Javier Treviño Cantú
El Norte
4 de Marzo de 2004
El Presidente de México viajará a Texas para ver al Presidente Bush este fin de semana. Fox llegará al Rancho Crawford a unos días de haberse definido la candidatura demócrata a la Presidencia. Después de las elecciones primarias en 10 estados el pasado "súper martes", el Senador John F. Kerry tiene asegurada la nominación. El Presidente George W. Bush inicia el día de hoy su propia campaña con los primeros anuncios en televisión. Y, para hacer más interesante la competencia, la atención también estará puesta en Ralph Nader, el candidato incómodo que tanto le costó a Al Gore en la elección del 2000.
El competidor más cercano de Kerry, el Senador John Edwards, finalmente no logró despegar y ayer anunció que se retira de la contienda. Pero el camino todavía es cuesta arriba para el demócrata. Según la encuesta más reciente del diario USA Today, CNN y Gallup, Kerry obtendría 55 por ciento de los votos y Bush 43 por ciento. Sin embargo, la última vez que un Senador logró ganar la Presidencia fue en 1960, y sus iniciales eran las mismas del actual candidato: JFK.
El Senador por Massachusetts enfrenta dos grandes obstáculos. Primero, que se parece mucho a la inelegible caricatura política del clásico liberal del noreste, y segundo, los casi 6 mil votos que ha emitido durante su carrera de 19 años como legislador. Estos serán usados por su oponente para presentarlo como un político contradictorio, a favor de una postura y luego en contra; en suma, como alguien "poco confiable".
Kerry cuenta con varios factores a su favor, incluyendo que es un héroe de la guerra de Vietnam. Esto puede ser determinante para superar el debate en torno a su capacidad para conducir a Estados Unidos en la guerra global contra el terrorismo. Su estrategia: definir la contienda como una opción entre los valores tradicionales de los estadounidenses y el "extremismo" de la actual administración Bush.
Por su parte, el Presidente Bush ya ha definido a la elección como la opción entre la seguridad que ofrece su liderazgo y el peligro que representa alguien en quien no se puede confiar por sus posturas ambivalentes. Esta estrategia pone gran énfasis en un aspecto que ha sido clave para sus anteriores éxitos políticos: su credibilidad.
En la edición del pasado 16 de febrero, la revista Time preguntaba en su portada si el Presidente Bush enfrentaba una "brecha" en este sentido. En gran medida, esto se debe a que la operación política desde la Casa Blanca no ha estado funcionando bien durante las últimas semanas.
De hecho, Bush enfrenta una especie de "revuelta" entre su base electoral. Iniciativas como el programa espacial para poner un hombre en Marte generaron dudas sobre su sintonía con las preocupaciones del ciudadano común. El déficit fiscal, que este año puede alcanzar los 478 mil millones de dólares, y la ley que firmó en diciembre para que los ciudadanos de la "tercera edad" tengan acceso a medicamentos subsidiados, con un costo calculado en otros 400 mil millones de dólares, dividieron a los conservadores.
La gota que aparentemente derramó el vaso fue la propuesta de reforma migratoria. Para muchos conservadores, la iniciativa del Presidente Bush es sinónimo de amnistía. La reacción entre la mayoría de los republicanos ha sido tan negativa, que prácticamente nadie considera que la Casa Blanca presentará su plan migratorio ante el Congreso este año.
Por una parte, esto ha hecho que el Presidente Bush busque afianzar la relación con la base, como lo refleja su propuesta de reformar la Constitución para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo. Por la otra, parece haberlo forzado a adelantar los tiempos de su propia campaña electoral. Hoy jueves comienzan a transmitirse los primeros anuncios a través de la televisión por cable.
En una estrategia sin precedente, se calcula que la oficina de campaña de Bush ha gastado unos 4.5 millones de dólares para comprar tiempo en canales de noticias como Fox, CNN, MSNBC y CNBC, junto con espacios en canales de deportes como Fox Sports, ESPN y el Golf Channel.
Además, la estrategia también incluye una atención muy especial para el segmento electoral de más rápido crecimiento en Estados Unidos: el hispano. Mientras, en México, el politólogo Samuel Huntington ha desencadenado reacciones de todo tipo al considerar que los ciudadanos estadounidenses que hablan español son una amenaza para su país, los políticos estadounidenses de ambos partidos los ven como un codiciado trofeo electoral. Por ello, la semana próxima comenzarán a transmitirse anuncios en español por las cadenas Univisión y Telemundo en estados como Florida, Arizona, Nuevo México y Nevada.
Pero la contienda sería relativamente aburrida sin un tercero en discordia. Al igual que en el 2000, Ralph Nader, el defensor de los derechos de los consumidores, anunció que se sumaba a la carrera como candidato independiente. Esto ha causado mucho temor entre los demócratas, ya que consideran que en la pasada elección esto costó varios estados a Al Gore, como Florida, y con ellos, la Presidencia. Ante la posibilidad de que esta elección de nuevo tenga un final de fotografía, los votos para Nader literalmente pueden hacer toda la diferencia del mundo.
Sin reformas estructurales, nuestra economía depende enormemente de lo que ocurra en Estados Unidos. La insistencia en alcanzar un acuerdo migratorio probablemente será atendida en Crawford con diplomáticas sonrisas y una buena foto, pero no se debe esperar mucho más de lo que ya está sobre la mesa.
El verdadero juego por la Presidencia de Estados Unidos apenas comienza, y ojalá que la visita al rancho texano no se interprete como el apoyo abierto a uno de los candidatos. Los estadounidenses empiezan a pensar en serio en la elección hasta después del primer lunes de septiembre, cuando se celebra el "Labor Day". Mientras tanto, todavía pueden pasar muchas cosas... en los dos países.
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