Javier Treviño Cantú
El Norte
19 de enero de 2000
Las perspectivas de la economía mexicana para este año son buenas. El país cuenta con bases sólidas, se han establecido acuerdos de libre comercio con diversos países y el panorama económico internacional parece favorable, aunque no exento de riesgos a los que habrá que estar atentos.
En primer lugar, tenemos cimientos económicos firmes. El programa responsable y consistente que ha seguido el gobierno mexicano, basado en una estricta disciplina fiscal y monetaria, ha contribuido a que la economía crezca de manera sostenida en los últimos tres años.
Mientras que otras naciones se vieron afectadas severamente por las diversas crisis financieras que se han presentado a nivel internacional, la economía mexicana creció en 1997 por arriba de 7 por ciento y un año después casi 5 por ciento. Se estima que en 1999 el crecimiento fue superior a 3.5 por ciento y que en el 2000 creceremos cerca de 4 por ciento.
Otros indicadores también muestran que la política económica seguida está dando resultados. Por ejemplo, la inflación en 1999 fue de 12.3 por ciento, por debajo de la meta programada de 13 por ciento, lo que representa el índice más bajo en los últimos cinco años. A su vez, las tasas de interés se han reducido casi 60 por ciento en comparación con los niveles que llegaron a tener hace dos años.
Estos avances son importantes y generan confianza. Así, el manejo prudente de la economía, aunado al "blindaje" derivado del Programa de Fortalecimiento Financiero 1999-2000, ofrecen mayor estabilidad y certidumbre económica en este año de transición política.
Otra fortaleza de la economía mexicana que permite prever perspectivas favorables son los acuerdos de libre comercio que se han firmado con otras naciones. En un escenario internacional cada vez más globalizado e interdependiente, las exportaciones mexicanas se han convertido en un motor de la economía. Hoy, México es la octava potencia exportadora a nivel mundial.
El aumento de la capacidad exportadora responde en gran medida a los diversos acuerdos de libre comercio que ha establecido nuestro país. Por ejemplo, el TLC ha contribuido a que las exportaciones de México a Estados Unidos hayan pasado de poco más de Dls. 40 mil millones en 1993 a casi Dls. 100 mil millones entre enero y octubre de 1999. También están funcionado los acuerdos de libre comercio con América Latina.
Estos resultados han hecho que México siga promoviendo el libre comercio. Hace unas semanas concluyó la negociación con la Unión Europea, por lo que se prevé que el acuerdo entre ambas partes entrará en vigor a mediados de este año. También se están negociando tratados con Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Ecuador, Perú e Israel, y se está explorando la posibilidad de firmar un acuerdo de libre comercio con Japón. Así, en poco tiempo seremos el único país que tenga acuerdos comerciales con las principales regiones del mundo.
La disciplina fiscal y monetaria también ha contribuido a que los inversionistas del exterior confíen en la economía del país. En 1998, México captó una sexta parte del total de la inversión extranjera directa que se dirigió a América Latina. A pesar de la drástica disminución de los flujos internacionales de capital, se calcula que en 1999 recibimos más de Dls. 10 mil millones.
Una vez que se ha atenuado la turbulencia financiera que caracterizó al mundo en 1998 y parte de 1999, como consecuencia de la crisis asiática y la inestabilidad en Rusia y Brasil, el 2000 parece ofrecer un entorno global de menor volatilidad, así como un buen desempeño económico por parte de nuestros principales socios.
La economía de los Estados Unidos seguirá creciendo y rompiendo los esquemas que aseguraban que no se podía crecer a tasas altas con baja inflación y casi pleno empleo. Lo que permite prever este crecimiento es el incremento de la productividad, el cual no parece responder a un fenómeno cíclico, sino a causas estructurales. No obstante, habrá que estar pendientes de factores como el déficit comercial o el aumento en las tasas de interés, que podrían provocar una desaceleración o un "aterrizaje suave" de la economía estadounidense.
Europa está mostrando una mayor solidez económica, sobre todo los países que forman parte de la Unión Europea. Aunque en 1999 algunas naciones resintieron los efectos de la crisis financiera internacional, como Alemania, se espera que este año las economías de los 15 repunten y alcancen un crecimiento conjunto cercano al 3 por ciento.
A su vez, Asia también se está recuperando. En noviembre pasado, China, Corea del Sur y Taiwan registraron el mayor crecimiento para un mes en casi dos años. Sin embargo, lo más importante que está ocurriendo en la región es que la economía de Japón está mostrando mayor fortaleza. Aunque el crecimiento en el 2000 será de sólo 1.5 por ciento, han disminuido los riesgos derivados de la desconfianza en el sistema bancario, la inestabilidad del yen y una posible deflación. Asimismo, el reciente acuerdo comercial entre China y Estados Unidos, que facilitará el acceso del país asiático a la OMC, es un paso muy importante para la estabilidad en la región.
Aunque a un ritmo más pausado, América Latina está saliendo de los estragos causados por el "efecto dragón". Si bien se espera que en 1999 el crecimiento en la zona haya sido por arriba del 1 por ciento, como consecuencia de la salida de capitales, la carencia de créditos a nivel internacional y el lento avance de la reforma estructural, se estima que en el 2000 las economías latinoamericanas crecerán en promedio 3.6 por ciento.
El entorno internacional ofrece un panorama favorable para la economía mexicana, contamos con las herramientas para aprovecharlo y tenemos las bases para crecer en forma sostenida, crear empleos y generar mayores recursos para abatir la pobreza.
El autor es Oficial Mayor de la Secretaría de Hacienda y se ha desempeñado como Subsecretario de Cooperación Internacional de la Secretaría de Relaciones Exteriores
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