Javier Treviño Cantú
El Norte
5 de agosto de 2004
Ante el estancamiento en el que se encuentra México, necesitamos buscar modelos que nos ayuden a definir las prioridades en las que debemos concentrarnos para salir adelante. A nivel local y en todo el País, enfrentamos retos que nos están impidiendo avanzar y que se reflejan en aspectos básicos de nuestro comportamiento como sociedad.
Tomemos dos simples casos que se presentan cotidianamente y que podrían llevar a que nuestra sociedad se mantenga anclada y aislada del cambio que está ocurriendo en el mundo.
Primer ejemplo. La experiencia de conducir un auto en Monterrey puede ilustrar muy bien los aspectos más negativos de nuestra cultura urbana. Hostilidad, competencia, malos modales, egoísmo, impaciencia. Ya sea en San Pedro, Monterrey o San Nicolás, sólo intente usted poner la direccional para tratar de cambiar de carril y vivirá la experiencia de la incivilidad en toda su magnitud: cualquier conductor prefiere chocar antes que ceder el paso a otro auto.
Segundo ejemplo. Desde pequeños, en sus colegios, los futuros ciudadanos regios forman pequeños círculos de amistades que se vuelven perímetros impenetrables para cualquier recién llegado. Si eres de un grupo, ya no puedes ser admitido en otro. Los mismos padres de familia lo fomentan. Y lo único importante es qué carro tienes, dónde vives, cómo te vistes y cuánto tienes. Lo malo es que esta cultura crece, se reproduce y se arraiga a lo largo de los años, de la niñez a la juventud.
Luego nos extrañamos cuando vemos que nuestro país no avanza. En México, el tiempo parece haberse detenido. Estamos metidos en una especie de "burbuja" que nos aísla de la realidad global. En cambio, otros países siguen mejorando su competitividad y la calidad de vida que disfrutan sus ciudadanos.
En estudio tras estudio, un grupo destaca entre todos. Son los cinco países escandinavos de Europa. De acuerdo con el más reciente Indice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, Noruega es considerado como el mejor país del mundo para vivir, por tercer año consecutivo. El 99 por ciento de su población sabe leer y escribir; hay 513 doctores por cada 100 mil habitantes; la expectativa media de vida es de 78.4 años. Con un ingreso per cápita de 36 mil 600 dólares, Noruega es uno de los países más ricos del Planeta y, también, uno de los que más recursos canalizan a la ayuda para el desarrollo.
Le sigue en el segundo lugar Suecia, un país caracterizado por su cultura innovadora. Apoyados en una larga tradición de trabajo coordinado entre el gobierno, la industria y una eficiente red de universidades estatales y centros de investigación, los suecos se están consolidando como una potencia en sectores estratégicos, como la biotecnología. En el séptimo lugar del nuevo Índice del Programa para el Desarrollo de la ONU está Islandia. Finlandia ocupa el lugar número 13 y Dinamarca el 17. Nada más como referencia, México quedó ubicado en el 53, un lugar por debajo de Cuba.
En el Reporte Global de Tecnología de la Información 2003-2004 que elaboran el Foro Económico Mundial, el Banco Mundial y la escuela de negocios INSEAD de Francia, entre los 10 países mejor preparados para aprovechar la conectividad informática, cinco son los escandinavos. Después de Estados Unidos y Singapur, Finlandia tiene el tercer lugar; le siguen Suecia en el cuarto y Dinamarca en el quinto; Noruega está ubicado en el número ocho e Islandia ocupa el décimo. ¿México? Hasta el sitio 44.
En el Índice Global de Competitividad para el mismo periodo del Foro Económico Mundial, Finlandia mantuvo el primer lugar que ya ocupaba en el reporte anterior; Suecia está en tercero y Dinamarca en el cuarto; Islandia es el octavo y Noruega tiene el noveno puesto. Nuestro país ocupa el lugar número 47.
En el Índice 2003 de Percepciones sobre Corrupción de Transparencia Internacional, de los 10 países en donde este problema tiene menor presencia, Finlandia es el número uno, seguido por Islandia y Dinamarca; Suecia está en el sexto lugar y Noruega está empatado en el octavo con Australia y Suiza. En una escala del 0 (corrupción grave) al 10 (corrupción mínima), México y Polonia tienen una calificación de 3.6, empatados en el sitio 64.
Como comentó hace poco el profesor de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs, en un artículo de la revista Newsweek, lo que distingue a los países escandinavos es la prioridad que le han dado a tres cosas. Primero que nada, a la educación. Segundo, han mantenido el compromiso de ofrecerle servicios públicos de primer nivel a la gran mayoría de su gente. Tienen unas de las tasas de impuestos más altas del mundo, pero los servicios educativos, de salud y seguridad social que ofrecen a cambio son de la más elevada calidad. Y, tercero, a su capacidad de promover el crecimiento de un sector privado vigoroso.
El éxito global de compañías como Nokia o Volvo no ha sido un accidente. Los escandinavos son países ricos en recursos naturales, pero lo que venden es conocimiento para aprovechar tales recursos. Ikea no vende madera, sino que ofrece al mundo soluciones al fabricar muebles excelentes a precios accesibles.
No se trata de que México copie el modelo escandinavo. Tenemos una historia y una sociedad muy diferentes. Sin embargo, lo que sí podemos hacer es estudiarlo y tratar de aprovechar sus lecciones para entender que, por lo menos, tenemos que definir las prioridades en las que debemos enfocarnos para salir del pantano en el que nos hemos metido solos.
Mientras tanto, cuando los adolescentes regios se suban a su Volvo, mientras hablan por su celular Nokia con algún amigo de su exclusivo círculo íntimo, pueden empezar por seguir las más elementales reglas de cortesía y amabilidad al conducir.
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