Javier Treviño Cantú
El Norte
15 de abril de 2004
Norteamérica es una región unida por la geografía, pero históricamente dividida por el idioma y la cultura. Esto empezó a cambiar el 15 de abril de 1988, cuando George Bush padre dirigió un mensaje a la Sociedad Americana de Editores de Periódicos. El entonces candidato del Partido Republicano a la Presidencia de Estados Unidos propuso crear una zona de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México.
Era una idea difícil de vender. Con un comercio bilateral de 52 mil millones de dólares, México era el cuarto socio comercial de Estados Unidos, después de Canadá, la Comunidad Europea y Japón. El mismo Bush comentaba que lograr este objetivo podía llevar años, pero que seguramente se convertiría en un motor de crecimiento económico.
Dos años más tarde, el 26 de marzo de 1990, recibí una llamada de Peter Truell, del periódico The Wall Street Journal. Mi función como Ministro de Información y Vocero de la Embajada de México en Washington me convertía en un punto de referencia obligado para los medios estadounidenses interesados en México. Peter se especializaba en comercio internacional, y fue al grano: "tengo información confiable, de altos funcionarios estadounidenses, sobre una serie de reuniones que sostuvieron a fines de febrero Jaime Serra y José Córdoba con James Baker, Brent Scowcroft, Carla Hills, Robert Mosbacher y Michael Boskin, en donde acordaron negociar un acuerdo de libre comercio entre México y Estados Unidos".
Era cierto. Durante meses se había trabajado de manera discreta para iniciar la negociación de un Tratado de Libre Comercio. No había duda de que la filtración provenía de una fuente estadounidense. Lo que no quedaba claro era la intención: ¿se trataba de acelerar el proceso, o de aniquilarlo antes de que pudiera despegar?
Al día siguiente, en este diario se publicó un artículo que marcaría el inicio de una nueva etapa en la cobertura periodística sobre México en los medios de Estados Unidos: "U.S. and Mexico Agree to Seek Free Trade Pact -Bush Aides Confirm Talks; Result Would Be Market For All of North America".
Con este artículo se daba el banderazo de salida a un nuevo tipo de escrutinio. Al margen de la negociación comercial, los medios, los actores políticos, los académicos y los ciudadanos de Estados Unidos querían conocer mejor a este socio potencial, que hasta ese momento sólo era un vecino distante al sur del "Río Grande". No era concebible negociar con alguien a quien no sólo desconocían, sino que, además, no entendían. De ahí la tarea de editores y productores de medios electrónicos para llenar un profundo vacío informativo.
Artículos, editoriales, reportajes y perfiles se publicaron en las páginas de los principales diarios y revistas estadounidenses durante los tres años que duró la negociación del TLC. Programas de radio y televisión intentaron mostrar a los estadounidenses algunos aspectos de la vida de los mexicanos. Parecía que los temas de corrupción, narcotráfico y pobreza dejarían su lugar a los temas económicos y comerciales.
El gobierno de México fortaleció su presencia en Washington, aprendió a cabildear y a acercarse a los miembros del Congreso de Estados Unidos. Funcionarios mexicanos se reunieron con los consejos editoriales de los periódicos regionales y locales; sostuvieron entrevistas en radio y televisión; y hablaron ante todo tipo de asociaciones, llevando el mensaje de los beneficios que un TLC generaría en Estados Unidos y en México. Se establecieron alianzas entre los sectores empresariales para generar un ambiente favorable a la negociación comercial. Había una idea clara y un objetivo concreto, y todo el esfuerzo nacional se orientó a lograrlo.
Como anticipaba Bush padre, negociar, firmar y poner en marcha el TLC fue toda una proeza. También tuvo razón al prever el impulso económico que representaría: hoy, el comercio bilateral sobrepasa los 250 mil millones de dólares. Pero el comercio no lo es todo en esta compleja relación bilateral. Todavía nos falta un largo camino para conocernos mejor y avanzar en la integración plena de América del Norte.
En estos últimos tres años hemos visto que los gobiernos avanzan lentamente en la tarea de construir un nuevo entendimiento bilateral. Sin embargo, las sociedades de ambos países van más allá de las visiones burocráticas de Washington y la Ciudad de México: escriben sobre el otro, estudian al otro, trabajan con el otro y promueven una creciente integración por regiones.
Como parte de este proceso, a iniciativa de Enrique Krauze y con el apoyo del Mexico Institute del Woodrow Wilson Center, hoy y mañana se llevará a cabo en el Tecnológico de Monterrey el III Encuentro Letras Libres, para discutir sobre "Ustedes y nosotros: convergencias y divergencias en la relación México-Estados Unidos".
En 1958, Edmundo O'Gorman publicó "La invención de América". El descubrimiento del "cuarto continente" representó un proceso de cambio científico, ideológico y político. O'Gorman señalaba con razón que "América fue la instancia que hizo posible, en el seno de la Cultura de Occidente, la extensión de la imagen del mundo a toda la tierra y la del concepto de historia universal a toda la humanidad".
Al inicio del Siglo 21, los ciudadanos, los centros de estudio y las empresas demuestran que son ellos quienes están inventando, día a día, una nueva región llamada Norteamérica.
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