunidad que tendrá el Presidente Bush de lograr una reforma migratoria que sea parte de su legado. Por eso encargó al Secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, y al de Seguridad Territorial, Michael Chertoff, que encabezaran las negociaciones y atendieran las distintas preocupaciones de los senadores demócratas y republicanos para alcanzar un acuerdo viable.
Paradójicamente, al tratar de quedar bien con todo el mundo, los negociadores de la Casa Blanca parecen haber logrado el resultado contrario. Si bien esta iniciativa representa un avance, la complejidad de los equilibrios que se pretende alcanzar ha hecho que nadie quede del todo satisfecho con la propuesta dada a conocer la semana pasada. Por lo tanto, casi de inmediato empezó a recibir ataques de todas partes.
Algunos de los precandidatos republicanos a la Presidencia, como el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, rápidamente señalaron que se debería cambiar el nombre de las nuevas visas "z", y llamarles visas "a", porque supuestamente representan una "amnistía" para los 12 millones de migrantes indocumentados que se verían beneficiados con un camino que podría llevarlos a obtener la ciudadanía.
La propuesta para crear un programa de trabajadores temporales, con base en la asignación de un sistema de "puntos", también fue criticada por asociaciones empresariales y organizaciones defensoras de los migrantes. Dado que los trabajadores ya no podrían ser "nominados" por alguna empresa para obtener una visa, no hay garantías de que lleguen al mercado laboral las personas que cada compañía necesita.
Además, existe la preocupación de que el modelo favorezca a futuros migrantes con mayores habilidades y preparación académica, a costa de trabajadores menos calificados, pero dispuestos a realizar trabajos en el sector agrícola, en la construcción, el cuidado de personas mayores y otros similares.
Más aún, el nuevo sistema de "puntos" acabaría con la tradición de promover la integración familiar de los migrantes que ya se encuentran en Estados Unidos. De hecho, ésta ha sido una de las principales preocupaciones de Nancy Pelosi, la líder demócrata de la Cámara de Representantes.
La postura adoptada por la dirigente política muestra uno de los principales obstáculos a la nueva propuesta: si bien existe una remota posibilidad de que el Presidente Bush obtenga el apoyo de suficientes legisladores republicanos, resulta muy difícil considerar que los congresistas demócratas vayan a cederle el gran triunfo político que significaría para él una reforma migratoria de fondo.
Finalmente, lo único en lo que parece existir un consenso bipartidista es en la necesidad de seguir reforzando el control de la frontera con México, antes de emprender cualquier nueva medida para que los migrantes indocumentados puedan regularizar su situación o participar en el programa de trabajadores temporales.
Se calcula que las disposiciones contempladas en el acuerdo, como la contratación de 18 mil nuevos agentes para la Patrulla Fronteriza, o la construcción de 600 kilómetros adicionales de bardas a lo largo de la línea divisoria, tardarían al menos 18 meses en estar listas. Eso significa que el verdadero proceso que podría llevar a los indocumentados actuales a convertirse en ciudadanos estadounidenses, estaría a cargo de la administración que ocupará la Casa Blanca a partir de enero del 2009.
La nueva propuesta en sí representa un avance, y el hecho de que se esté discutiendo la forma de mejorarla es una buena señal. Para México, sin embargo, el panorama no es demasiado alentador. Si bien muchos de los paisanos que ya están del otro lado podrían dejar atrás su condición ilegal, el proceso sería largo, lento y costoso. Por su parte, el programa de trabajadores huéspedes parece diseñado para migrantes de otros países, como la India, en donde cada año se gradúan casi medio millón de ingenieros que hablan inglés.
En cualquier caso, la reciente iniciativa de reforma migratoria implica un paso más en el cierre paulatino de la frontera que cada vez nos separa más de Estados Unidos. Es una vieja historia. Por su naturaleza internacional, el fenómeno migratorio exige compromisos y supone responsabilidades. La nueva propuesta que se discute en Estados Unidos dista mucho de ser una solución definitiva, por lo que México deberá mantener una política de protección a los derechos de los migrantes muy activa y, a la vez, tendrá que hacer su parte para crear más y mejores empleos en el País.
El Norte
23 de mayo de 2007
La nueva propuesta bipartidista para reformar el sistema migratorio de Estados Unidos, que se está discutiendo en el Senado del vecino país, ha vuelto a desatar las pasiones políticas en Washington. Una y otra vez, la búsqueda de soluciones eficaces a este complejo reto se ha estrellado contra el muro político-electoral que rige la toma de decisiones en la capital estadounidense. La situación no es diferente en esta ocasión, y las posibilidades de que se concrete una reforma integral siguen pareciendo muy limitadas.
El reloj juega en contra de la administración Bush. La rapidez con la que se adelantaron los tiempos para la próxima elección presidencial le ha restado margen de maniobra. Ésta puede ser la última oportunidad que tendrá el Presidente Bush de lograr una reforma migratoria que sea parte de su legado. Por eso encargó al Secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, y al de Seguridad Territorial, Michael Chertoff, que encabezaran las negociaciones y atendieran las distintas preocupaciones de los senadores demócratas y republicanos para alcanzar un acuerdo viable.
Paradójicamente, al tratar de quedar bien con todo el mundo, los negociadores de la Casa Blanca parecen haber logrado el resultado contrario. Si bien esta iniciativa representa un avance, la complejidad de los equilibrios que se pretende alcanzar ha hecho que nadie quede del todo satisfecho con la propuesta dada a conocer la semana pasada. Por lo tanto, casi de inmediato empezó a recibir ataques de todas partes.
Algunos de los precandidatos republicanos a la Presidencia, como el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, rápidamente señalaron que se debería cambiar el nombre de las nuevas visas "z", y llamarles visas "a", porque supuestamente representan una "amnistía" para los 12 millones de migrantes indocumentados que se verían beneficiados con un camino que podría llevarlos a obtener la ciudadanía.
La propuesta para crear un programa de trabajadores temporales, con base en la asignación de un sistema de "puntos", también fue criticada por asociaciones empresariales y organizaciones defensoras de los migrantes. Dado que los trabajadores ya no podrían ser "nominados" por alguna empresa para obtener una visa, no hay garantías de que lleguen al mercado laboral las personas que cada compañía necesita.
Además, existe la preocupación de que el modelo favorezca a futuros migrantes con mayores habilidades y preparación académica, a costa de trabajadores menos calificados, pero dispuestos a realizar trabajos en el sector agrícola, en la construcción, el cuidado de personas mayores y otros similares.
Más aún, el nuevo sistema de "puntos" acabaría con la tradición de promover la integración familiar de los migrantes que ya se encuentran en Estados Unidos. De hecho, ésta ha sido una de las principales preocupaciones de Nancy Pelosi, la líder demócrata de la Cámara de Representantes.
La postura adoptada por la dirigente política muestra uno de los principales obstáculos a la nueva propuesta: si bien existe una remota posibilidad de que el Presidente Bush obtenga el apoyo de suficientes legisladores republicanos, resulta muy difícil considerar que los congresistas demócratas vayan a cederle el gran triunfo político que significaría para él una reforma migratoria de fondo.
Finalmente, lo único en lo que parece existir un consenso bipartidista es en la necesidad de seguir reforzando el control de la frontera con México, antes de emprender cualquier nueva medida para que los migrantes indocumentados puedan regularizar su situación o participar en el programa de trabajadores temporales.
Se calcula que las disposiciones contempladas en el acuerdo, como la contratación de 18 mil nuevos agentes para la Patrulla Fronteriza, o la construcción de 600 kilómetros adicionales de bardas a lo largo de la línea divisoria, tardarían al menos 18 meses en estar listas. Eso significa que el verdadero proceso que podría llevar a los indocumentados actuales a convertirse en ciudadanos estadounidenses, estaría a cargo de la administración que ocupará la Casa Blanca a partir de enero del 2009.
La nueva propuesta en sí representa un avance, y el hecho de que se esté discutiendo la forma de mejorarla es una buena señal. Para México, sin embargo, el panorama no es demasiado alentador. Si bien muchos de los paisanos que ya están del otro lado podrían dejar atrás su condición ilegal, el proceso sería largo, lento y costoso. Por su parte, el programa de trabajadores huéspedes parece diseñado para migrantes de otros países, como la India, en donde cada año se gradúan casi medio millón de ingenieros que hablan inglés.
En cualquier caso, la reciente iniciativa de reforma migratoria implica un paso más en el cierre paulatino de la frontera que cada vez nos separa más de Estados Unidos. Es una vieja historia. Por su naturaleza internacional, el fenómeno migratorio exige compromisos y supone responsabilidades. La nueva propuesta que se discute en Estados Unidos dista mucho de ser una solución definitiva, por lo que México deberá mantener una política de protección a los derechos de los migrantes muy activa y, a la vez, tendrá que hacer su parte para crear más y mejores empleos en el País.
Wednesday, May 09, 2007
¿Ciudad exitosa?
Javier Treviño Cantú
El Norte
9 de mayo de 2007
¿Es Monterrey una ciudad exitosa? Hasta hace poco, en el resto de nuestro país -y en muchas partes del mundo- se le asociaba con factores positivos que le daban una buena imagen. Por lo general, las principales ciudades del mundo se identifican con un atributo en especial, y durante mucho tiempo la idea de Monterrey estuvo ligada a su carácter emprendedor e industrial.
La capacidad de su gente para sobreponerse a las duras condiciones geográficas y salir adelante generó una percepción positiva de Monterrey. Ser la cuna donde nacieron algunas de las compañías mexicanas más reconocidas, muchas de las cuales han alcanzado una importante dimensión internacional, también fue clave para proyectar una imagen "ganadora".
La calidad de las universidades, públicas y privadas, hizo que Monterrey fuera una ciudad atractiva. Jóvenes de otras partes de la República, o de América Latina, venían a estudiar aquí su carrera. Muchos se quedaban a trabajar y a formar una familia por las oportunidades que encontraban. Igualmente, muchas compañías de otros países decidían ubicarse en Monterrey por la calidad profesional de la gente que podían emplear.
A pesar de que estos atributos siguen siendo muy valiosos para la imagen de nuestra ciudad, hay que reconocer que varios factores negativos le están restando valor a la "marca Monterrey".
El domingo pasado, por ejemplo, leíamos en estas páginas sobre el desorden que existe en los anuncios espectaculares de nuestras principales avenidas. Los que vivimos aquí ya nos acostumbramos al triste y sucio panorama urbano. Pero si pensamos en los empresarios extranjeros que nos visiten por primera vez, será muy difícil cambiar la primera impresión negativa que se lleven.
Por supuesto, lo que más está afectando la imagen de Monterrey es la inseguridad. Al igual que otras ciudades del País, enfrentamos un reto muy grave, para el que no hay soluciones fáciles. Pero, a diferencia de otros sitios, lo que está pasando aquí es algo relativamente nuevo, y quizá por eso llama más la atención: hace un mes, el Gobierno de Estados Unidos amplió la advertencia para que sus ciudadanos tomen precauciones ante la violencia que impera en nuestra ciudad.
Esta situación puede cambiar si se toman las decisiones correctas. ¿O nos vamos a quedar con los brazos cruzados? La semana pasada, la revista The Economist publicó un interesante reportaje sobre el futuro de las ciudades. Apuntaba tres aspectos fundamentales para que las ciudades puedan tener éxito: 1) la capacidad de integrarse a la economía global; 2) la necesidad de contar con gobiernos y administraciones públicas eficientes; y 3) la disposición para que la ciudad se reinvente a sí misma.
Hoy en día, las ciudades de todo el mundo están compitiendo más que nunca para atraer inversiones, turistas y toda clase de recursos. Esto exige contar con infraestructura adecuada, condiciones competitivas en materia de costos e impuestos y profesionistas con las habilidades necesarias para trabajar en compañías internacionales.
Implica que necesitamos invertir más en educación y promover más alianzas entre las universidades, los negocios y los gobiernos. La competencia de hoy es por el talento. Monterrey tiene que convertirse en un centro de innovación, investigación y desarrollo a la altura de los mejores del mundo. De otra forma, tendremos muy poco que ofrecer a la economía global.
Como señaló The Economist, lo segundo que se necesita son gobiernos de calidad. Aquí hay mucho que hacer. Pero, antes que nada, esto significa que, en Monterrey y en todo nuestro país, necesitamos cambiar los términos de los mandatos municipales. No podemos seguir esperando los resultados que se necesitan de administraciones locales con una duración de tres años.
La Alcaldía de Monterrey, junto con el Gobierno del Estado, pueden tomar la estafeta y proponer un cambio de fondo en este terreno clave. Una posible opción serían periodos de cuatro años, como ya han hecho otros municipios, pero añadiendo una sola reelección consecutiva para un total de ocho años. Otra opción podría ser ampliar un periodo único a seis años. Sin un cambio institucional de este tipo, nunca vamos a tener autoridades locales que puedan ver más allá del corto plazo, ni desarrollar proyectos de largo alcance.
Por último, Monterrey tiene que reinventarse a sí misma. Existen muchos ejemplos exitosos a nivel mundial. Dublín en Irlanda, Sydney en Australia, Calgary en Canadá y muchas más han demostrado que sí se puede. Monterrey ya ha dado pasos importantes en este sentido. La idea de que se convierta en una "ciudad del conocimiento" va en la dirección correcta, pero toda la sociedad tiene que hacer un esfuerzo para concretarla.
Durante mucho tiempo tuvimos la suerte de contar con una valiosa "marca Monterrey". Desafortunadamente, en los últimos años la hemos erosionado en forma por demás irresponsable. La marca Monterrey no le pertenece ni al Gobierno del Estado, ni a la Alcaldía de la ciudad. Es de todos. Ante las fuerzas de la globalización, necesitamos una marca Monterrey que nos distinga por nuestro propio carácter, y por una historia de éxito de la que todos podamos sentirnos orgullosos.
El Norte
9 de mayo de 2007
¿Es Monterrey una ciudad exitosa? Hasta hace poco, en el resto de nuestro país -y en muchas partes del mundo- se le asociaba con factores positivos que le daban una buena imagen. Por lo general, las principales ciudades del mundo se identifican con un atributo en especial, y durante mucho tiempo la idea de Monterrey estuvo ligada a su carácter emprendedor e industrial.
La capacidad de su gente para sobreponerse a las duras condiciones geográficas y salir adelante generó una percepción positiva de Monterrey. Ser la cuna donde nacieron algunas de las compañías mexicanas más reconocidas, muchas de las cuales han alcanzado una importante dimensión internacional, también fue clave para proyectar una imagen "ganadora".
La calidad de las universidades, públicas y privadas, hizo que Monterrey fuera una ciudad atractiva. Jóvenes de otras partes de la República, o de América Latina, venían a estudiar aquí su carrera. Muchos se quedaban a trabajar y a formar una familia por las oportunidades que encontraban. Igualmente, muchas compañías de otros países decidían ubicarse en Monterrey por la calidad profesional de la gente que podían emplear.
A pesar de que estos atributos siguen siendo muy valiosos para la imagen de nuestra ciudad, hay que reconocer que varios factores negativos le están restando valor a la "marca Monterrey".
El domingo pasado, por ejemplo, leíamos en estas páginas sobre el desorden que existe en los anuncios espectaculares de nuestras principales avenidas. Los que vivimos aquí ya nos acostumbramos al triste y sucio panorama urbano. Pero si pensamos en los empresarios extranjeros que nos visiten por primera vez, será muy difícil cambiar la primera impresión negativa que se lleven.
Por supuesto, lo que más está afectando la imagen de Monterrey es la inseguridad. Al igual que otras ciudades del País, enfrentamos un reto muy grave, para el que no hay soluciones fáciles. Pero, a diferencia de otros sitios, lo que está pasando aquí es algo relativamente nuevo, y quizá por eso llama más la atención: hace un mes, el Gobierno de Estados Unidos amplió la advertencia para que sus ciudadanos tomen precauciones ante la violencia que impera en nuestra ciudad.
Esta situación puede cambiar si se toman las decisiones correctas. ¿O nos vamos a quedar con los brazos cruzados? La semana pasada, la revista The Economist publicó un interesante reportaje sobre el futuro de las ciudades. Apuntaba tres aspectos fundamentales para que las ciudades puedan tener éxito: 1) la capacidad de integrarse a la economía global; 2) la necesidad de contar con gobiernos y administraciones públicas eficientes; y 3) la disposición para que la ciudad se reinvente a sí misma.
Hoy en día, las ciudades de todo el mundo están compitiendo más que nunca para atraer inversiones, turistas y toda clase de recursos. Esto exige contar con infraestructura adecuada, condiciones competitivas en materia de costos e impuestos y profesionistas con las habilidades necesarias para trabajar en compañías internacionales.
Implica que necesitamos invertir más en educación y promover más alianzas entre las universidades, los negocios y los gobiernos. La competencia de hoy es por el talento. Monterrey tiene que convertirse en un centro de innovación, investigación y desarrollo a la altura de los mejores del mundo. De otra forma, tendremos muy poco que ofrecer a la economía global.
Como señaló The Economist, lo segundo que se necesita son gobiernos de calidad. Aquí hay mucho que hacer. Pero, antes que nada, esto significa que, en Monterrey y en todo nuestro país, necesitamos cambiar los términos de los mandatos municipales. No podemos seguir esperando los resultados que se necesitan de administraciones locales con una duración de tres años.
La Alcaldía de Monterrey, junto con el Gobierno del Estado, pueden tomar la estafeta y proponer un cambio de fondo en este terreno clave. Una posible opción serían periodos de cuatro años, como ya han hecho otros municipios, pero añadiendo una sola reelección consecutiva para un total de ocho años. Otra opción podría ser ampliar un periodo único a seis años. Sin un cambio institucional de este tipo, nunca vamos a tener autoridades locales que puedan ver más allá del corto plazo, ni desarrollar proyectos de largo alcance.
Por último, Monterrey tiene que reinventarse a sí misma. Existen muchos ejemplos exitosos a nivel mundial. Dublín en Irlanda, Sydney en Australia, Calgary en Canadá y muchas más han demostrado que sí se puede. Monterrey ya ha dado pasos importantes en este sentido. La idea de que se convierta en una "ciudad del conocimiento" va en la dirección correcta, pero toda la sociedad tiene que hacer un esfuerzo para concretarla.
Durante mucho tiempo tuvimos la suerte de contar con una valiosa "marca Monterrey". Desafortunadamente, en los últimos años la hemos erosionado en forma por demás irresponsable. La marca Monterrey no le pertenece ni al Gobierno del Estado, ni a la Alcaldía de la ciudad. Es de todos. Ante las fuerzas de la globalización, necesitamos una marca Monterrey que nos distinga por nuestro propio carácter, y por una historia de éxito de la que todos podamos sentirnos orgullosos.
Wednesday, April 25, 2007
Ni fragmentada, ni integrada
Javier Treviño Cantú
El Norte
25 de abril de 2007
La semana pasada se realizó un importante seminario internacional en la Ciudad de México para analizar si América Latina está en proceso de fragmentarse, o si, por el contrario, está en camino de avanzar en el viejo propósito de una mayor integración regional.
El seminario estuvo patrocinado por la Fundación Grupo Mayan y fue organizado por el ITAM, la revista Foreign Affairs en Español y el Centro Woodrow Wilson de Estados Unidos. Entre otras destacadas personalidades, participaron el escritor Mario Vargas Llosa, los historiadores Enrique Krauze y Eric Hobsbawm, el reconocido analista Francis Fukuyama, el Alto Representante de la Unión Europea Javier Solana, el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, y el ex Presidente de Chile Ricardo Lagos, a quien tuve el honor de presentar, antes de que cerrara el evento con una conferencia sobre el tema principal del Seminario.
La discusión en torno a si América Latina se está fragmentando o integrando se ha intensificado a últimas fechas. Sin duda, parte de la razón tiene que ver con el activismo que ha desplegado el Presidente Hugo Chávez de Venezuela, y con la decisión que han tomado países como Cuba, Bolivia, Argentina, Nicaragua y Ecuador de sumarse a las iniciativas de Caracas.
La idea de que el subcontinente se encuentra ante una disyuntiva también tiene que ver con la construcción de un escenario mediático de confrontación. Las buenas noticias, como sería el caso de los avances en materia de integración, nunca resultan demasiado atractivas para llamar la atención de lectores, radioescuchas o televidentes. En cambio, las que se enfocan en las diferencias de los modelos económicos y políticos que se siguen en la zona, o en los choques de personalidades entre mandatarios, siempre ocupan las primeras planas.
La supuesta opción radical que tendría América Latina ante sí, obedece en buena medida a ese afán "reduccionista" al que se ha referido el ex Presidente Lagos. Hace unos días, en el discurso que pronunció en la ceremonia donde la UNAM le otorgó un Doctorado Honoris Causa junto a otros seis galardonados, Lagos volvió a plantear que es necesario enfrentar estos reduccionismos para encontrar soluciones complejas a los retos igualmente complejos que enfrentan nuestros países.
Por una parte, a pesar de compartir una herencia cultural común, la complejidad de América Latina se expresa en la multiplicidad de historias nacionales y experiencias singulares. Como apuntó Vargas Llosa, los esfuerzos de integración deben partir de la premisa que significa la falta de homogeneidad que caracteriza a la región, por lo que buscar un "colectivo uniforme" representaría el primer obstáculo a la integración.
Por otra parte, considerar que América Latina estaría en riesgo de "fragmentarse" implicaría desconocer la complejidad del entramado institucional que con tantos esfuerzos se ha ido construyendo a todos niveles desde hace más de medio siglo.
En el plano económico, por ejemplo, hoy se cuenta con acuerdos comerciales y aduaneros bilaterales, subregionales y multinacionales, que además de vincular a los países del área, unen a muchos de ellos con América del Norte, la Unión Europea o la Cuenca del Pacífico. Como sostuvo Jaime Zabludovski, "el TLC ha hecho más por la integración latinoamericana que 20 años de discursos retóricos integracionistas".
De hecho, una muestra de la voluntad que existe para seguir impulsando la unidad regional se dio en forma paralela al Seminario: su celebración coincidió con la cumbre sobre energía en Venezuela, donde los países de la rebautizada Unión de Naciones Sudamericanas acordaron establecer una secretaría permanente para este organismo en Quito, y adoptaron la "Declaración de Isla Margarita: Construyendo la Integración Energética del Sur".
Igualmente, en el terreno del diálogo político y la concertación se ha establecido toda una serie de instrumentos que incluso se traslapan. El Mecanismo de Tuxtla, el Sistema de Integración Centroamericana, el Grupo de Río, la Cumbre de las Américas, la Cumbre Iberoamericana y muchos otros se suman a una arquitectura basada en organismos multilaterales como la OEA.
Además, en el plano cultural se manifiesta con toda su fuerza el grado de identificación que existe entre los pueblos de Latinoamérica. De nueva cuenta, como dijo Mario Vargas Llosa, "sólo en el ámbito de la cultura hemos logrado una integración real. Es ahí donde se descubre que lo que nos une es más importante que lo que nos separa".
Más que prevenir una posible fragmentación, el reto pareciera consistir en darle un sentido renovado al esfuerzo que realizan los países latinoamericanos a través de todos estos mecanismos, para reducir el tamaño de las burocracias que los sustentan y agilizar sus respectivas tareas en favor de objetivos más precisos y alcanzables.
Debido a la extrema complejidad que implica, la plena integración de América Latina quizás sea una utopía. Pero, al menos, después de este excelente Seminario, hoy tenemos una idea más clara de que, como señaló el ex Presidente Ricardo Lagos, si nos lo proponemos y nos esforzamos, sigue siendo posible que algún día nuestra región "pueda hablar con una voz común".
El Norte
25 de abril de 2007
La semana pasada se realizó un importante seminario internacional en la Ciudad de México para analizar si América Latina está en proceso de fragmentarse, o si, por el contrario, está en camino de avanzar en el viejo propósito de una mayor integración regional.
El seminario estuvo patrocinado por la Fundación Grupo Mayan y fue organizado por el ITAM, la revista Foreign Affairs en Español y el Centro Woodrow Wilson de Estados Unidos. Entre otras destacadas personalidades, participaron el escritor Mario Vargas Llosa, los historiadores Enrique Krauze y Eric Hobsbawm, el reconocido analista Francis Fukuyama, el Alto Representante de la Unión Europea Javier Solana, el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, y el ex Presidente de Chile Ricardo Lagos, a quien tuve el honor de presentar, antes de que cerrara el evento con una conferencia sobre el tema principal del Seminario.
La discusión en torno a si América Latina se está fragmentando o integrando se ha intensificado a últimas fechas. Sin duda, parte de la razón tiene que ver con el activismo que ha desplegado el Presidente Hugo Chávez de Venezuela, y con la decisión que han tomado países como Cuba, Bolivia, Argentina, Nicaragua y Ecuador de sumarse a las iniciativas de Caracas.
La idea de que el subcontinente se encuentra ante una disyuntiva también tiene que ver con la construcción de un escenario mediático de confrontación. Las buenas noticias, como sería el caso de los avances en materia de integración, nunca resultan demasiado atractivas para llamar la atención de lectores, radioescuchas o televidentes. En cambio, las que se enfocan en las diferencias de los modelos económicos y políticos que se siguen en la zona, o en los choques de personalidades entre mandatarios, siempre ocupan las primeras planas.
La supuesta opción radical que tendría América Latina ante sí, obedece en buena medida a ese afán "reduccionista" al que se ha referido el ex Presidente Lagos. Hace unos días, en el discurso que pronunció en la ceremonia donde la UNAM le otorgó un Doctorado Honoris Causa junto a otros seis galardonados, Lagos volvió a plantear que es necesario enfrentar estos reduccionismos para encontrar soluciones complejas a los retos igualmente complejos que enfrentan nuestros países.
Por una parte, a pesar de compartir una herencia cultural común, la complejidad de América Latina se expresa en la multiplicidad de historias nacionales y experiencias singulares. Como apuntó Vargas Llosa, los esfuerzos de integración deben partir de la premisa que significa la falta de homogeneidad que caracteriza a la región, por lo que buscar un "colectivo uniforme" representaría el primer obstáculo a la integración.
Por otra parte, considerar que América Latina estaría en riesgo de "fragmentarse" implicaría desconocer la complejidad del entramado institucional que con tantos esfuerzos se ha ido construyendo a todos niveles desde hace más de medio siglo.
En el plano económico, por ejemplo, hoy se cuenta con acuerdos comerciales y aduaneros bilaterales, subregionales y multinacionales, que además de vincular a los países del área, unen a muchos de ellos con América del Norte, la Unión Europea o la Cuenca del Pacífico. Como sostuvo Jaime Zabludovski, "el TLC ha hecho más por la integración latinoamericana que 20 años de discursos retóricos integracionistas".
De hecho, una muestra de la voluntad que existe para seguir impulsando la unidad regional se dio en forma paralela al Seminario: su celebración coincidió con la cumbre sobre energía en Venezuela, donde los países de la rebautizada Unión de Naciones Sudamericanas acordaron establecer una secretaría permanente para este organismo en Quito, y adoptaron la "Declaración de Isla Margarita: Construyendo la Integración Energética del Sur".
Igualmente, en el terreno del diálogo político y la concertación se ha establecido toda una serie de instrumentos que incluso se traslapan. El Mecanismo de Tuxtla, el Sistema de Integración Centroamericana, el Grupo de Río, la Cumbre de las Américas, la Cumbre Iberoamericana y muchos otros se suman a una arquitectura basada en organismos multilaterales como la OEA.
Además, en el plano cultural se manifiesta con toda su fuerza el grado de identificación que existe entre los pueblos de Latinoamérica. De nueva cuenta, como dijo Mario Vargas Llosa, "sólo en el ámbito de la cultura hemos logrado una integración real. Es ahí donde se descubre que lo que nos une es más importante que lo que nos separa".
Más que prevenir una posible fragmentación, el reto pareciera consistir en darle un sentido renovado al esfuerzo que realizan los países latinoamericanos a través de todos estos mecanismos, para reducir el tamaño de las burocracias que los sustentan y agilizar sus respectivas tareas en favor de objetivos más precisos y alcanzables.
Debido a la extrema complejidad que implica, la plena integración de América Latina quizás sea una utopía. Pero, al menos, después de este excelente Seminario, hoy tenemos una idea más clara de que, como señaló el ex Presidente Ricardo Lagos, si nos lo proponemos y nos esforzamos, sigue siendo posible que algún día nuestra región "pueda hablar con una voz común".
Wednesday, April 11, 2007
Cumbre trascendente
Javier Treviño Cantú
El Norte
11 de abril de 2007
La decisión de realizar la Cumbre de Campeche para revigorizar al Plan Puebla-Panamá (PPP), como parte del esfuerzo del gobierno del Presidente Felipe Calderón por recuperar espacios de interlocución y liderazgo en América Latina, puede llegar a tener un impacto trascendental.
Este proyecto siempre estará asociado a su antecesor, Vicente Fox, quien lo lanzó en 2001, con todo lo que eso significa. Como en muchos otros casos, el ex Mandatario primero generó grandes expectativas con esta iniciativa, luego dejó de darle el seguimiento necesario para que fructificara, y acabó por generar la percepción de que resultó inoperante para fomentar el desarrollo y una mayor integración de toda el área.
Desde el inicio de su administración, Felipe Calderón ha hecho del contraste con la forma de operar que tenía el gobierno anterior una de sus principales herramientas de política. En este sentido, el "relanzamiento" del PPP puede verse como un esfuerzo más para reafirmar un estilo personal de gobernar. En realidad, es una oportunidad para demostrar que, si se le dedica una atención prioritaria, el Plan puede convertirse en un pilar de la política exterior mexicana.
Es difícil subestimar la importancia estratégica que tiene el PPP para nuestro país. Si bien el Presidente Calderón ha reiterado la intención de que México juegue un papel de liderazgo en toda América Latina, el "área natural de influencia" donde México puede, y debe, demostrar esta capacidad, es precisamente en la zona vecina.
A diferencia de América del Sur, en donde la actuación de México se verá equilibrada -o contrarrestada- por factores como el peso de Brasil, Mesoamérica ofrece la mejor opción para proyectar nuestra dimensión económica y geopolítica. No se trata tan sólo de una cuestión de tamaño o de recursos, sino de la capacidad para definir y conducir un proyecto viable, que contribuya al avance de los temas que conforman la agenda regional.
Después de la Cumbre de Campeche, esta agenda es un reflejo fiel de lo que nos une y, paradójicamente, nos distancia de la otra región clave para todos los países del área: América del Norte. En esencia, la agenda se centra en los mismos puntos clave: seguridad, migración y competitividad.
La cooperación en materia de seguridad se impuso en la Cumbre de Campeche. La amenaza planteada por las organizaciones dedicadas al narcotráfico y bandas criminales se ha manifestado con toda su fuerza este año en los límites de los tres "círculos concéntricos" que formarían el "perímetro de seguridad" regional:
1) La frontera entre México y Estados Unidos; 2) la frontera de México con Guatemala, país en donde, por ejemplo, a mediados de febrero fueron asesinados tres diputados salvadoreños al Parlamento Centroamericano, y luego los mismos policías que habrían cometido el crimen murieron en una cárcel de alta seguridad; y 3) el borde sur de Mesoamérica, entre Panamá y Colombia, donde cada vez surgen más muestras de la presencia de los cárteles mexicanos.
El segundo tema de la agenda, la migración, busca ser atendido por el PPP impulsando el desarrollo regional, pero también debe ser puesto en el contexto de las acciones emprendidas por el gobierno del Presidente Bush para reforzar el control sobre su frontera sur y lograr así una reforma migratoria integral.
En la medida en que el paso hacia el mercado laboral estadounidense se dificulte, la presión irá incrementándose para todos los países del área. Pero sobre todo para México. No sólo por el cierre de la "válvula de escape" para nuestros trabajadores, sino por los miles de migrantes provenientes de Latinoamérica que irán quedándose en territorio nacional ante la imposibilidad de cruzar a Estados Unidos.
Por último, la red de acuerdos comerciales que ya existen entre los países de Norte y Mesoamérica, aunada a los recientes acuerdos con Panamá, Colombia y Perú que deben ser ratificados por el Congreso estadounidense, ofrece bases para una integración económica mucho más profunda. Cada uno de los países mesoamericanos, empezando por México, tiene que hacer su propia tarea y, a la vez, trabajar coordinadamente en el marco del PPP para aprovechar al máximo las ventajas que ofrece este andamiaje institucional.
México ha buscado estrechar sus lazos con Mesoamérica de distintas formas. Desde los esfuerzos en los 80 para poner fin a los conflictos armados, pasando por la creación de la Comisión para la Cooperación con Centroamérica en 1990 y del Mecanismo de Tuxtla en 1991, hasta el PPP, se han acumulado una serie de instrumentos y experiencias que deberían permitir un salto cualitativo en la integración regional.
Por su importancia fundamental para la seguridad, estabilidad y prosperidad de toda la región, y en especial por el impacto que puede tener para recobrar el papel de liderazgo que nuestro país busca jugar en América Latina, los nueve puntos acordados para fortalecer al PPP deben recibir una atención verdaderamente prioritaria durante los próximos años.
El tiempo dirá si la Cumbre de Campeche marcó un auténtico parteaguas. Pero es un hecho que, de todas las áreas en las que el nuevo gobierno mexicano puede tener éxito diferenciándose del anterior, ésta es una de las más trascendentes.
El Norte
11 de abril de 2007
La decisión de realizar la Cumbre de Campeche para revigorizar al Plan Puebla-Panamá (PPP), como parte del esfuerzo del gobierno del Presidente Felipe Calderón por recuperar espacios de interlocución y liderazgo en América Latina, puede llegar a tener un impacto trascendental.
Este proyecto siempre estará asociado a su antecesor, Vicente Fox, quien lo lanzó en 2001, con todo lo que eso significa. Como en muchos otros casos, el ex Mandatario primero generó grandes expectativas con esta iniciativa, luego dejó de darle el seguimiento necesario para que fructificara, y acabó por generar la percepción de que resultó inoperante para fomentar el desarrollo y una mayor integración de toda el área.
Desde el inicio de su administración, Felipe Calderón ha hecho del contraste con la forma de operar que tenía el gobierno anterior una de sus principales herramientas de política. En este sentido, el "relanzamiento" del PPP puede verse como un esfuerzo más para reafirmar un estilo personal de gobernar. En realidad, es una oportunidad para demostrar que, si se le dedica una atención prioritaria, el Plan puede convertirse en un pilar de la política exterior mexicana.
Es difícil subestimar la importancia estratégica que tiene el PPP para nuestro país. Si bien el Presidente Calderón ha reiterado la intención de que México juegue un papel de liderazgo en toda América Latina, el "área natural de influencia" donde México puede, y debe, demostrar esta capacidad, es precisamente en la zona vecina.
A diferencia de América del Sur, en donde la actuación de México se verá equilibrada -o contrarrestada- por factores como el peso de Brasil, Mesoamérica ofrece la mejor opción para proyectar nuestra dimensión económica y geopolítica. No se trata tan sólo de una cuestión de tamaño o de recursos, sino de la capacidad para definir y conducir un proyecto viable, que contribuya al avance de los temas que conforman la agenda regional.
Después de la Cumbre de Campeche, esta agenda es un reflejo fiel de lo que nos une y, paradójicamente, nos distancia de la otra región clave para todos los países del área: América del Norte. En esencia, la agenda se centra en los mismos puntos clave: seguridad, migración y competitividad.
La cooperación en materia de seguridad se impuso en la Cumbre de Campeche. La amenaza planteada por las organizaciones dedicadas al narcotráfico y bandas criminales se ha manifestado con toda su fuerza este año en los límites de los tres "círculos concéntricos" que formarían el "perímetro de seguridad" regional:
1) La frontera entre México y Estados Unidos; 2) la frontera de México con Guatemala, país en donde, por ejemplo, a mediados de febrero fueron asesinados tres diputados salvadoreños al Parlamento Centroamericano, y luego los mismos policías que habrían cometido el crimen murieron en una cárcel de alta seguridad; y 3) el borde sur de Mesoamérica, entre Panamá y Colombia, donde cada vez surgen más muestras de la presencia de los cárteles mexicanos.
El segundo tema de la agenda, la migración, busca ser atendido por el PPP impulsando el desarrollo regional, pero también debe ser puesto en el contexto de las acciones emprendidas por el gobierno del Presidente Bush para reforzar el control sobre su frontera sur y lograr así una reforma migratoria integral.
En la medida en que el paso hacia el mercado laboral estadounidense se dificulte, la presión irá incrementándose para todos los países del área. Pero sobre todo para México. No sólo por el cierre de la "válvula de escape" para nuestros trabajadores, sino por los miles de migrantes provenientes de Latinoamérica que irán quedándose en territorio nacional ante la imposibilidad de cruzar a Estados Unidos.
Por último, la red de acuerdos comerciales que ya existen entre los países de Norte y Mesoamérica, aunada a los recientes acuerdos con Panamá, Colombia y Perú que deben ser ratificados por el Congreso estadounidense, ofrece bases para una integración económica mucho más profunda. Cada uno de los países mesoamericanos, empezando por México, tiene que hacer su propia tarea y, a la vez, trabajar coordinadamente en el marco del PPP para aprovechar al máximo las ventajas que ofrece este andamiaje institucional.
México ha buscado estrechar sus lazos con Mesoamérica de distintas formas. Desde los esfuerzos en los 80 para poner fin a los conflictos armados, pasando por la creación de la Comisión para la Cooperación con Centroamérica en 1990 y del Mecanismo de Tuxtla en 1991, hasta el PPP, se han acumulado una serie de instrumentos y experiencias que deberían permitir un salto cualitativo en la integración regional.
Por su importancia fundamental para la seguridad, estabilidad y prosperidad de toda la región, y en especial por el impacto que puede tener para recobrar el papel de liderazgo que nuestro país busca jugar en América Latina, los nueve puntos acordados para fortalecer al PPP deben recibir una atención verdaderamente prioritaria durante los próximos años.
El tiempo dirá si la Cumbre de Campeche marcó un auténtico parteaguas. Pero es un hecho que, de todas las áreas en las que el nuevo gobierno mexicano puede tener éxito diferenciándose del anterior, ésta es una de las más trascendentes.
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